Llevo desde el inicio del confinamiento con centenares de mensajes por responder. Son días de más mensajes que nunca, es normal. No he podido leerlos todos. A veces me sorprendo y veo videos y memes rarísimos al abrir la galería del móvil. Lo último que vi fue esta imagen. Me arrancó una gran carcajada de madrugada.
Me hizo mucha gracia porque pone en evidencia la dualidad del ser humano: la razón frente la emoción. Y me gusta mucho; porque creo que es una de esas cosas que está destacando esta crisis, esa visión que tenemos en el s.XXI de lo racional. Todo tiene que tener un porqué, una lógica. Está claro que esta era que pasamos, la batalla entre mente y corazón la ganó la mente, herramienta absoluta y fundamental en nuestra sociedad. Lo ha marcado todo.
Todo tiene que tener un motivo, todo tiene que poder cuantificarse, todo tiene que ser coherente, palpable y se tiene que poder monetizar. Pero está dejando de lado el otro elemento, lo emocional. Ahí, los mayores de 50 no son rentables, el cambiar de opinión no tiene cabida, cambiar de carrera a los 35 no es una opción y la debilidad en todas sus expresiones está penada. Aquello que más nos define como seres humanos, lo hemos dejado de lado. Claro, hay cosas que no nos cuadran ahora… Más reflexiones:
1, ¿Cuál es tu prioridad, la economía o la familia?
Es un momento en el que todo se ha agitado, ha resaltado lo que más importa: la salud y los tuyos. Se mandan más mensajes, más videollamadas y los tuyos han vuelto a ser lo primero. O no… Lamentablemente hay mucha gente que ha perdido su trabajo por esta crisis y también hay muchos que no solo mantienen el trabajo, sino que ahora trabajan más que nunca. Son casos complicados porque precisamente se enfrentan a esa dualidad de una forma muy dolorosa. Por ejemplo, están en casa trabajando, pueden cuidar a su hijo, tienen aparentemente más tiempo libre ya que no tienen que viajar; sin embargo, están desbordados de trabajo. ¿Y qué hacen? Algunos trabajan más, responden mal por el estrés, otros “pasan” de su familia, y alguno parece que se da cuenta qué es más importante en su vida sin hacer nada.
2, ¿Por qué tratas de ser productivo todo el rato?
Ya lo hemos dicho muchas veces en Dévé; pero ahora es más evidente que nunca. Estás en casa, no puedes salir, miras redes sociales y BOOM. Todos hacen deporte, todos hacen videos divertidos en TikTok, todos leen 50 libros, todos hacen meditación, todos están escribiendo la novela de su vida… Asumiendo que eso sea cierto (aunque pinta a postureo), no tienes motivos para hacerlo. No somos máquinas, ni ordenadores. Deja esa mentalidad racional de ingeniería de lado. No tenemos que ser productivos, ni rendir siempre, ni hacer cosas que sean coherentes ni con lógica. Es normal que te sientas mal, que tengas bajones y es precisamente eso, lo que te hace humano. Abrázalo como algo normal.
3, ¿Sientes presión por lo que se supone que debes hacer?
“Tengo que hacer”… Otra, miedo a no hacer o a perderte algo. Llevas muchos días encerrado en casa, tienes tus problemas. No te sientas mal por no estar en esa videollamada de los amigos, no hacer un directo en Instagram o no salir al balcón a aplaudir. Puedes fallar. No tengas FOMO, que los demás estén haciendo algo, no significa que sea obligatorio ni que sea positivo para ti. Nos hemos acostumbrado a un estilo de vida muy mental y nos lleva al exceso de control, de estar presente. Y ojo, si no puedes, lo dejas para luego y claro, te sientes mal. Como con una serie: te pierdes una frase y la tiras para atrás 10 segundos para poder verlo de nuevo. No era necesario, podías sobrevivir sin conocer todo el speech de ese personaje. Lo mismo en la vida. Tenemos una parte racional, de rendir, de lógica; pero también tenemos esa parte tan humana de las emociones, la del sentir, la de la creatividad, la caótica. Acepta esa imperfección que también forma parte de ti.
4, ¿Valoramos a la gente mayor?
Frente a esta dualidad de la razón y la emoción, esta situación ha puesto en evidencia el desprecio a los mayores. Los mayores siempre han representado la sabiduría, el valor de la experiencia, deberíamos haber valorado eso. Sin embargo, los criterios “lógicos” de los últimos tiempos han hecho que dejemos a la gente mayor como inútil, que no aporta, no es productiva. El auge de la tecnología y la “lógica de Silicon Valley” ha hecho que la edad haya sido algo penalizado, los hemos dejado de lado y justo ahora, son los más afectados. Con la pérdida de muchos, nos damos cuenta que, además de sabiduría, son el cariño y el amor incondicional. No los dejemos de lado a partir de ahora.
Debemos darle más peso a las emociones en nuestro día a día. La balanza está demasiado desequilibrada hacia la razón. Olvidar el corazón es negar nuestra esencia.