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Lo breve. Lo serio.

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Según algunos estudios*, a estas alturas del año ya se han olvidado los propósitos de año nuevo. Probablemente porque los mismos se asocian, como su novedad, al año nuevo, y son vigentes mientras el año acaba de empezar. Por tanto, cuando el año avanza y deja de ser nuevo lo que no es hábito se diluye en el día a día.

Lo que pasa es que los propósitos que nos marcamos habitualmente para cada año tienen una proyección a medio y largo plazo. Me explico:

—¿Qué propósitos suele marcarse la gente por año nuevo?
—¿Así, por categorías? —me responde David—. Abstenerse de malos hábitos, adoptar nuevos hábitos, ver amigos y familia, viajar…

Asiento con la cabeza levemente, y después me termina de convencer cuando menciona el principio de Pareto; ya sabes, el del 80% – 20%. Me doy un tiempo para digerir lo que ha dicho y para pensar un poco, porque la clasificación de David reafirma lo que venía pensando. Abstenerse de malos hábitos no se logra normalmente en un mes; adoptar nuevos, tampoco. Para ver amigos y familia primero hay que estar en contacto, y para estar en contacto hay que saber ser un buen contacto aunque se tenga poco tiempo. Quizá haya que reformular ciertas ideas sobre qué se espera de cierta gente, quizá haya que anotar en la agenda algunas ideas, quizá haya que aprender a ser un buen conversador, dejar la adicción al móvil, o decidir qué vas a dejar que te ofenda y qué vas a dejar pasar. Ideas aparentemente simples, pero que implican algo de trabajo —y para febrero normalmente no suele estar finalizado.

¿Y lo de viajar? Aquí ya entran las finanzas. Los que han construido fondos de emergencia saben que ahorrar puede ser una carrera de fondo. Y más carrera de fondo es pagar deudas…

—Febrero es el mes en el que demostramos si realmente queremos cumplir los propósitos de año nuevo.

Me quedo con esto último, es muy cierto. Después cambiamos de tema, porque la noche de los Óscar merece una mención por ser la noche del cine y de los amantes del cine. David hizo su quiniela en Twitter anoche y acertó en 18 premios. Ha sido una gran noche y se ha hecho historia. Parásitos (de la que David ya habló) merece que esta semana dejemos el Netflix y busquemos un cine para verla.

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Soy Esther Bolekia, ingeniera de Caminos amante de los trenes y del progreso social que traen. Durante los últimos diez años he sido escritora a tiempo parcial de artículos apasionados por las dinámicas humanas que analizan las leyes no escritas del mundo personal y corporativo. Hoy dirijo Dévé, donde también escribo sobre vida y trabajo, liderazgo, sociología y estilo de vida. Mi forma de escribir se ha descrito como empática, fresca, asertiva y mordaz. Seguramente porque creo que la literatura nunca debería confundirse con mero entretenimiento inocente. Fundé la revista Dévé porque quiero —junto a quien se une a la causa— descubrir las soluciones reales al sufrimiento en el trabajo y lo que hace que disfrutemos de la vida de veras. Escribo para quien desea saber lo que ni los padres, ni la escuela, ni internet enseña sobre el arte de manejarse con maestría en vida y carrera. Por eso arriesgo y voy a las causas y las relaciones entre ellas en los análisis profundos que hago. A menudo me mancho las manos de barro, para llegar adonde nadie más se atreve. La verdad nos hará libres.

¿Qué opinas? Hablemos.