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LinkedIn se desmorona. Viva LinkedIn

Estadísticas de LinkedIn y análisis sobre por qué deberíamos irnos de LinkedIn, y por qué no podemos

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LinkedIn, como todo lo que incluye algoritmos y cerebros humanos sin control, es vulnerable a degenerar. No es culpa suya. A pesar de los consejos para potenciar tu perfil en la red, a pesar de la epidemia de contenido de valor, a pesar de que sin esta red no podamos vivir.

La red cumple veinte años el día 5 de mayo de 2023, con 875 millones de usuarios en 200 países. De todos esos millones de usuarios, un 57,2% son hombres. Casi un 60% de los usuarios tienen entre 25 y 34 años —son los que están comenzando su carrera, a los que dicen que si no están en LinkedIn, no existen—. Antes de odiar ese argumento, las estadísticas de LinkedIn apuntan a que cada semana, 52 millones de usuarios usan la red para buscar trabajo. Y debe funcionar, puesto que cada minuto ocho personas encuentran empleo a través de LinkedIn.

Ese es el lado bueno, el técnico, el funcional. Aunque la popular red social profesional ha experimentado vaivenes en su contenido y tono de mensajes en los últimos tiempos. Un suspiro resignado diría que «LinkedIn antes era la plataforma para desarrollar contactos, estar al corriente del desarrollo de la industria y compartir ideas sobre el desarrollo de los negocios. No se sabe cuándo LinkedIn se llenó de gurús de liderazgo, falsas modestias y eslóganes de cómo ser exitoso».

El antes y después de LinkedIn

Como persona atenta a las conversaciones de la red social del a ver quién es más que quién, puedo dar fe de la evolución de sus conversaciones y más concretamente, del fenómeno que marcó un antes y un después —no fue la pandemia, fue algo más complejo, pero permíteme seguir elaborando mi argumento—. Quien lanza un suspiro como el del párrafo anterior, seguramente abandonó LinkedIn antes del 2020.

En una semana normal, los usuarios de LinkedIn (y la inteligencia artificial) crean más de 130.000 artículos, sin contar los millones de recomendaciones y compartidos de lo que ya hay. Esto ratifica la economía de la atención y los modelos de negocio basados en la adicción. De modo que toda esta avalancha de contenido es un desafío a la algocracia, que al final separa a LinkedIn en dos grupos. Los influyentes de LinkedIn y los meh. Para quien desea ser influyente, la primera pregunta era «qué había que hacer, qué tipo de contenido había que crear». En 2018, una frase como «Tu valor no se reduce por la incapacidad de otros de ver tu valía» te daba acceso a miles de interacciones. Sí, la frase era indiscutible. Pero ¿te inspiraba a decirle la verdad a tu jefe? ¿Te empoderaba para pedir un ascenso? ¿Te daba fuerza para salir a tu hora? ¿Argumentos para exigir respeto a tus compañeros de trabajo? ¿Te inspiraba para progresar en tu carrera o al menos, ser dueño de la misma? Bueno, todo eso daba igual. Antes del 2020 no teníamos tiempo para pensar.

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Lo que nos podemos encontrar ahora

Para quien tenía la suerte de poder pensar, la náusea de la plétora de mensajes de liderazgo y motivación en modo huida hacia adelante se resolvía o bien saliendo de la red, o filtrando las interacciones. 

Con los desafíos económicos y emocionales que ha traído la pandemia, los mensajes en LinkedIn ahora adoptan un tono más diverso dentro de lo sombrío y realista, y muchos mensajeros de liderazgo y motivación han cerrado la boca. Hoy, los usuarios comparten —con cierto miedo a que les pillen— sus experiencias de agotamiento laboral, estrés y la importancia de cuidar la salud mental en un mundo laboral a cuya exigencia se le pone límites. Los recursos humanos piden una mejor relación con el trabajo, y los gestores de esos recursos humanos hacen análisis del mal estado de ánimo de los empleados con los posts de LinkedIn. Qué harán con los resultados de esos análisis, es otra cosa.

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El deseo de separar el trabajo del placer hasta en las redes sociales

¿Podríamos decir que LinkedIn se desmorona y va de camino a convertirse en una plaza pública al estilo Twitter? Sí y no: Instagram, Facebook, Twitter, etc son redes más asociadas a la vida fuera del trabajo, a diferencia de LinkedIn, que es 100% profesional (a priori). En línea con eso, está el creciente deseo de separar el trabajo del placer en las redes sociales.

Mientras que antes se compartían principalmente mensajes relacionados con la vida laboral en LinkedIn, algunos usuarios ahora buscan mantener una clara separación entre su vida profesional y personal también en línea. Entonces LinkedIn puede quedar arrinconada a la red en la que se está al corriente del mercado laboral, se busca trabajo y poco más. Ni tan mal: con el mercado laboral tan convulso que nos toca vivir y los millennials entrando en crisis de mediana edad, nadie se irá de la red social. Aunque por burnout,  sea lo que más desean.

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Soy Esther Bolekia, ingeniera de Caminos amante de los trenes y del progreso social que traen. Durante los últimos diez años he sido escritora a tiempo parcial de artículos apasionados por las dinámicas humanas que analizan las leyes no escritas del mundo personal y corporativo. Hoy dirijo Dévé, donde también escribo sobre vida y trabajo, liderazgo, sociología y estilo de vida. Mi forma de escribir se ha descrito como empática, fresca, asertiva y mordaz. Seguramente porque creo que la literatura nunca debería confundirse con mero entretenimiento inocente. Fundé la revista Dévé porque quiero —junto a quien se une a la causa— descubrir las soluciones reales al sufrimiento en el trabajo y lo que hace que disfrutemos de la vida de veras. Escribo para quien desea saber lo que ni los padres, ni la escuela, ni internet enseña sobre el arte de manejarse con maestría en vida y carrera. Por eso arriesgo y voy a las causas y las relaciones entre ellas en los análisis profundos que hago. A menudo me mancho las manos de barro, para llegar adonde nadie más se atreve. La verdad nos hará libres.

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