- Nombre: Albert Riba Trullols
- Ocupación: Una vez le definieron como un renacentista o un juglar del siglo XXI, aunque hablamos de etiquetas, “lo que me define es lo que haré, no lo que he hecho”, me comenta. Supongo que en el fondo se identifica más como shanking mindsor.
- Qué quería ser de mayor: Veterinario o arquitecto (y ha acabado haciendo lo mismo, trata con personas que son como animales y se pasa el día creando cosas).
- Libro: Me dice dos, Bailar con la soledad – José María Rodriguez Olaizola y Demasiado inteligente para ser feliz – Jeanne Siaud-Facchin
Le sigo en Twitter ya hace años. Reconozco que trato de conectarme poco a esta red social, me gusta; pero hay mucho hate que me pone de mal cuerpo. Albert no es de ese tipo, es de esos que te alegran el timeline con sus píldoras que te hacen pensar.
Tengo suerte y viene a Madrid con cierta frecuencia, así que, a pesar de la ola de calor, quedamos en un bar de la estación de Atocha a tomar un café con mucho hielo…
Un poco de contexto personal, ¿cuáles son tus orígenes? ¿De dónde ha salido Albert?
Mi abuelo por parte de padre empezó siendo un escribano de una fábrica en Igualada y acabó comprando la compañía. Mi padre, que era el hijo mayor de la familia, el heredero, tenía que continuar la tradición con todo lo que supone, la responsabilidad, tenía que casarse con una mujer de buena familia, etc.; pero mi padre dijo que no. Él nació humanista adelantado a su época, se juntaba con los trabajadores, hacía vida más normal y quería casarse por amor… Se casó con mi madre, que su padre –mi abuelo– era otro caso curioso. Este era coctelero, se fue a Cuba de jovencito y le decían el abogado de los pobres. Ayudaba a mucha gente y le pagaban con gallinas y tal. Escribió 3 libros de cócteles, 1 en Estados Unidos y 2 en España, creo.
Entonces, mi padre con 37 años y 4 hijos decidió dejar la empresa de la familia para empezar de 0. Claro lo mío no tiene mérito. Mi padre si que fue valiente, emprendió con 37 años y 4 hijos…
Claro, sería casi ahora compararlo con 60 años quizás ¿no?
Claro y muchos dicen ahora, yo no tengo hijos y no puedo emprender… Yo he sido hijo de un tío que con 4 lo hizo. Siempre he visto pasión, siempre he tenido un entorno familiar unido muy fuerte, de “haz lo que creas más conveniente”. ¿Qué pasa? Que cuando salía de 8º de EGB fui al instituto y ahí me perdí totalmente…
“Yo cuando me iba de vacaciones devoraba libros de empresas y ahí descubrí el mundo de la lectura empresarial.”
Sí, he visto que destacas ese momento como un fracaso, ¿por qué crees que no te fue bien el instituto? Otra educación, cambio de sistema…
Creo que 12 años es la edad en que realmente te formas. Yo venía de una escuela muy protegida que, por poco que estudiara, aprobaba y me fui a un instituto que… Fue un caos para mí. Luego en casa hubo cambios que también me afectaron. Pero bueno, en el fondo creo que fue por aburrimiento. Yo no tengo ni idea si tengo TDAH, yo sé que era un chico con muchas iniciativas, en la escuela tenía un ecosistema que me lo permitía y en el instituto este ecosistema ya no estaba… Quizás cuando más lo necesitaba, eh. Fue entonces, al fracasar los estudios, que entré a trabajar en una empresa de informática. Con 20 años.
Entraste en informática como podrías haber hecho cualquier cosa, entiendo.
No, no, yo cuando repetía BUP, mi madre me dijo “tú en casa no te quedarás”, ahí los ovarios bien puestos. Entonces me apuntó a un curso de informática que encontró, un curso innovador a su época, mi madre visionaria ojo, eh. Y cuando salí al mercado se dio el caso que estaba en auge la microinformática y entré en una empresa que eran 2 socios, un empleado y yo. Me pusieron a vender en una tienda y yo, “¡buah, esto me encanta!”. Al cabo de unos meses la tienda se me quedó pequeña.
A ti te gustaba vender…
Yo no sabía. Mi padre siempre dijo “con este chaval no tendré problemas”, porque siempre me había gustado relacionarme con gente. Era una empresa que crecía, y habían confiado mucho en mí. Tenía margen de maniobra y, con 23 años, monté un departamento de compras. Ya facturábamos mucho y empezamos a vender a empresas directamente. Yo cuando me iba de vacaciones devoraba libros de empresas y ahí descubrí el mundo de la lectura empresarial.
Qué guay, “por iniciativa propia necesito leer cosas de empresa”…
Por ejemplo, teníamos una franquicia y como íbamos a vender fuera me inventé unas ofertas para vender ordenadores a escuelas y visité todas las escuelas de Igualada. Esto con 22 años. Un día nos sentamos con el jefe, el otro socio y yo y me comentaban que los proveedores nos toreaban. Y entonces un socio dijo, “Albert, que es un zorro, que negocie con ellos”. Y mi jefe me dijo, Albert preparar una propuesta para comprar… Entonces me compré un montón de libros el de Deal Carnegie de ‘Cómo hacer amigos’, el de ‘Gestión de compras en una pequeña y mediana empresa’, ‘La comunicación no verbal’… Ahí empecé a montar el departamento de compras. Montamos un departamento de software, una copistería… Yo siempre estaba montando cosas. Ya luego con 25 me fui a estudiar a la universidad y empecé a entender modelos de empresa y vi que la evolución tecnológica vendría por ahí…
¿Decidiste estudiar porque no tenías suficiente con lo que leías?
El mercado me lo pedía. Yo iba al revés de la gente. De ser un fracaso escolar fui al mercado, un mercado creciente, tecnológico y en management lo mismo. Claro, me leí todo, incluso leía biografías de directivos, ¡que era como si me reuniera con ellos! Aprendía mucho y me puse a estudiar en la universidad y también tres postgrados en nuevas tecnologías e internet. Entonces, yo a mi jefe le dije “creo que tenemos que transformar la empresa de informática y tenemos que ir a ventas por internet, a hacer impresiones en digital…”. Te hablo del año 2001 o 2002.
“Si quieres cambiar la empresa
te tienen que empoderar y confiar en ti”.
Y me dejó hacerlo, pero no marcó bien las jerarquías. Me tocó pelear y pelear hasta que un día dije basta, le dije que me tenía que ayudar a empoderarlo y me planté con mi jefe y le dije, “o me haces socio o me voy”. Era la única forma para tener la autoridad y jerarquía necesarias; pero me respondió “si te hago socio, ¿¡qué pensarán los demás!?”. No me entendió y me fui. No tenía nada, eh, fue una huida temeraria…
¿Has sido siempre así de temerario?
Si no me hubiera ido, habría sido infiel a mis raíces. Mis padres siempre me perdonaron por equivocarme. Y no es fácil dejarlo. Esto lo hablaba con Llongueras y hablábamos del reto. Le preguntaba: “¿Cuándo sabes que un reto tiene sentido o no?” y la respuesta que me dio está muy bien, pero puede sonar un poco intangible: cuando tiene un mínimo de dignidad. Y claro, si hubiera seguido yo ahí, ¿me hubiera sentido digno? ¿No? Pues fuera. Si quieres cambiar la empresa, te tienen que empoderar y confiar en ti.
Me contabas que seguiste estudiando másters y tal…
Dije que no iba hacer másters y luego hice 3: uno de e-commerce otro de e-business y otro de e-learning y entonces decidí montar una empresa. Yo estaba montando esta, pero en paralelo, como trabajo final con los compañeros se montó otra de movilidad. Todos trabajaban y claro, tenía que saltar uno. Yo estaba montando la mía, pero me vino uno que confiaba en mí y me lo propuso. Pensé: “¿Me vienen a buscar? Pues dejo la mía”. Yo siempre creo que, si uno actúa bien, a la larga hay alguien que te coge y se te lleva. Tarda, eh. hasta que sucede es difícil, es paciencia, buscarte la vida para pagar facturas…
Entonces tuve la misma dinámica con esta empresa de movilidad. Empecé a hacer clientes, tecnología, etc. Estuve 10 años ahí, hicimos productos con PDA’s y tal. Ya vendíamos en Francia y Alemania y se juntó un poco todo. Tenía una relación de pareja un poco peculiar, una situación laboral algo diferente con los socios… y un día, volviendo de un viaje, me da una parálisis facial.
Entiendo que fue por el estrés y la situación personal que vivías, ¿no?
Los médicos, en las parálisis faciales te dicen cosas atópicas, atípicas o idiopáticas, vamos, que no tenían ni idea. Podría haber sido por un golpe de aire…
Como cuando has estado mal, vas al médico y te dice que probablemente fue un virus…
Sí, sí. Obviamente era una situación de burnout. Primero con la relación de pareja, no me iba bien en aquel momento, el amor no es ciego, es cojo o minusválido, y lo vas arrastrando. No quiere decir que no le tenga estima a esta mujer, eh. Simplemente no éramos compatibles. Y claro, por otro lado, la empresa donde estaba cada vez podía emprender menos y no podía arriesgar. Se me pedía que vendiera más y yo no soy vendedor, aunque venda.
Al cabo de 3 meses lo pensé y decidí que tenia que dejar la empresa. Me presenté a los socios y les dije que la vida me había dado un mensaje de salud. Además, ya hacia años que estaba haciendo cosas sociales como hobby me había ido a Bosnia, África…
Pareces de ese tipo de persona que no puede estar solo en un único proyecto.
Una vez me lo dijo un tío, “El problema no es que estés en muchos sitios, es con cuánta gente estás en esos sitios y cómo lideras esos equipos”. Ese es el problema realmente.
Todos los socios entendieron que yo tenia que ser liberado, me liberaron a media jornada con algunos contratiempos. La situación no fue bien igualmente y, al cabo de un tiempo, decido dejar la compañía y monto otra con un amigo para hacer innovación y emprendimiento corporativo que es InPreneur. Seguimos trabajando, publico mi libro, empiezo a hacer radio y es quizás por lo que más se me conoce ahora. La empresa se creó y en paralelo “Albert Riba” como marca ha ido creciendo.
“Cuando inspiras no tienes datos; entonces, me fui a la Universidad de Barcelona con mis libros y dije ‘quiero cuestionar mi modelo, quiero conseguir datos objetivos y ciencia en mi modelo’”
¿Cómo surge esta empresa? Hubo un proceso consciente de idea de mercado o…
Hubo una visión, pensé que si me dedicaba a hacer emprendimiento e innovación para clientes haría lo que me gusta, me pagarían y podría vivir, así de sencillo. Empezamos a hacer clientes, hicimos un mini plan de negocio, etc. Lo que pasa es que, con el tema de los libros en paralelo, me empiezan a pedir conferencias y claro mi socio me dice, “hagamos algo con esto, ¿no?”. Entonces, esta empresa se ha quedado como boutique de acompañamiento de transformación digital, que va ligada a la innovación.
También decidí que tenia que cambiar algo más y hacia falta algo nuevo. Cuando tu inspiras no tienes datos, solo inspiras; entonces, me fui a la Universidad de Barcelona con mis libros y dije “quiero cuestionar mi modelo, quiero conseguir datos objetivos y ciencia en mi modelo”.
No es habitual, muchos que ven que su discurso funciona lo repite mil veces y listo.
Claro, pero yo no soy conferenciante, soy emprendedor, soy empresario y eso es lo que me gusta. Yo escribir un libro, crear un modelo y que la gente lo use sin estar, ya me gusta. Eso es el éxito. Yo no tengo problemas de fotos o de medallas.
Entonces con la universidad y con otro amigo decidimos crear otra empresa que es Sapiens Mindset que es una metodología y una plataforma de people analytics para empresas.
Entiendo que esta empresa es de gestión del cambio cultural, ¿no?
InPreneur es cambio cultural concepto boutique, manager directivos, conferencias, es más inspiración y experiencias. Sapiens Mindset es una metodología y es escalable. Yo no soy escalable, y la otra sí, tenemos partners y alianzas con empresas que aplican el modelo. Les damos una radiografía con un perfil individual agregado con soporte psicológico gracias a la universidad y, a partir de aquí, se plantea una intervención.
¿Cuál es el reto?
El reto es ser capaces de girar la mente, es pararse, pero a nivel cultural, hacer un cambio de paradigma… Y es dificilísimo, encontrar un cliente que esté dispuesto a hacer un gran cambio… Cuando alguien me pide un cambio cultural lo primero que les digo es para qué. Dónde tenemos que llegar, qué quiere. Hay veces que lo que creen que son proyectos no son proyectos, son retos estratégicos, como “crecimiento”… Y claro, cuesta, “si quieres nos juntamos y lo vemos…”.
Una cosa que me he encontrado mucho como consultor es que muchas empresas quieren cambiar la cultura; pero a la hora de la verdad no se atreven, no saben o no quieren…
Claro, ¿la reflexión cuál es? Ponle que el director general ve que los medios hablan de esto y lo otro y se pone nervioso. Le viene el director de IT y le dice digitalización, la nube, SAS y piensa, “pero si acabo de pagar 10 mil euros para un mega servidor, ¿ahora tengo que pagar para un server que está en Internet?”. Luego le viene el de legal y dice “tenemos que contratar los blockchain”… Más tarde le viene RRHH y le dice “millenials, cultura, people analytics…”. Y también viene fábrica…Y le dice “revolución 4.0, domótica, robots…”.
El problema es que hace falta unificar ese mensaje de lo que es transformación. Sí que es cierto que la gente empieza a tomar consciencia de que esto va de cultura, un cambio cultural y no va de forzar un método o de forzar una tecnología.
Como la moda ahora de aplicar metodologías de Silicon Valley a cualquier negocio o empresa española…
Si hablamos de Silicon Valley digamos toda la verdad. Hacen presentaciones eficaces; pero 18 horas seguidas trabajando, la de vagabundos que hay en la calle… O te encuentras un ingeniero que quiere ir a Facebook para servir cafés… Tiene cosas muy buenas Silicon Valley, Lean Management, Scrum o Design Thinking; pero bueno, perspectiva.
“Creo que el mercado empieza a tener necesidad de que les digamos las cosas claras. Gran parte del problema lo tenemos los que estamos en el mercado porque ayudamos al relato que nos pide el cliente”.
A veces tenía conversaciones divertidas con mi padre que me preguntaba cómo hablan las empresas hoy y le decía: «Hay un chaval en la universidad que quiere ser entrepreneur, y entonces se apunta a una incubator o accelerator para su start up. Muchos que trabajan tienen burnout y la empresa les da programas de empowerment y de engagement. Si no funciona, les hacen un unplacement y acaban creando equipos multidisciplinares a buscar Private Equity o Business Angels y hacen Due Diligences…» “¿Y al final?”, “Pues van haciendo”. [Risas].
Trabajando en marketing e innovación muchas veces he alucinado con estas modas conceptuales que en el fondo es aplicar lo mismo con un pequeño añadido y otro nombre… He tenido discusiones con compañeros por no jugar a ese juego…
Estoy 100% de acuerdo contigo, pero lo que pasa es que al decir esto pagas peajes. Yo cuando hago una columna y dije que había una burbuja emprendedora en 2015, pues se me enfadan. En la sociedad hay puertas que no se abren, tampoco se te tienen que abrir todas ojo, eh. Eso sí, creo que el mercado empieza a tener necesidad de que les digamos las cosas claras. Gran parte de este problema lo tenemos los que estamos en el mercado porque ayudamos al relato que nos pide el cliente.
En mi caso personal vi la necesidad de decir algo que muchos pensaban, pero pocos se atrevían a decir…
Al fin y al cabo, es que a algo hay que renunciar. Hay muchos directivos incompetentes que no te aceptarán. Si opinas, y está bien argumentado, eres un espejo, estás diciéndole “tú también eres así”. Como dicen una de mis albertinas (aformismos) “el talento fluye cuando hay libertad”. Tienes todo el derecho de decir que tu jefe es un incompetente, ahora, tienes la libertad de pirarte a otro sitio. Mucha gente esto no lo hace. O juegas o no juegas. Arriesgar es eso. Depende de cómo tengas la vida montada puedes hacerlo o no hacerlo. Hay muchas empresas que son cabronas, vamos a buscar las 10 que no lo son. Y ya está. Los talibanes montan una guerra con 3 tíos. En el mundo digital la guerra está en un bit. No nos preocupemos de llorar tanto, vamos a trabajar y a buscar estructuras ligeras ágiles que pesen poco para hacer lo que creemos.
En alguna charla ponías en valor planear la estrategia antes que la acción. Me sorprende porque en mi caso he perdido mucho tiempo en el mundo de las ideas, siempre nos ha faltado actuar más y pensar menos…
Aquí hay otro debate, es muy importante saber hacer estrategia y saber cuándo la tienes buena para empezar a ejecutarla. Cuando lo tienes claro, pasas a la acción. Pero claro, tener una estrategia clara es el gran qué. Yo he aprendido cada vez más –y más después de la parálisis– que tengo que planificar más o que… Bueno… Me dijo uno un día “¿tú crees que todo lo que has montado es porque no planificas?”. Lo que pasa es que tomé consciencia, planificar mi vida personal, profesional… Es decir, dedicarle tiempo a pensar bien las cosas, no planificar más.
Yo ahora, que estoy con otro libro planteo cosas que hablo con clientes, y me hablan de un retiro, nada de pajas mentales.
“Yo no necesito normas, necesito guías, que es igual, pero con más margen de maniobra”.
Es una necesidad de tener una vida más estable emocionalmente… Se te ve equilibrado, ¿cómo has conseguido este punto de estabilidad?
Bueno es parte de mi próximo libro, yo busco espacios para conectarme que, conectándome ahí, estoy conectado a mí mismo. Es una búsqueda constante, eh. Yo primero iba a Montserrat una vez al año y ahora cada 3 meses me voy a un retiro. Me recojo en un lugar en la montaña.
Es que cuando no tienes una vida equilibrada no comes bien no haces el amor bien, no… Una persona mal comida, mal dormida y mal querida no puede estar bien en ningún lugar. Entonces ahora cuando duermo, duermo bien, cuando como, como bien…
Busco conectar en cada momento con lo que esté haciendo. Por ejemplo, cuando yo voy a la montaña a correr, me rio porque veo gente corriendo descamisados. Yo paro y joder, párate en medio de la montaña y escucha el viento y el pájaro como canta; disfruta ese momento al máximo. Cuando estoy con un cliente tengo el móvil en silencio. Lo intento, eh que no siempre lo consigo. Si un día a la tarde salgo a correr, salgo a correr, no estoy en otra cosa y ya haré lo otro a la noche. Pero para mí es vital porque me he dado cuenta que, si yo no estoy bien con algo, nada del resto de cosas están bien. El reto es ese, cómo puedo estar bien.
¿Y hasta qué punto lo tienes todo muy planificado y cuadrado? En otra Conversation, esta vez con Sara Gómez, ella me comentaba la necesidad de respetarse los momentos de bajón, que no pasaba nada.
Me considero una persona muy racional y muy pasional. No soy bipolar, yo soy polipolar. Mi reto es buscar el equilibrio. Yo en ‘La Parálisis Activa’ hablo de las normas y de guías, no necesito normas, necesito guías, que es igual, pero con más margen de maniobra. Me marco que cada noche hago lo que se hace en los monasterios, bajo la luz, me pongo a leer y lo hago cada día. Pero no me castigo a hacerlo cada día. Estos días que hace mucho calor, pues me ha costado y no lo he hecho. Y voy a correr cada día… Pero miro de hacer cosas y conectar, cada semana voy ver a mi madre, a mi hermano… Tengo mucha planificación; pero no me estreso.
La vida no es ni comer mucho ni poco, lo justo, es un equilibrio. Lo que pasa es que es muy difícil encontrar un equilibrio. El mundo interior es difícil de equilibrar y la gente sufre, claro.
Sugerencia de presentación: Working on a dream – Bruce Springsteen