Nombre: Iñaki Barrón
Qué quería ser de mayor: ingeniero de Caminos
Ocupación actual: “más o menos ingeniero” y gestor
Una frase: “Cuando estés proyectando algo, acuérdate de la ley de Murphy: si algo puede fallar, fallará. Cuando estés arreglando algo o saliendo de una situación difícil, piensa (siempre) que el fracaso no es (nunca) una opción”
Lo de «más o menos ingeniero» lo dice él. Iñaki Barrón tiene una larga trayectoria en el sector ferroviario, que comenzó en Renfe en el departamento comercial, pasó por cargos de manager y senior advisor y le llevó al cargo de directivo del departamento de alta velocidad en la UIC en París (hablar de la UIC es como hablar de la FIFA). Nos encontramos en modo afterwork, y le propongo hablar sobre la ética de trabajo, formas de trabajar, principios, del lado oscuro de una carrera tan brillante como la suya (la ingeniería ferroviaria). De lo humano y lo divino. Iñaki responde, tras una broma sobre lo de “alto cargo”: “Hay que ser modesto, yo lo soy porque me sale así, no porque me quiera pasar de modesto”. Después, hace un análisis muy fino sobre la ética de trabajo y los códigos deontológicos —que comparten otras profesiones, pero en la ingeniería de Caminos, es más asunto de empresas que de la carrera en sí—, reforzándolo con varias anécdotas. Una cosa es la ética administrativa, y otra es la ética profesional, “En ti está el que debas hacer una cosa o no, y en ti está el que conserves tu puesto de trabajo o no”. Hablar con Iñaki es garantía de ir a tener globalidad en los argumentos. En algo tan complejo como la gestión de grandes proyectos una clave es el equilibro. El equilibrio sirve también para desmentir mitos sobre la ingeniería de Caminos en general.
¿Cuesta más ahora ser un buen profesional que antes? Lo pregunto porque cuando hablo con algunos profesionales senior lo pintan como que cualquier tiempo pasado fuera mejor…
Bueno, eso según como se mire. Hay gente que te dirá que sí, hay gente que te dirá que no, depende de las circunstancias, depende de cada cual. Yo creo que los tiempos son distintos, las oportunidades son distintas, los medios son distintos… antes había menos ingenieros de Caminos; terminabas la carrera y el paro era 0, durante muchos años. Todo el mundo estaba contento. Antiguamente era un sueño ser ingeniero de camino y cuando la sociedad era más machista, era el sueño de una mujer casarse con un ingeniero de Caminos; era como si te tocara la lotería. Hoy eso está cambiando, el mundo es mucho más competitivo, hoy las mujeres afortunadamente ya no sueñan con “casarse con”, sino con “ser” algo.
A la hora de entrar…
Vamos a ver, antes era muy difícil acceder a la escuela. No a la profesión, sino a la Escuela. El examen famoso de acceso a la Escuela de Caminos, lo conoces…
Em… no.
El examen de ingreso a la Escuela de Ingenieros de Caminos (que en ese tiempo solo había una): había gente que pasaba 2, 3, 5, 8 años preparándose para entrar, y los había que pese a eso no entraban. Una vez que entraban, terminaban la carrera e iban a ser funcionarios, o empresarios, o lo que fuera. Pero lo difícil era entrar. Cuando yo entraba había una selectividad que no era tan difícil, pero los primeros cursos eran muy difíciles. Conforme ha pasado el tiempo la barrera de dificultad entre la escuela elemental y la vida profesional se ha ido poniendo más lejos: es decir, ahora sin un esfuerzo loco puedes llegar a terminar la carrera de Ingeniero de Caminos. Ahora bien, lo que no te filtran al principio te lo filtran al final. Si has hecho la carrera con gran dificultad, entonces, a partir de ahí, prácticamente todo es fácil. Si todo te es fácil al principio, la vida te va a examinar después cada día; el problema lo vas a tener después en el trabajo, en la competitividad con tus compañeros, política, con tu negocio… Entonces yo creo que ese matiz es importante: depende de dónde te pongan la barrera, tienes una dificultad antes o después, o una formación u otra. En la vida hay que trabajar siempre.
«Lo que no te filtran al principio te lo filtran al final.»
¿Cómo te curte a ti tu trabajo? Dicen que esta carrera te curte el carácter, y que no sales de la misma forma que entraste
Lo que te curte es la vida. En realidad te vas endureciendo la piel siempre. Lo importante es saber aprovechar la experiencia de cada momento, aprender de lo que haces tú, de lo que hacen los demás. Que tengas en cuenta las experiencias y que vayas por la vida con los ojos abiertos.
Lo de “amores que matan”… ¿Nos pasa?
Eso no es verdad. Lo que pasa es que la vida tiene decepciones también. En mi caso intento ser buen ingeniero. Pero estudiamos unos planes de estudio que estaban hechos para el siglo XVIII. Hoy en día ya no existe el ingeniero romántico, ese que iba por el campo, a caballo (risas). El ingeniero se fue a la ciudad, y hoy ya no es el que hace tanto cálculo, sino es más bien gestor. Yo por ejemplo, nunca he necesitado la calculadora científica esa que era la admiración de mis colegas que costaba un dineral. Esa calculadora la utilicé únicamente en la universidad y después no la volví a usar. Ese es uno de los indicadores de lo que ha cambiado la profesión. A pesar de todo hay muchos tipos de ingeniería: siempre ha habido el ingeniero funcionario que hacía proyectos en el ministerio, que salía a la obra una vez al mes, o cuando podía…
Ya, pero en eso… insisto. Hace falta más equilibrio entre “oficina” y “obra”
Yo creo que es la profesión en general lo que hay que revisar. En la Escuela no nos enseñan todo lo que vamos a aplicar. Puedes ser muy bueno calculando hormigón, ecuaciones diferenciales, pero una vez fuera de la Escuela no lo vas a usar en tu vida. Entonces la ingeniería debería abordarse como lo que es la medicina hoy en día. Por eso el plan Bolonia me da mucha pena, porque al final se banaliza todo. Lo suyo es estudiar de manera generalista, que tengas una visión de todo, una base matemática (que hay que transformar, porque ahora tenemos los ordenadores), una buena base teórica. Tener también una buena formación cultural, como tienen los médicos.
«Lo importante es saber aprovechar la experiencia de cada momento, aprender de lo que haces tú, de lo que hacen los demás.»
La universidad es un mundo, la vida real es otro, los bancos son otro, las multinacionales son otro. Lo que creo es que deberíamos tener una base fuerte de cultura general y de razonamiento. Se echa de menos en general, pero en la ingeniería también la filosofía, la capacidad de razonamiento, expresión oral, presentaciones… Tú que estás trabajando con franceses, te das cuenta de que los franceses son muchísimo mejores que los españoles presentando sus ideas, y no solo presentando sus ideas, sino argumentándolas. Los americanos son mejores todavía. Eso es lo que le falta al ingeniero: tiene que saber expresarse.
Eso sí es verdad.
Eso es lo que comentaba con un abogado. La gran diferencia entre un ingeniero y un abogado es que el ingeniero tiene que contarlo todo. El abogado ya se cuidará de soltar lo mínimo imprescindible y guardarse argumentos para poder debatir después. Entonces…
Justamente de eso hablamos en Cosas que debes aprender de los argumentos para triunfar en tu carrera…
Capacidad de argumentar, pero largando lo que tienes que largar en cada momento. A mí me hizo gracia una vez que discutiendo con un economista que me estaba haciendo una empanada mental de estadística y demás, hasta el punto que me perdía que le dije: “Mire, lo siento mucho, pero no le entiendo”. Era el director económico financiero de los ferrocarriles holandeses. Muy economista, muy bien formado, pero le dije: “Perdona, pero me pierdo”. Me dice “Claro, eres ingeniero”…
«La gran diferencia entre un ingeniero y un abogado es que el ingeniero tiene que contarlo todo.»
¡Huh!
Y le digo: “¿Y eso?” Y me dice: “Claro, los ingenieros no sabéis estadística; estadística sabemos los economistas, los biólogos”
¡Pues muy mal! Si no sabe explicarlo es porque no sabe.
Al final me acabé enterando. Lo difícil eran sus análisis econométricos … Yo no le entendía.
Es que él se explicaba mal. Si te explicas bien se entiende, y si no, pues no. ¿no?
No era el caso. A ver, yo he estudiado estadística, como tú y como todo el mundo. Bueno, la cuestión es que tenemos que saber estadística los ingenieros, no tanto como los economistas, pero algo. Al final hay una serie de cosas comunes a todo aquel que busca hacerse comprender. Una de ellas es la filosofía. En Francia se estudia bastante la filosofía…
¡Uy, en Francia! Cuando es la selectividad ahí el Bac Philo es un asunto de estado. Sale en las noticias, la gente debate en la televisión…
Y eso luego se nota en la forma de razonar de las personas. Y luego los idiomas. Ahí los franceses no nos ganan, pero los alemanes, los holandeses… cualquier buen profesional que se precie tiene que saber inglés como quien maneja su lengua materna. Yo creo que eso debería tener más peso; más que el cálculo de no sé qué flecha de no sé qué fuste, cuando luego llegas a 5º de carrera y ves que hay una norma de pilotes que entras así, así, asado y sale el resultado y eso va a misa. Y no te tiras haciendo ecuaciones de dos folios, que no te da tiempo…
La historia de mi vida.
Y voy a hacer otro paréntesis: un profesor que suspende a más del 80% de la clase es un pésimo profesor. Si Sócrates, o esos filósofos que iban con sus alumnos levantara la cabeza y viera esto, le daría de bofetadas al quien creó este sistema que, en vez de medir lo bien que enseña en profesor, mide lo tontos que son los alumnos. No puede ser que de una carrera de la que van a salir empresarios, ministros, rectores de universidad, etc… el 80% sean tontos o tengan que superar la barrera de “ese profesor, que es un hueso”. Y eso no es ético.
Y estamos hablando de ética.
Fotos: Iñaki (Esther Bolekia)