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¿Quiénes se sienten cómodos en el poder?

Imagen del gobierno de Nueva Zelanda

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, anunció su renuncia. Esto nos invita a preguntarnos qué hace que una persona abandone la cima de su carrera y qué clase de personas son las que no se sienten cómodas con el poder.

Sobre Jacinda Ardern

Ardern fue la premier más joven en asumir el cargo y generó una imagen positiva después de su postura en eventos aciagos como la pandemia de covid-19, la erupción del volcán Whakaari y el atentado supremacista en dos mezquitas en Christchurch. Recibió muchos elogios como política dentro y fuera de su país. Su carisma y asertividad la encumbraron como una líder modelo.

¿Qué pasó entonces? En un encuentro con miembros de su Partido Laborista, ella declaró que no tenía suficientes energías para continuar. Mencionó que liderar un país es un privilegio, pero también una de las tareas más exigentes.

En 2017 asumió el cargo con 37 años. Ahora, con 42 años, entendió que necesita pasar más tiempo con su familia, en especial con su hija Neve, que nació en 2018.

La renuncia al poder

Otros presidentes han dimitido antes, aunque lo normal es hacerlo cuando dejan su país en llamas, presumen un golpe de estado o porque están a punto de terminar encarcelados por corrupción. En 2001, Fernando de la Rúa huyó en un helicóptero tras un gran estallido social por la grave situación económica de Argentina. Otto Pérez Molina, presidente de Guatemala, renunció después de que un juez girara una orden de arresto en su contra. Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, renunció después del escándalo de Watergate en el 74.

La lista puede resultar extensa. Aunque es raro oír de una primera mandataria que decida dimitir cuando aún conserva el apoyo de su país.

Por otro lado, para una persona íntegra no debe ser fácil ni cómodo ostentar un cargo de poder cuando se está rodeado de corrupción, partidismo, rivalidad, mentiras y otros males. Un lugar en donde por conveniencias políticas no se puede agitar mucho el avispero.  Esta complicidad, impotencia o decepción pueden quitar la energía a cualquiera y generar frustración o culpa.

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La enfermedad del rey

El poder es una de las motivaciones sociales básicas, y como toda adicción, crea dependencia. Hay líderes políticas que solo buscan la forma de perpetuar su trono. Que son capaces de todo con tal de escalar más alto y permanecer más tiempo. El poder también puede ocasionar la sensación de ser todopoderosos, de estar protegidos, de estar por encima de todo lo demás.  

La ambición no siempre es mala, el problema es cuando se confunden las prioridades. Cuando un mandatario solo quiere ostentar un cargo por ambiciones personales en lugar de asumirlo para brindar un servicio a la sociedad. Eso es lo que deberían ser después de todo, servidores públicos.

La corrupción ha llegado a límites impensables en la sociedad, pero me gustaría creer que hay esperanza, siempre y cuando se les dé oportunidad a nuevos candidatos. Personas que no persigan una oportunidad de enriquecerse o perpetuarse, sino que sientan, como expresó Jacinda Ardern, la responsabilidad de servir, de mejorar la situación. Que tengan amor al prójimo. 

Como dijo el escritor E.J. Patten, «el poder sin compasión es el peor tipo de maldad que existe». 

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Soy un amante de la literatura y la cultura en general. Trabajo como corrector editorial y he publicado dos libros: Tetralogía del enemigo y El coleccionista de máscaras. Soy técnico en administración de la cultura, a unos meses de ser licenciado. En Dévé soy, además de editor, creador de mensajes de cultura y sociología.

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