¡Pandemia! ¡Confinamiento! ¡Apocalipsis! Todos hablamos del tema. Y no es bueno, eh, que conste. Muchos/as expertos/as (a saber quiénes) dicen que no debemos pasarnos el día hablando del coronavirus, tampoco del confinamiento. También dicen que no debemos pasarnos el día viendo las noticias, ni prestar demasiada atención a la enfermedad en sí… Yo lo intento experto/as, pero es difícil.
Es que estamos en un momento en que va a cambiar el mundo, por lo menos los próximos 10 años. Sí, también lo dicen expertos… Es que ya tenemos una edad y todos tenemos memoria. Lo mismo se dijo de la crisis económica de 2008 y así fue. Fue gradual, poco a poco, pero un cambio brutal en nuestras vidas, nos marcó y marcó la forma en la que nos organizamos y vivimos ahora. ¿Exagero?
Hoy una persona con 40 años, carrera y máster está trabajando de lo que puede, ganando lo mínimo y alquila una habitación en un piso que comparte con 4 adultos más, sobre todo, por cómo se gestionó aquella crisis. Así que no me digáis que como está yendo esta, no va a marcar tu vida al menos para una década…
Precisamente por ese motivo, por dejar constancia, he decidido plasmar algunas reflexiones que han ido apareciendo estos días. No van a ningún lado. Algunas son obviedades, pero creo que vale la pena dejarlas escritas para avanzar.
Reflexiones del primer momento de esta crisis, de cuando todo esto empezó:
1, En la distancia somos todos muy sabios.
Vimos lo que pasó en China, vimos cómo evolucionaba el asunto y lo seguimos con gracia. Con la misma gracia como quien ve La Isla de las Tentaciones, para ver cómo le ponen los cuernos A OTRO. Venga, aceptémoslo. Cuando empezó todos pecamos de soberbios, de listos y de cuñaos. Es así, no pasa nada. Todos estuvimos viendo cómo iba aumentando el número de casos, primero en China y luego en el resto de países. Seguíamos viendo las cifras y nos hacía gracia. Gráficos, números… Y luego las medidas. Lo flipábamos con el hospital de Wuhan; pero eso no iba con nosotros ¿verdad? Hasta nos hacía gracia cómo iba afectando a turistas en Cruceros, hoteles en Canarias, luego en Italia y… ¡Oh! Estaba más cerca de lo que pensábamos.
2, Cuando no definimos el problema, somos muy valientes y no actuamos.
Yo fui el primero que decía “es como una gripe y muere muy poca gente, pues… ¡No pasa ná, veámonos todos! ¡Démonos besos y abrazos!”. Pecamos de egoístas. Nos creímos muy valientes porque “mi vida no corre peligro”. Nos centramos en la mortalidad; en preocuparnos si nos podía afectar directamente, pero no pensamos en los demás y en el bien común de todos. Lo mismo, lo mismito que le pasa a otros países que aún no están en alerta. Si es que no sabíamos cuál era el problema. Las alertas no las escuchamos, y nos costó entenderlo hasta que vimos casos cerca, entonces sí: “ah, que si caigo enfermo y me voy al hospital, igual no hay camas porque está saturado; pues sí, sí, habrá que tomar precauciones…”. No era cuestión del “yo”, si no de “nosotros”.
3, Somos egoístas y hemos puesto nuestros deseos por encima del grupo.
Aún así, nada, primero yo. Nos hemos casi criado en eso y por mucho que tomemos consciencia, nos cuesta. Ayer salí a comprar y sí, hay de todo en el súper; pero faltaron dos cosas: papel de WC y pan de molde. Es tremendo, por un lado, algo tan tonto como el papel, que si no te queda ¡te duchas y listo! Y por mucho que te pongas a gastar papel… ¡con un pack de 24 estarías casi un mes! Y aún así, venga, a acaparar en casa… Y lo del pan de molde… ¿Hay algún tipo de pan que deje más claro lo señoritos que somos? Que hasta lo hay sin corteza. ¡Que no comemos pan porque tiene corteza! Menos mal que no es un apocalipsis de zombis esto… Nos hemos acostumbrado a legitimar el deseo egoísta, a aceptar las ideas de la publicidad: lo deseo, lo tengo. ¿Y al resto? Que les den. Yo primero.
4, Nos creemos muy listos.
En el país de Lazarillo de Tormes no podíamos ser menos. Hecha la ley, hecha la trampa. ¿Que nos tenemos que distanciar socialmente y quedar encerrados? Bueno, pero si salgo a correr sigo estando solo, ¿no? ¿Que se permite a los dueños de perros pasearlos? Pim, al momento perreras que dan perros en adopción completamente vacías. Lamentablemente, hay más ejemplos. «¡Venga! Acepto quedarme en casa; pero podré irme a la casa del pueblo o de la playa por lo menos, ¿no?» Que no son vacaciones, ¡que es responsabilidad social! Pero esto lo llevamos muy dentro, si hasta sonreímos con orgullo cuando nos dan mal la vuelta. Porque listo yo, los demás, tontos todos.
Quizás sea un buen momento para el cambio. Un momento para dejar de opinar sin saber, para centrarnos en comprender bien las cosas antes de criticar y sobre todo, una buena oportunidad para abandonar el egoísmo. Un egoísmo que ya se demostró hace 10 años que no nos benefició, lo único que hizo fue perjudicar a más gente y de forma más profunda.