Al principio lo hacen a propósito. Un día esa tendencia les ha atrapado y ya no son capaces de responder directamente lo que se les pregunta a la primera. Todos conocemos alguien que incurre en esta costumbre (y si no lo conoces, puedes ser tú).
Evadir la conversación, o ignoratio elenchi es una especie de método de sandwich —siendo el método de sandwich una forma de colar aspectos incómodos a comunicar entre dos aspectos positivos que sean más fácil de comunicar—, pero más enrevesado todavía, y que se aplica a la hora de responder preguntas. Todavía no he visto la relación entre esta conducta y el sesgo cognitivo de Dunning-Kruger, me refiero al nivel de seguridad en uno mismo de quien huye de asumir la verdad directa de cara a responder una pregunta. Pero en un mundo tan volátil, hasta la persona más segura dudaría.
Una persona que evade la conversación sabe qué cosas exactamente quiere escuchar su público y sabe que la respuesta verdadera no está entre ellas. Por eso explicará y narrará extensamente cosas anexas a la respuesta que el público se tomará con agrado. Es una costumbre de los políticos, de los políticamente correctos y de la gente que ha puesto la diplomacia por encima de la asertividad. Ojo, no están mintiendo, pero te pueden engañar con sus palabras.
Ejemplo:
“¿Te gusta Ana?”
“Ella es una chica muy especial, siempre que estoy con ella lo paso bien. Es inteligente, divertida, buena chica, de fiar, es mucho de lo que busco en una mujer”
Podríamos salir corriendo a decirle a Ana que está cerca de recibir una propuesta de noviazgo por parte de este hombre, ¿verdad? Pues la respuesta es probablemente no. La respuesta a «¿Te gusta Ana?» no está clara, y todo lo que no sea un sí rotundo por prudencia se toma como un no.
Mejor no ser así. A menos que te interese el drama. Cosa que entendería si este fuera un año aburrido, pero 2020 ha desafiado a todos los guionistas.