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Sara Gómez: “Hay que ser muy valientes para ser vulnerables”

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  • Nombre: Sara Gómez
  • Ocupación: Actriz y Terapeuta
  • Qué quería ser de mayor: Influenciada por lo que querían los demás, no lo sabía. Experimentaba. Le gustaba tocar la guitarra, pintar, bailar flamenco… Le encantaba hablar, se creaba personajes y tenía conversaciones imaginarias… En el fondo, quería “aprender a ser ella misma”
  • Libro: La Inteligencia Fracasada – Jose Antonio Marina

Quedamos en una cafetería del centro de Madrid. Tengo mala suerte. La única mesa libre está en un rincón feo y oscuro al lado del almacén. “¿Y ahora qué hago?”. Por suerte, aún tengo tiempo, así que mientras no llega Sara, me dispongo a incomodar a una pareja que está sentada en la mejor mesa del local. Hay que luchar por lo que uno quiere.

Ya con la mejor ubicación posible, la veo llegar por la ventana. Me sorprende el contraste de su aparente frialdad caminando por la calle, con la cálida y dulce forma con la que me saluda al entrar. Esta conversación empieza interesante…

 

Un día, abro Instagram y veo que has colgado un montón de stories sobre la comunicación. Fue adictivo, ¿por qué te dio por hablar de comunicación en Instagram?

Pues fue después de hablar con las amigas. Hablamos horas y horas sobre las relaciones y algo que sucede al estar en pareja: en muchas ocasiones cada uno vive la relación a su modo, como si fuera otra, dos películas distintas con los mismos dos actores. Tendemos a idealizar a la otra persona y en muchas ocasiones vemos solamente la parte bonita.

Como error en Matrix, no está mal, ¿no?

Sí y no. Lo digo porque vemos las cosas como somos nosotros y no como son en realidad. Hay que saber dar y recibir, ya que generalmente la gente que da no sabe recibir y viceversa. Y también hay que permitir al otro sentir el gusto de cuando regalas algo. Ser más transparentes.

Creo que a nuestra pareja tenemos que amarla tal y como es y no inventar nada. Ponerle mucha consciencia y evitar decir o hacer algo para quedar bien con tu pareja; cuando en tu interior no lo sientes así. Ahí ya empieza a tambalearse la confianza.

Si tú eliges omitir información a la otra persona o peor, mentir, ¿qué se puede hacer? Somos responsables de lo que decimos, de ahí la importancia de saber exactamente lo que tiene la otra persona dentro. Si no comunicamos y no sabemos cómo tu pareja interpreta las cosas entonces, las relaciones se ponen más enfermas.

Porque la comunicación empieza con nuestros pensamientos, que cada vez están más enfermos con el estrés emocional. Es esta cosa de lo que deberíamos de ser, lo que la sociedad espera de nosotros, lo que nos han inculcado de pequeños, lo que deberíamos ser desde pequeños…

«La comunicación es la única manera de poner en común el software de cada uno. Si yo te pregunto y tú eliges mentirme, para mí esa es tu verdad, sólo tú sabes que es mentira.»

 

Los famosos «deberías».

Claro, lo que se espera de nosotros. Pero es importante el pensar “¿Yo qué quiero?”, “¿Cómo me siento?”, “¿Qué es lo que necesito?”, “¿Qué es lo que a mí qué me hace bien?”. Hay que conocerse uno mismo para saber qué quieres, porque si no tienes claro eso, junto con el miedo a perder… La comunicación se complica. Es muy importante, es básico, saber qué queremos y qué somos; y luego abrazarnos con lo bueno y con lo malo que resulte, sin miedo.

Ahí está el miedo a no encajar o a que el otro se enfade…

La profecía autocumplida. Total… si no sabes qué va a pasar, por lo menos di lo que quieres.

Si en lugar de plantear tus dudas en una relación, ya sea de pareja o de amistad, no dices nada, la otra persona empieza a ver cosas extrañas desde fuera. El típico, “¿estás bien?” y la respuesta de “sí, sí, todo bien”; pero no. Y eso se acumula con todo lo que quieras que podemos tener en nuestras cabezas y circunstancias.

Es un germen que va creciendo y de repente un día, en un momento dado, cuando menos te lo esperas o cuando la situación puede ser más delicada… ¡BOOM!  Todo estalla. Y ahí, claro, uno se da cuenta de cuán diferentes eran las versiones de esa amistad o relación. Relaciones paralelas. Dos historias, mismos personajes.

De ahí el querer poner en valor la importancia de la narrativa. La comunicación es la única manera de poner en común el software de cada uno. Si yo te pregunto y tú eliges mentirme, para mí esa es tu verdad, sólo tú sabes que es mentira.

Mejor un pequeño estallido que ir acumulando pólvora…

Es súper importante conocerse. Hay que ir hacia atrás y saber qué quieres y no tener miedo a exponerte y decir, “esto me hace mal”. Igual que no hay que tener miedo a decir, “yo te quiero”. Tampoco hay que temer decir “esto no me gusta” o “no me siento cómoda con lo que pasa”. No pasa nada. A mí me hace peor hacerme la guay, como si no pasara nada. Yo, como todos, no quiero vivir algo que no es real, que es de cartón piedra.

La vulnerabilidad no es mala, para mí es la capacidad de sentir, para bien y para mal. Creo que lo importante está en luego cómo gestionar esas emociones y cómo las compartes. Que en realidad es una liberación comunicar todo eso.

Lo que pasa es que nos juzgamos. Hay algo que se está empezando a instaurar en el discurso de la gente que es el típico “porque yo no soy mala persona”. Seguro. Pero preguntémonos, ¿qué tiene esa persona en su mente para que tenga la necesidad de dejar claro que no es mala persona? O por ejemplo, en plan broma, te dicen “yo llevo a mi perro al veterinario; pero yo no me lo beneficio, eh”. Y tú claro, dices “¿Qué? Pues ahora creo que sí, ya lo has puesto en mi cabeza”.

[Risas]

Tenemos que prestar más atención a lo que sentimos, tomar un momento para eso y entonces expresar desde la verdad.

Me encanta lo que dices, es la realidad que conecta con lo que vivimos todos…

A mí me gusta utilizar Instagram muchas veces para ver cuál es la consciencia o el estar generalizado efímero que hay como consciencia social. Me gusta mucho porque es increíble como la gente te da información y todo el mundo dice cosas tipo “no me escuchan”, “no me sé hacer llegar”, “no me entienden” o “me da vergüenza qué puedan pensar de mí…”. A todo el mundo le pasa lo mismo, pero no lo decimos abiertamente, por eso nos comunicamos mal.

Vale, pongamos una situación que me pasó: estoy con mi pareja y me propone hacer algo que no me convence. Yo no quiero decir nada porque pienso, “igual son cosas mías, no tengo claro qué; pero no voy a decir nada, no sea que cree un problema” o “no quiero crear un problema cuando no tengo claro el motivo”…

Si no tuvieras claros los motivos, sería que estás confundido. Esa es la importancia de la comunicación. Ese es uno de los grandes caminos a abarcar, el ocuparse de cada uno. Creo que lo de conocerse en profundidad… es muy difícil. Y es un camino de fondo. Es como cuando me preguntan “¿crees en el amor para toda la vida?”, pues mira pienso morirme con 102 años, cuando hagamos la entrevista con 101 te podré decir una respuesta honesta; mientras tanto son todo pretensiones…

«Uno de los grandes problemas con
las mujeres de la edad de mi madre es que
no saben qué quieren de verdad.
Ella quiere que tú estés bien. Tu felicidad es la suya.»

 

Bueno, igualmente serías otra persona totalmente diferente…

Sí, pero asumo que entonces me quedará poca vida, miraré y diré, “pues en base a todo lo que he vivido, te puedo decir que pienso esto”. Lo que digo, es un camino de fondo. No sé, creo que para poder entender a una persona tiene que ser “bienvenido tú y tu historia” no solo “tú y tu historia de ti”.

El hombre por regla general no se ha desarrollado tanto en este sentido… Bueno, ni la sociedad le ha pedido que se exprese, que sea capaz de divagar por sus sentimientos y emociones. Tradicionalmente, lo que él ha dicho ha sido suficiente. Quizás la mujer ha sido la que ha tenido que desarrollar otras capacidades, de empatía, de sumisión, de resiliencia, de afirmación, de aceptación… Y, mientras tanto, el hombre ha desarrollado otras actitudes y capacidades que van dentro de vosotros y que era lo que se precisaba para la evolución de la especie.

Entonces ahora, creo que al incorporarnos al mundo laboral o a la sociedad, es más fácil porque implica solo una acción que es empezar una andadura en el mundo interior. Aunque bueno, eso de fácil… Hay tanta pretensión y expectativa externa que también se os hace un muro más grande. A vosotros experimentar ese terreno, cuando además, inevitablemente queréis cumplir con las expectativas de las mujeres que son más complejas, no por nada, ni algo bueno o algo malo…

¿Sí? ¿Crees que las mujeres son más complejas?

Creo que hay una revolución hormonal… Te hablo a nivel biológico, puramente. El cuerpo de la mujer tiene la capacidad, a menos que haya una enfermedad o algo de por medio, de generar una nueva vida, junto con el esperma del hombre. Pero la realidad es que tenemos la regla todos los meses. Entonces, la cantidad de hormonas y la disparidad de emociones y sentimientos que una mujer vive… Y además, tan alejadas del “yo”; porque la mujer, a lo largo de la historia, se ha dedicado a cuidar al otro, dejándose a ella a un lado. Uno de los grandes problemas con las mujeres de la edad de mi madre es que no saben qué quieren de verdad. Ella quiere que tú estés bien. Tu felicidad es la suya. “No, ¿tú qué quieres mamá?”, no lo saben. Y depende de la edad y de cómo ha sido la historia de esa mujer, puedes tocar hueso. Es muy difícil.

Me haces pensar en mi madre….

Las mujeres nos sentimos mal… Es como lo del dinero también, darnos valor económico, que es algo que ha pertenecido siempre al hombre… Estás casi pidiendo perdón y permiso porque es lo que hemos podido hacer, y la que no, ha sido una revolucionaria. Y la mujer que está como una mujer ejecutiva, que tiene un puesto que normalmente le pertenece a un hombre, es una mujer agresiva.

«Es muy importante conocerse a uno mismo y,
al menos, tener la valentía de expresar lo que piensas,
quieres o sientes. Aunque ni tú lo entiendas.»

 

Cuando dicen, “claro que podéis entrar en el sistema capitalista y patriarcal”, no, es que esto no se trata de yo, una vez más, tenga una capacidad que os corresponda. Trata de que vosotros tengáis unas cosas y nosotras otras y podamos unirlo. Y vosotros podáis asumir capacidades que se atribuyen a la mujer que además, a lo largo de la historia, incluso se os ha fusilado. El hombre tiene una lacra muy grande, que todavía está muy soterrada, y que creo que es imprescindible tener en cuenta para poder entender porqué hay fallos en la comunicación. Primero es porque vosotros os tenéis que permitir ser débiles, no pasa nada…

El ser vulnerable, es muy difícil aceptar eso de verdad. Eso de fallar…

Hay que equivocarse rápido. Te equivocas, pues normal, nadie nace aprendido. Y en las relaciones es muy impactante, porque además, cuanto más buena persona y más noble es alguien, menos daño te quieren hacer, es cuando más se generan ese tipo de incomunicaciones de “es que a ver si le voy a decir tal cosa y le voy a hacer daño…”.  Por eso, hay que ser muy valientes para ser vulnerables. Para decir “me molesta esto que haces porque me hace sentir que te fallo”; pues vale, no pasa nada. Y a partir de ahí se asume y se trata de cambiar la dinámica. Es que hacemos cosas creyendo que es lo que el otro cree de nosotros en vez de preguntar…

Hay veces que nos ponemos muy en modo drama, “es que me dijiste la otra vez…”; y digo yo ¿cambia algo? Le damos importancia a tonterías para estar justificando sensaciones…

Es que no nos lo permitimos. A ti se te sienta alguien al lado, te da buena onda o mala onda. Eso lo que está hablando es la fascia del cuerpo, es físico. El hígado es la intuición, es físico.

Estamos tan desconectados de todo el potencial que tiene nuestro cuerpo, que solamente lo gestionamos por la estética. A mí, mañana se me cae una maceta en la cara y ya tengo otra… Pero sigo siendo yo. Y es muy difícil como mujer ese juicio externo, ese prejuicio y esa idea preconcebida y todo se hace muy complicado. Y ahora los hombres estáis entrando en eso…

Es muy importante conocerse a uno mismo y, al menos, tener la valentía de expresar lo que piensas, quieres o sientes. Aunque ni tú lo entiendas. ¿Qué pasa? ¿Es que todo el mundo entiende todo? Es mentira.

Por eso nos alivia cuando alguien habla en Instagram y dices “¿tú también tienes esas cosas?” ¡Claro! ¿A caso a ti te han enseñado de pequeño a gestionar tus emociones? ¡A mí tampoco!

Al hacer estas stories, ¿qué sorpresas te encuentras? ¿Qué te va diciendo la gente?

Hay un denominador común que, la verdad, no me sorprende. Antes ya había hecho preguntas directamente, “¿qué es para ti la expectativa y la suposición?”, y en base a eso, “¿dónde queda la esperanza? ¿Qué diferencia hay entre la expectativa, la suposición y la esperanza?”. Son cosas que utilizamos a diario.

¿Y me lo puedes chivar? Es para un amigo…

No, es que cada uno tiene una opinión. Y son cosas que hacemos inconscientemente. Eso sí que lo había hecho antes. Me encanta ver ese imaginario común que tiene la gente, que no tiene nada que ver para cada uno. A lo mejor algunos coinciden en un vértice, todos tenemos suposiciones, todos tenemos expectativas y todos tenemos esperanzas; pero está ahí como…

En cuanto a las stories que hice sobre la comunicación, lo que me sorprendió, o me ratificó, es que a la gente le preocupa mucho, mucho, el amor de pareja. La comunicación en el amor de pareja… Bueno, y también con los padres. Últimamente hay una necesidad de poder tener un diálogo con ellos. Hay un salto generacional y una evolución mucho más potente que en otras épocas. También lo digo porque no las he vivido, eh. Solo puedo hablar de mi generación.

Claro, te ibas de casa antes, quizás se cortaba el vínculo…

Sí, no sé, como que antes era un poco más funcional, creo que ahora tenemos los bienes primarios más o menos cubiertos; podemos empezar a pensar en las emociones. Cuando estabas en una guerra, tu prioridad era comer cada día. Nada más. También tenemos una generación que tienen unas miras muy cortas porque no saben el valor de las cosas, veníamos de una guerra y han querido que no nos falte de nada. Y hoy creemos que los briks de leche brotan del armario de tu madre…

«¿Quién me he creído que soy para pensar que puedo cambiar al otro? Bueno, claro, ahí tengo la excusa perfecta para no ocuparme de mí. Es que no soy yo, eres tú.»

 

Volviendo a la pregunta, creo que me ha sorprendido que la gente busca mucho el amor de pareja. Me confirma que el amor es lo que mueve todo. Me confirma mi pensamiento de que vamos cada vez a una cosa que es cada vez más individualizada para no tener codependencia. Ésta, sin una consciencia real como individuos, entonces, la base está delicada.

Claro, yo quiero ser cada vez más independiente, “no te necesito porque como mujer, además, estoy rechazando ser sumisa, vivir de ti. Quiero mi independencia”, y eso tambalea una cosa principal del hombre también, que es la protección, la acción y el cuidar a la mujer. Por un lado, creo que el hombre de repente no sabe cómo actuar y no quiere mostrarse vulnerable. Por otro, la mujer tiene una oportunidad, y estamos ganando pasitos, es como “soy independiente, ¡no te necesito!” Y entonces, chocan las energías básicas del hombre y la mujer. Y, en base a eso, se te cae todo. Esa es mi opinión, cuando entendamos que el individuo es la dualidad indivisible, ahí podemos empezar a trabajar más cosas.

¿Cómo se hace eso?

Cuando me muera te lo diré. [Risas]

Creo que para empezar hay que tener la valentía de conocerse a uno mismo y de aceptar todas las cosas que no te gustan de ti y que rechazas. Un indicador es cuando alguien te diga algo y a ti te molesta. No te quedes en “es que tú me has dicho…”, no. Es, “esto me ha molestado, ¿por qué me ha molestado? ¿Por qué me lo niego? ¿Qué beneficio oculto tengo dentro de esto?”. Si tu a mí me dices “Sara, eres una maltratadora de animales”, yo flipo; pero te aseguro que no me voy a enfadar… Ahora, si me sales con otro cliché, quizás sí que salto.

Cuando algo te molesta es porque hay algo en el fondo que tú lo crees como cierto…

Intentamos cambiar al otro cuando es imposible. Son comentarios, opiniones… ¿Es fácil cambiarme a mi misma? Es terriblemente difícil; pero ¿quién me creo que soy si no puedo cambiar algo que tengo yo y el único poder que tengo es sobre mí misma? ¿Quién me he creído que soy para pensar que puedo cambiar al otro? Bueno, claro, ahí tengo la excusa perfecta para no ocuparme de mí. Es que no soy yo, eres tú.

¿Qué has hecho para conocerte más a ti misma? Entiendo que el teatro también ayuda…

Pues sí, el teatro ha sido la gran herramienta sin darme cuenta y sin pretenderlo. A través de las máscaras del teatro generas una empatía con diferentes personas. Eso te permite una distancia en la que no eres tú quien está siendo juzgado, es tu personaje. Y al final, todos tenemos ese personaje, tenemos el «yo que siente» y el «yo personaje» que nos inventamos y es el social que tenemos. Éste es el que hemos creado en base a las circunstancias, miedos, prejuicios, egos… Yo he empezado a conocerme a raíz de rechazar y de molestarme por los personajes que me daban. “A ver, ¿por qué me molestan a mí estos personajes?”.

Cuando algo te molestaba, te dabas el tiempo para reflexionar sobre ello, ¿no?

A mí muchas veces me han dado personajes de rubia tonta. Me han podido vestir como yo no me vestiría jamás. A mí me da mucha vergüenza que me miren por la calle o que me digan algo. De verdad, me da mucha vergüenza. Yo quiero que me oigan, pero me da mucha vergüenza que me miren y para que te escuchen te tienen que ver…

Yo he empezado a conocerme y a hurgar dentro, a través de la interpretación; pero cuando más me he conocido fue con 21 años, me quedé afónica. Y gracias a que estuve 4 años afónica…

Espera, espera, espera. ¡¿4 años afónica?!

[Continuará]


Sugerencia de presentación: Sinmigo – Mr. Kilombo
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Consultor de estrategia empresarial y Mentor de artistas. He trabajado en entornos altamente cambiantes y competitivos en el mundo de los negocios, y he visto lo mejor y lo peor del ser humano. He comprobado que el cómo se hagan las cosas es tanto o más importante que el fin en sí mismo; y que el llamado éxito sólo se da gracias a la libertad de mente y espíritu. Fan de Bunbury y coleccionista de relojes.

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