Nunca es tarde, pero cuanto antes, mejor.
La sección de finanzas personales de Dévé tiene por objetivo que crees la vida que quieres con el dinero que tienes. No soy de esperar al 1 de enero para comenzar a marcarme propósitos, y tú, si lees Dévé, creo que tampoco.
Hace unos meses me convertí en una mujer a la que se le dan bien sus finanzas personales gracias a este artículo. La razón fue simplemente desarrollar una serie de hábitos que remplazaron los que creía que eran buenos simplemente por ser los míos. Pero hay más, por supuesto. Así que para que este texto te sea de ayuda, voy a compartir una serie de hábitos de gente de 30 —y 40— que me gustaría haber desarrollado en mis 20.
1 Definir mis prioridades financieras
En finanzas personales, ahí fuera hay miles de personas diciéndote cómo debes gastar tu dinero y cuándo. Y cuánto, si entramos en instagram. Hay, además, una cultura de consumir que incita a pensar que divertirse va de la mano con gastar un mínimo de 5 euros. Pero cuanto antes te des cuenta de que no necesitas gastar lo que te dicen que gastes, antes ganarás control sobre tu vida. De modo que el primer paso es alejarse de esas voces y oír la voz interior. Ya, suena místico, pero es lo más práctico que puedo decirte. Hay cosas en las que puedes decidir no gastar dinero, y hay cosas en las que cambias el chip, y en ellas, el dinero es una inversión en salud física y mental. Pero a esas decisiones llegarás primero definiéndote, y no dejando que los demás te definan.
2 Ahorrar a conciencia
6 de cada 10 españoles no tienen ahorros, dicen los medios. En parte porque consiguen meter algo en la hucha, pero de la hucha siempre sale el dinero en cuanto la vida aprieta un poco. En parte porque no hacen bien los presupuestos. Ahorrar de verdad es fácil si se sabe cómo hacerlo. El primer paso es volver al punto 1. El segundo, establecer los objetivos de ahorro. El tercero —para facilitar la vida— es poner una cuenta diferente para cada objetivo de ahorro.
3 Crear planes de pago de deudas antes de pagar las deudas
O antes de meterte en deudas. De ahí la importancia de crear presupuestos y saber primero, si lo que vas a comprar a plazos puede esperar a que ahorres y lo puedas pagar en efectivo de una vez. Segundo, si puedes esperar un poco, comprarlo más barato y tercero, en caso de que adquieras la deuda, tener claros qué reajustes harás en tus próximos presupuestos mensuales para pagar esa deuda.
4 Valorar mi tiempo, y su valor
¿Cuánto vale una hora de tu tiempo? ¿Lo has pensado? No es solamente lo que te pagan por trabajar 8 horas al día durante X días; es el tiempo que le dedicas en cuerpo y mente, que es superior. Prueba hacer ese cálculo, no te dejará indiferente. Valorar tu tiempo es valorar tu dinero. Y las consecuencias son inmensas.
5 Saber cuánto valgo (en dinero)
Unos asumen que lo que se les ofrece en un trabajo es lo que valen, mientras los hay que saben lo que valen y eso es lo que piden. Los primeros creen que hacer lo que hacen los segundos es descarado; los segundos, no se conforman con menos. Esa es una de las razones por las que unos ganan menos que otros en sociedades avanzadas aparentemente. Es verdad que hay empresas en las que los salarios son fijos y aparentemente no hay negociables, pero eso no quita que sepas cuánto vales, y cuánto puedes valer con la adquisición de X experiencia y habilidades.
6 Aprender habilidades que incrementan el salario
No necesariamente títulos. Hablar en público, negociación, networking, imagen física, apariencia, horas de sueño, idiomas, hábitos. Hay dos opciones: criticar el juego y perderlo, o aprender sus reglas y ganarlo. Ojo, que el salario no es únicamente monetario, hay un salario emocional y temporal (o no físico, o de bienestar, llámalo X) que puede reforzar o mermar el monetario.
7 Distinguir “querer” de “necesitar”
Hay un hábito que sabotea las intenciones más nobles: gastar dinero en cosas que no necesitas, pero quieres, cuando no las has incluido en tu presupuesto. Con el tiempo he aprendido a diferenciar “querer” de “necesitar”, cosa importante —porque valoro el dinero que gano. Y también he aprendido a hacer presupuestos que puedo cumplir.
Voilà.