Inicio Conversations Nuria Jiménez: “La gente tiene muy mitificado lo del proceso creativo”

Nuria Jiménez: “La gente tiene muy mitificado lo del proceso creativo”

  • Nombre: Nuria Jiménez
  • Ocupación: Comediante y Guionista
  • Qué quería ser de mayor: Actriz
  • Libro: Historias de Mujeres, Historias del Arte  – Patricia Mayayo

Quedamos en una terraza del centro de Madrid, la pillo justo en vacaciones y se nota que las está disfrutando. Nuria parece ese tipo de persona que escoge las palabras adecuadas en lo que dice, transmite calma y tranquilidad. Hablar con ella es un gusto.

  

¿Descartaste ser actriz porque te dijeron que te olvidaras?

La frase fue “tú lo que tienes que hacer es estudiar algo en serio y dejarte de tonterías”. En el coche, volviendo del dentista. Tenia 18 años y estábamos con la selectividad y tal. Antes nunca tuve un conflicto con eso, tenía claro que iba a presentarme a la carrera de arte dramático; pero mi madre me dijo esa frase lapidaria y yo, que tenía menos fe en mí que una piedra, dije “vale…”.

Entonces, ¿qué hiciste?

Empecé educación social, porque tengo así una faceta solidaria y me hace sentir un poquillo realizada. Llegué hasta los exámenes del primer semestre y lo dejé. Al año siguiente, filología alemana, pero no llegué ni a los exámenes del primer semestre. Me puse a currar, vendiendo móviles y, después de estudiar un grado superior de secretariado, empecé a trabajar de administrativa en un despacho de abogados.

Y una vez que has renunciado al “camino correcto”, ¿no te vuelve a pasar por la cabeza arte dramático?

Lo olvido por completo. Lo lapido casi. [Risas].

Me recuerdas un caso curioso, el de Coe, que le pasó algo parecido; aunque él se puso a negociar con sus padres para luego volver a lo creativo.

A mí ni se me volvió a pasar por la cabeza. No puedo decir que fuera culpa de mis padres, si les hubiera respondido, “ya, pero es lo que quiero hacer”, a lo mejor me hubieran dejado. No me di la opción.

De ahí me sigo dejando llevar, me compro un piso en Barcelona, una hipoteca con el que era mi pareja, incluso al lado de su madre… Me meto en una vida algo más “normal”, pero algo fallaba, había una cosa que siempre quise hacer: viajar. En plan, “yo quiero viajar y no quiero quedarme en Barcelona…”.

Y supuestamente tengo un proyecto común de ahorrar para viajar y dar la vuelta al mundo y digo, “bueno, ¿y cuándo viajamos?” y ahí mi pareja me dijo, “no, bueno, mira… yo no me veo…”. Y nada, entonces “pues yo sí”. Y fue que me arremangué yo sola y me marché.

Guau, ¡cogiste las riendas de tu vida y lanzaste!

No sé cómo lo hice si te soy sincera, porque hoy día tampoco tengo yo eso de enfrentarme a todo el mundo. No sé de donde saqué las agallas y decir que me piro y decírselo a mis padres, a mi expareja, a mis amigos, dejar el trabajo, todo…

¿Qué tipo de reacción o respuestas recibiste?

Para mi sorpresa, yo pensaba que iba a ser una hecatombe; pero cuando lo comunico… Yo me compré el billete en junio para enero del año siguiente y no se lo digo a mis padres hasta noviembre, cuando era ya casi inminente… Y claro, cuando se lo digo a mis amigas por ejemplo, su respuesta es: “qué bien, ¡ya era hora Nuria!”. Me quedo flipando porque me conocían mejor que yo. ¡¿Y por qué no me lo dijeron antes!? [Risas]

¿Entonces te pones a viajar sin rumbo? ¿Cómo fue eso?

Por Latinoamerica. Tengo una buena amiga argentina y el primer lugar donde me quedo es en su casa de allí. De hecho, me van a buscar al aeropuerto sus padres y me quedo una semana en su habitación de adolescente (ella vivía en Barcelona). Luego viajo a Uruguay, me hago una muy buena amiga allí. Viajo mucho haciendo couchsurfing. En Uruguay me lo paso muy bien y me gusta mucho y siento una conexión particular. Viajo un poquito más por Argentina, pero no la recorro toda. Luego muy brevemente por Chile, un par de ciudades en Bolivia, un par en Perú y luego me paso 2 meses en Guayaquil, Ecuador, que es donde tengo mi familia paterna.

 

«A la tercera clase él me dice ‘yo no sé si estás buscando una profesión, pero si la buscas, la tienes aquí’. Y para mí fue tremendo. Sí, estaba buscando, estaba más perdida que todas las cosas…»

 

La idea era pasar un tiempo allí, que era donde yo creía que iba a conectar, pero no conecto. Una cultura muy violenta. Por orgullo aguanto 2 meses y en lugar de volver a Barcelona, vuelvo a Uruguay. Una vez ahí espero a que me den plaza en la escuela pública de fotografía, esa época que tenemos algunas de querer ser fotógrafas… [Risas]. No me dan plaza y digo, “bueno, ya que no tengo nada por lo que volver a Barcelona, me voy a quedar 4 meses para conocer Uruguay”. 4 meses que se convierten en 8 años.

A ver, a ver. Decides quedarte un poco más en Uruguay ¿y ahí qué haces?

Encuentro trabajo en un hostel a cambio de vivir allí. No cobraba, pero yo tampoco pagaba. Luego de esa noche a la semana, me amplían de lunes a sábado todas las mañanas y me empiezan a pagar. Entonces, trabajando y viviendo allí es cuando hago un curso de Stand Up Comedy. Yo pensaba que era un curso que me iba a servir para mi blog. Porque estaba escribiendo un blog sobre las cosas que me iban pasando. Pensaba “me va a servir para el blog, para escribir con humor y tal…”. Nada que ver. Fue una gran equivocación.

El primer día me doy cuenta de que no es nada de lo que yo pensaba. Al segundo decido darle una oportunidad más, y al tercer día… me encanta. Yo ya estaba super enganchada. Tuve la suerte enorme de tener de profe a Alejandro Angelini, que él no es consciente de lo importante que es para mí… A la tercera clase él me dice “yo no sé si estás buscando una profesión, pero si la buscas la tienes aquí”. Y para mí fue tremendo. Sí, estaba buscando, estaba más perdida que todas las cosas…

Te dice esto ¿y tú cómo lo tomas?

A mí me da sustito porque para mí, que soy una dramas, no había lugar en el mundo, nada me satisfacía. Yo era un juguete del destino. Y era como “esto es demasiado bueno para mí, no puede ser verdad. A mí me han dicho que los trabajos son aburridos, no puede ser que sea un trabajo. No puede ser que alguien crea en mí, que diga que sirvo para esto…”.

Al documentarme me parecía curioso que empezaras Stand Up en Uruguay, me preguntaba si era la cuna del humor en Latam o…

Al contrario. Es muy reciente comparado con España, por ejemplo. Hay cómicos/as de toda la vida evidentemente, pero Stand Up propiamente dicho no. Yo hago el tercer curso que se imparte en Uruguay (curiosamente muchas mujeres en mi grupo). Y claro, tú terminas del curso con unas ganas de actuar terribles y te dicen «tienes que espera un mes y medio para hacer 5 minutos» porque solo hay un escenario en todo Uruguay que hacen stand up.

 

 

Entonces, nos juntamos 5 chicas que habíamos hecho el curso y nos inventamos ‘Cinco al hilo’, que era un grupo de cómicas. El primer grupo de cómicas anónimas o under. Estamos con eso unos 2 años, yendo con todo el morro a golpear los bares y explicarles que era el Stand up. La mayoría nos daba la oportunidad, personas que hasta que no nos vieron no dijeron “ah, pero podemos hacer esto en nuestro bar…”. 

Me imagino que sería difícil, si el Stand Up no era algo habitual y encima mujeres…

Precisamente creo que, porque fue nuevo, fue mucho más fácil. No había esa resistencia que hubiera habido en España, por ejemplo. Más allá del machismo cultural que hay en todas partes, allí es mucho más natural ver más mujeres cómicas que aquí. Y en Argentina más.

¿Te atreves a teorizar el motivo?

En España, por ejemplo, la tradición de los monólogos de mujeres siempre ha sido poca. Mis referentes femeninos cuando era pequeña han sido Las Virtudes, Lina Morgan y Las Hermanas Hurtado del “Un, dos tres”; pero la inmensa mayoría eran hombres. Y en el Club de la Comedia cuando empezó, igual. Si el Stand Up hubiera nacido en 2016 en España, con la 4ª ola feminista, hubiera nacido prácticamente parejo, hombres y mujeres. La cultura no hubiera permitido que se diera ese desnivel. Entonces, mi teoría es que como allí llegó el Stand Up mucho más tarde que aquí, la cultura estaba un poco más abierta en ese aspecto.

¿Cómo te sentías haciéndolo? ¿Cómo avanzas?

Yo me lo pasaba muy bien. Yo soy de darme cuenta de lo que he hecho después de haberlo hecho. Porque si me lo planteo cuando lo estoy haciendo… Me cago de miedo. Soy muy cobarde. Si me dicen lo que voy a hacer no me atrevo. Si lo miro una vez hecho, genial.

En 2014, me pongo a dar clases en Uruguay. Porque hasta entonces, la productora donde todos habíamos estudiado era la única que daba cursos. Entonces, a mi amiga Graciela un amigo le dice, “oye ya que hacéis monólogos, ¿no queréis venir al teatro que tenemos aquí? Lo tenéis a vuestra disposición”.

Y ella pensó, “¿y si en vez de monólogos, llevamos un curso allí?”. Claro, era una ciudad que está a 3 horas en bus de la capital… “En lugar de traer gente, la formamos allí”. Y viene mi amiga y me dice, “¿no te gustaría que hincaremos el curso allí?” y yo “¡por supuesto!”.

 

«Hay procesos creativos que yo me los tragué como si fueran la Biblia y, 10 años después, nunca me han funcionado; pero sí, transmitiré algo que he descubierto que a mí me funciona».

 

¿Cómo lo haces? ¿Cómo planteas el curso?

Lo tengo muy claro, plagiando el curso que yo recibí. Prácticamente repetir el curso de Alejandro Angelini, que él en su momento repetía del que recibió. Hoy día, mi curso no tiene mucho que ver con lo que yo recibí porque incorporo mi experiencia y mi punto de vista. Hay procesos creativos que yo me los tragué como si fueran la Biblia y, 10 años después, nunca me han funcionado, pero sí, transmitiré algo que he descubierto que a mí me funciona.

Ese es el primer paso, pero luego cada año es distinto. Hasta el punto que los alumnos veían el resultado de los siguientes y decían “ey, ¡a nosotros no nos dijiste esto!”; claro, yo también voy creciendo, voy aprendiendo…

Nada, ¡les das un curso de reciclaje! Y de eso, ¿cómo es el paso hacia España?

En 2015, durante 3 meses, voy cada lunes de Uruguay a Buenos Aires y regreso para seguir especializándome con Angelini. Cada lunes iba y volvía y él llega un momento que me dice, “a ver Nuria, estás haciendo esto y es evidente que te lo estás tomando en serio. Sientes algo que muchas otras personas que no cruzan el Rio de la Plata no sienten. Los que podemos, nuestro sueño es ir a España un tiempo. El nivel de exigencia es más alto en cuanto al mundo de los monólogos…”.

 

¿Por qué más exigencia?

Porque el publico español está mucho más entrenado, no se traga cualquier cosa. Y España hay mucho cómico en muy poco metro cuadrado, la competencia es feroz. Es un entrenamiento en plan Son Goku yéndose un año a la nube para entrenarse y poderse enfrentar a los androides [risas]. 

Entonces decides irte a Madrid a recibir hostias.

Y recibo en el sentido más amplio de la palabra, una detrás de otra. Primero me dicen que existe la leyenda urbana de que en Madrid puedes vivir de esto. Mentira número uno. Puedes ser mal cómico y vivir de ello, pero no es lo mismo… Me ponen en contacto con un productor que me ofrece hospedaje y todo y en cuanto llego deja de responderme los mensajes.

Llega un momento que le digo “Ramón, entiendo que por lo que sea hayas cambiado de opinión y no me puedas dar bolos, pero dame algún contacto, alguna cosa para buscarme la vida…”. Nunca respondió. Al cabo de un año, me contacta y me dice, “ey, que hago un show en tal lugar, ¿te quieres venir?”. Como si nada.

Le quemaste el local o…

No, no. Yo fui con toda mi dignidad y “sí claro, y te los voy a dejar patas arriba”. Y se los dejé patas arriba. Por todo lo alto.

Desde 2017 estás aquí, ¿qué vas aprendiendo?

A nivel personal me doy cuenta de lo fuerte que soy. Me doy cuenta de cuántas ganas tenía de seguir dedicándome a esto. Porque hubiera sido muy fácil decir, “uy no estoy hecha para esto”. A nivel laboral sigo aprendiendo muchísimo. Está lleno de profesionales aquí que solo con ir a verlos probar texto dices, “estoy a un mundo de esto”. Hay tanta oferta que como cómico te sirve para ti, para trabajar como para ir a ver y aprender.

Porque tú, cuando llegas aquí, ¿siempre has hecho Stand Up?

Sí, aunque durante un tiempo he hecho “Nadie es Inocente” con José Cabrera que lo que hacíamos un poco más hilado, media hora cada uno… pero es ahora con las LasHijasDePuta que es otro concepto. Es lo primero que hago así abriéndome un poco y dándome permiso a lo que sea con Glory Meyers. Tenemos nuestros minutos de monólogo, pero es un show de comedia. Hacemos canciones, hacemos el payaso, sketches… He hecho 5 años de improvisación, clown burlesque, pero siempre para el Stand Up. Ahora me lo permito y estoy en paz con eso. Hace unos años me hubiera dicho “esto no porque no es Stand Up”.

 

«Hay técnicas muy simples para gestionar la atención de tu audiencia y más todavía si te puedes dar el lujo de comunicarlo con humor, la gente va a querer ir a tu reunión».

 

Una cosa que me mola mucho de ti es la formación… He visto que ayudas a dar charlas.

Los monólogos tienen una parte muy importante de gestionar la atención del público. Ya no solo con tu texto, tu cuerpo, tu mirada. Estás tirando de los hilos que es la atención del público y a lo mejor tienes un texto brillante y no sabes captar su interés. Esto mismo se aplica a una charla. A lo mejor lo que tienes que decir es super interesante; pero si no sabes mantener la atención van a estar whatsapeando delante tuyo. Hay técnicas muy simples para gestionar la atención de tu audiencia y más todavía si te puedes dar el lujo de comunicarlo con humor, la gente va a querer ir a tu reunión.

¿Cómo surge eso? ¿Das muchas formaciones?

No sabría decirte… A mí me gusta mucho la docencia, con todo el respeto a la profesión, eh. Soy fiel seguidora de Sir Ken Robinson, me he leído su ensayo sobre escuelas creativas, etc. Me fascina mucho la idea de la creatividad y que no necesariamente es pintar un mural.

¿Muchas formaciones? Depende del momento del año. He dado una para una clown profesional que está preparando su nuevo show y quiere empezar a introducir Stand Up… O por ejemplo, otra a una chica que no tiene nada que ver con la comedia. Tiene que hacer una reunión en el trabajo cada 15 días y por ejemplo, es una tontería, pero me dijo “me cambió la vida que me dijeras que metiera memes en la reunión”.

Ella tiene que hacer un powerpoint y de todo lo que hablamos, la tontería de exponer ideas con memes, le cambió las exposiciones. Son determinados ámbitos que te puedes dar ese margen. Hay otras que igual no quieres que te comuniques a través del humor. Pero cuando puedes hacer reír a la gente tienes toda su atención. ¿Quién no quiere reírse?

Cuando empiezas un curso, ¿qué es lo que ya sabes que te vas a encontrar?

La gente tiene muy mitificado, y por eso le tiene mucho miedo, lo del proceso creativo. Se piensan que solo Da Vinci y 4 elegidos más pueden crear cosas. 10 de cada 10 dicen que se bloquean, que no les viene la inspiración. Yo intento dejar claro que es un curro como cualquier cosa. Tienes que entrenar, practicar mucho, quitar el miedo hasta aburrirte y eliminar ese respeto. Invocar las musas de la inspiración es como ir al gimnasio para hacer músculo.

Hay algo que para mí en su momento era muy místico y hoy día me sorprende que haya llegado al punto de saber inducirme mi propio estado creativo. Y la gente es como “guau, ¿cómo lo haces?”, bueno es lo mismo de cómo haces tú lo de rellenar tu hoja de Excel.

Ya te conoces tus rutinas…

Claro, ni te lo piensas, si de 9 a 10 me toca rellenar esta hoja de Excel la abro me concentro, se lo que tengo que hacer y mientras lo haces, no estás pensando en el tiempo que hace fuera. Esos minutos es lo mismo que inducirte al proceso creativo. Yo ahora ¿qué tengo que hacer? ¿Tengo que hacer chistes? Abro la libreta, cojo el boli pongo la atención mentalmente donde la tengo que poner, saco los recursos de ese cajoncito que tengo en mi cerebro de hacer chistes y escribo. En otro cajón tengo el de fórmulas de Excel; pero ahora me toca sacar ese.

Una cosa que me gusta mucho de tus monólogos es que das mensajes interesantes.

A mí me gusta pensar que la comedia también puede dar un mensaje más allá de hacer reír, la gente no se da cuenta hasta que se ha terminado tu show en que les has plantado una semillita en el cerebro que no se han visto venir. Y yo no lo hago a propósito, eh; pero a veces se me hace inevitable.

Por ejemplo, leo muchos manuales de feminismo, como “Viaje al manicomio” de Kate Millett. Fue una figura feminista de los 60-70 y fue la autora de “Política sexual” que era una especia de primer manual feminista de cómo está politizado el sexo en la mujer, el género, etc. Era una persona que tenía depresiones, paranoia… Además de feminista y paciente de psiquiatría era muy luchadora de los derechos civiles.

Entonces, cuando yo escribo, me cuesta mucho escribir algo que no me esté marcando, aunque no lo haga a propósito, es inherente a mi manera de pensar. A veces hago chistes por hacer reír; pero al final terminan teniendo una critica… O es simplemente reflejo de mis propias circunstancias. Eso a mí me interesa mucho, la comedia que da un mensaje.

¡Qué interesante! Ya para acabar, ¿quieres añadir algo más a la entrevista?

Sí, ¿cuándo vas a hacer un curso de Stand up?


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Consultor de estrategia empresarial y Mentor de artistas. He trabajado en entornos altamente cambiantes y competitivos en el mundo de los negocios, y he visto lo mejor y lo peor del ser humano. He comprobado que el cómo se hagan las cosas es tanto o más importante que el fin en sí mismo; y que el llamado éxito sólo se da gracias a la libertad de mente y espíritu. Fan de Bunbury y coleccionista de relojes.

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