Inicio Conversations Bea Plata: “La mayor barrera para emprender es el miedo al fracaso”

Bea Plata: “La mayor barrera para emprender es el miedo al fracaso”

Nombre: Bea Plata
Ocupación: Artista gráfica
Qué quería ser de mayor: Astronauta
Libro: La hexalogía de Los Hijos de la Tierra – Jean Marie Auel


Nos citamos en el local de una conocida cafetería de franquicia americana (ya sabéis cuál es). Al entrar ya está Bea sentada tomando un té y poniendo orden entre muchos papeles.  Me comenta que el hecho de emprender hace que tenga que aprovechar cualquier momento para cerrar miles de cosas…

¿Cómo eras de pequeña?

Pues creo que no era tan diferente de como soy ahora. Era como muy soñadora, muy creativa también. Me gustaba mucho dibujar y todo eso. No sé, supongo que tenía ese punto ‘friki’ que sigo teniendo. Me gustaba algo y me obsesionaba. Como ahora. [Risas] No hay tanta diferencia.

¿Le dabas mucho la tabarra a tus padres? “Mamá, papá, quiero dibujar, cómprame esto, quiero lo otro…”

Yo le dedicaba mucho tiempo a dibujar y eso se lo debo un poco a mi madre, me dio esa chispita que ya la vería ahí, supongo, y que pasaba mucho tiempo dibujando conmigo. Tampoco creo que fuera una niña muy trasto, ni muy inquieta, al revés; yo creo que era bastante tranquila. Eso sí, recuerdo con 7-8 años, cuando descubrí la lectura, que les pedía alguna cosa de vez en cuando.

Es que en el cole nos mandaron la primera novelita para leer en casa. Se trataba de Don Caracol Detective. Y nos dijeron “tenéis unos meses para leerlo”. Pues yo lo leí en una tarde. Me fascinó. Me atrapó, porque ya no era un cuento, era una novelita. Como que iba en serio. Y buf, ¡mi gran descubrimiento! Desde entonces me ha encantado leer siempre. Y claro, cuando iba al centro comercial con mis padres, era pasar por una sección de libros y “ay quiero un libro, cómprame un libro, mamá, papá…”. Muchas veces acababa con uno.

Vaya gustazo para tus padres, su hija daba la tabarra por literatura… [Risas] ¿No pedías alguna otra cosa?

Para el resto, nunca fui una niña que pedía mucho, cuando llegaba Reyes sí, claro. Yo me hacía una carta, porque había muchas cosas que me gustaban, pedía Barbies, muñecas, casitas de no se qué; pero también pedía coches, porque me llamaban mucho la atención,un coche teledirigido. La lista siempre fue muy larga. El coche nunca me lo trajeron. Un coraje, tenía que jugar con los coches  de mis primos… Ahora lo pienso… ¿Tener que jugar con los coches de mis primos por ser una niña?

¿Notaste diferencias de trato por niño o niña?

Las noto ahora. Cuando era pequeña no, obviamente. Durante años pedí el coche teledirigido, el Scalextric, un monopatín… Pero no hubo forma. Tuve mis primeros patines a los 15 años; aunque eso no fue tanto de niño o niña, fue más bien de Reyes “selectivos”. [Risas]

«Soy una persona que cuando algo me gusta me pongo a estudiar y leer y no me importa dar un 110%.»

¿Cómo eras de estudiante?

Pues era muy empollona, como ahora… [risas]. Era como la alumna modelo que se esforzaba mucho en todo. Obviamente tenia un perfil que tenia asignaturas que se me daban muy bien y otras que se me daban menos bien. Pongamos matemáticas, física, química, educación física incluso… Esas las iba arrastrando un poco. No las suspendía pero me costaban más.

Por otro lado había asignaturas tipo sociales, conocimiento del medio, lengua, literatura que se me daban muy bien. Mira, lengua y literatura por ejemplo, se me daba genial; pero cuando llegaba a la parte de gramática que es como algo más técnico pues… ya no tan bien. Y eso se repetía con todo.

Luego cuando estaba en el instituto, dibujo técnico, pues se me daba mal. Todas las cosas más técnicas las llevaba así, así, y las otras reconozco que mucho mejor. Soy una persona que cuando algo me gusta me pongo a estudiar y leer y no me importa dar un 110%. Por ejemplo en el colegio, en lengua, nos mandaron un trabajo que era como de recopilar poesías o algo así. Típico trabajo para fin del trimestre. Pues yo me flipé. Busqué poesías que me gustaban y ¡le entregué a la profesora un trabajo de más de 100 páginas! De verdad, eh.  Y la profesora “ay Bea, ¿no te importa que me lo quede…?”

Yo disfrutaba, lo veía como algo muy apasionante. No era por nota, sencillamente lo disfrutaba. Sobre todo el tipo de asignaturas que tenían que ver con las humanidades. Después, con el tiempo desarrollé más empatía por otras áreas más técnicas.

«Yo me he dado cuenta que mi cabeza tiene una forma de procesar la información en que hay temas que cortocircuitan […] y que para aprenderlo necesito verlo a través de la lógica»

El otro día estuve con una amiga y hablando, reconocimos ser un poco empollones en el instituto; pero a pesar de eso, suspendimos la selectividad… ¿Fue también tu caso?

A mí la selectividad me salió regular.La aprobé a la primera; pero no saqué una notaza. Yo fui a la selectividad en septiembre porque me quedó una asignatura pendiente… Pero bien, no me quejo [risas].

¿Qué bachillerato hiciste?

El artístico, para luego hacer bellas artes. Entonces te puedes imaginar cada examen en la selectividad… ¿El de literatura? Genial. ¿Gramática? Fatal. ¿Inglés? Regular. ¿Dibujo técnico? Bueh… Todas esas más técnicas las saqué con un 5. ¿Historia del arte? Notaza. Había mucha diferencia entre mis intereses donde tenía una habilidad y las cosas que no están tanto en la línea de la forma en que yo pienso. Yo me he dado cuenta que mi cabeza tiene una forma de procesar la información en que hay temas que cortocircuitan [risas], es así. Y que para aprenderlo necesito verlo a través de la lógica por ejemplo o de la historia. Como buscar piruetas para verlo desde otra perspectiva.

¿Ya sabías qué querías estudiar en la universidad?

Sí, sí. Yo siempre tuve claro que lo que quería estudiar después era bellas artes.

¿Y qué pasó con la astronauta? Hubo algún momento en que esa idea se fue transformando…

Creo que no estén tan separados. La niña astronauta era una niña con muchísima curiosidad, tanta curiosidad que quería ir fuera a ver qué es lo que había. Que le llamaba todo mucho la atención, sobre todo las cosas bonitas que hay ahí fuera. En cierto modo, hacer bellas artes o el dedicarme al mundo del diseño, es algo parecido. Requiere mucha curiosidad y es una forma de ver y expresar cosas bonitas. Aunque el arte no tiene porqué expresar siempre algo bonito, eh.

¿Entonces, en secundaria ya tenias en mente la carrera que querías estudiar?

Sí, lo tenía claro. Aunque dentro de bellas artes di muchas vueltas. Amí me gustaba dibujar, ilustrar, como cuando era pequeña, “pues yo voy a ser pintora”. Cuando llegué a bachillerato y tuve asignaturas de diseño, lo que me fascinó fue el diseño, tanto gráfico como industrial. Entonces decidí hacer bellas artes y ahí dentro de la carrera estaba la especialidad de diseño.

En la universidad entré para hacer la especialidad de diseño gráfico; pero pasó una cosa inesperada, un giro de 180 grados. Una vez dentro me empezó a interesar aquello que veía en el pasillo de restauración de obras de arte. Y eso que lo primero que pensé cuando vi la gente de restauración era “¿esta gente que no tiene creatividad y tiene que arreglar los cuadros de otros?” Pero me dejó pensando… “es cierto que a mí siempre me ha interesado la historia, la arqueología, etc.”. Y al final hice las dos especialidades, diseño y restauración de obras de arte.

¿Primero qué pringaos y luego admiración absoluta?

Sí. Fue un mundo que me fascinó un montón, lo disfruté muchísimo. Luego, durante ese tiempo hicecursos en verano de restauración arqueológica, restauración de mosaicos…

¿Y cómo llegas a dónde llegas? ¿Te estás centrando en restauración solamente o vas probando otras cosas?

Estudie en simultáneo las dos especialidades. Restauración me gustaba mucho; pero también miraba dónde había una salida real en el mundo del diseño gráfico. Claro, lo que pasa es que cuando salgo de la carrera justo fue en 2008-09. Se desplomó el mercado laboral, todo pasó a ser crisis. Entonces fui encontrando trabajos de diseño en prácticas y de no practicas que tenían salarios reguleros y mucha presión, que bueno, eso entiendo que no tiene que ver con el mercado laboral, o sí, ya que se recortó mucho en personal…

Entonces, después de varios años así decidí comenzar como diseñadora gráfica freelance. Y poco a poco a raíz de esto he iniciado también un proyecto artístico. Ahora vendo mis obras en mi tienda online y bueno, bien, luchando por eso; ahora muy contenta. Pero la salida al mercado fue un poco dramática en aquella época.

«En la universidad entré para hacer la especialidad de diseño gráfico; pero pasó una cosa inesperada, un giro de 180 grados.»

¿Cómo veías eso de emprender? 

En el momento de estar estudiando la verdad es que no me lo hubiese planteado.

¿Y eso?

No por nada, por compañeros de un par de cursos más que yo, por inercia, encontraban trabajos con bastante facilidad, era un puesto como muy demandado (diseñador gráfico). Ahora también, solo que ahora te piden muchas más cosas: saber web, programación, de tal u otro lenguaje… Yo lo veía como una salida laboral muy interesante y ya viendo ese camino tan evidente; nunca me plantee emprender.

Y sobre la idea que tenía de emprender, lo veía más como de innovación, algo super moderno…

[Risas] Si montas una frutería no eres un emprendedor…

Claro, parece que tienes que tener una star-up de tecnología y estar en Sillicon Valley a la espera que te compre Google.

Me gustaría saber cuáles han sido tus mayores barreras o retos a la hora de montar tu negocio.

Creo que la mayor barrera a la hora de emprender es el miedo al fracaso. Mi mayor barrera ha sido esa. Cuando entras en un trabajo puedes tener miedo al fracaso, a que te vaya mal; pero es distinto…

 

«Hay días que piensas que puedes ser el próximo Steve Jobs y otros que sientes que no vas a llegar a ningún sitio. Y claro, te tienes que controlar mucho con eso.»

Como que el fracaso se comparte en cierto modo, ¿no?

Claro, compartes la responsabilidad, o la ilusión de que la culpa no es tuya, que si es cosa del jefe te dice esto o lo otro, que si la empresa es así o asá… Pero cuando eres tú, es personal. Te estás exponiendo, porque además, en mi caso, con mi proyecto artístico las obras son mías y de nadie más.

Es verdad que yo hago obra abstracta y entiendo que puede haber alguien que no vea nada: pero yo sí que me doy cuenta que es como si me abriese, es como sentirte desnuda ante el público. Que aceptes esa posibilidad y que pueda salir mal es lo que te bloquea al principio. Lo que pasa es que llega un momento que dices: “o doy el paso, o no lo doy”. Pues lo das y lo que venga, vendrá.

En otra Conversation, Marc Guerrero decía que uno de los mayores frenos con los que se ha encontrado a la hora de emprender ha sido él. Él y la gestión de las expectativas… Planificar, controlar cosas incontrolables…

Sí, lo comparto. Además yo entiendo que el hacer algo en equipo también es diferente porque siempre vas a tener días muy altos y días muy bajos y si emprendes en equipo, los otros tiran de ti, o tú del resto. Se equilibra un poco. Pero claro, cuando estás tú solo con tus pensamientos y tus miedos, hay días que te puedes volver loco. Para bien y para mal, claro. Hay días que piensas que puedes ser el próximo Steve Jobs y otros que sientes que no vas a llegar a ningún sitio. Y claro, te tienes que controlar mucho con eso.

«Considero que en general no se le da ningún valor a la educación artística.»

Si pudieras volver atrás en el tiempo… ¿Te darías algún consejo?

Paciencia. Paciencia porque cuando empiezas lo que quieres es llegar a un objetivo, ver el final. Y quieres llegar ya; pero no eres consciente que sigues en el camino. El camino hay que andarlo siempre y es parte de proceso.

Entonces, no te obsesiones, no pises un acelerador que no te va a llevar antes a un objetivo que depende del proceso. Las cosas no llegan antes de tiempo por forzar. Por ejemplo, antes de empezar como freelance y con mi proyecto artístico, muchasveces ya le había dado vueltas a montar algo por mí misma; pero nunca tenía claro el cómo. Estuve mucho tiempo parada pensando; me faltaba la idea. Y ahí estaba, explorando, andando el camino y un día se me encendió la bombilla: voy a hacer esto.

Y menos mal, ahora lo veo super claro y estoy super alineada con lo que estoy haciendo. Sin pasar por eso, claro, no llegas. Por eso lo digo, calma, paciencia y confía, confía en ti mismo.

Ya para terminar y aprovechando tu background, la pregunta extraña de esta Conversation: ¿Crees que el mundo necesita más arte?

Pues mira, sí. A veces pensamos en ello como cosas bonitas y decorativas… pero el arte al final sirve para expresar, para generar opinión, te obliga a tener un criterio. Desde el punto de vista del espectador, creo que el arte te hace reflexionar, lo que pasa es que no estamos acostumbrados.

Considero que en general no se le da ningún valor a la educación artística. La enseñanza se centra mucho en la parte pragmática; pero el arte sirve para generar criterio y generar reflexión, no es tan diferente a la filosofía, es como otro idioma. Igual que una película o una novela puede ser influyente en el momento y una forma de pensar, lo mismo con otras formas de expresión. Lo que pasa es que a nivel general la gente no lo entiende y se queda en lo típico de “es bonito” o “es feo” y las cosas van más allá de una función estética.

Sugerencia de presentación: Cinquième Soleil – Keny Arkana

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Consultor de estrategia empresarial y Mentor de artistas. He trabajado en entornos altamente cambiantes y competitivos en el mundo de los negocios, y he visto lo mejor y lo peor del ser humano. He comprobado que el cómo se hagan las cosas es tanto o más importante que el fin en sí mismo; y que el llamado éxito sólo se da gracias a la libertad de mente y espíritu. Fan de Bunbury y coleccionista de relojes.

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