En el mundo hiperdigitalizado e hiperconectado en el que vivimos, las imágenes y el sonido tienen cada vez más protagonismo, por encima de la palabra escrita. La generación de «es que la gente ya no lee» vive cautiva de su teléfono móvil en un infinito scrolling que francamente sobrecarga la mente de cualquiera.
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El resultado es que los más jóvenes se interesan cada vez menos en saber escribir correctamente. Las abreviaciones y modismos lingüísticos que, desde luego, no están respaldados por la Real Academia de la Lengua Española proliferan; mientras que los expertos en cuidar cada punto y coma van en declive.
¿Qué pasa cuando estás conociendo a alguien en plan romántico y te escribe un mensaje con faltas de ortografía? Si me lo preguntan a mí, personalmente, la respuesta es decepción total. Habrá a quien no le suponga algo tan relevante, quizás. Aquí el problema es que saber escribir no es cuestión de la profesión que tengas, es el mínimo que debería tener cualquier persona con educación.
A pesar de todo esto, hoy en día «Lo que le importa a la gente es ¿qué piensan los demás de mí? Si tú escribes bien, vas a tener una reputación buena a nivel personal, profesional, académico, etc.»; como comenta Abraham López, CEO de Correcto, una nueva plataforma de corrección gramatical y de estilo. Es decir, sigue siendo un aspecto importante para sentirse culto o educado, y hay quienes consideran la habilidad de deslizarse por las páginas con soltura como todo un arte.
La comunicación en tiempos del copywriting
Hoy en día, todos sabemos que escribir bien va mucho más allá que evitar tener faltas de ortografía. Se trata de tener la capacidad de argumentar, de la precisión del lenguaje que se utiliza y de que un texto sea interesante. No es casualidad que haya cada vez más cursos de copywriting y de SEO. Los medios de comunicación digitales tienen reglas muy diferentes a los de la vieja escuela print. Ya no es suficiente tener inspiración, hay que saber canalizar y explotar esas olas de creatividad.
Lo cierto es que no todo el mundo tiene por qué dominar las nuevas habilidades de comunicación, pero sí al menos tener una idea mínimamente decente de cómo hay que plasmar las palabras en la pantalla.
No es un secreto. Para escribir bien, hay que leer y mucho. También hay que tener gusto por el detalle y siempre disfrutar del lenguaje. Sobre todo, si se trata de uno tan bonito como, en este caso, el español. Las lenguas no son estáticas, evolucionan junto con nosotros y es importante tener el criterio y la apertura suficientes para asimilarlo e integrarlo en la forma en que escribimos.
Lo importante es cómo se dice
Sin embargo, seamos sinceros. La verdad es que no a todo el mundo se le da bien. Hay gente que tiene más habilidad para los números, otros para la música. ¿Cuánta gente con ideas excelentes pierde oportunidades por no saber expresarlas con claridad? Muchas veces estas personas se ven superadas por otras con ideas mediocres, pero transmitidas con admirable precisión.
Por otro lado, hay que tener en cuenta cosas como el tono que queremos expresar y el tipo de audiencia con quien te comunicas a través de las letras. Si no lo tienes del todo claro, una herramienta que te ayude aportando sugerencias de estilo es ideal. Claro, una cosa es hacer uso de la tecnología para pulir algunos detalles o evitar errores básicos, otra muy distinta es depender totalmente de la IA. Esta nueva tendencia es francamente peligrosa. En primer lugar porque mata la creatividad del alma humana y en segundo lugar porque pretende reemplazar la habilidad de pensar.
Para concluir, el buen escribir no se da de forma espontánea, hay que esforzarse para lograrlo. Sin duda, la práctica, la lectura y la educación adecuada pueden mejorar la escritura. Aunque es válido hacer uso de las herramientas a la disposición de todos. Vivimos en una era en la que ya no hay pretexto. No importa cuál sea tu profesión. Puede que el buen escribir sea un arte, pero no es negociable.