- Nombres: Andrea Jaurrieta e Iván Luis
- Ocupación: Andrea, directora, guionista y productora de cine. Iván, actor y productor.
- Libros: Andrea nos recomienda El bello verano, de Cesare Pavese, le inspira mucho. Mientras que Iván nos recomienda el último de Murakami, La muerte del comendador. Dice que tiene un toque transversal muy interesante sobre la crisis del autor.
- Qué querían ser de mayores: Dos puntos de partida muy diferentes.
- Hasta bachillerato, Andrea quería ser astrofísica, le alucinaba el universo, pero empezó a hacer teatro y se dio cuenta que había algo ahí que también le llamaba. Al sacar una buena nota, negoció con su madre y estudió Comunicación Audiovisual, aunque había elegido Arte Dramático. Supongo que uno llega a su objetivo a pesar del cómo.
- El caso de Iván es distinto, que no extraño. Muchos son los que no tienen un recuerdo claro de ese deseo. A él le gustaban muchas cosas, pero nunca dijo alto y claro: ¡esto! Estudió telecos y recuerda que pidió a los reyes magos un Cinexín. Era otra época, los Reyes Magos traían lo que querían ellos… Quién sabe, si se lo hubieran traído, a lo mejor ahora sería actor, productor Y director. Un todoterreno.
Hace ya bastante tiempo fui a unas charlas sobre el estado del sector audiovisual español en la Cineteca de Matadero. Yo estaba de oyente y me llamó la atención la claridad con la que hablaba una de las participantes: Andrea Jaurrieta. Me interesé por su caso y la empecé a seguir por redes. Descubrí que estaba realizando su primera película junto a Iván Luis y poco a poco fui viendo lo mucho que estaban currando para sacar el proyecto adelante. Al cabo de medio año, me alegró mucho saber que tanto trabajo se vio reconocido y su película había sido nominada al Goya a la Mejor Dirección Novel. Ahora, un año después de aquello, repasamos todo el proceso de Ana de Día.
Me gustaría saber cómo surgió la idea de Ana de Día; pero antes de eso, ¿ya os conocíais vosotros previamente o fue debido a la película?
Andrea: Sí, nos conocimos haciendo teatro. Él era el director —y productor— y yo era la actriz.
Iván: Un amigo y yo escribimos un montaje de Bonnie & Clyde, ella era Bonnie. Allí nos conocimos, en un casting. La verdad es que fue muy divertido, me lo pasé muy bien contigo… Y dije, “esta tiene que ser”.
A: Y a mí él me cayó muy bien porque estaba leyendo a Roberto Bolaño y pensé “con este me voy a llevar bien…”.
[Risas] Este tío tiene criterio, ¿no?
I: Luego empezamos a hacer teatro y surgió la amistad. Pero la idea de la película es suya.
A: Sí, cuando empecé a sacarla adelante, estábamos los dos ahí muertos del asco…
¿Cómo fue?
A: La idea surge un poquito después de Bonnie & Clyde, yo tenía 24 años o así. Y surgió por una llamada con un amigo, una broma. Después de estrenar Bonnie & Clyde, me voy a Murcia unos días sola a una exposición de fotos. Ahí, en una pensión de mala muerte, me vino la idea, fue una cosa como muy instantánea.
¿Te sale la idea de cambiar de vida y la desarrollas más tarde?
A: No, bueno, todo. Lo que es la idea, la sinopsis larga, lo que iba a pasar y los personajes principales me salen ahí esa noche. Llevaba una libreta y escribo 20 páginas.
I: Pero la idea principal estaba basada en tener un doble, más que con cambiar la vida de repente, ¿no? Era más eso de “¿te imaginas que te llamas por teléfono y te contestas a ti mismo?”.
A: Sí, eso fue el germen, el detonante.
Eso fue hace mucho tiempo, en plena crisis. Escribes unas 20 páginas y luego, ¿cuáles son los siguientes pasos?
A: Eso fue como en abril, después de los exámenes de febrero y… Espérate, creo que pasó un año desde esa idea hasta que yo la presento en Roma, ¡que lo mismo llevo 10 años con la idea!
I: Bueno, ¡es que el año pasado llevábamos ya 8 o 9!
A: ¡Qué fuerte! La cuestión es que pasó un tiempo en el que yo estaba trabajando de actriz con él y salió una beca. Mi compañera de piso me habló de una beca en Roma y por aquel entonces yo no tenía mucho donde caerme muerta. No ganábamos nada de dinero con el teatro… Con el infantil un poco; pero no para sobrevivir. Eran años de crisis total. Trabajos de catering…
Entonces, salió esta beca. Yo tuve dudas si hacerla por teatro como actriz o por cine como directora. Y hablé con mis padres y me dijo mi madre “yo creo que te estás tirando más hacia la dirección, te está yendo mejor por ahí…”.
Al final los padres nos conocen mucho más de lo que pensamos…
A: Sí, es muy fuerte. Así que nada, presenté el proyecto de Ana de Día. Pensé que la idea en Roma podía estar muy bien unida a la ciudad y me la dieron con 24 años. Nadie sabe cómo. Alguien vio algo que yo no tenía ni idea que existía y, a partir de ahí, ya fue un proceso muy largo. Pero muy largo. Tuve 3 becas, estudié un máster…
Por lo que he leído, habías hecho un par de cortos con una idea parecida, ¿puede ser?
A; Bueno es que desde que pensé la idea hasta que rodamos la peli, hago 7 cortos entre medias.
Andrea: Te aburres de tu rutina, te planteas realmente si es lo que quieres y a lo mejor rompes con todo. Y luego es lo que pasa con Ana, que no encuentras una vida mejor.
Y ahí, ¿la idea de Ana de Día ya estaba entonces?
I: Sí, pero no en todos, algunos cortos son anteriores.
A: Yo había hecho dos cortos que ya mostraba algunas reflexiones existenciales y luego hice el corto del final de la carrera. Luego, entre medias, desde que escribo la primera versión de Ana de Día y la rodamos, hago otros cuantos. Ahí sí que sigo evolucionando la idea de romper con lo establecido, chicas que no les pasa nada grave en la vida, pero no están felices y que quieren huir. Sí, creo que es un tema recurrente.
Me hace mucha gracia la idea que comentas, la necesidad de romper con todo, ¿en algún momento lo has sentido necesario?
A: Bueno, yo creo que todos lo hemos sentido. También por desconocimiento, te aburres de tu rutina, te planteas realmente si es lo que quieres y a lo mejor rompes con todo. Y luego es lo que pasa con Ana, que no encuentras una vida mejor, que lo llevas dentro de algún modo, ¿no? Me parece un planteamiento interesante y muy común a todos, ya seas hombre o mujer.
I: Creo que todo el mundo pasa por ahí, sí. Luego ya eliges si romper o no; pero la sensación, la puedes tener igualmente…
¿Cómo es el proceso de tener ese texto de 20 páginas a pasarlo ya a un señor guion?
A: Con la beca de Roma. Me daban un espacio para escribir, un dinero al mes y un lugar donde compartir espacios con un montón de creadores de diferentes disciplinas. Entonces, en ese ambiente en el que estás completamente centrada, te sale esa idea y te salen mil más. Ahí hice un montón de video-arte, fue una experiencia increíble.
I: Fue sobre todo para creación de guion. De ahí ya vino con el guion escrito.
A: Sí. Luego volví, me vine arriba y pensé que podía sacar la peli ya. Me dije “ya verás, con 25 años, ¡revelación!” [Risas]. Y no. Me dijeron “Mira no. Crisis. Tranquilízate, no hay dinero. Tu idea es muy rara, sigue estudiando”. Y seguí estudiando.
Se queda apartado un tiempo mientras terminas de estudiar. ¿Qué haces?
A: Hago cortos.
I: Y te vas al Escac en Barcelona y luego otras dos becas más.
A: Exacto. Luego vuelvo a Madrid. El orden es: me voy a Roma, vuelvo, no hay manera de hacer nada, me voy a Barcelona a hacer el máster en la Escac, hice dos cortos ahí y cuando estoy haciendo el corto de Los Años Dirán, me dan la beca para volver a Madrid en la Residencia de Estudiantes para retomar Ana de Día. Fue todo muy guiado, tuve muchísima suerte.
En la residencia de estudiantes termino Los Años Dirán y empiezo a coger el proyecto de Ana. Retomo el guion, lo reescribo… Bueno, lo adapto a Madrid, porque rodarlo en Roma era complicado. Y entonces es cuando entra Iván en el proyecto, en 2013.
Andrea: Yo estoy muy contenta de haber encontrado ese final cuando empezamos a ensayar con Ingrid, porque quería decir que el proyecto que se estaba haciendo no era una teoría en mi cabeza, de repente cobraba vida.
¿Y tú ya habías visto algo antes? ¿Te había contado algo Iván?
I: Yo había leído el primer guion.
A: Él quería ser todos los personajes [risas].
I: Sí, realmente sí [risas]. Luego empezó la parte de producción, Andrea empezó a hablar con productoras potentes y tal y al final no fue ninguna. Ya cuando estaba en la residencia de estudiantes fue cuando dijimos, “¿por qué no nos ponemos nosotros?”. Pues bueno, aún así, seguimos hablando con otras productoras.
Tenéis el guion, lo modificáis. ¿Hay romanticismo con la idea inicial en plan, “qué pena que esa idea que tenía se haya ido desdibujando”?
A: Bueno, ¡es que cambia hasta el momento del montaje! Si te aferras mucho a una idea, en plan “no quiero cambiar nada” no te dediques al cine.
¿No había algo de apego?
A: Es muy difícil el momento del guion. Hay gente que es súper segura con él. Yo, por ejemplo, no. Paso por inseguridades porque yo no soy guionista, a lo mejor la estructura no la sé hacer perfecta, creo que voy aprendiendo; aunque diría que más bien no me interesan estructuras muy clásicas.
Entonces, esa fase es difícil, te puedes pasar un día entero bloqueada. Cambias un punto y te crees que ya has cambiado todo, todo es fantástico. Luego, hay días en los que estás muy inspirada, la cuestión es que cuando empiezas a rodar te das cuenta de que hay cosas que…
Primero, los problemas de producción, no vas a poder rodar con lo que pensaste, por lo que tienes que adaptarlo. Se tiende a hacer una película larguísima, por lo tanto, habrá que cortar. ¿Cuál es la esencia de ese guion? Porque siempre estás escribiendo. El montaje es escribir. Entonces, a veces te aferras y tienes dudas y tienes que ver dónde estás cediendo para que llegue al público. Pero bueno, es un proceso de aprendizaje.
I: Sí, quizás lo que más cambiaba era el final, había mucha variación, porque la parte central estaba súper clara y el inicio estaba muy claro también. Pero el final, siempre hubo… Pasaron como muchas cosas.
Es algo que me alucina mucho, que el final no estuviera cerrado.
A: En guion estaba cerrado y fue ensayar y vimos que no.
I: Es que el final pasó como por muchas fases, había varias ideas de final. Que eran todos válidos. Decíamos “bueno, a ver, ¿qué es lo que queremos realmente contar?”. Entonces el final era como lo que más estaba en el aire.
A: Yo estoy muy contenta de haber encontrado ese final cuando empezamos a ensayar con Ingrid, porque quería decir que el proyecto que se estaba haciendo no era una teoría en mi cabeza, de repente cobraba vida. Y de más gente del equipo, todo el mundo puede aportar algo.
Claro, así conecta más con otros, no es solo de tu propio mundo interior.
A: Sí, el trabajo en equipo de repente crece por otro lado. Hace poco estuve presentando una convocatoria, un work in progress para Berlín en que tenía que elegir una escena de la película. Elegí una que igual no es la mejor, pero era una escena muy importante. Creo que esa escena creció mucho debido a todos los departamentos. Todo el mundo puso algo. La secuencia 119. Era muy chula porque era una escena como muy abierta y de repente hizo ‘boom’. Eso es muy bonito. Tienes un equipo que ha entendido tu idea. De repente existe, ya no es una idea aristotélica.
Lo que me gustaba de ver tus videos en YouTube contando el proceso es que parece que controlas mucho, que sabes bien cómo se hace una peli. Yo si quisiera montar una peli, no sabría por dónde empezar. Entonces, tienes el guion, ¿por dónde se empieza?
A: Cuando doy de alta mi productora, no tenía ni puñetera idea de nada, era en 2008-09. Fui con un amigo y nos explicaron qué hacer y nuestra cara era de… Como encefalograma plano. A base de hacer muchas cosas, pues vas aprendiendo. Esto es un proceso larguísimo.
Iván: Incluso cuando nos dieron la ayuda, nos planteamos dejarlo. Yo creo que un día hicimos ‘clic’ y dijimos “si no lo hacemos ahora, no lo vamos a hacer nunca”.
¿Cuánto tiempo llevabais buscando financiación?
I: Nos dan una ayuda el 2015, empezamos con una parte de Navarra que había una cosa de mecenazgo con empresas, pero imposibles de llevar a cabo. Seguimos echando al ICAA… Fue luego cuando empezamos lo del crowdfunding y los videos de YouTube que comentabas.
A: Los videos fueron para poder ampliar un poco a más el crowdfunding y explicar porqué se pedía ese dinero.
I: Bueno, los videos fueron como un grito de auxilio yo creo. Fue como coger un altavoz y decir “oye esto es lo que está pasando”. Fue como un desahogo.
A: De hecho, hubo una productora que me dijo, “a lo mejor te metes en un lío por decir las cosas tan claras”
I: ¿¡Qué lío!? Si no teníamos nada. Si estábamos en la más absoluta miseria, más líos… [Risas].
La verdad es que conecto mucho con ese momento, ¿tuvisteis muchos momentos de pensar “lo dejo”?
I: Uff, muchos…
A: Sí, hubo un día que cerré de golpe el ordenador en mi casa-oficina, llegó él a la habitación y me vio con una cara…
I: Sí, sí, muchos momentos así. Incluso cuando nos dieron la ayuda, nos planteamos dejarlo. Muchas veces, eh. Yo creo que un día hicimos ‘clic’ y dijimos “si no lo hacemos ahora, no lo vamos a hacer nunca”.
A: También ayudó que cuando vimos que le pasábamos el guion a actores y les contábamos las condiciones, veíamos que se animaban. Les gustaba la idea. Siempre hemos ido con la verdad por delante, “tenemos este dinero no hay más. Os puedo presentar todas las cuentas, no hay más”.
Cuando vimos que todo el mundo se animaba y ponía su parte, nos lanzamos. Yo no sé qué día fue el ‘clic’, yo ya tengo una nebulosa…
Ya me imagino, debe ser en plan “lo pasé tan mal, que mi mente no me deja ni acordarme”…
A: Es una sensación rara porque por un lado es complicado, pero por otro estás haciendo lo que quieres. Yo creo que es una sensación de inconsciencia un poco, ¿no?
I: Bueno, yo creo que fue algo natural, “después de tantos años empleados en esto, vamos a sacarlo, ¿no?”. Era eso lo que nos impulsaba.
Estabais, además, trabajando en otras cosas. ¿Cómo se compagina?
A: Pues no teniendo vida.
I: Una peli siempre lleva muchísimo tiempo cuando no tienes medios. Éramos dos personas; aunque nos echaba una mano más gente y tal, pero era como muy loco.
Andrea: Cuando vimos que todo el mundo se animaba y ponía su parte, nos lanzamos.
Claro, que te pilla esto solo y lo dejas, ¿no?
I: Claro, no, no puedes.
A: No sé cómo sobrevivimos, la de arroz que hemos comido… Rodamos en verano y ahí no compaginamos tanto por vacaciones; pero el proceso más complicado de llevar a la vez para mí fue el montaje. Son muchas horas y ahí no tienes otros ingresos si no trabajas. Era medio día montando, medio día dando clase. Un día entero montando, otro día entero en clase. Y claro, prepárate bien las clases…
I: Yo creo que hubo más crisis incluso, eh. Llegamos a una especie de círculo vicioso de muchas opiniones externas y de llegar a “bueno, hemos llegado hasta aquí solos, vamos a confiar también en nuestro instinto, ¿no?” Porque llegaba uno y te decía una cosa, otro, otra y eso nos afectaba mucho también.
Yo tiendo a hacer muchos proyectos al mismo tiempo y hay veces que, aunque tienes mucha pasión, no tienes la cabeza clara para pensar…
I: Sí y, además, cuando llevas mucho tiempo metido en algo, pierdes un poco la objetividad.
A: Yo hace poco encontré un texto que había escrito cuando acabamos de montar. Estaba loca. Estaba completamente ida. Para mí, mi vida esos meses era lo que pasaba en la película, fuera de la película, yo era un robot al que le dabas off y era como un autómata. Daba clases y tal, pero no estaba siendo consciente de mí misma. Todo muy loco.
Lo bueno es que más o menos fue bien. Quiero decir, que no te dormías en lugares extraños o no hacías cosas sin ser consciente…
I: Es que yo creo que ese proceso para ella fue muy tedioso, realmente te das cuenta que tienes un material, has hecho algo y tú como directora te vas a ver expuesta al público. De repente es cuando asumes que eso lo va a ver gente y te das cuenta que va a ser objeto de criticas…
Claro, por un lado, uno puede ser autoexigente y luego existe la posibilidad de que te den palos…
A: Sí y, además, ¿hasta qué punto tengo que defender lo que yo quería desde el principio o tengo que escuchar un poco los demás?
I: Esa era la pelea fundamental que teníamos. Yo siempre he apostado porque seamos libres, todo el mundo hablaba. Pero nadie venía y decía, “toma te doy 50 mil euros”. ¿Tú quieres hablar? Pues págame 50 mil euros y dime qué cortamos. Mucha gente opinaba, pero nadie apostaba por la película.
Tener una opinión va bien, pero cuando tienes 4, 5, 6… En lugar de ayudarte, te crea más confusión…
I: Y en nuestro caso, además, es una película muy subjetiva.
A: Sí, a ver, había que escuchar, pero hasta cierto punto.
I: Exacto, hasta cierto punto. Yo creo que de lo que nos dimos cuenta es que precisamente la película es tan amplia, que lo teníamos que asumir. Este tipo de película puede gustar a unos y a otros no. Teníamos que hacer lo que nosotros quisiéramos en la parte artística.
¿Había más videos?
A: Había más, uno de distribución y otro de ventas. Los monté con mi ordenador nuevo y no sé que pasó con una actualización, que se borraron.
Oh, qué pena, me quedé con ganas de ver cómo seguía, estaba muy interesante. Y los videos, además de servir como desahogo, entiendo que servía también como teaser o un complemento del crowfunding, ¿no es así?
A: Claro, si no amplías con el crowdfunding un poco de alguna manera, ponen dinero tu madre, tu abuela, tu tía… Y al final desplumas a la familia. Entonces, no sé bien cómo se me ocurrió…
I: Yo creo que fue como una cosa instintiva. Estás luchando, como Kafka, metido de pleno en el proceso y de repente un día, “¡hay que contar cómo es esto!”. Yo creo que estaba relacionado un poco con eso de “¡ah! El cine, qué guay, qué fácil es…” y no, “mira, te voy a contar lo que pasa de verdad”. Era dar a conocer al mundo nuestra situación.
A: Sí, y de hecho lo hacíamos en plan divulgativo, para poder explicar porqué es cara una película. Ahora me están entrando ganas de rodar de nuevo los que se borraron. Además, debe haber cambiado mi aspecto un montón por el estrés que viví. ¡Mirad, ESTO es el cine! [Risas]
A mí estos videos me molan mucho. En general, cuando veo videos así que cuentan el proceso de una película, la historia que hay detrás de lucha y superación, no sé, como que conecto más… No sé si es el futuro, hacer videos así para promocionar tu obra.
I: El objetivo real no era promocionar la película…
A: Era ampliar el crowdfunding.
I: Era eso, pero en ningún momento pensamos la repercusión que tenía. Había videos que tenían 60 mil visitas por Facebook y decíamos, “wow, esto llega”. Y nos escribía gente diciendo “he visto vuestros videos, soy de nosedonde, estoy haciendo un proyecto y me están ayudando mucho…”. No lo pensamos con esa idea de ayudar a la gente. Era simplemente hacer un video para contar esto y si lo veía alguien, mejor.
A: Exacto, contar lo que estábamos pasando y pedir dinero básicamente.
Andrea: Yo recuerdo un día que me dijo Iván, “tú, a partir de ahora, eres directora”. Y es verdad, porque de lo contrario uno no se centra y no se hubiera avanzado igual.
¿Ya pensasteis como alternativa ese tipo de financiación?
I: No, al principio no. Fue una cosa que salió así porque se fue descartando todo lo anterior. La última alternativa.
A: No contábamos con eso y yo no quiero volver a hacerlo…
I: Para nada. Bueno, es que seguimos mandando recompensas. Se rodó en 2016 y todavía seguimos enviando los DVD’s, los carteles y tal porque no damos abasto. Nunca más. Como herramienta está bien para empezar y ya está. Además, que no es viable.
A: Es que el dinero no puede salir de ahí.
I: No, no puedes basar una industria en eso.
Se dice en los videos que estás manteniendo un trabajo con el dinero de familia y amigos…
I: Claro, es como el teatro independiente, van colegas al público y son tus amigos y no puede ser. Hay que luchar para que sea una profesión.
En un video se dice “el rodaje empieza en octubre sí o sí”
A: ¿Digo en octubre? [Risas]. El rodaje fue en julio finalmente. Nos adelantamos.
I: No sé por qué se adelantó, supongo que porque en verano era como más fácil rodar todo. Que fue una buena idea, efectivamente fue más fácil.
A: Claro, es que en mi guion era en otoño, por eso diría en octubre; pero en un verano, la gente no trabaja, nadie está por las calles, todo era más cómodo.
Me gustaba aquello de tener una fecha inamovible y así forzar las cosas para que no hubiera más remedio que salir adelante…
I: De hecho, empezamos a rodar sin tener todo el dinero todavía…
A: Sí, nos pagaron el último día de rodaje.
I: Nos fuimos administrando.
Andrea: Se lo digo mucho a mis alumnos, “vale que tengas en tu cabeza una planificación como Spielberg, pero no va a ser así. Una cosa es lo que quiero contar y otra es lo que tengo y voy a poder hacer”. Y esto lo aprendes con los cortos.
¿Cómo se empieza un rodaje teniendo la cabeza en otros asuntos?
I: Cuando empezamos el rodaje estábamos completamente centrados.
A: Yo recuerdo un día que me dijo Iván, “tú, a partir de ahora, eres directora”. Y es verdad, porque de lo contrario uno no se centra y no se hubiera avanzado igual.
I: Sabíamos que no teníamos el dinero, que tenía que venir según llegaba el plazo y entonces decías, “bueno podemos tirar esta semana con lo que hay y el dinero para postproducción ya lo sacaremos de otra partida, que igual…”. Al final, tienes una visión global de todo, no vimos peligro… Bueno, algo sí… En agosto, que teníamos que pagar las últimas nóminas, seguridad social y tal y no teníamos el dinero. Y, claro, te entran los sudores fríos, pero no fue mucho.
A: Lo pienso ahora y me entra un agobio…
I: Una vez ya la gente había aceptado que lo que iban a cobrar era lo que iban a cobrar, no fue tan complicado. Ahí sí que estábamos bien organizados. No había nada al azar. Andrea estaba en la dirección, yo estaba en la producción y ahí no hubo problemas. Tuvimos algún contratiempo en el rodaje, pero en general, tuvimos justicia divina. No tuvimos ningún imprevisto que digas, “ufff, hemos palmado tanto dinero…”. Tuvimos un problema la primera semana y tampoco supuso un gasto en plan “no podemos asumirlo”, el rodaje fue muy bien.
En cuanto a rodaje en sí, ya habíais hecho algo antes, teatro, los cortos que me comentabais, ¿hasta qué punto había cierto respeto a hacer algo así de grande?
I: Bueno, hemos hecho mucho teatro independiente, eso te curte de alguna forma…
A: Y con los cortos. Lo aprendes en la producción de guerrilla. Se lo digo mucho a mis alumnos, “vale que tengas en tu cabeza una planificación como Spielberg, pero no va a ser así. Una cosa es lo que quiero contar y otra es lo que tengo y voy a poder hacer”. Y esto lo aprendes con los cortos.
I: Lo que hemos hecho ha sido tener en todo momento una estructura y una forma de trabajar, un método y una disciplina profesional. Lo que pasa es que lo que nos ha tocado hacer es reducir todo al máximo. Si estamos tomando un café y el café me cuesta x euros, lo que hemos hecho es negociar el café para que nos cueste algo menos. Cada departamento tenía su presupuesto, hemos negociado con esos departamentos y la estructura era esa. Redujimos los gastos al mínimo y en vez de haber comido con catering Manolito, buscamos otras alternativas.
Todo el mundo ha comido y ha cenado. En ese aspecto si hubiésemos tenido pasta hubiera sido exactamente igual con más calidad, claro. Hubiéramos tenido más personal evidentemente, la gente hubiera cobrado más y en lugar de tener una furgoneta hubiésemos tenido un camión de mayor capacidad. Esa hubiera sido la principal diferencia; pero no en organización. Y con la comida igual, en lugar de comer en el catering hubiésemos comido en otro lugar que nos hubieran cocinado todos los días para nosotros.
Iván: Andrea va al rodaje con las cosas claras. Puedes dudar y hay momentos de crisis; pero si ves que lo tiene todo claro, ese trabajo lo respetas.
También lo preguntaba a nivel gestión de gente. Al fin y al cabo, se organiza a un grupo de gente y es necesario tener ciertas habilidades de liderazgo.
A: Yo creo que, si no hubiéramos traído todo el trabajo hecho de antes, hubiera sido el caos. Pero como lo llevábamos todo muy bien armado, el rodaje fue duro, pero fue muy fluido.
I: También es cierto que tú te rodeas de gente con la que había feeling. Y cuando tú estás trabajando y ves cómo trabaja Andrea, ya se va generando un respeto. Andrea va al rodaje con las cosas claras. Puedes dudar y hay momentos de crisis; pero si ves que lo tiene todo claro, ese trabajo lo respetas. Si de repente ves que todo está organizado y tal, respeto. Cuando se desmadra, cuando ves que un director no sabe lo que está haciendo, es cuando se derrumban las cosas. Pero si tienes un capitán que está guiando, la gente va a favor.
A: Producción y dirección son las dos patas de una película obviamente. Teníamos nuestras limitaciones, pero para que toda la gestión funcione, producción lo tenía todo organizado, siempre había aquello que se necesitaba en el momento que se necesitaba. Si teníamos que rodar en tal lugar, estaba todo listo para rodar ahí.
I: Hubo un día que estábamos rodando en Antón Martín hacía como 40 grados, mucho calor. Y claro, debido a las características de la producción, la gente estaba deshidratándose. No teníamos gente suficiente como para que hubiese a tiempo el agua que la gente necesitaba. Era un momento de crisis… Ese tipo de cosas a lo mejor no hubieran pasado… O sí, imprevistos pasan incluso en mega-producciones…
A: Siempre hay. Y en cuanto a dirección, yo es que siempre digo que donde más segura me veo es en rodaje. Como que tengo todo muy claro y en rodaje lo único que tengo que hacer es ajustarme a los tiempos. Como he trabajado mucho en dirección, lo llevo metido ahí. Bueno, eso y el ser realistas…
I: También es verdad que nos hemos reunido con gente que son superprofesionales.
A: Totalmente, muy bien el equipo en general… Muy, muy bien.
I: Había gente muy pro y muy a favor.
A: Sí. Justo lo que decía de la escena que había mandado a Berlín. Para mí es el mejor ejemplo. El guion era un párrafo que decía “un baile caótico con referencias de tal y cual…”, y llegué ahí con un libro de imágenes surrealistas que le enseñé al director de fotografía y veíamos qué nos gustaba y decidíamos. Luego, vestuario, “¿qué me puedes proponer?” y me decía “¿qué te parece esto o lo otro?” y yo “genial, adelante”.
Como que de repente todos los departamentos habían entendido la esencia de la película, era la última semana de rodaje y aquello fluyó. ¡Se me ponen los pelos de punta!
Un día, con Glory Meyers hablábamos de la importancia de una buena atmósfera en un rodaje, lo importante que es la buena compenetración y fiarte de tu director. ¿Cómo se gestiona el ambiente?
I: Yo creo que cuando estás en un rodaje, todo el mundo asume, salvo que alguien sea mala persona, que cuando discutes con alguien se queda ahí. Y lo sueltas en el momento; pero luego vas y te vas a tomar algo. Como que no hay nada personal.
A: Al fin y al cabo, es un trabajo.
I: Sí, es un trabajo y ese roce se produce por una incomodidad en ese momento.
Hay como un pacto implícito de no agresión después de ese momento, ¿no?
I: Sí, yo siempre lo he vivido así…
A: Sí y los altibajos emocionales afectan a todos. Te encanta, lo odias… Yo como directora tengo que aprender a lidiar con eso y lidiar con los de todo el equipo, como a animar para incentivar sus ganas. Es parte de tu trabajo.
I: Y no fomentar el mal rollo evidentemente. Aunque creo que está relacionado también con que tú vayas con tu seguridad. Si tienes inseguridad, no la muestres para que todo el mundo diga “esta no tiene ni idea de lo que está haciendo”.
A: No, no claro. Se tienen que fiar de ti.
Andrea: Todo el mundo puso lo mejor de sí, si no hubieran puesto lo mejor de ellos mismos, no hubiera salido. Un director sin un buen equipo no es nada.
He leído Andrea, que al acabar el rodaje rompiste a llorar. Normal, después de tanto tiempo y esfuerzo… ¿Cómo fue eso?
I: Ese momento fue… Bueno, cuéntalo tú Andrea.
A: No, si yo ese momento lo recuerdo porque está grabado, que si no…
I: Hay un video público y se ve precisamente de ese gran equipo que hablábamos. Está todo el equipo, todo el mundo sabía que era el último plano. Todo el mundo en el patio de butacas y cuando se acabó y dijo… Bueno, no dijiste ni siquiera “corten”…
A: No… No podía hablar.
I: Ves el plano del patio de butacas, con 30-35 personas y que empezó todo el mundo a aplaudir… Hubo muy buen rollo, de no ser así, esa gente no hubiera estado ahí sentada tan contenta.
A: Sí, fue viniendo gente que no le tocaba venir. Hicimos una familia muy bonita.
I: Y en ese video se ve eso, todo el mundo aplaudiendo, todo el mundo emocionado. Al final era un poco la primera película de todos.
A: Todo el mundo puso lo mejor de sí, si no hubieran puesto lo mejor de ellos mismos, no hubiera salido. Un director sin un buen equipo no es nada.
I: Sí, hay que ser humildes y delegar en el equipo.
A: Es un trabajo en equipo totalmente, vamos.
Qué guay. ¿Y al día siguiente?
I: Tengo la sensación de que no hubo día siguiente…
A: ¡Si nos fuimos de fiesta!
I: Yo creo que no hemos vivido ese día siguiente aún… [Risas].
A: Acabamos en un karaoke esa noche. Que Mona cantó señora de Rocío Jurado y… [Piensa] ¡Ya es hoy!
[Risas]
I: Es que el año pasado fue mas duro todavía, fue una gran vorágine…
A: ¿Qué día es hoy? [Risas] Aaah… Ya recuerdo, yo me fui a un camping, ¡sola!
I: ¡Es verdad! Yo me fui a la playa. Sí, nos dimos una semana de desconexión.
A: Y sin móvil.
I: Sí, en plan “ni hablar”. Pero es que el día siguiente no era el día siguiente porque luego tuvimos que rodar la secuencia de El Corte Inglés. Faltaban 2 planos que rodamos con algo muy básico. Entonces, el día siguiente tampoco fue exactamente… Y claro, como es nuestro proyecto, ya teníamos que empezar a gestionar la post producción…
A eso iba, uno piensa “qué guay, se acaba el rodaje”, pero BOOM luego hay mucho por hacer…
I: Claro, fue una semana de eso, de algo de descanso y luego montaje.
A: Sí, porque nos pedían media hora para Albacete.
I: Es que es eso, luego ya empezamos con los work in progress, en Estonia, en Rec de Tarragona… Luego fue ya pum, a todo.
Ya eran los demás los que os marcaban la agenda…
A: Mira, yo tengo 33 años, pues para mí tengo 30. De los 30 a los 33 ha sido un año y han pasado 3 y no sé cómo ha sido. La vida ha pasado muy rápido.
[Risas].
Iván: Nos pasábamos a veces 4 horas discutiendo por un frame más o un frame menos. A veces votábamos.
Acabáis de rodar y tenéis 3 horas de peli, ¿por dónde cortáis?
A: El chorizo inicial, lo que es enlazar todo de principio a fin, era 3 horas. Que no se puede ver claro.
I: Pues…
A: A ti te gusta…
I: Hubo un momento que apostábamos por eso.
A: Después del chorizo inicial, pasamos a 2 horas y media… Esa la empezamos a enseñar, la de 3, no. Y ahí ya, la locura. Eso fue diciembre 2016 y a partir de ese momento ya, la hecatombe. [Risas].
I: A partir de ahí, fue una locura. Nos pasábamos a veces 4 horas discutiendo por un frame más o un frame menos. A veces votábamos.
A: ¡No me acuerdo!
I: Sí, en plan “tienes que aceptarlo” y luego “no, no lo acepto, ¡hay que poner ese frame!” Por sólo un frame… [Risas].
A: Algo cambiaba.
I: Cambiaba en tu percepción de ese día [risas]. Si ese día te habías tomado un café querías un frame menos, si no te lo habías tomado querías uno más. ¡Era muy subjetivo!
[Risas]
I: Uno se pierde en la subjetividad. Era como lanzar dados.
A: No hombre, no.
I: Ya, es broma.
A: Teníamos un montón de papelitos con todas las combinaciones posibles.
I: Claro, hemos visto como 20 películas distintas y todas nos gustaban.
A: ¡Qué exagerado!
I: Si un día sacamos el Blu-Ray, tenemos que sacarlo con todas las versiones, eh. [Risas].
Me imagino a Iván en plan “no le voy a contar esto para no darle otra idea diferente…”.
A: ¡No! No nos callábamos ni una.
I: No, no, para nada. De hecho incluso hubo una época, que creo que se ha pasado ya, que era “teníamos que haber metido eso”… ¡Al año y medio!
A: Fue después, cuando terminamos ya el montaje, sonido, color… Que ese es otro tema.
I: Sí, tema del que no queremos hablar.
[Risas]
A: Cuando ya teníamos hecho el color, fuimos a hacer las mezclas de sonido en Donosti. Yo estaba en mi pueblo, creo que era el día de Reyes… Les mandé un mensaje a estos: Hay que montar tal escena. Y contestó el montador: DUERME.
[Risas].
A: Era muy loco sí. Bueno, pierdes la noción.
Andrea: Aparte de los festivales, llevábamos toda la promoción nosotros. Nosotros llevábamos redes, toda la promo… Entonces, la cuestión es que cuando llega el momento de los Goya llevábamos un ritmo tan grande de promoción y exhibición en nuestras vidas… Pero la verdad es que nos dio una alegría increíble.
¿Y cómo sigue? ¿Qué hacéis? Empezáis a apuntaros a festivales o…
A: Una cosa que hemos aprendido es que empezamos a mostrarla demasiado pronto. Para la siguiente, ya sabemos que hay que esperar. Quemas naves.
I: Te das cuenta de que hay gente que, aunque saben mucho de películas, si no está terminada se condiciona mucho al que la ve…
A: Es difícil ver una película sin hacer. La postproducción de sonido y de color hace mucho. Es fundamental, y más una película de bajo presupuesto como esta, aunque obviamente está hecha profesionalmente y con mucho trabajo. Pero para que se percibiera bien, era súper importante la postproducción de sonido.
Para nosotros estaba muy claro hasta dónde queríamos llegar, pero la enseñábamos sin eso y la gente no conocía el proyecto, con lo cual… Se veía una película con detalles que distraían, la música no era definitiva, eran músicas que se habían cogido como referencia… Es que es muy difícil ver eso.
I: Era el ansia.
A: Y la mandamos mucho. De hecho, nos dijeron, “no la mandéis”; pero nosotros “¡esto es un peliculón y hay que enseñarlo!” [Risas].
I: Bueno, la cosa salió bien. No sé si hubiéramos tenido tanta diferencia.
A: No tuvimos tanta, a algún festival grande le gustó o sea que…
Llega la nominación de los Goya. ¿Cómo se vive después de todo lo que habíais pasado?
A: A ver, la peli se estrena en Abril de 2018, en Málaga, e internacionalmente en septiembre del 2018 entonces, desde septiembre de ese año hasta hace poco, no hemos parado de estar en festivales, de un lado para otro. Un año en que la maleta estaba siempre en mi cuarto porque no me daba tiempo a quitarla y además, trabajando, dando clase.
Aparte de los festivales, llevábamos toda la promoción nosotros. Nosotros llevábamos redes, toda la promo… Entonces, la cuestión es que cuando llega el momento de los Goya llevábamos un ritmo tan grande de promoción y exhibición en nuestras vidas… Pero la verdad es que nos dio una alegría increíble.
Estábamos como con las energías muy altas. Fue un subidón, compramos un champagne por si nos nominaban, fue como el cenit de todas las emociones que teníamos. Ha sido un año muy bonito.
I: ¿Te acuerdas que fuimos a la academia y nos quedamos allí como unos pardillos porque no sabíamos qué teníamos que hacer?
A: Claro, te nominan, te llaman para ir a la academia —porque claro, hay una rueda de prensa—, pero nadie sabía quiénes éramos. Nos metieron en un salón “esperad aquí, ya os llamarán”. Todos con botellitas de Möet y nosotros “oye, llevamos 45 minutos aquí ¿qué tenemos que hacer?”. Y en plan “¿quién eres?” y yo “que estoy nominada…”. Y claro, “ay Andrea, lo siento, si se ha ido todo el mundo…”.
Nos llevaron a la rueda de prensa de nominados a mejor película y claro, nadie nos preguntaba nada, con Sorogoyen en plan “¿estos quién son?”. Nos hicieron dos preguntas y ciao. Luego fuimos al photocall y no había ya nadie…
I: ¡Y nos pasó algo parecido en la gala esperando en el hotel! [Risas].
A: Sí. Era muy divertido. Lo de los Goya fue súper bonito. Yo quería que hubiera estado alguna de las actrices, confiaba en que a lo mejor… Porque Ingrid quizás era más difícil, ya que estaban otras actrices muy potentes nominadas como Penélope Cruz; pero igual Mona en revelación por ejemplo… Fue guay, aunque yo quería que hubiera habido algún reconocimiento por el curro que habían hecho. Los demás igual era más difícil; pero Mona… Todo el mundo hablaba muy bien de su trabajo.
I: Tampoco tenemos fuerza como para hacer campaña. Por eso nos sorprendió un poco, “¡wow! ¡Nos han nominado!”.
Y ahora que ha pasado un tiempo, ¿creéis que todo por lo que habéis pasado os ha cambiado?
A: A mí me ha hecho aprender a llevar las cosas con pies de plomo. Ahora empiezo a escribir un nuevo proyecto y hay productores que se han puesto en contacto con nosotros y no me quiero precipitar. Ya sé lo que es, hemos aprendido, sabemos que podemos hacerlo. Entonces, hemos aprendido a confiar un poco más.
I: Sí, y a hacer currículum también. Ya no es lo mismo llamar a una puerta que haberlo hecho antes. Es tener seguridad y a hacer que confíen en tu trabajo.
A: Eso es importante, porque con Ana de Día cualquiera que venía, pensabas “igual tienen razón” y te planteabas más cosas, y ahora es más claro.
I: Confiar en que tienes criterio y que lo que tú hagas va a ser tu producto, tu trabajo y que tu criterio es tan válido como cualquiera. Es tuyo y hay que apostar por eso.
A: Sí, sin soberbia, con confianza. Si hemos sido capaces de mover un equipo de 35 personas, somos capaces de mover uno de 70 con más dinero. La estructura obviamente no puede ser igual, sigues tus instintos y los haces.
¿Algún error que no haríais ahora?
A: Yo recortar guion. No haber recortado cosas que creo que tendría que haber recortado. Creer que esto es necesario y había cosas que eran reiterativas. Te das cuenta una vez rodando. Es una cosa normal. Desconfías mucho del poder de la imagen cuando estas con tu primera peli, aquello de “a lo mejor esto no se entiende…”.
Futuro, nuevos proyectos. ¿Qué viene ahora?
A: Vamos a ampliar un poco la productora.
I: Sí y de hecho Andrea empieza con un nuevo guion de un nuevo proyecto.
A: Queremos coproducir. Tengo un tratamiento escrito y tengo bastante clara la idea ya. Es una adaptación de una obra de teatro. Una adaptación muy libre, eh. Parto de algo que existía, una atmósfera que me gustaba.
I: De hecho, ya partimos con un calendario en mente. Lo que tenemos clarísimos es que no queremos que sea Ana de Día II. 8 años no. Hay un calendario, esto tiene que ser así y ya está. Jugamos con las cosas pensando que todo va a ir bien y eso es el nuevo proyecto con el que estamos ahora. Por eso decíamos que el día posterior de Ana de Día es hoy casi.