Hay una serie de consejos que últimamente se predican a los cuatro vientos, y de tanto predicarlos quedan como si fueran verdades absolutas. Verdades absolutas, que buscan valer para absolutamente todo. “Que no te importe lo que piense la gente”, bomba: lo acepto, y a veces a la fuerza, pero soy de cogerlo con pinzas porque somos seres humanos y tendemos a extrapolar, sobre todo en estos tiempos, las frases más simples a las situaciones complejas. Y luego pasa lo que pasa.
Pasa al final que la gente que más se escuda en el «que no te importe lo que piense la gente» es, probablemente, a la que más debería importarle lo que piensen de ellos. Antes de que me miren raro, voy a seguir hablando. Es lo bueno que tiene el papel, no te interrumpen:
— Si tus vecinos de abajo piensan de ti que eres un irrespetuoso, un ruidoso, un robadescansos, subirán a llamarte la atención. Si te da igual lo que piensen y respondes de manera agresiva y egoísta, asumirán que no vale la pena lidiar contigo y llamarán a la policía. Si la policía, al venir, piensa de ti que eres un rebelde, sufrirás las consecuencias. Sí, te importará.
— Si en una primera cita con una persona que te gusta te da igual lo que piense de ti y actúas como te da la gana, pasará el tiempo y estarás preguntándote por qué no tienes una segunda cita.
— Si en el proceso de encontrar trabajo te da igual lo que piensen de ti y no cuidas tu imagen (real y virtual, seamos serios), no te implicas en ser la persona a la que querrán contratar, te preguntarás qué problema tiene la sociedad contigo. Pero seguirás sin trabajo.
Puedo seguir dando ejemplos, pero espero haberme hecho entender con estos. Hay momentos y ocasiones en los que sí importa lo que puedan pensar de ti; hay que tenerlo en cuenta. Es información útil. Es, también, un ejercicio de responsabilidad y respeto hacia la sociedad en la que vivimos. O de empatía hacia la persona que tenemos al lado. O de sensatez. Y me dirán: «Pero a ver, Esther, si voy pensando en lo que piensen de mí al final no voy a hacer nada. ¿O no has leído la fábula del matrimonio que llevaba un burro y todos hablaban de ellos hicieran lo que hicieran?». Sí y no; vuelvo a lo que acabo de decir: hay ocasiones en las que ha de importar —y bastante— lo que piensen de ti. Ocasiones en las que lo que te juegas es que se te abran o cierren puertas, por ejemplo.
Por supuesto, luego vendrán las ocasiones en las que hasta yo ignoraré lo que acabo de decir. Como el consejo en cuestión, no todo vale para todo. Es lo que tiene la complejidad de la vida.
Imagen: Harps Joseph