- Nombre: Joel Minguet (algunos también lo llaman Mingus)
- Ocupación: Actor, músico e inquieto en general
- Qué quería ser de mayor: Estrella del Rock and Roll
- Libro: Querido Salvador Querido Lorquito de Víctor Fernández
- Sugerencia de presentación: Normalmente recomendaría Bruce Springsteen que le ha marcado mucho su vida; pero Pequeño Vals Vienés – Enrique Morente: La letra es Lorca, la música es Leonard Cohen* y la gran interpretación de Morente. ¿Qué más se puede pedir?
*Mención especial a Cohen recogiendo el Príncipe de Asturias, ¡ojo al speech!
La pandemia nos ha trastocado muchos planes, había cosas que tenían que suceder y no sucedieron, había otras que estaban en un lugar y luego no estaban. Bueno, a mí me sorprendió la pandemia en otra ciudad y no pude recuperar un disco duro donde tenía esta entrevista a un artista con todas sus letras; pero eso no impide compartir ese espectacular viaje de la mano de Joel Minguet.
Me hace especial ilusión esta entrevista. Podrá sonar a desfasada ya que se hizo justo antes del covid-19; no obstante, me parece que es un ejemplo perfecto de alguien que lucha por sacar adelante un sueño, que emprende un viaje mágico hasta la creación de una obra de arte, y aún más, al tratarse de Federico García Lorca: LORCA.
Fue todo muy rápido. Fui a ver su espectáculo en versión acústica con mi gran amigo Dani, al día siguiente entrevista y justo después, se iba a Argentina con este espectáculo. Actualmente, Joel ya está de vuelta y está, como tantos otros artistas y creadores, batallando para poder dar un espectáculo sin trabas.
—
¿Cómo empezó todo este viaje con Lorca? Tanto el espectáculo como el disco. Tenías ganas de hacer algo especialmente de Lorca o…
Que va, yo venía de una etapa muy intensa de curro. Me sobrexploté de trabajo. En ese año hice 5 espectáculos teatrales junto con el rodaje de una película, Lone Wolves. Trabajo que, por cierto, ganamos mejor película y mejor actor en los Golden Film Awards. Está muy guay, porque fue un periodo muy intenso y te ayuda a valorarlo.
Total, que ese ritmo y estrés frenético me provocó una psoriasis que me explosionó de cintura para arriba. Fue algo muy bestia.
La sabiduría del cuerpo. Tú puedes aguantar, pero cuando el cuerpo te dice basta… Te para de golpe y lo hace por algo, claro.
Así es. Pues me presentaron a Cathy Soual, que siempre digo que es como mi brujita. Ella está en Cadaqués (en la Costa Brava), se dedica a terapias naturales y la verdad, hace magia. Cuando caí en sus manos, hacía 3 noches que no dormía del picor que tenía. En una semana me lo quitó todo, ya no tenía nada de nada. Ojo, que de cintura para arriba estaba inflamado y todo, eh. Pues magia. En una semana se fue todo gracias a un tratamiento que hace ella con minerales y una cera hecha a base de hierbas. Es muy buena. De esto hace más de 5 años ya…
Entiendo que paraste por un momento en el que necesitabas comprender qué te estaba pasando, ¿no?
Bueno, acabé la última función y ahí decidí parar por un tiempo indefinido. Me había sobresaturado. Por aquel entones yo vivía en un barco en el puerto de Barcelona. Y durante el primer mes no hacía mucha cosa, me despertaba por la mañana, veía como salía el sol y veía como se ponía al atardecer. Eso era todo.
Ese mes de pausa me permitió volver a conectar conmigo mismo; no obstante, al cabo de unas semanas, me empezó a aparecer la necesidad de hacer cosas, de trabajar en algo, y fue así como acabé haciendo algo sobre Lorca. Fue casi sin querer.
Mi relación con este autor tampoco había sido gran cosa, eh. Con 20 y pocos años había hecho un curso sobre Poeta en Nueva York; pero ese había sido todo el contacto que había tenido con Federico. Que a ver, ese curso fue brutal para mí, todo un descubrimiento. Me impresionó mucho su imaginario, su simbolismo y me flipó mucho su persona; pero ya, hasta ahí. Después, con el paso de los años, el contacto que yo he tenido con Lorca ha sido el que puede tener cualquiera.
Y no sé, fue en ese momento, de pausa, de querer hacer cosas, que tuve la necesidad de profundizar, de meterme de lleno, de acercarme al personaje.
Estamos hablando de enero del 2016. ¿Y cómo fue eso? ¿Te pusiste a leer de todo para pasar el tiempo y acabaste con Lorca como podrías haber acabado en otro autor?
Bueno, en ese momento empiezo a leer Lorca y empiezo a hacer inmersión en él desde el gusto por el gusto. Todo esto, además, fue en un momento mío de introspección. Paralelamente a leer Lorca, un muy buen amigo actor, Carlus Fábrega va y me dijo, “Joel tu deberías hacer El Camino del Artista de Julia Cameron. ¡Lo estás pidiendo a gritos! Es un potenciador creativo, ¡te lo recomiendo mucho!” De hecho, al cabo de unos días se presentó con el libro, directamente.
El libro es un curso de 3 meses en el que semana a semana te va planteando una serie de tareas y ejercicios maravillosos como lo de las páginas matutinas o la cita con el artista. Que son como las dos tareas que ya me acompañarán toda la vida.
«Es un proceso creativo como proceso evolutivo. Sin fechas marcadas. Al inicio, eh. Luego sí, luego es necesario ir poniendo fechas e ir alcanzando metas.»
Está muy bien, yo se lo recomiendo a todo aquél que veo bloqueado o que veo buscando hacer cosas nuevas. ¿Lo sigues aplicando?
Las matutinas, a épocas. En la temporada del Lorca en la Sala Versus, las hice porque necesitaba ordenarme. Las páginas matutinas me ordenaban mucho. Desde que me dio el libro, lo hice de febrero a mayo, acabé el curso/libro y puede que estuviera 6-7 meses más haciendo las matutinas. Luego paré y las volví a hacer a temporadas. Posiblemente ahora cuando vaya a Argentina las recuperaré. Es un ejercicio muy saludable. Y claro, ese momento coincidió con que tenía a Lorca dando vueltas por mi cabeza…
Entonces, fue un día, cuando llevaba un mes haciendo los ejercicios que me vino una idea: “Esto que estoy haciendo aquí, lo puedo hacer en cualquier otro lugar, nada me ata”. Eran las 6 de la mañana, yo estaba en la dinette del barco, que es como el comedor, mientras estaba escribiendo rodeado de libros de Lorca. No hice nada más durante esos meses, El Camino del Artista e ir viendo cosas de Lorca: teatro, poesía, dibujos, y también varios libros biográficos. Por ejemplo, estaba muy centrado con Ian Gibson, que es quizás uno de sus mejores biógrafos.
¿Qué tenías, como la necesidad de entenderlo mejor?
Más que eso, tenía la necesidad de acercarme, de sumergirme, de hacer inmersión en él. Me interesó mucho su persona. Lorca es el poderoso encantador por un lado y el noble Federico de la tristeza, por otro. Y a la que te vas sumergiendo ves muchos más prismas sobre él. ¿Es poliédrico? No sé, es más incluso, creo que es mucho más. Ahora mismo, por ejemplo, después de más de 3 años de estar conviviendo de su mano y de este espectáculo, estoy profundamente enamorado de Lorca. Y en ese momento me interesaba mucho la persona, y quería hacer algo, solo que no sabía qué. Me fui acercando a Lorca sin prisas, de forma natural.
Querías hacer algo, pero sin presión, sabías que aparecería algo tarde o temprano…
Claro, claro, proceso creativo como proceso evolutivo. Sin fechas marcadas. En ese momento, del inicio, eh. Luego sí, luego es necesario ir poniendo fechas e ir alcanzando metas. Pero en ese momento, cuando pensé que podía hacer eso en cualquier lugar… Pues ese mismo día que me vino la idea, a la 1 del mediodía ya tenía la moto cargada con la guitarra, el petate y todo el material del Lorca.
Lo lógico, a toro pasado, hubiera sido bajar hacía Granada, ¿a la tierra que vio nacer a Lorca, no? Pues no, en lugar de eso, empecé un viaje diferente y me fui para el norte. Yo iba leyendo Lorca, leyendo su poesía. De hecho, empecé a crearme como un listado de aquello que me daba gusto leer una y otra vez. E incluso, yendo por la autopista pensé “yo nunca me he hecho un tatuaje, tengo un buen amigo, Quim Gasparín (Pau es el pueblo), que es tatuador ¿y si me tatuó Lorca?”. Y sin pensarlo, pasé por su estudio, me hizo el tatuaje y continué el viaje hasta Marsella. Dejándome llevar por la intuición. Nada que ver con Granada.
[Risas]
Me hace mucha gracia, parece una obsesión, pero también se ve como muy natural.
Es una obsesión.
Pero como una obsesión bien llevada, ¿no?
Sí, sí, claro.
Hasta el punto de tatuarte Lorca… Pero tal como lo comentas parece como si nada…
Sí, también creo que la gracia en todo esto es ir priorizando las cosas. Todo tiene su lugar y medida; pero sí, evidentemente se convierte en una obsesión, una obsesión sana. Creo que cualquier proceso creativo empieza con una obsesión.
Recuerdo cuando hice el disco con Jordi Musquera y Markos Bayón que, en esa época, la obsesión era el motor de irme acercando de una forma muy natural a algo más concreto y tangible. Musquera me decía, “tenemos que hacer el disco, porque lo que estás haciendo tiene algo muy auténtico, es muy personal…”. La curiosidad es como un valor que se tiene que potenciar y eso es parte de la obsesión, ¿no?
Me permitirás hacer una mención especial a Musquera y a Bayón. Yo no había hecho nunca un disco, ni se me había pasado nunca en mi puñetera vida hacer un disco, la verdad. Toco la guitarra desde los 8 años, a mí me gustaba mucho la música, soñaba con tocar; pero…
Sé que nos vamos de la historia, pero estas cosas son interesantes para entender la vida de alguien. Cuenta, cuenta, ¿Cómo fue esa pasión? De hecho, una de las preguntas del perfil que completaremos al final es qué querías ser de mayor.
¡Estrella del Rock!. Yo quería ser James Dean, por ejemplo. Tuve mis bandas de música de adolescente, claro; pero ahí se quedó. Con 18 años, al ser un chico muy movido y para tenerme controlado, mi madre me dijo “oye, ¿no querrías hacer teatro? Me he enterado que por aquí hay una compañía de teatro…”. Y pensé… “meeh”. Yo es que no tenía ni idea de teatro, si hubiera dicho la palabra “cine” quizás hubiera ido con los ojos cerrados; pero teatro… Y mira, al final fui a probar hacer teatro un día por curiosidad y de ahí… ¡toda una vida!
La música, que era el motor en la adolescencia y que me hacía soñar, se transformó en el teatro y este ha acabado siendo mi manera de entender la vida.
Es curiosa la vida, es así de bonita. Te hace estos regalos. Música, teatro y ahora mismo, con Lorca, fusiono mi oficio de interpretación con mi afición por la música.
Creo que es una buena mezcla. Me haces pensar en Enrique Bunbury, muchos critican su forma de cantar como muy teatralizado; pero luego, cuando profundizas en su estilo, puedes apreciar que gracias a que le añade interpretación, puede llegar más lejos y es capaz de hacer cosas brutales.
Al final es la herramienta que cada uno encuentra en su camino. Bunbury para mí es un monstruo, es un showman. Recuerdo una gira circense que hizo… Qué maravilla. Cómo juega. Es una bestia escénica, aparte de un musicazo y un letrista de cojones. No sé los procesos creativos, supongo que Bunbury habrá tenido muchas obsesiones. Pero son obsesiones que de alguna forma también te sanan…
Él la tuvo con América. Indagó mucho en la música popular americana. Suele decir que cuando pisó México por primera vez, sintió que “volvía” a casa.
Es que viajar… A mí me tiene muy ilusionado mi próximo viaje a Buenos Aires, porque viajar de alguna manera nos abre la mente, nos hace salir de nuestra zona de confort. Es curioso, qué contradicción. Dicen que cuando vibramos más fuerte, cuando somos capaces de expresar de una forma más potente, es cuando salimos de nuestra zona de confort; y en cambio, nos pasamos la vida construyendo en esa zona de confort. Esas contradicciones que nos humanizan tanto, ¿verdad?
«Cuando vibramos más fuerte, cuando somos capaces de expresar de una forma más potente, es cuando salimos de nuestra zona de confort»
Claro, es un tira y afloja, la motivación y la curiosidad te empujan fuera; pero el miedo y la seguridad te hace quedarte para no exponerte. La motivación y el miedo como motores de vida.
Tienen que convivir, que una no se coma la otra, claro. Aquí encontramos el equilibrio o un cierto equilibrio. La creación del disco fue como 4 meses; pero mi pareja, que me apoyó mucho durante esos meses, me dijo “¡menos mal! ¡Al fin se ha acabado el proceso creativo del disco!” y yo “no, no, ¡ahora empieza el proceso del diseño!”.
[Risas]
Fue mucho menos doloroso, eh. Pero cuando digo doloroso, me refiero a un dolor agradable, aunque en este caso el proceso creativo fue menos sufrido, porque Musquera lo hizo fluir. Lo teníamos ya muy impregnado precisamente por el trabajo de los meses previos con Markos Bayón.
Claro, la primera parte costaba más porque era crear de cero y sacar de dentro algo que no tienes identificado; pero lo siguiente está más claro, ya sabes lo que quieres y dónde quieres ir.
Viví 4 meses enganchado a unos auriculares. Iba con los cascos puestos a todas partes. De hecho, involuntariamente me provoqué una otitis galopante… Es que a las 4 o 5 de la madrugada me podrías encontrar ya con ellos puestos o con la guitarra. Fueron meses de dormir poco y claro, toda esa implicación en los detalles se nota. Y más con la mano de Markos que es un duendecillo y un musicazo muy bestia. Me supo leer muy bien igual que Joan-Anton Blancher con el diseño de luces. Nos complicamos la vida; pero luego tiene su fruto y un resultado que dices ¡bien! ¡Rock&Roll! La vida mola vivirla justo por estos momentos.
Volvamos al proceso de creación del espectáculo de Lorca. Ibas con la moto, decides irte para Marsella en lugar de Granada, ¿y qué pasó en ese viaje?
Pues es muy interesante porque…
———————-CONTINUARÁ———————-
¡No te pierdas la segunda parte de la entrevista la semana que viene!