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Marta Pazos, directora de Othello: «Tenía que ser así de crudo y de ácido, porque eso pasa en la calle»

Foto de Sadurní Vergés

Me considero una mujer agradecida por dos cosas: la primera, sacarle partido a estar enganchada a Instagram. Fue cotilleando stories que vi al actor Chumo Mata anunciar que iba a actuar en el Teatro de la Abadía de Madrid interpretando a Othello. A Chumo Mata le vi yo (y tú también, seguramente) en internet, pero en ese momento era el rey Baltasar al que se le puso cara de terror y se hizo viral. Y será épico para siempre. Uno de los primeros Baltasares negros negros, por cierto.

No, yo tampoco sé qué vio. 

La segunda razón es por haber actuado rápido y dirigirme al teatro a ver esta interpretación de esta obra de Shakespeare. Qué fortuna la mía haber podido después conocer a Chumo Mata en persona y entrevistarle brevemente (la entrevista está en mi instagram), y poco tiempo después, poder tener a la directora de esta obra, Marta Pazos, concediéndome algo de su tiempo para hablar de cómo se logró crear esta obra tan audaz, cómo dirigió al equipo de actores en temas de gran carga emocional y cómo llevó todo el proceso.

Entrevista a Marta Pazos, directora de Othello.
Obra en el Teatro de la Abadía de Madrid, hasta el 6 de junio

Me sorprendió el hecho de que alguien se atreviera, en una sociedad que está tendiendo a lo políticamente correcto, a decir las cosas como son, y como la gente las dice en realidad…

Eso era una cosa que nos generó conflicto a nosotros como artistas, pero nos parecía que tenía que ser así de crudo y de ácido, porque eso pasa en la calle. Entonces, queríamos decirlo desde todo el respeto de nuestra blanquitud también. Pero nos ayudó muchísimo Chumo Mata, que fue un amor, con él trabajamos muchísimo. Con él hacíamos las primeras lecturas del texto, hablábamos sobre cómo se iban a recibir las cosas.  Hubo mucho cuidado, porque sabíamos que estábamos con esto entre manos, y era un material inflamable…

¡Sí, exacto! Es un material sensible. Yo decía “esta obra no remueve a blancos y a negros por igual, sino que remueve de distinta manera”. Una cosa que se me viene a la cabeza: a la hora de gestionar el equipo, ¿cómo pudiste gestionar la sensibilidad de la gente con un guión así de duro?

Lo que hice fue ir muy poco a poco. Yo no les entregué el texto total; los actores no lo sabían. Lo iba entregando igual que como lo vería el público. Los actores no sabían lo que iba a pasar en la escena siguiente. No sabían cómo lo había escrito Fernando Epelde (que es el dramaturgo que ha hecho la versión) con las ideas que tenía, esa percepción desde la mirada femenina, de Desdémona, y también con este cuestionamiento de nosotros mismos. Entonces pasaban cosas en la mesa muy fuertes. Por ejemplo, empezábamos a leer y de repente pues con las bromas más racistas había algo que los blancos que estábamos en la mesa nos reíamos automáticamente. ¡Y es terrible! Porque nosotros no nos queríamos reír. Eso nos hacía hablar de la sociedad en la que estamos, porque había un actor negro en la mesa que lo veía de otra manera. Eso era un reflejo absoluto de lo que pasa en la platea también. Hay gente que se ríe y no se quiere reír, y entonces este mecanismo de controversia entre lo que tú has mamado, sobre todo, en este tipo de cosas que están tan contextualizadas en los años 80 y principios de los 90… para que percibamos hasta qué punto está colonizada nuestra cabeza. 

Era muy importante para mí no ser políticamente correcta. Era comprender también, ¿por qué ese hombre llega a matarla? ¿Por qué ese ataque a lo diferente?

(Othello y Yago en una escena de la obra. Crédito: Estrella Melero)

Es que también uno de los debates que hay ahora es el de la libertad de expresión. Me recuerdas a lo que dijo una vez la canciller alemana, Angela Merkel, a los que se quejaban de que “ya no hay libertad de expresión, ”. No es que ahora no se pueda decir nada, es que ahora se están escuchando otras voces que hasta ahora no se podían escuchar. Y están diciendo cosas que te están incomodando y te están llevando la contraria”

Sí, se están escuchando las voces de las minorías, de lo diferente, las voces sacrificadas. Por eso el simbolismo de los megáfonos: “Ahora vais a escuchar nuestra voz, aunque sea una voz que no queráis escuchar”. Porque os está hablando de vosotros. Esta es una oportunidad fabulosa para incentivar un cambio en las personas.

Otra cosa que me atrajo es que pusieras en evidencia la masculinidad frágil en Othello, el discurso maravilloso de Emilia. Hay reacciones que vienen desde el ego masculino, y el hombre reacciona sin pensar que es el ego suyo, no por nada racional… ¿cómo ha sido la reacción del público?

Ha sido muy plural. Había una cosa por la que estábamos expectantes. Nos preguntábamos cómo iba a ser recibida por el público negro, porque este tema es inflamable. Cuando tú dejas tu obra en el escenario, cobra vida propia, la completan los ojos del espectador. ¡Y estamos recibiendo tanto cariño! Se ha recibido muy bien esta irreverencia. También hay público más ortodoxo al que no le ha gustado nada. Esto provoca muchas reacciones diferentes en el público, provoca debate, la gente se queda en el jardín hablando, y eso es maravilloso.  Los temas trascienden..

Es verdad, la cosa trasciende, así que no se queda en un mero entretenimiento, sino que remueve y permite plantearse cómo una persona ha estado pensando todo el tiempo.

Nuestro tipo de teatro es así. No solo conectamos con la intelectualidad, sino que también con la psique y con la emoción. Este Othello de aquí es más sensible, incluso más joven que el tradicional. Queríamos presentar a un Othello de hoy, y hay un colectivo de hombres que quieren reformular su masculinidad… también esto era una forma de abrirnos a un nuevo pensamiento.

Las conversaciones tienen su efecto, pero la comunicación va más allá de eso. A través del teatro, que el teatro es un arte, conseguimos conectar con el aspecto emocional de las decisiones que tomamos.

Para mí era importante no contar esta historia desde el privilegio. El liderazgo es un lugar de privilegio. Cómo podemos también detonar desde ahí sistemas incrustados en nosotros que son reproducciones de situaciones relacionadas con lo tiránico o el sistema heteropatriarcal que queremos desterrar. Sobre todo es importante el cómo. El cómo se hace. El proceso de Othello ha estado hecho así: respetando los procesos, como a nosotros, que estaba removiéndonos mucho por dentro.

Hombre, también creo que es cuestión de fortaleza interior, o de conocimiento interno, o de tener esa voluntad de confiar en el proceso, ¿no? Son tres cosas diferentes, cada uno se posiciona según vea. Para permitirse ser removido y no reaccionar desde decir “Yo me voy de aquí porque me han removido”

Justo. Y eso es algo más femenino también, de acoger, frente al pensamiento más masculino, que es de penetrar. Yo creo que es una forma de hacerlo también, de manera radical.

Fotos: Estrella Melero  Escena de Othello. Crédito: Estrella Melero

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Creo que nada es difícil si sabes hacerlo. Soy Esther, ingeniera de Caminos amante de los trenes y del progreso social que traen. Dirijo Dévé, donde edito y escribo sobre estrategia, liderazgo y dinámica social; pilares del desempeño pro y perso. La verdad —simple, directa y clara— te hace libre.

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