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Lucía Mbomio: «Básicamente, escucha. Y calla un rato».

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Nombre: Lucía Mbomio
Qué quería ser de mayor: periodista
Ocupación actual: periodista y activista
Una frase: «Hasta que los leones no cuenten sus historias, los cazadores seguirán contando sus historias de caza»


El día internacional contra la discriminación racial está cerca del día internacional de la mujer; exactamente, a 13 días de distancia. Una parte de la población mundial sabe lo que es sufrir machismo; otra, lo que es sufrir racismo. Y una parte sabe lo que es sufrir los dos. Y esa parte se enfrenta, además de a esos dos ataques causantes de fatiga y resentimiento, a la incomprensión. Lucía Mbomio es, además de periodista, activista. Y desde este papel, tiene el poder de ser una voz representativa de una realidad que te abre la mente sin necesidad de viajar fuera de tu país.

¿A qué se enfrenta una activista que es mujer negra en un año como 2019?

Bueno, al final tendemos a mirar lo que pasa fuera, y es cierto que hay luchas comunes (para quien no quiera usar una palabra más belicista, que la sustituya por “trabajo”); pero también, que tenemos circunstancias específicas que son las que marcan parte de nuestra agenda como mujeres feministas afro en el Estado español.

Teniendo en cuenta que hay partidos como VOX —ojo, que VOX existe antes de que existiera VOX, como digo mucho en Instagram—, que tienen opción de entrar en el parlamento español, es algo que nos afecta directamente como mujeres racializadas. Hay gente  que dice “tú no eres migrante, contigo no va”, como si el no serlo me impidiera estar en contra de las políticas regresivas migratorias (por no hablar de que la mitad de mi familia sí lo es). Incluso, como periodista, me toca: VOX ha impedido la entrada a sus mítines de varios medios de comunicación. Y, por supuesto, como mujer, me preocupa que se puedan desandar trechos de un camino que ha costado mucho transitar y allanar (gracias a la labor  que otras hicieron antes).

Pero VOX no es el centro del mundo; antes de su irrupción, nuestras problemáticas ya existían porque, en nuestro caso, el racismo lo cubre todo. Nos condiciona en el ámbito laboral, o en la lectura que otras personas (mujeres también, incluso mujeres que se consideran feministas) hacen de nosotras. La mayoría nos hemos sentido más atacadas por negras que por mujeres; lo que sucede es que somos las dos cosas, como algo indivisible. Eso nos condiciona hasta el punto de que para muchas personas ni tan siquiera existimos, somos invisibles y nuestras capas de invisibilidad se vuelven más opacas a medida que le sumamos opresiones (identidad sexual, orientación, situación administrativa…).

Hemos pasado el 8M hace muy poco. Pero parece que no todas las mujeres se sienten identificadas con el 8M que sale en los medios.

Así es. Cuando en el 8M dicen “marchamos por todas”, está bien que se diga eso y que haya una intención real detrás. Pero para que eso fuera cierto, tendrían no que caber nuestras reivindicaciones, sino también conocerse. ¿Acaso las conocen? ¿Acaso saben cómo se manifiesta el racismo a diario en según qué cuerpos? En ese sentido, admito que es genial que buena parte del movimiento feminista haya condenado la ley de extranjería y se haya posicionado en contra de los CIES. Ahora bien, incluso sin estar perjudicadas por la ley de extranjería, nuestras vidas son distintas y nuestras luchas también lo son.

Prueba de ello es que se tiende a catalogar a una persona para posiciones de servidumbre o entretenimiento solo por ser negra, y ser mujer.

Es que es muy fuerte. Yo he llegado a un acto para presentar y me han dicho “es por allá”, señalándome el lugar en el que están los artículos de limpieza. Por supuesto, no pasa nada por ser la mujer que limpia, el problema es que solo se nos contemple en el interior de ciertos marcos, que nos encierren en unas ideas, oficios, labores y formas.

Y luego está el tema de la instrumentalización, que pasen de ti todo el año y en fechas señaladas, corriendo, te llamen a última hora porque necesitan poner a una negra en sus actos y contar con una opinión que han ignorado el resto del año.

Para la foto y para no quedar mal.

Claro. Si quieren que en el 8M, es fundamental que no se diseñe un 8M en el que sintamos que nos han dejado entrar, sino pensar un 8M de manera conjunta y eso no se puede hacer corriendo. Hace falta tiempo.

Sí, para que tú quedes bien y no quedes como “Ay, que no se vea que soy racista”, es interés para la foto rápida. Yo tengo la sensación de que a día de hoy la lucha es contra la regresión. 

Totalmente.

Un ejemplo lo tenemos con el anuncio de Colacao del año pasado que fue tan polémico. Y patético.

El de Colacao Shake. Colacao… un clásico. Pusimos en marcha una campaña que hizo bastante ruido mediático. Pese a todo, el éxito real no es que lo cubra la prensa sino que los anuncios racistas dejen de existir, mientras eso no suceda…

En 2018, ya cansa.

Por eso digo que aún queda muchísimo. Sin embargo, sí debo admitir que yo, que doy charlas sobre medios de comunicación y representación de las personas negras,  noto ciertos cambios en cómo se recibe. Al principio, había gente que se enfadaba; en la actualidad, cada vez más asistentes asienten, en lugar de resoplar.

Lo que peor llevo, no obstante, es que no sé hasta qué punto esas charlas son transformadoras, puesto que últimamente, siento que las imparto en espacios donde las y los receptores ya están convencidos: o no tienen posibilidad de cambiar las cosas porque no son periodistas —que son quienes trabajan en medios de comunicación y quienes, por tanto, podrían modificar una forma de informar que nos convierte en otredad estigmatizada y estereotipada, por ser altavoces de sus prejuicios.

 

«Si quieres que construyamos un 8M,
comencemos a hablar a partir del 9 de marzo»

 

 

En infinidad de ocasiones siento (y sé) que hay profesionales que hablan de colectivos con los que no se han relacionado en su vida, desde distancias estratosféricas y con un desconocimiento ominoso que se traduce en discursos masivos que parten de estereotipos.

De verdad, hay personas que a veces nos hacen preguntas que yo solo formularía a marcianos. Mis amigas blancas de toda la vida no me hacen las cuestiones surrealistas que he escuchado más de una vez por parte de personas adultas, quizá, porque no ha hecho falta hablar, estaban conmigo cuando me negaban el acceso a los locales de ocio o cuando algún tipo me hipersexualizaba.

Sí, como decía Michael Moore en su libro Estúpidos hombres blancos, todo el mundo dice “tengo un amigo negro”, pero ¿realmente es tu amigo? ¿Hablas con él, convive contigo, le hablas de tus cosas? Porque eso es realmente la amistad. La conclusión fue que la gente no tenía realmente amigos negros.

Es que la gente realmente no tiene amigos negros, aunque no basta con eso. Recordemos que mucha gente también se vale de eso para usarlo como excusa y no cuestionarse cuando le llaman racista o le afean actitudes que lo son.

Una pena. Desde tu perspectiva, ¿qué le recomiendas una mujer negra, y qué le recomiendas a un hombre blanco?

No me gustaría incurrir en esencialismos. Hace poco leí a alguien que señalaba “Yo lo que veo es que el feminismo negro está ligado al pelo”. Con toda la buena voluntad del mundo, supongo, pero no se había enterado de nada. Yo nunca he puesto el pelo en el centro; mi pelo siempre iba conmigo al igual que mi piel, y entraba conmigo en determinados espacios. Luego sí lo he pensado y he dicho “Nunca me lo he alisado”, y eso ha sido un ejercicio de resistencia sin saberlo. Pero creer que la máxima lucha denota que no se ha entendido nada. Hay millones de cosas por las que pasamos y el contexto pesa un montón. Consejo para mujer negra… Si para ti este es un tema que te ocupa y se preocupa, busca espacios de encuentro. En medios de comunicación afro feministas, todo eso es importante porque para las personas que hemos crecido completamente huérfanas de referencias es importante poder encontrarnos y poder abrazarnos y celebrarnos. A través de lo virtual y a través de lo físico. Entonces ese sería mi único consejo. Entiendo que cada contexto marca; cada espacio es un mundo. Y que leamos y que contemos nuestras propias historias. 

Y ver que no era mentira lo que vivías. Encontrarte con otras personas negras es otra forma de decir «A mí también me ha pasado».

Un Me Too. Y qué se le puede decir a un hombre blanco…

Básicamente «Escucha. Y calla un rato». Hay muchos espacios para escuchar.


Foto: Sara Martín López

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Soy Esther Bolekia, ingeniera de Caminos amante de los trenes y del progreso social que traen. Durante los últimos diez años he sido escritora a tiempo parcial de artículos apasionados por las dinámicas humanas que analizan las leyes no escritas del mundo personal y corporativo. Hoy dirijo Dévé, donde también escribo sobre vida y trabajo, liderazgo, sociología y estilo de vida. Mi forma de escribir se ha descrito como empática, fresca, asertiva y mordaz. Seguramente porque creo que la literatura nunca debería confundirse con mero entretenimiento inocente. Fundé la revista Dévé porque quiero —junto a quien se une a la causa— descubrir las soluciones reales al sufrimiento en el trabajo y lo que hace que disfrutemos de la vida de veras. Escribo para quien desea saber lo que ni los padres, ni la escuela, ni internet enseña sobre el arte de manejarse con maestría en vida y carrera. Por eso arriesgo y voy a las causas y las relaciones entre ellas en los análisis profundos que hago. A menudo me mancho las manos de barro, para llegar adonde nadie más se atreve. La verdad nos hará libres.

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