Hablar de dinero sigue siendo un asunto tabú en las parejas (y en las ofertas de empleo), y probablemente, esa es la razón por la que esta sigue siendo la mayor causa de pelea en una pareja.
La gente en pareja prefiere posponer la conversación sobre dinero para cuando el tema es serio, o sea, cuando se plantean la convivencia. Antes han hablado de sexo, comida, viajes y otros temas, sin conocerse en la relación de cada uno con la economía. Tampoco se han dado la oportunidad, por cierto. Uno se ha protegido del otro en nombre de mantener la independencia. Pero esa falta de asertividad a tiempo pasa factura, más aún en generaciones que todavía están buscando su estabilidad laboral y financiera.
Según un estudio de Credit Karma, el 38% de la generación Z y el 36% de los millennials afirman que romperían con su pareja si fuera incompatible en los valores financieros. Por otro lado, el 25% de los millennials y el 29% de la generación Z cree que está bien dejar la conversación sobre dinero para cuando sea hora de irse a vivir juntos (como cada uno lo entienda). Sin embargo, casi un tercio de los participantes en el estudio dice haber terminado una relación por asuntos de finanzas (33% de la generación Z y 31% de millennials) y más de la mitad (56% de centennials y 61% de millennials) discuten por asuntos de dinero en sus relaciones de pareja.
Esto por los que discuten. Los hay que acuerdan una separación de cuentas, bienes y gestión de las finanzas. Todo, absolutamente todo, al 50%. A pesar de que uno gane más que el otro (lo más probable es que sea él) y uno tenga mayores cargas vitales que el otro (lo más probable es que sea ella). Ese es el precio a pagar por una de las partes de la pareja para primero, evitar la confrontación. Segundo, protegerse de que en un futuro le echen en cara algo. Tercero, evitar sentirse inferior por ser la parte que menos aporta.
Si la percepción del valor de una persona en una relación de pareja se reduce a su aportación económica a la misma, tenemos un problema de estrechez de miras. Pero lo hemos tenido históricamente como sociedad, de ahí una de las razones por las que las mujeres ambicionaron su independencia económica. Pese a todo esto, el estudio de Credit Karma informa de que el 31% de los centennials y el 32% de los millennials se quedarían en matrimonios infelices si dependieran económicamente de sus cónyuges.
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La relación entre dinero y pareja
No obstante, uno de los puntos que pueden desembocar en esto es cómo se aborda la relación entre dinero y pareja. Y si añadimos el componente de juventud e inexperiencia, peor. Es posible que tengamos una mezcla de falta de asertividad, falta de saber quién eres, tendencia al individualismo y deseo de protegerse del otro —o resentimiento— disfrazado de independencia. «En realidad no hay objetivo en común, hay intereses individuales que se juntan», me responde Carina Mermelstein cuando le planteo la cuestión. Carina es abogada y escritora, y escribe en Dévé sobre liderazgo y management, y sabe más que muchos sobre la realidad de la relación de las personas con su dinero, sobre todo en momentos críticos en las parejas.
La pérdida del sentido de la otra persona y de los objetivos en común es coherente con la modernidad líquida y la decadencia de las relaciones humanas. Pero a la hora de la verdad, todos suspiramos por relaciones más profundas. Y una relación no se profundiza sin vulnerabilidad, sin transparencia. A pesar de que las discusiones sobre dinero son platos de mal gusto, las confrontaciones pueden ser una buena señal. Si la gente expresa cómo se siente con respecto al dinero, puede ser beneficioso —cuando hay precisión a la hora de hablar y se sabe escuchar más allá de las palabras.
Desde una perspectiva sociológica, el dinero es un tema muy emocional. Discutir es normal, pero que el dinero abra la caja de Pandora en las parejas no debería serlo.
Tres soluciones prácticas para acabar con las discusiones sobre dinero
Como primer paso es necesario que a nivel individual cada persona defina y mejore su relación con el dinero. Por otro lado, revisar cómo se valora a la persona en una relación. Algunos asumen que uno vale más cuanto más (dinero) aporta, y se pierde de vista todo lo que hace que una relación funcione. ¿Acaso una ama de casa ha de sentirse inválida por no traer dinero al hogar? Con la boca sabemos que la respuesta es obvia (la respuesta es no, por si acaso, calcula cuánto habría que pagar por cada una de las tareas de una ama de casa), pero todos tenemos creencias inconscientes que pueden ser opuestas a la razón.
Segundo, hay solución en poder tener la asertividad para hablar honestamente sobre el dinero en pareja, no sólo en términos matemáticos, sino de trabajo en equipo. Si te das cuenta de que en realidad pides una relación 50/50 porque no confías en tu pareja o no la quieres lo suficiente, ahí tienes algo en lo que pensar. O si quieres una pareja rica que pague todo porque quieres vivir y gastar sin pensar en nada más, ahí hay otro tema. Lo ideal es llegar a un ambiente de confianza, sin que en realidad uno esté tomando medidas preventivas con respecto al otro.
En tercer lugar —y en esto están de acuerdo varios asesores financieros y consejeros de parejas—, sentarse y hablar de dinero como se habla en una reunión de trabajo sobre un proyecto que hay que sacar adelante. Probablemente descubras, al seguir los tres pasos, que tienes una personalidad financiera opuesta a la de tu pareja y la solución no va de comunicar, sino de encontrar la compatibilidad. O tu pareja tenga una visión que os beneficia a los dos, pero aún no la entiendes. Las parejas que se marcan objetivos económicos en común tienden a estar más unidas porque el grado de confianza es mayor. Cada conversación necesita tener un fin en mente, y un grado de madurez para saber trabajar en equipo.
Si la situación es que tu pareja debe solucionar conflictos con el dinero, lee este artículo.