- Nombre: Joel Minguet (algunos también lo llaman Mingus)
- Ocupación: Actor, músico e inquieto en general
- Qué quería ser de mayor: Estrella del Rock and Roll
- Libro: Querido Salvador Querido Lorquito de Víctor Fernández
- Sugerencia de presentación: Pequeño Vals Vienés – Enrique Morente
En la primera parte de esta Conversation, Joel nos contaba cómo, después de un periodo muy intenso de trabajo, su cuerpo le hizo parar y tomarse un descanso. Esa pausa hizo posible que empezara a devorar la obra de Lorca así como lo que rodeó su vida.
Mientras estaba practicando ejercicios de estimulación de la creatividad, Joel decidió dejarse llevar y continuar su proceso creativo durante un viaje para conectar más con Lorca. No obstante, en lugar de irse a Granada, que hubiera sido lo obvio, se fue para el norte…
Volvamos al proceso de creación del espectáculo de Lorca. Ibas con la moto, decides irte para Marsella en lugar de Granada, ¿y qué pasó en ese viaje?
Sigo viajando, y me voy acercando más y más a Lorca. Sobre todo, en ese momento, tengo claro que me interesa mucho su persona y hago mucha inmersión en él y en su historia.
Al volver de Marsella sigo obsesionado por la persona; pero no tengo claro el resultado artístico del espectáculo. No sé si cogeré y haré una adaptación de La Casa de Bernarda Alba o cogeré un mix de diferentes obras como Yerma o Bodas de Sangre; si mezclaré poesía con algo de aspecto más teatral o si proyectaré esos dibujos maravillosos de Lorca… No tenía ni idea.
Fue entonces, en ese viaje de vuelta por la costa desde Francia que hago campamento base durante 3 semanas en Cadaqués y, de una forma muy natural, charlando con Margarita, una mujer de allí, me preguntó que qué estaba tramando. Claro, yo le respondí “pues mira, quiero hacer algo sobre Lorca y estoy aquí de paso, dejándome llevar desde Marsella mientras voy leyendo e investigando cosas” y va y me suelta, “¿¡no sabes la huella que dejó Lorca en Cadaqués!?”. ¡No tenía ni la más remota idea de lo que me estaba diciendo!
¡Las casualidades!
Totalmente. Y me explicó, ”Lorca y Dalí eran muy colegas. De hecho, ahí en la playa dónde esta la casa del padre de Dalí, hay una estatua hecha a Lorca”. Resulta que él hizo dos viajes a Cadaqués y para ilustrarme mejor, Margarita me habló de un libro titulado “Querido Salvador, Querido Lorquito” de Víctor Fernández, que recopila todas las cartas que se escribieron estos dos amigos.
Claro, con esta revelación, tuve que seguir ese hilo porque justo en esos días estaba algo bloqueado, pensaba “ufff, es que Lorca es inmenso, ¿de qué podría hablar de Lorca?”. La amistad con Dalí, la época en la que se conocen, dónde se conocen, la Residencia de Estudiantes. Esa época de juventud… “¡Claro!”. Y empecé a apretar por ahí.
«Y entonces, a partir de leer las cartas, todo fue cogiendo forma, que es el espectáculo a día de hoy.»
Además, dio la casualidad que en una “playlist” de poemas que me había hecho, los que fui seleccionando, no sé si porque eran de una etapa muy inteligible, o si me gustaban más por algo o qué; pero eran de 1919 al 1921, justo en esa época de la residencia. Los primeros años que está ahí, eh. Porque él está hasta el 27. De hecho, conoce a Dalí el 23.
Total, interesantes descubrimientos que en medio del proceso creativo son regalos. Y entonces, a partir de leer las cartas, todo fue cogiendo forma, que es el espectáculo a día de hoy. La dramaturgia tiene 4 lenguajes en los que hay un elemento principal digamos, una columna vertebral con 12 poemas. Luego están las cartas entre Dalí y Lorca e incluso una carta que Lorca le escribe a sus padres diciendo que irá esa semana santa del 25 a Cadaqués. Luego también están los anecdotarios que hacen de hilo conductor en la historia y que nos va llevando por la etapa de juventud en que nos vamos acercando al personaje, descubriendo a Lorca. Bueno, redescubriéndolo, porque ya está en el imaginario colectivo…
Claro, aunque son detalles que no todos sabemos.
Exacto son detalles que te acercan más a la persona y no tanto al personaje. En el espectáculo también hay un monólogo al principio y al final que, de alguna manera, le da un aire de recital por momentos. Me lo llevo a mi terreno y coge esa cosa más teatral. El espectáculo se mueve en esa etapa de juventud donde empatizas mucho con el personaje, pero hacemos la elipsis y con el monólogo y poemas finales, vivimos como lo asesinan.
Ese momento del espectáculo es muy potente, porque uno ha ido recibiendo información interesante, ha conectado con una vida, una persona. Vas teniendo ganas de más, quieres saber qué dice, qué piensa, qué quiere hacer en su vida y de repente… Se acabó. No hay más Lorca. Dejamos de saber de él.
Y todos sabemos que se lo cargan.
Sí, claro. Es eso, te enamora ese artista, ves su forma de pensar, de ver el mundo, sientes curiosidad por saber qué será de su trayectoria y ¡Boom! Se apagan las luces. No hay nada más. Todos nos quedamos sin Lorca y la tristeza de lo que podría haber sido.
Lo mataron con 38 años y ese monólogo final es como una bofetada sin mano. Y aunque todos sabemos que lo asesinaron, cuando llega ese momento, te afecta y te deja un silencio… De hecho, yo lo veo porque estoy actuando claro, pero no sé si te fijaste que en esta obra se crean unos silencios muy bestias. No solo en la actuación que viste (la acústica), esos silencios se han dado con estos más de 3 años, dos temporadas en Barcelona, una en el Teatro Romea y la otra en la Versus Glòries, y los otros muchísimos bolos que llevamos… Se habla mucho de los silencios que se crean. Nos podemos recrear y hacer volteretas en ellos porque realmente es muy espectacular, es esa sensación de contener el aliento y al final romperlo con esa bofetada sin mano.
¿Tú cómo los vives? Porque claro, tú ya has vivido muchos silencios con este espectáculo y otros en tu carrera profesional.
Siempre son nuevos Xavi, porque el público cada vez es diferente y uno no se deja de sorprender por eso. Yo no dejo de alucinar en el momento en que pasa, porque los silencios son mágicos en el teatro. Silencios que están llenos, que dicen cosas, son maravillosos. A mi me emocionan de una manera… Pero me los dais vosotros.
En este espectáculo no hay cuarta pared y vamos de la mano. Los vivo de una forma que me abrazo con ellos y me emociono. Está muy vivo. Realmente son silencios que laten. Yo es de las cosas que más destaco de la experiencia del Lorca, de cómo convive todo este material tan maravilloso de Lorca con esos silencios. Y es que siempre en el teatro oyes algo, toses, gente hablar, teléfonos, es normal aunque no debería. En ningún espectáculo que he hecho anteriormente ha tenido estos silencios. Nunca.
Me gustó mucho el juego de cambiar de guitarras e ir encendiendo y apagando velas.
Bueno, es el movimiento en escena. El hecho de levantarme dejar una guitarra e ir a por otra, el hecho de ir a apagar una vela o encenderla… Ese juego es el que da el movimiento y está hecho por eso. ¿Podría hacer el espectáculo con una sola guitarra? Sí. ¿Sería lo mismo? No, seguro que no.
«En el teatro nada es porque sí. Todo tiene que tener un motivo, sobre todo para ti»
Totalmente, le da mucho dinamismo. Lo que hablábamos del Bunbury, que es un showman, hay que jugar también con la puesta en escena que a veces es tan importante como el contenido…
Yo creo que está todo pensado en un espectáculo de Bunbury o en otros. En el teatro nada es porque sí. Todo tiene que tener un motivo, sobre todo para ti, no hace falta que lo expliques siempre; pero dentro de escena todo tiene un porqué. Si yo me levanto en un momento para encender una vela, tiene un motivo. Luego, está la cosa viva, evidentemente.
Eso te iba a decir, claro. Hasta qué punto en este espectáculo en particular tienes margen para improvisar.
Pues mira lo que es el texto, voy a la coma. De verdad. eh. Pero luego hay cosas vivas y bonitas, por ejemplo, cuando viniste había esa espectadora que en un momento dado le dio un ataque de tos, tuvo que salir corriendo y cuando acabé ese poema, yo pensé “oye, la esperamos” y lo compartí con vosotros. Se abrió el momento. Ella ya venía y le di mi propio vaso de agua. Son cosas que están vivas… O cuando se rompe el recipiente de vidrio por la temperatura de la vela, y de golpe lo integras en el espectáculo. Ya no es un accidente, lo sumas y es parte de la experiencia.
Otra cosa que me gustó mucho cuando te vi, fue que tenías a un amigo dibujando mientras tocabas. Fue maravilloso durante los silencios, que hasta oíamos como movía el lápiz al dibujar, añadía matices a esos silencios y a la experiencia en general.
Sí, es buenísimo como incluso el trazo del lápiz conjuga con el espectáculo y él creó unos cuantos dibujos. Ese día fue la primera vez que fusionamos el dibujo de Marc Torrecillas con Lorca y ya es el tercer espectáculo en el que hemos colaborado. El descubrimiento fue en unos ensayos de un primer espectáculo, más adelante estuvo en otro espectáculo y hubo como un enamoramiento porque él flipó mucho con nosotros y nosotros con lo que hacía espontáneamente, la velocidad, esa comunión… Ahí empezamos a hablar.
Como experiencia estuvo muy interesante. En mi caso pensé, “qué guay, cuando se acabe la función, iré corriendo a ver cómo han quedado”. Estás como alargando el espectáculo, ¿no?
Evidentemente. Este es otro formato como el que viste junto con el post-función, el “After-Lorca”, una cena de picoteo hecha por mí, que compro el mismo día la comida en La Boquería, me paso el día entre fogones mientras voy calentando la voz. Es luego, al acabar la función, ese momento para compartir la experiencia entre todos mientras cenamos. La gracia es esa, la experiencia y en este caso, buscar la fórmula en que el trabajo de Marc tenga su repercusión, puede encajar más en ese momento post-función.
La función dura una hora y cuarto, pero la experiencia acaba durando 3-4 horas perfectamente. Está muy bien, porque pasan cosas muy mágicas, de golpe se crean esas sinergias en que hablas o conoces a tal persona que vino a ver la función o al pastelero de tal lugar o al pintor… y de golpe se crea un ambiente muy bueno.
¡Yo acabé hablando de antropología e investigación sociológica! Jamás pensé que acabaría hablando de eso después de Lorca.
¡Claro! Exactamente, esa es la gracia, la experiencia que se crea en el formato de LORCA en casa.
Hablemos de Argentina. Estás a punto de ir, ¿habías estado alguna vez? Por lo que te conozco, creo que te gustará mucho.
No he estado nunca, y tengo cierta vinculación con Argentina. Concretamente, mi abuela nació en Mendoza; pero ella, de padre catalán y madre vasca, a los tres años vino para Catalunya. Luego tengo más relación con Argentina a través de amistades. Por ejemplo, mi directora de arte dramático Nancy Tuñón, es de allí o un gran amigo de la infancia, Santiago, que también es argentino, un colega desde la guardería. Claro, imagínate, todavía recuerdo esos asados que se hacían los fines de semana en una casa en el Montseny con mi familia y la suya, esa carne, el chimichurri, la alegría y todas esas cosas…
Ya luego, al inicio de mi trayectoria profesional aparece el Guillermo Ghio, un director de Buenos Aires que se convierte en mi mentor y con el que llevo más de 20 años haciendo todos los procesos creativos. Recuerdo la primera dirección que hice en 2006, “El don de arder, mujeres que están cambiando el mundo”, en que voló de Argentina para venir a hacerme la tutoría de dirección.
«Buf, ¡es que estoy muy emocionado! Se me presenta una experiencia vital por delante… ¡Una aventura!»
Ahora con todo esto, ya llevo tiempo hablando con él y le dije “Doc, creo que es el momento. Pero vendré con las guitarras y haremos la versión teatral e iré desconectado”. Y claro, él: “me parece maravillosos. Yo miro de armarlo”. Y ¡guau!, que Guillermo en ese momento tenía 3 direcciones en activo en Buenos Aires y quería armar mi viaje. Todo un honor. Es una persona extraordinaria, voy a Argentina bajo un ala muy chula. Y así fue, él ya empezó a organizarlo y cogió el rol de hacer la producción ejecutiva ahí en Argentina. Consiguió el teatro para hacer temporada en el Pan y Arte y empezó a contactar desde el casal de Cataluña al hotel Castelar que era el hotel donde vivió Lorca unos meses…
Guau Joel, es que todo el proceso de tu función y disco con Lorca es una historia muy bonita y encima ahora, si además puedes seguir los pasos que dio él…
Sí, ¿verdad? Es que además, Lorca dejó una huella muy importante en Buenos Aires. De hecho, Guillermo me decía “Joel, ¡aquí van a flipar con vos!” y luego, por otro lado, añadía “es que aquí dices Lorca y hay una cultura muy potente”. Buf, ¡es que estoy muy emocionado! Se me presenta una experiencia vital por delante… ¡Una aventura!
Esta entrevista se hizo muy poco antes de su viaje a Argentina, pero claro, hablándolo por WhatsApp y describiéndome el viaje como “la mejor experiencia de mi vida”, me vi en la obligación moral de añadir un extra sobre algo tan bonito:
Joel, ya ha pasado un año; pero… ¿Qué tal fue la experiencia en Buenos Aires?
¡Fue increíble desde el minuto 1!
A las 00h del 8 de enero estaba brindado con cava y tarta de chocolate, soplando las velas por mi aniversario, en el aeropuerto del Prat. Ya en el avión me sentía muy emocionado; pero no podía imaginarme que me encontraba al inicio de una de las mejores experiencias de mi vida. De hecho, el objetivo era no crearme expectativas, así uno no se decepciona y todo lo que viene, viene de regalo. ¡Y qué regalazo! Llegué a Ezeiza, el aeropuerto de Buenos Aires y Guillermo Ghio estaba allí esperándome. Desde el primer momento que pisé ese lugar sentí como que volvía a casa.
Las primeras sensaciones siempre tan certeras.
Una ciudad preciosa y harmónicamente caótica. Así la sentí solo aterrizar y así la sentí todo el tiempo, un equilibrio perfecto. ¡Que maravilla! Me sentía como un niño, viéndolo todo con los ojos grandes bien abiertos para captarlo todo y eso que durante el vuelo no dormí nada… Tal como subimos al coche fuimos directos a dejar las cosas, comimos en Caseros y de allí, directos a la primera nota (así le llaman a las entrevistas).
Marcos Mutuverría, que exquisitamente hizo la prensa del espectáculo (con más de 50 notas, críticas y anuncios), había organizado una primera entrevista con Silvina Friera de Página12. Luego me contó Guillermo que en Buenos Aires hay actores que se pasan años para tener una nota en Página12 y yo, recién aterrizado y sin dormir, estaba frente a Silvina Friera hablando durante más de dos horas sobre el espectáculo de LORCA. Esa mujer sabía tanto… No solo de Lorca, si no también de mí, por ejemplo, sabía que mi padre había sido representante de Paco Ibáñez. Me sentía entusiasmado. Luego apareció la fotógrafa de Pagina12 e hicimos la sesión de fotos.
¡Estoy pensando en la falta de sueño!
Si, sí. A esa nota, que duró más de dos horas, le siguió una segunda con el periodista Diego Gez de Tiempo Argentino. Otra fantástica charla que se espació por más de dos horas también. Al terminar Guille me dijo, son casi las 20h, sé que nos has dormido y que son muchas emociones; pero ¿te apetece conocer el teatro?
Me puedo imaginar las ganas que tendrías, ¡imposible negarse!
Me enseñó el teatro y con la emoción del lugar empezamos un ensayo que duró hasta la una y media de la madrugada. Después, fuimos a cenar y estuvimos hablando hasta las cuatro de la puesta en escena y riéndonos del jetlag. Al día siguiente, empezábamos las pruebas de luces a las nueve de la mañana y por la tarde ensayo general. Fue todo un placer. ¡Que maravilla de equipo capitaneado por Guillermo! Al día siguiente, viernes 10, estrenamos, con las entradas agotadas, igual que al día siguiente y al otro y al otro…
5 días después del estreno nos dicen que tenemos todas las entradas vendidas hasta final de enero y nos proponen seguir también el mes de febrero. A lo que dijimos sí encantadísimos y seguimos agotando todas las entradas hasta la última función de la prórroga. Esto no me había pasado en la vida Xavi, ¡agotamos todas las entradas de la primera a la última función!
«Todo fue muy intenso y muy fluido. ¡Me sentí una estrella del rock!»
Qué maravilla.
El público y la prensa nos abrieron sus brazos. Fue increíble, y más cuando supimos que en el mes de febrero el teatro cerraba por vacaciones, pero decidieron no hacerlo y prorrogar ese mes más de funciones, Guillermo también suspendió sus vacaciones… Estábamos tan eufóricos a mediados de febrero que nos propusieron hacer marzo también; pero eso ya no podía ser porque teníamos funciones cerradas ese mes ya en Cataluña.
Y mira como es el destino… Si hubiéramos hecho marzo, me hubiera sorprendido la pandemia en Buenos Aires. Todo fue muy intenso y muy fluido. ¡Me sentí una estrella del rock!
[Risas]
Es que el trato de la gente, el público, el equipo, el teatro… Conocí gente increíble, gente maravillosa, gente de corazón inflamado y generoso. Me llevaron al Hotel Castelar, hotel donde vivió Lorca durante sus 6 meses en Buenos Aires. Fue en la habitación 704 de la planta séptima, y lo han hecho museo y se puede visitar. Y fíjate, eh. Es para estar eternamente agradecido. Por esas fechas estaba cerrada al público; pero nos trataron de maravilla y la abrieron para nosotros.
Cuántos regalos, experiencias que no tienen precio, ¿no?
Claro, son esos detalles. Y es así como descubrí la ciudad, el teatro, las milongas, la Feria de San Telmo, el Tigre, sus librerías como El gato escaldado, la heladería El Fundador, la pizzería Gerrín o las Cuartetas en calle Corrientes… Y por increíble que me resulte, ahora formo parte de la compañía teatral PIE de Buenos Aires. Con ellos teníamos que ir a finales de marzo y abril a Egipto, a un festival internacional de teatro que se suspendió a causa de la pandemia. Pero ellos han hecho las visuales que ahora se proyectan en el espectáculo LORCA.
Aún me parece un sueño todo lo vivido en Buenos Aires, la certeza de pertenecer a esa tierra lejana de la otra orilla y amarla incondicionalmente. Allí dejé una familia, Guille, Dany, Susi, Tere, Sebi, Ale, el Indio, Mark, Dami, Carlitos, Marcos, Lilian, Sofi, Maria Marta… y así, más de treinta personas que vinieron a celebrar la fiesta de despedida que organizaron antes de tomar el avión de regreso a Barcelona el martes 25 de febrero.
Mi experiencia en Buenos Aires, una de las mejores de mi vida, sin ninguna duda. Sería la mejor, si no fuera porque creo firmemente que la mejor está todavía por llegar. Mi deseo hoy, poder regresar.