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Alberto Morillas: “Jamás en la vida se me ocurrirá decir «tu proyecto no es viable»”

  • Nombre: Alberto Morillas
  • Ocupación: Técnico de Emprendimiento y Mentoring Manager
  • Qué quería ser de mayor: Fisioterapeuta. Jugando a baloncesto se rompió un tobillo de bien pequeño y en seguida le gustó el mundo de la fisioterapia.
  • Libro: Toda la saga de Apocalipsis Z – Manel Loureiro

Nos reunimos una hora antes de una reunión mensual de mentoring a emprendedores. Vamos con el tiempo justo; pero me recibe con mucha amabilidad y tranquilidad. Me relajo. Alberto es quizás una de las personas más generosas que he podido entrevistar hasta ahora. Es una gozada hablar siempre con él y siempre tiene alguna historia de emprendimiento para contarte que te rompe los esquemas.

¿Cómo uno está tranquilamente estudiando económicas y acaba montando un club de futbol?

Al poco de empezar a estudiar Económicas en la Complutense, un amigo que estudiaba magisterio me comentó si quería dar extraescolares con él en un colegio. Nada, me metí con él y, al poco tiempo, me comentó lo de montar un club.

Nuestro barrio, Ciudad de los Ángeles, se quedaba sin equipo de fútbol, solo quedaba el Rayo los Ángeles, un club con el que siempre he tenido mucha relación ya que mis padres vivían encima de la sede y me pasaba todos los veranos jugando al ping-pong y al ajedrez. Víctor, este amigo, me dijo que teníamos que montar un equipo, “si juntamos los chicos que quedan en el Rayo y nuestra generación, podríamos hacer un buen equipillo y jugar un par de años más”.

A mí el fútbol se me ha dado fatal siempre, yo era más de baloncesto y de primeras no quise saber nada, estaba estudiando, dando extraescolares y la verdad que pensé, “no me quiero meter en un fregao…”; pero nos metimos. Y ya llevamos 16 años con un club y gestionamos las extraescolares del colegio. Tenemos 6 equipos de fútbol 11, 9 de fútbol sala y el primer equipo en preferente. Ahora estamos hablando con el ayuntamiento para lograr unas instalaciones donde poder montar una escuela y seguir creciendo, ya que las instalaciones del distrito están completas. El sueño que comenzó en un equipo para un par de años, se ha convertido en intentar lograr una escuela, fomentar el fútbol femenino y abrirnos a otros deportes.

Montar algo así tiene que ser complicado… ¿Cómo fue el proceso de creación?

Cuando le digo a Víctor que no, recibo una llamada de otro amigo nuestro del que hacía mucho que no sabía nada, y me dijo, “vente a la reunión y de ahí vemos lo que pasa”. Claro, yo sabía que si iba a la reunión, efectivamente, ya sabía qué iba a suceder… [risas].

En la reunión me encuentro a mis amigos del cole y a la generación del hermano de Víctor. Teníamos los jugadores; pero no sabíamos nada más. Por lo que le pedimos al presidente y entrenador del Rayo los Ángeles, que ese año lo dejaba, que nos ayudase,  nos entrenase y nos aconsejase cómo hacer las cosas.

Yo soy muy malo al futbol, pero me gusta entrenar y empecé de segundo del entrenador, entrenador de porteros y gerente del Club… Fueron unos años muy bonitos ya que todos nos implicábamos en lograr sacar el equipo adelante. El grupo inicial sigue vinculado y tiene su equipo de “Leyendas” para jugar sus partidillos y seguir viéndose. Así nació el C.D. Ciudad de los Ángeles.

La clave fueron las ganas y buscar ayuda para que nos asesorasen. Al principio nadie nos tenía en cuenta, “dónde van un grupo de niños sin nadie detrás a competir…”, pero gracias a esta persona y nuestras ganas, logramos ascender el primer año.

“Todos los niños, independientemente
de sus características o aptitudes deportivas,
tienen que tener las mismas oportunidades.
Estamos para divertirnos,
y ellos lo entienden y lo disfrutan”

 

¿Cómo es entrenar a niños?

Siempre debes tener en cuenta cuál es el objetivo que tienes con los niños. Nosotros en las extraescolares lo tenemos clarísimo: hacer que los niños disfruten y les guste el deporte, enseñar los valores del deporte y que sea una herramienta de integración. Todos los niños, independientemente de sus características o aptitudes deportivas, tienen que tener las mismas oportunidades. Estamos para divertirnos y ellos lo entienden y disfrutan mucho. Y si ellos disfrutan el que mejor se lo pasa es el entrenador, te lo aseguro.

Ahora mismo estoy entrenando a niños de 3 años, la categoría se llama Chupetines, así que imagínate… Durante una hora que dura la clase intentamos que se diviertan realizando todo tipo de juego metiendo un balón por medio. También entreno Alevines e Infantiles y la verdad que muy contento; ya son más competitivos, pero con la idea inicial de escuela, de aprendizaje. La mejor forma de aprender es divirtiéndose y todos han de jugar sin excluir nunca a los que menos condiciones tienen.

Estaba pensando, en mis sobrinos que con 3 años eran incapaces de chutar un balón… Bueno, ni con 5…

No, muchos no son capaces. El problema es que claro, estamos en un colegio. Yo, si tuviera un hijo, no lo metería específicamente con 3 años a jugar a fútbol… Pero hay padres que les gusta o no hay otra actividad y no pueden recogerlos a esa hora. Entonces, “¿qué hay? ¿Fútbol? Pues fútbol”, y les apuntan. Hay niños que con 3 años dices “madre mía como le da a la pelota” y otros que no saben ni lo que es un balón.

Luego los viernes hay baloncesto, que es algo que en este colegio no había y es algo que a mí me encanta. Yo he jugado siempre y me encanta. No tenemos equipo porque son niños de diferentes edades, pero hace 4 años, no había. Lo propuse, salió y se juntaron 12 niñas, con 3 niños; que fue muy gracioso porque no sabían nada.

El primer año, fue “esto es un balón”, “vamos a jugar”, “estas son un poco las reglas”; pero sobre todo, juegos. Al año siguiente se vinieron arriba y querían competir en liga. Jugamos y al quinto o cuarto partido, metimos la primera canasta.

[Risas]

Cuando metimos la primera canasta lo celebraron como un gol. Y el otro equipo sacó rápidamente y nos metió otra; pero les dio exactamente igual. Y al año siguiente, ya empezamos a ganar partidos.

Te da muchas satisfacciones porque el colegio no es un club de fútbol como podría ser el de fútbol 11, aunque lo estamos orientando a ese lado. El colegio es cero competitivo. Lo que buscas es que todos los niños puedan jugar y que todos tengan las mismas oportunidades.

Lo que intentas es que el chico bueno de tu equipo vea que son iguales y que tienen los mismos derechos y las mismas oportunidades. En plan, “si yo voy a meter un gol, pero mi compañero está solo, se la voy a dar. ¡Aunque sepa que va a fallar! Y se la doy”. Entonces, buscamos mucho eso, el pase independientemente quien sea el que lo va a recibir. Sea bueno o malo jugando.

El estigma, de pequeños… Todo el mundo tiene que ser futbolista.

Pasa un poquito, sí.  Nosotros estamos con el AMPA intentando meter otros deportes. Hemos bajado el número de alumnos de fútbol, por ejemplo. Lo que queremos es fomentar voleibol, baloncesto, patinaje… No todo es fútbol. Estamos dándole ese empujón, porque hay niños y niñas que también te piden baile, rítmica… Nos enfocamos mucho con el voleibol femenino que gusta mucho. Y luego queremos empujar el fútbol femenino que tenemos, un equipo de fútbol sala que solo entrena porque tiene diferentes edades. Esa es la idea del Club, lograr unas instalaciones donde poder montar una escuela tanto masculina como femenina. Con el empujón que está habiendo ahora con el fútbol femenino, a ver si aprovechamos y conseguimos enganchar a las chicas del barrio y darle potencial al fútbol femenino.

¿Qué hacéis cuando veis futuras promesas? Porque es marcarles un camino de por vida, ¿no?

Cuando el AMPA del colegio nos pidió que le ayudáramos a gestionar las extraescolares, en mi primer entrenamiento dije, “ostras… Y este niño… buenísimo”. A la semana me fui a hablar con el padre, “tiene unas condiciones muy buenas, ¿quieres que hablemos con alguien?”. El padre habló con el niño y su respuesta fue rotunda, “él lo que quiere es jugar con los amigos, no quiere otra cosa”. Y dije, “maravilloso”. En el fondo lo que tienen que ser es felices. Si metes presión, si buscan el futbol como una meta, es complicado, no va a disfrutar nada. Ese chico sigue jugando con sus amigos del barrio y lo está haciendo genial.

¿Que en algún momento quiere dar el paso? Ahora mismo está el fútbol tan profesionalizado que en el momento que destaques un poco, alguien ya te ha visto y te contacta. Hemos tenido jugadores muy buenos que se han ido, lo importante es que hagan lo que les gusta y donde les gusta, mucho de los que se han ido vuelven y encantados de abrirles las puertas para que prueben fuera y dejarlas siempre abiertas por si deciden regresar.

El otro año estuvimos en preferente a mitad de temporada. Llevábamos 22 puntos o así, estábamos salvados y se nos llevaron a los jugadores. Descendimos. Claro, porque vienen de otro lado, te ofrecen dinero… y nosotros no podemos pagar a los jugadores. Pues es lo que hay. Con naturalidad, esto está para divertirse y obviamente, en mi vida se me ocurriría cerrarle las puertas a un chico.

En el rol de entrenador se parece a la de un manager, alguien que gestiona personas; ¿cómo es la gestión de niños?

Como la de adultos, lo importante es que, como todo equipo de trabajo, se sientan escuchados. Que su opinión importa. Hablas con ellos y cuando ellos se sienten partícipes de algo con su opinión, se sienten más implicados. Les explicas los motivos por los que tomas decisiones, los resultados suben y eso les ayuda a marcarse objetivos de mejora.

Les cuesta entrenar al principio, van al primer partido y no suele acabar muy bien. Y claro, todos se enfadan. Yo estoy contento en el fondo porque esto viene bien para trabajar más en algún aspecto. El asunto es hablarles con educación y dentro de la seriedad, buscar la diversión. Les recuerdo siempre lo siguiente: “si en algún momento no te lo pasas bien, déjalo”. Estamos para divertirnos, el fútbol es un juego, y funciona así. 

“Me vino un día antes de un partido importante y me dijo, Alberto, hoy no vas a jugar; y no me importó, porque estaba encantado. Fue un entrenador maravilloso.»

Luego, la figura de entrenador no deja de ser una especie de mentor, como jugador te puede marcar de por vida…

A mí me marcó mucho un entrenador que tuve. Jugaba en la selección de baloncesto de mi colegio. Antes no había equipos, se seleccionaba a los mejores y el resto se quedaban sin jugar. Viéndolo ahora pienso que era una locura. Menos mal que los tiempos cambian; pero en aquel momento si te cogían, era la leche.

Un año nos subieron de categoría a un compañero y a mí. En mi caso jugué 2-3 minutos por partido. Los entrenamientos eran una burrada, pero el tío era súper bueno. No he aprendido tanto como con él. A mí me valía, yo aprendía mucho, otro hubiera dicho “bah, me voy”. De hecho, me vino un día antes de un partido importante y me dijo, “Alberto, hoy no vas a jugar”; y no me importó, porque estaba encantado. Fue un entrenador maravilloso.

¿Qué te enseñó? ¿Por qué te marcó tanto?

Partimos de un contexto que no me gusta ni comparto: una selección de alumnos para competir, para ganar partidos, independientemente de quién juega o se queda fuera.

Pero la forma de entrenar me encantó. Él empezó de cero. Vio que era un colegio y dijo, “mira, así se lanza a canasta, estos son los movimientos…”. A todo el equipo igual, independientemente del nivel… En un año aprendí más baloncesto que el resto de mi vida . Fue un año en que lo aprendí todo, desde lo más básico, afinar técnica, táctica… Sentía que iba mejorando y progresando. Y luego los jugadores que estaban conmigo eran muy buenos.

Este entrenador me ha marcado. Yo ahora cuando entreno, muchos ejercicios son de él. Si me preguntas de otro entrenador, te puedo contar anécdotas… Pero de éste, me acuerdo de muchísimos entrenamientos.

«Cuando cerré la empresa la gente cercana decía:
“Qué mala suerte… qué mal…”;
pero he aprendido muchísimo; más que estudiando un máster.»

 

Y ahora tu otra vida, ¿cómo vas al mundo del emprendimiento?

Fue casualidad. Al final, tu vocación va saliendo, yo creo que si me dices, “si volvieras atrás, ¿qué estudiarías?”, pues magisterio, por los niños y por las clases que doy a emprendedores… La docencia me gusta mucho.

Yo estaba trabajando en una financiera y me puse a estudiar un máster. Antes de acabar el máster me cambian el turno y se solapaba clase y trabajo. No me gustó la forma ni el fondo y dejé el puesto. Acabé el máster, y justo después un amigo mío me propuso emprender.

Él no encontraba a nadie para cuidar a su abuela y entonces, “¿por qué no montamos una empresa enfocada sobre todo a la zona sur que gestione los servicios para el hogar?”. Ahora mismo no lo hubiera hecho nunca. Ahora sé que, si no te gusta mucho algo, es imposible llevarlo a cabo.

Empecé a estudiar el mercado y “bueno, pues venga”. Luego vi un mundo que no me gustaba nada, y decidimos cerrar. Entonces yo estaba en un vivero de empresas del Ayuntamiento de Madrid en Villaverde, y ahí ya estaba en contacto con la Fundación Tomillo. Al poco de cerrar, salió una oferta de técnico de emprendimiento, me apunté y aquí estoy.

Claro, tú ya tienes una experiencia como emprendedor. Marc Guerrero nos comentó que, aunque no saliera adelante su empresa, estaba encantado con todo lo que estaba aprendiendo…

Sin duda. Cuando cerré la empresa la gente cercana decía, “qué mala suerte… qué mal…”; pero yo he aprendido muchísimo más que estudiando un máster. Cuando yo empiezo a trabajar como técnico de emprendimiento y hablo con emprendedores, me veo reflejado en la persona que tengo en frente. Mi experiencia me ha servido muchísimo. Hay muchos errores que se dan por inexperiencia que ya me había fijado o aprendido… Por ejemplo, cuando emprendí fui a muchos sitios a asesorarme y me acuerdo una vez que un técnico nos dijo, “¿cuánto queréis ganar? Es mejor que os busquéis un trabajo en lugar de montar esto…”. Y yo pensando, “sin estudiar mi proyecto, ya me está tirando el sueño abajo…”.

Jamás en la vida se me ocurrirá decir «tu proyecto no es viable». Nunca lo he dicho. Si yo creo que no es viable, intentaremos que, a través de trabajar con él, se dé cuenta de que no lo es y buscar formas de que lo sea. Yo me he encontrado con proyectos que no parecían viables y sorpresa: proyectazo.

 

«Para mí el futuro va al
emprendimiento vocacional y social.»

 

¿Qué es lo que más te ha sorprendido del mundo de los emprendedores?

La vocación de la gente. No solo en emprendimiento, en el mundo social, en la fundación vas a otro departamento y te encuentras a todo el departamento ayudándote en lo que haga falta, una calidad humana… Yo no conocía este mundo de las fundaciones y ONGs y la vocación de la gente es increíble.

Luego, cada vez me sorprenden más los emprendedores. Sus ganas y su vocación social. Hay proyectos que no son sociales pero contribuyen a cambiar las cosas. Un proyecto de unos chicos, que les va a ir como un tiro, cuando empezamos a hablar, estaban bastante apurados; sin embargo, en los estatutos pusieron que el 40% de los beneficios tenía que ir a ayuda social… Y yo decía, “ojo que el 40% es bastante más de lo que veréis cada uno de vosotros…”, y ellos, “sí, sí; pero eso está firmado por lo que pueda pasar, vaya bien o vaya mal”, la verdad que me dejó marcado y como ellos muchos jóvenes.

Es muy gratificante trabajar con colectivos vulnerables como es nuestro caso, ayudarles a lograr sus sueños. Ahora mismo estoy trabajando con un chico que llegó de niño a España, la Fundación lo acogió en un piso de tutela, le formó, consiguió trabajo, y ahora ha ahorrado y ha montado su propio negocio de lavado de coches. Hemos ayudado a alguien que lo ha pasado mal, a lograr su sueño.

Qué prejuicios o creencias tiene un emprendedor que luego tiene que desmitificar…

El fracaso. Esa palabra es mortal. El miedo al fracaso. Es un estigma como que demuestras que ya no vales para otra cosa. Es un mito que los emprendedores en España tienen que quitarse. Otro mito es el de los grandes puestos directivos. Cuando cogí el programa de mentoring, que me encanta, me he reunido con gente muy preparada y con puestos de responsabilidad. Cuanto más alto es el cargo y más poder tienen, más humilde y mejor se puede hablar con ellos. Y dices, “por eso ha llegado hasta ahí”.  Claro, podrías pensar “esta persona de ahí, es un tiburón y a todo el mundo lo mira por encima del hombro…”; pues al contrario. No he encontrado todavía ningún directivo que diga, “vaya estirado”. De verdad, es increíble, humildad, ganas de ayudar…

¿Cómo ves el futuro del emprendimiento en España?

Antes de la crisis yo detecté un emprendedor diferente, nadie sabía de eso… ¿Quién emprendía antes? Quien tenía familia emprendedora. Cuando llegó la crisis, mucha gente se buscó la vida y había mucho autoempleo, en plan “tengo 20.000 euros de la indemnización del despido ¿qué puedo montar?”. El índice de fracaso de esos negocios fue exagerado, porque montaban cosas para cotizar e ingresar lo que fuera. Y en España, cuando montas lo que sea, acabas montando un bar. Había mucho fracaso porque montaban cosas que no les gustaban.

Más tarde se profesionalizó, más formación y herramientas para ayudar a los emprendedores. Ya no están tan solos. Ahora es un perfil de emprendedor más vocacional, “a mí me gusta esto, disfruto haciendo esto, ¿porque no me dedico a ello? No voy a ganar 5 mil euros al mes; pero hago lo que yo quiero”. Hay veces que me viene alguien y me dice, “voy a montar tal cosa” y ves cómo le brillan los ojos y piensas “¡le va a ir bien!”.

Para mí el futuro va al emprendimiento vocacional y social. Quieren montar negocios porque realmente quiere hacer algo en el que sea feliz y ayude a solucionar problemas cotidianos de los demás. Las nuevas tecnologías están ayudando mucho a hacerlo, dan muchas posibilidades.

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Consultor de estrategia empresarial y Mentor de artistas. He trabajado en entornos altamente cambiantes y competitivos en el mundo de los negocios, y he visto lo mejor y lo peor del ser humano. He comprobado que el cómo se hagan las cosas es tanto o más importante que el fin en sí mismo; y que el llamado éxito sólo se da gracias a la libertad de mente y espíritu. Fan de Bunbury y coleccionista de relojes.

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