Si algo se ha puesto en evidencia durante esta cuarentena es el miedo a la incertidumbre. Sabíamos de ella, nadie estaba exento; pero ahora está más presente que nunca.
- ¿Qué pasará con mi puesto de trabajo?
- ¿Cómo voy a poder pagar mis facturas?
- ¿Dónde podré a vivir?
- ¿Se acabó viajar o disfrutar de planes al aire libre?
- ¿Podrá mi hija algún día relacionarse con otros niños?
- ¿Cómo vamos a relacionarnos si tenemos que mantener la distancia?
- ¿Y los solteros/as? ¿Se acabó el ligar?
Obviamente, todo esto puede cambiar si hay una vacuna milagrosa de un dia para otro; pero vaya a haber solución pronto o no, a todos nos han venido a visitar en algún momento esos temores.
Siguiendo las reflexiones del cambio de era del otro día, no puedo evitar darle más vueltas a la cabeza:
1, Nos habíamos acostumbrado a pensar que la vida era previsible. Que la teníamos bajo control. Evidentemente soñar es libre y no tiene que ser algo muy realista; pero me da la sensación que habíamos dado por hecho que podíamos conseguir todo lo que sucedía a nuestro alrededor por el simple hecho de desearlo (ay esos manuales de autoayuda…). Era una percepción, nunca fue así; pero nos lo creímos. Ha hecho falta un cambio tan radical a todos los niveles para asumir que muchas más cosas de las que pensábamos estaban fuera de nuestro control, eran imprevisibles.
2, Diseñar un plan es cumplirlo a la mitad. Nos encanta hacer planes, pero no los hacemos por crear nuestro futuro, los hacemos para creer que controlamos nuestra vida. Si algo define al ser humano, o al menos a muchos de los que yo conozco, es el ansia por controlar todo lo que pasa en su vida. Que me diga ahora mismo quién ha hecho un plan gordo en su vida y lo ha cumplido a más del 50%. Porque la vida es incontrolable y las cosas más buenas que nos pasan son precisamente por esas salidas del plan. Así que esto nos recuerda que no podemos controlar nuestra vida, que la incertidumbre es parte de ella.
3, La incertidumbre nos cuestiona el plan, pero no el objetivo. En la vida hay que tener un objetivo; y cómo lo consigamos, dependerá de las circunstancias. Siempre ha sido así. Que nos cambien las circunstancias de una forma muy gorda como ahora no debería cambiar el fondo de nuestro propósito en la vida. Las cosas que realmente importan no son ese trabajo o esa propiedad material, es lo que hay detrás: descubrir que tu vocación está relacionada con la formación o buscas un lugar para estar con tus seres queridos porque disfrutas el ser un buen anfitrión e invitarlos a tu casa. Hay un trabajo, hay una casa; pero el objetivo es algo diferente. Toda la gente que conozco que está sobrellevando bien esta situación, tiene las prioridades muy claras en la vida. ¿Les jode esta situación? Sí, pero se adaptan y miran cómo pueden conseguir su meta a pesar de los cambios. La incertidumbre no debe cambiar nuestro objetivo.
4, Tenemos miedo a los cambios, pero suceden constantemente. Sí, sé que sueno a Paulo Coelho, pero parece que no lo acabamos de ver. La vida es cíclica y va cambiando constantemente. Hace años acabé leyendo la historia de un pueblo en Italia en que la gente vivía más allá de los 90 años en plena felicidad (lo siento, no recuerdo fuente y no la encuentro, me vais a tener que creer). Al preguntarle a una nonagenaria por su longevidad y alegría, contaba que cada mañana se fijaba en los pequeños cambios que sucedían en su alrededor. Cada mañana observaba como las flores de su jardín iban abriéndose y cambiando. Para ella, una de las claves de su vida plena había sido el pensar cada día que la vida es un contante cambio, que nada está garantizado, esa flor podía marchitarse de un día al otro sin ningún motivo aparente. En lugar de dejarnos caer en el miedo al cambio y la incertidumbre, quizás debemos aceptar que todo es una sorpresa constante.
5, La incertidumbre nos bloquea, pero en el fondo, nos da libertad. La incertidumbre tiene mucho del miedo a perder, el miedo a dejar de tener algo que nunca fue nuestro en el fondo. Si aceptamos que podemos perderlo todo, si lo interiorizamos, si no tenemos nada de nada; nos daremos cuenta que tampoco podemos perder nada. Eso nos dará la libertad que tanto ansiamos. La pregunta es, ¿has necesitado demasiado ese móvil? ¿Esa casa? ¿Tanto te define ese puesto de trabajo? ¿Es bueno que estemos tan obsesionados por esa persona? ¿Tenerla es estar en pareja? ¿Será que no sabes quién eres? Lo único que uno tiene es a sí mismo, siéntete a gusto contigo mismo, independiente de los cambios de tu alrededor y serás libre para actuar.