- Nombre: Mónica Gallego (Nuwanda)
- Ocupación: Todo es un espejo en el que ella se ve reflejada. Lo que le gusta es crear y contar historias. Cumple sus sueños siendo desde periodista hasta poeta.
- Qué quería ser de mayor: Justo lo que es ahora. Desde los 9 años quiso ser periodista. Nunca se desvió de ese camino, siempre quiso contar historias.
- Libro: Nos dice dos, el que recomienda “El principito” de Antoine de Saint-Exupéry y el que está leyendo ahora “Las escuelas que cambian el mundo” de César Bona.
Nos citamos en la cafetería que ha sido mi oficina los últimos 15 días. Me siento como en casa; pero no es un día normal. Hoy, precisamente hoy, está más llena que nunca. Me pregunto si podremos charlar tranquilamente Mónica y yo… Por suerte, al saludarnos y cruzar primeras impresiones, queda claro que la conversación fluirá y que nos contará cosas muy interesantes de su vida y de su obra.
Si te pido de dividir tu vida en etapas, ¿por dónde empezarías?
Supongo que primero por mi etapa de niña, en que lo que había era cole, familia y poco más. Porque mi familia siempre ha sido muy familia, nunca me han dejado hacer demasiadas cosas con excepción de mi madre. Y fue una etapa muy feliz; pero también un poco dura realmente… Yo siempre me he dado cuenta de todo lo que pasaba en mi alrededor porque siempre he sido muy observadora.
Mi padre era una persona muy manipuladora y un maltratador. Yo me daba cuenta de muchas cosas y no había oportunidad de actuar en ciertos momentos. Para mí era una infancia muy feliz porque yo adoraba a mis padres con locura y ellos a mí; pero también se hacían daño entre ellos y yo lo vivía…
Otra etapa muy importante en mi vida, que yo creo que fue la más dura, fue con 12 años. Ahí estaba en sexto de primaria y hubo un día en que mi padre me pegó muy muy fuerte. Llamé a mi madre esa noche y me dijo, “no te preocupes que lo vamos a arreglar”; pero yo no sabía nada. Esa misma mañana me fui al cole con mi padre y por la tarde me llamó mi madre, “coge todas las cosas que nos vamos”. Y nos fuimos a denunciarle. Todos mis amigos vieron que me había pegado, eran marcas por todo el cuerpo, fue duro para mí porque no quería que se enterasen en el colegio, pero se veía…
Claro, cuando te pasa algo así, por tu forma de ser, tu intención era esconderlo, ¿no?
Sí, porque yo siempre he sido para todo el mundo muy fuerte… Que no fue esconderlo por vergüenza, fue esconderlo por no preocupar, “a mí no me pasa nada, yo quiero que tú estés bien”. Yo siempre he pensado en los demás antes que en mí.
Denuncié a mi padre y le dieron una orden de alejamiento. También fue muy duro. Pues eso, encontrármelo en los juzgados, ver que mis hermanos estaban declarando con mi padre en vez de contra él… Yo me acuerdo de la llamada de mi padre diciendo “perdóname” y yo pensando “es que yo ya lo he perdonado”, no tenía rencor por lo físico o psicológico, simplemente quería alejarme de él porque no me impulsaba en mi vida. Yo con él estaba completamente estancada en un mundo en el que todo era malo, gris, todo era encerrarse… Entonces, con 12 años me di cuenta de lo madura que era ya y a partir de ahí, elegir un camino que creía mejor para mí.
«Yo siempre he llevado mi vida muy hacia la libertad, siempre, pero a partir de ese momento mucho más.»
12 años es una edad de cambios, de definirse, de salir de fiesta, nuevas amistades… ¿Cómo te iba con el resto de cosas?
Pues yo siempre he llevado mi vida muy hacia la libertad, siempre, pero a partir de ese momento mucho más. Cada vez que alguien decía “Mónica por aquí no” era un choque. Decía “deja que me dé cuenta yo, porque yo sé que soy capaz de darme cuenta”. Con profesores, con amigos, con todo el mundo. El estar encerrada durante tanto tiempo hizo eso, “yo quiero volar, soy más libre que lo que me hacéis ser”.
Claro, con lo que te pasó me imagino que irías más al extremo aún…
Hubo una época en la que quería ser más mayor de lo que me tocaba por todo eso. Y a partir de un momento… Me pensaba que ser madura conllevaba unas cosas que en realidad, ni me pertenecían, ni significaban ser responsable.Había determinados pasos que yo me iba saltando porque pensaba que me habían llevado contra lo que quería hacer y sentía que me tocaba vivir por tres.
En ese momento que tiras por libre, ¿hasta qué punto buscabas algunas referencias para definirte?
Yo misma me di cuenta “¿Por qué? ¿Por qué así? ¿Por qué estas personas?” Me llevó más años, pero con el tiempo vamos creando caminos y vamos sabiendo separarnos de personas que no nos hacen bien. La primera persona que le dije adiós fue a mi padre y a partir de ahí, no he dejado de decir adiós a personas que sé que no.
¿Ves claro cuando decir adiós a alguien?
Sí y suele ser cuando me da igual. Cuando no hay ningún tipo de interés por mi parte. A mí hay pocas cosas que me den igual… Siempre he sido una persona que ha volado muy alto sola y necesito personas que quieran, o volar conmigo o impulsarme a volar más lejos.
Vocación. ¿Cómo llegas a periodismo?
Yo no contemplaba ninguna opción aparte de periodismo hasta un mes antes de matricularme. De repente dije, “siempre me ha llamado la atención el conectar con personas con problemas”, supongo que como yo he estado ahí, sentía que puedo ayudar. Siempre he estado en ONGs, en comedores sociales… Entonces, yo en ese momento me plantee “voy a ser trabajadora social”; pero nada, me duró menos de un mes.
Se te quedaba corto igual…
La cuestión es que siempre he querido cambiar el mundo. Pero es necesario saber dónde y qué es lo que tú puedes aportar para cambiar ese mundo. Siendo periodista sentía que sí que podía cambiarlo. Yo siempre he pensado que iba a ser corresponsal de guerra o que iba a hacer grandes artículos y tal; pero te das cuenta de que el mundo del periodismo funciona de otra manera, que hay que salir un poco de ese sistema para saber por donde puedes intervenir y cambiarlo.
» [El periodismo] me parece un mundo demasiado complicado que sigue tratándose de la misma forma que cuando empezó».
¿Cómo ves el mundo del periodismo? ¿Lees mucho? ¿Cómo te informas?
Me informo moviéndome. A mí ahora mismo el periodismo me apasiona tal y como yo lo entiendo. No me apasiona el mundo del periodismo en sí. Creo que está muy estancado y creo que hay muy pocas personas que se den cuenta como para cambiarlo.
Entonces, me parece un mundo demasiado complicado que sigue tratándose de la misma forma que cuando empezó y creo que el mundo evoluciona muy rápido como para quedarse ahí. Ya no hablo de periódicos impresos, sino de cómo tratar esa información que se da y de dónde ir para dar esa información, que hay muchos países, incluso continentes, de los que no se informan. Estamos muy manipulados a nivel social.
Que haya un sistema que nos manipule así y que no nos deje romper con lo que en realidad somos, que no nos deje ir más allá y cambiar ciertas cosas… es algo que nunca he entendido. Me produce mucha rabia, pero a la vez muchas ganas de hacer y uno no sabe realmente quién está dispuesto.
No querría dejar esta conversación sin hablar de poesía. Yo no entiendo mucho y me parece apasionante. Me sorprenden casos como el tuyo, que has publicado un libro de poesía a tu edad.
Yo empecé a escribir poesía porque un poeta que me gustaba mucho por esa época dijo que todo el mundo podía escribir poesía. Y pensé “no quiero ser como todo el mundo, pero lo voy a hacer mejor”. Y empecé a escribir.
Siempre he escrito para mí, nunca para un público y creo que eso es bueno para reconocerse uno mismo. Luego, si la gente extrae algo para reconocerse a sí misma, se cambia el mundo de otra forma. En cambio, creo que todos los escritores escribimos para nosotros mismos.
Publicar un libro siempre me ha parecido una gran responsabilidad. Es para desnudarse, para dar todo lo mejor de ti, para que quien te lea pueda llevarse lo mejor de sí mismo…
¿Cómo es tu proceso creativo?
No uso ninguna metodología. Yo me levanto por las mañanas y quiero escribir. Me vienen palabras, frases, versos… Las puedo escribir o no, simplemente escribo. Me dejo fluir, las rimas me salen solas…
¿Y revisas mucho lo que haces?
Yo lo releo muchas veces. En el caso del libro, lo tenía más claro, todo tenía sentido. Tenía muchos poemas escritos, pero no sabía qué sentido quería darle. Entonces quise darle el sentido de mi vida. El libro se divide en cuatro capítulos que son cuatro fases que me han marcado para poder escoger caminos y volar.
«Tenía miedo que tanto mi familia como mis amigos vieran que yo también lloro, que yo también soy sensible…».
Vi una gran cantidad de gente en la presentación de tu libro. ¿Cómo fue ese momento? ¿Cómo lo afrontaste?
Cuando iba a hacer la presentación estaba muerta de miedo. Me ayudó mucho que la presentación la hiciéramos en 4 fases, cada capítulo del libro. Queríamos que todas las personas que estuvieran en la presentación vivieran todas las fases por las que yo he pasado. Fue una parte súper bonita que a mí me ayudó muchísimo.
Tenía miedo porque mi familia siempre me ha visto como la fuerte y mis amigos como la más niña: la del lado positivo, la más pasional, más extrovertida. Tenía miedo que tanto mi familia como mis amigos vieran que yo también lloro, que yo también soy sensible… No era solo reconocerme a mí, también era que ellos me reconocieran. Creo que todos lo vivieron así.
Hemos repasado una buena parte de tu vida. Echando la mirada hacia atrás, ¿qué consejo le darías a la Mónica de hace unos años?
Yo tengo dos consejos que siempre me doy. El primero tiene que ver con que hay que saber equivocarse y que todos los caminos son buenos. Y el segundo consejo es que siempre que recorra esos caminos con amor, seguro que no me voy a arrepentir, me diría que siga ese sentimiento.
Sugerencia de presentación: Noches de Boda – Joaquín Sabina