Inicio Conversations Inés López: “Somos más fuertes de lo que creemos”

Inés López: “Somos más fuertes de lo que creemos”

  • Nombre: Inés López
  • Ocupación: District Manager
  • Qué quería ser de mayor: Peluquera hasta que su padre le dijo que los alquileres eran muy caros… De ahí pasó por varias etapas, desde astronauta, hasta propietaria de sus propias tiendas (pero en su casa, ¡que así se ahorraba el alquiler!)
  • Libro: Paradoja: Un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo – James Hunter

Hablar con Inés es un placer, es ese tipo de persona que te inspira y te contagia las ganas por pelear y sacar las cosas adelante. Le encanta viajar, la aventura, salir de la zona de confort, buscar sus propios límites y renovarse constantemente.

Querías ser peluquera, astronauta… Después de tanto cambio, ¿tuviste claro a qué te ibas a dedicar finalmente?

En mi caso tenía una ligera idea. Al final mi madre tenía una empresa textil y yo tenía claro que me quería dedicar a algo relacionado con el tema de retail, todo lo que tenía que ver con la moda, con el textil, porque es algo que me llamaba la atención y como lo había visto un poco en casa, pues era lo que me interesaba.

Pero sí que es verdad que no es sencillo. Hasta que no te metes en el mundo laboral, no sabes por donde te da el aire. No sabes ni que existen la variedad de trabajos que existen, ni la variedad de departamentos que hay, en qué puedes desarrollarte más, en qué puedes ser más creativa o si te gusta algo más de análisis… Yo creo que hasta que no te metes como de plenos en algo, no sabes. A día de hoy yo te diría que el trabajo que hago toca absolutamente todo y no sabría con qué quedarme, me gusta todo. Y llevo dos años trabajando en este puesto.

¿Con los estudios igual?

Yo tenía muy claro la carrera que quería hacer, no muy claro el detalle; pero sí todo aquello que tiene que ver con viajar, moverme, ver cosas nuevas… Todas esas ideas me gustaban. Por eso opté por hacer comercio internacional. Fue mi manera de interpretarlo, hasta que no estás dentro de algo no te lo imaginas al 100%. Yo tenía una visión completamente diferente de lo que luego es. Pero lo que yo quería era moverme, viajar, conocer otras realidades. De no estar siempre en el mismo sitio con la misma gente, con el mismo equipo, o con el mismo trabajo. Yo quería algo que fuese dinámico.

Yo no digo que el trabajo de oficina sea monótono eh; pero no sé, en mi caso hoy en Pamplona tengo una cosa para ver, luego en otra ciudad tengo un equipo haciendo otra cosa, el cliente cambia en cada ciudad y te estoy hablando de 200 km a la redonda. Son realidades muy diversas, así que no sé. Es diferente.

Me has dicho que estudiaste Comercio Internacional…

Estudié Comercio Internacional y Marketing. Yo empecé en Bilbao y luego en 4º me fui a La Rochelle. Cuando acabé la carrera empecé a hacer las practicas en París en un departamento de marketing y me fui poco a poco tocando puertas. Decir “esto me interesa”, “esto me gusta”, “ah, pues yo pensaba que esto era de otra manera”. Como ir viendo un poco todo.

 

“Cuando llegué a París me encontré con una realidad
completamente diferente.
Me encontré una ciudad muy grande,
como muy fría con la gente,
las personas van muy a su bola,
muy impersonal”

 

Existe ese estigma que dice que tienes que salir de la carrera sabiendo a qué te vas a dedicar, que si te especializas encontrarás trabajo más fácil…

Efectivamente, eso es algo que realmente creo que nos cierra muchísimas puertas. Porque al final, lo más importante en cualquier cosa, no solo en el trabajo, en la vida, es tener ganas y actitud. Si tienes la posibilidad de tener un nuevo reto una nueva oportunidad de trabajo, si lo vas a afrontar con ganas, con actitud y la mente abierta de querer aprender y rendir al máximo, podrás hacer lo mismo que una persona que tenga esos estudios.

Dentro del sentido común, eh. No hablo de medicina, ni arquitectura, ni de cosas muy extremas, pero todo lo que tiene que ver con creatividad, los servicios, el saber hacer, relaciones públicas… Todo lo que tiene que ver con las personas, yo creo que se puede hacer. Creo que nos limitamos y los perfiles que buscas tipo “que tenga x años de experiencia”, “que tenga 4 masters” y tal, está bien; pero quizás nos tenemos que fijar en la actitud de la gente a la hora de afrontar un reto.

Has comentado Paris. A Dévé le gusta mucho París y todo lo que tenga que ver con lo francés. Estudiaste allí y luego hiciste prácticas me has dicho…

Sí, estuve estudiando en La Rochelle, un colegio que está un poquito más arriba de Burdeos y estuve ahí haciendo 4º de carrera. Cuando acabé, en abril, me fui a Paris, y ahí estuve unos meses en una empresa de cosméticos haciendo prácticas.  Fueron unas prácticas puras y duras, sobre todo el primer mes…

¿A qué te refieres con prácticas “puras y duras”?

Es aquel trabajo en el que entras de becaria y te dicen cuál es tu trabajo. Tienes que hacer unas tareas muy determinadas y no te vas a meter en nada más de lo que te compete. Lo que viene a ser sacar trabajo. Cosas que nadie tiene tiempo o nadie quiere hace. Lo típico, que a mí ya me iba bien, porque era una buena experiencia.

Eso fue durante el primer mes, luego, por la curiosidad o por las ganas que tenía, hice ver que quería salir un poco de “hacer ABC”. Quería hacer más cosas y salió la oportunidad de trabajar en el departamento de exportación. Hablaba directamente con los proveedores, clientes y tal. Al final fue un mes, pero estuvo genial, porque ves que una empresa cuenta contigo para hacer ese tipo de cosas.

Y mira que podrían haber metido a una persona francesa; que, aunque yo he estudiado francés desde que tengo 2 años, al final se notaba en el acento que no era francesa. En muchas ocasiones te dicen “pero a ver, ¿desde dónde me llamas?”. Y claro de repente sorprendía que no fuera una persona francesa o nativa, no lo sé. Para mí fue un voto de confianza ver que la empresa confiaba en mí con el poco tiempo que llevaba, y me vine arriba. Sentía que eran mis clientes, mis proveedores, mis países… yo iba al 200%. Además, que me lo pasé fenomenal y aprendí muchísimo.

Y a nivel sociocultural, ¿qué tal París?

Como estudié en el liceo francés, habíamos hecho muchos viajes a Francia. Yo venía de vivir en La Rochelle, que era como mucho más pueblito, la gente era mucho más cercana, más abierta, como más familiar. Y claramente, cuando llegué a Paris me encontré con una realidad completamente diferente. Me encontré una ciudad muy grande, como muy fría con la gente, las personas van muy a su bola, muy impersonal. Una ciudad muy a lo suyo, su trabajo, su gente y tampoco se preocupan por socializar… E incluso dentro de la misma empresa eh, la gente va muy a sus cosas.

Luego lo pienso y si lo comparo con Bilbao, seguramente la gente que venga de fuera piense lo mismo de nosotros. Al final yo ahora lo veo y pienso… “si entrase alguien de primeras en la empresa el primer día le diría de quedar, el segundo también; pero el tercero igual ya me relajo y no le comento”. Y es que todo el mundo tiene su vida, su grupo de amistades, su familia, sus hobbies… Lo mismo si te vas a Barcelona o a Madrid.

 

Hay veces que pienso que hay dos cosas: por un lado, la parte sur de muchos países es más abierta, y por otro, que el hecho de vivir en grandes ciudades es lo que condiciona esa forma de relacionarnos, el ritmo de vida…

Quizás sea el estilo de vida, pero por supuesto está la mentalidad de la gente… Yo veo gente cercana que quizás ha vivido menos fuera y puede que esté un poco más reacia a relacionarse o no lo tienen tan presente… En mi caso sí que es verdad que el haber viajado… no es tener la mente más abierta… es estar como más receptiva a todo lo que pueda pasar. Y se nota. Yo lo noto, vamos. Yo me considero una persona cerrada o bastante mía para muchas cosas, seguramente borde, y es el hecho de viajar y de tener que desenvolverme con distinta gente, que ha hecho que haga como un clic y he suavizado esa parte de mí. Tener que desarrollarme. No hablaría tanto de cambio eh, más bien un desarrollo, de un desarrollo positivo.

Cuando fuiste a Madrid, ¿notaste el mismo choque que en París o fue diferente?

No lo viví tan drástico. Si que es verdad que, al ser una ciudad más grande, ves un estilo de vida diferente y ves que la gente va muy a lo suyo y demás. Sí que existe eso; pero es verdad que considero que la gente es más abierta o por lo menos intenta relacionarse más. Yo también conocía a gente en Madrid, igual por eso fue más fácil la adaptación.

Claro, ¿a París fuiste tú sola?

Estuve sola. Aunque al segundo mes de estar ahí vino otra compañera de La Rochelle, que también estaba de prácticas en una empresa; pero no era igual. Sentía su apoyo por teléfono o por mensajes… pero yo a esta persona igual la vi en un mes una vez. Porque al final uno entra en la rutina y entra en esas dinámicas de las grandes ciudades, si vives en el centro a 5 minutos no es lo mismo que si vives a hora y media. El esfuerzo que hagas para ver a una persona seguramente sea mayor. Yo creo que nos vimos un par de veces.


En Madrid, en el trabajo, ¿qué tal con la gente?

La experiencia que tuve en Madrid en cuanto al trabajo fue impresionante. Buenísima. Me encontré con un equipo súper joven, con muchas ideas, que tenían muchas ganas de ir probando cosas, ver qué funcionaba… Me dejaban libertad para hacer cualquier cosa, cualquier idea con sentido, claro. Pero muy bien. Es más, me acuerdo del recibimiento que tuve, me acuerdo de uno de los directores vino a darme la bienvenida, eso no sé si es normal o no; dudo que suceda en muchos lugares…

Volvemos a la confianza que hablábamos antes, confiaban en ti y te sentías parte del proyecto.

Totalmente. Cuando luego dejé ese trabajo, mandé un mensaje a todo mi equipo y también se lo mandé a él. Y me respondió al mensaje que lo leías y pensabas “chapó”. Por él, porque realmente en esa empresa me sentí como alguien, una persona de valor; en lugar de un simple número que tiene que trabajar para sacar los objetivos, demostrar siempre resultados… Ahí sí que sentí que se me escuchaba y que tenían ganas de que me desarrollara con ellos.

Claro, igual el rol era muy distinto al tuyo actual, que ahora debes tener que justificar muchos números, ventas, ticket medio, stock…

Sí que es verdad que mi trabajo ahora es mucho más analítico que creativo. Pero depende del punto de venta y sobre todo depende de la gente que tengas por encima, que te puede ayudar o motivar para salir con algo nuevo. Por ejemplo, sabemos que tenemos un problema en alguna categoría, ¿qué podemos hacer con ella? Quizás podemos crear un evento, igual podemos hacer una formación distinta, quizás un escaparate… Darle la vuelta al número. Sí que es verdad que en algunos momentos he luchado para no depender sólo de números; aunque hay veces que hay datos negativos y tenemos que ponerlos en positivo ya.

Hay muchas responsabilidades que directamente tenemos que asumirlas y por supuesto son cosas que algunas veces no se pueden controlar. Hay muchas responsabilidades que se asumen, pero hay otras que asumes de una manera frustrante porque no tienes las herramientas para cambiar eso.

 

“Es esencial tener un momento
de sentarte con tu equipo y que te cuenten
en qué punto están o
en qué consideran ellos que les puedes ayudar.”

 

Un poco de creencias limitantes, ¿no? Damos por hecho que depende de ti, pero puede haber otros factores causantes de los malos resultados, la colección puede ser mala y no conectar con los consumidores por ejemplo…

Sí. También me he encontrado muchas veces con equipos que llevan trabajando en una empresa mucho tiempo y pienso “¿nadie se ha dado cuenta que este equipo no funciona?”. Igual si este equipo lo reorganizamos y le metemos aire fresco, seguramente pueda volver a funcionar. Nuevas ideas.

Claro, la importancia también de tener tiempo para reflexionar; porque si estás ahí achicando agua, corto plazo, venga, venga… al final uno no puede permitirse el lujo de pensar y dar con soluciones…

El tema de reflexionar es esencial. Muchas veces llegaba a tienda y decía “¿me he parado a pensar qué puedo hacer en esta tienda?”, “¿He pensado qué quiero ver con cada una de las personas del equipo?”. O simplemente, “¿le he dedicado tiempo a conocer a cada persona?”. Si no conozco lo que tengo seguramente no voy a avanzar en nada.

“¿He dedicado tiempo a escuchar a ver qué problemas tienen?”. Porque personas como yo han tenido bastantes. Es pensar qué les puedo aportar yo y cómo puedo ayudar a que mejore su situación. Es esencial tener un momento de sentarte con tu equipo y que te cuenten en qué punto están o en qué consideran ellos que les puedes ayudar. Sobre todo, qué esperan de ti.

Sigamos viajando, Asia… Estuviste en Indonesia viviendo una temporada. Cuéntame, cómo fue.

Cuando estaba en la carrera me fui un verano a trabajar a Indonesia. Mi madre tenía una empresa textil y a través de mi tío, que tenía una oficina ahí, pues llevaba todo el tema de las fábricas, los tejidos y demás. Estuve trabajando con mi tío para dar servicio a lo que hacía mi madre en Bilbao. Al cabo de dos meses estuve en esa empresa y el siguiente mes estuve trabajando en otra empresa, en una naviera.

Después de esa experiencia en la naviera, me volví a España y cuando acabé la carrera surgió una oportunidad de trabajar como modelo. Porque yo algo había hecho de modelo a la vez que estudiaba en España. Y surgió la oportunidad de ir a Indonesia a hacer eso…

 

“[Trabajando de modelo] no depende de ti, hay muchas cosas que tú no puedes hacer, porque al final es todo muy subjetivo, una belleza para ti puede ser que sí; pero para mí puede ser que no.”

 

¿Fue casualidad o buscaste en Indonesia porque ya estuviste antes?

A ver, yo nunca me había planteado hacer nada de modelaje hasta que llegué a las prácticas estas de la naviera. Casualidades de la vida, la mujer de uno de los dueños de aquella empresa tenía una agencia de modelos y me preguntó si quería hacer unas fotos. Entonces, al volver a España dije, “¿por qué no lo intento aquí?” y empecé a trabajar en cosas esporádicas. En este mundo te comen un poco la cabeza al principio, yo creo que tienes que tener un poco la cabeza fuerte, dije, “pues sí, soy joven, ahora o nunca y me lo voy a tomar como un hobbie, lo voy a intentar”.

Fue un poco de casualidad y de suerte. Estaba viendo cómo funcionaba en España el mundo de la moda y dije, voy mejor para allá a probar suerte.

Y entonces, una vez en Indonesia, ¿qué tal fue?

Estuve 6 meses. Si que es verdad que lo que en un principio iba a ser, no fue. En un principio me iba con un contrato con esta agencia; pero cuando llegué resulta que la agencia no tenía los permisos para que trabajase una extranjera, por lo que tuve que buscarme la vida, cambiarme de agencia y arreglar el tema del visado.

Tuve que empezar de cero. Salir del país, estar un día fuera, volver para cambiar el tema de papeles y el permiso de trabajo. Y la verdad es que como experiencia para mí fue personalmente muy buena. Crecí bastante y sobre todo me nutrí de todo lo que viví. Al final no depende de ti, hay muchas cosas que tú no puedes hacer, porque al final es todo muy subjetivo, una belleza para ti puede ser que sí; pero para mí puede ser que no.

Al final aprendes a escuchar el no.
Que no. Que tú para esto no.
Y hay dos opciones: te lo puedes tomar muy bien
o te lo puedes tomar muy mal”

 

Entiendo que depende de cómo se mueva la agencia, ¿no?

Sí también o de cómo te vendas tú, incluso. Al final aprendes a escuchar el no. Que no. Que tú para esto no. Y hay dos opciones te lo puedes tomar muy bien o te lo puedes tomar muy mal. Yo creo que en mi caso lo llevé muy bien porque yo sabía que quería hacer esto temporalmente y que lo quería probar. No pensaba en hacer de esto mi carrera profesional. Pensaba en ello como algo puntual.

Trabajé bastante. Prácticamente todos los días, menos 2 semanas que estuve enferma, el resto estuve trabajando. La experiencia muy buena, tuve tiempo para viajar también… Bueno es que yo esto de viajar se lo recomiendo a todos. Es otro tipo de desarrollo, la experiencia que te da el tener que desenvolverte en una ciudad que no es la tuya, una cultura distinta, un idioma extraño… te hace espabilar, te hace despertar y estar como más alerta; pero en el buen sentido.

¿Y qué tal el contraste cultural? Es Asia, tiene que ser más diferente que irse a París…

Es diferente; desde luego. Indonesia es un país que, si no me equivoco, el 90% son musulmanes y yo me encontré con gente súper respetuosa, amable, cercana, acogedora… En ningún momento ni me sentí observada o así, para nada. En cuanto a la educación pues te das cuenta de la suerte que tenemos. Sobre todo, de poder haber crecido profesionalmente porque la realidad que te encuentras es que la clase media no existe, y la clase alta es muy alta, muy desigual. Ves dos realidades completamente diferentes.

La adaptación al principio sí que fue un poco costosa. Pero creo que fue adaptación en cuanto a la ciudad no tanto con la cultura. Me encontré una ciudad completamente caótica, un tráfico horrible, cuando llueve se inunda todo y se paraliza la ciudad, no hay un horario como tal… Recuerdo el primer trabajo que tuve que llegaba tarde y yo estaba angustiada. Escribí a la persona con la que había quedado, “oye que voy a llegar tarde” y la respuesta “ah, no te preocupes…”. Claro, cuando llegué no había llegado nadie aún. Me considero una persona superpuntual y responsable y ahí pensé, “mira Inés tienes dos opciones o armarte de paciencia o hacerlo a su manera, porque no vas a aguantar”. Es otro ritmo de vida.

Con cada una de las experiencias has ido evolucionando, aprendiendo de ti misma… ¿Qué grandes aprendizajes te has llevado?

El mayor aprendizaje de todos ha sido conocerme más a mi misma. Entender dónde yo pensaba que estaban mis límites y ver dónde lo están realmente. Y luego, más adelante, estoy segura de que, si sigo forzando un poco esos límites que creía que tenía hasta ahora, dentro de un tiempo te diré, “pues los he superado; he ido un paso más allá”.

¿Qué cosas te han sorprendido de ti misma?

En general y como lema de vida siempre me lo digo. Somos más fuertes de lo que creemos. A mí, lo que me pasa es que cuando tengo una responsabilidad, cuentan conmigo y no doy lo que esperaban, me hacen algún reproche o un comentario así; tengo la necesidad de superarme. Digamos que es como un punto de orgullo que tengo, me reto a mi misma a conseguirlo.

Por lo general, me gustan los retos, ver en qué puedo mejorar, qué tengo que hacer para conseguirlo. Soy competitiva, y necesito estímulos, sacudirlo todo un poco. Volver a enfrentarme a mí misma. Es la forma de mantenerme un poco alerta y de volver a “reconectar conmigo”.


Sugerencia de presentación: Copenhague – Vetusta Morla
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Consultor de estrategia empresarial y Mentor de artistas. He trabajado en entornos altamente cambiantes y competitivos en el mundo de los negocios, y he visto lo mejor y lo peor del ser humano. He comprobado que el cómo se hagan las cosas es tanto o más importante que el fin en sí mismo; y que el llamado éxito sólo se da gracias a la libertad de mente y espíritu. Fan de Bunbury y coleccionista de relojes.

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