Para muchos, beber café por la mañana es una parte imprescindible del ritual matutino. Ese olor inconfundible, el sonido de la máquina y esa agradable pausa que te prepara para empezar el día. Algunos se decantan por un espresso, otros por un espumoso cappuccino o tal vez un cortado para acompañar esa tostada con tomate. Hay tantos tipos de granos como máquinas para degustarlos, tipos de cafeterías y hasta formas de vivir esta parte del día.
Algo tan sencillo como ingerir este elixir estimulante se ha transformado en un hito cultural o en muchos casos, una experiencia de lujo.
No es lo mismo tomar café en la barra de un bar, que una gran cadena o la tendencia más actual: cafeterías que tienen como objetivo ser únicas y brindar un espacio donde sus clientes van a relajarse, a trabajar un rato o a reunirse con amigos; rodeados de una decoración bonita, bollería recién hecha y una oferta extensa de cafés de todo el mundo. Ya sabes, uno de esos sitios donde en tu cappuccino puedes saborear notas de cereza o de almendra asada.
De hecho, para ciertos embajadores del café, el espacio donde se sirve es tan importante como el café en sí: las luces, la música, las butacas, las mesas, el suelo, los techos. Todo para componer la experiencia de lujo que añora todo ser de vida rutinaria. ¿Quizá porque en una cafetería atractiva, el café sabe mejor? Aunque después de probarlo no sea para tanto, siempre nos quedará el momento hygge de fuera de casa, la conversación íntima del final de la tarde con esa persona o el hacer fotos de ese lugar instagrameable. Todo encaja en la cultura del café.
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Los comienzos del café
Esto no siempre fue así. Si nos remontamos al inicio del siglo XIX podemos encontrar lo que se denomina como la primera ola cafetera. Aquí comenzaron a producirse las moledoras de granos, las máquinas y los primeros métodos para preservar granos de café. Esto significó, entre otras cosas, que el consumo de este bien se masificó exponencialmente.
Más tarde, se desarrolló el café instantáneo, que dio pie a la creación de todo un nuevo mercado donde varias marcas tenían espacio para ofrecer un producto accesible para la mayoría de la población. El café se convirtió en un tipo de mercancía más. El problema con este modelo de negocio es que la calidad y el sabor se sacrificaban a cambio de una mayor producción para que fuera un comercio rentable.
Casi dos siglos más tarde, llega la segunda ola, donde cada vez más personas estaban dispuestas a pagar un poco más por un café de mayor calidad. Así fue como a finales del siglo XX, comenzaron a surgir cadenas como Starbucks (EUA, 1971), Tim Hortons (Canadá, 1964) o Costa Coffee (Reino Unido, 1971). Su idea era promocionar formas más modernas y sofisticadas de tomar café, derivadas de granos de alta calidad.
La tercera ola
Comenzó la época donde una taza de café ya no era algo tan simple, los términos latte y venti tomaron fuerza y ahora lo que se vendía no era una bebida con cafeína, sino una experiencia.
Para la generación de nuestros padres no tenía ningún sentido pagar 4 o 5 euros por un café, pero para nosotros representa una nueva parte de nuestra rutina, así de simple.
No pasó mucho tiempo antes de que los amantes del café se dieran cuenta de que el negocio de estos lugares se centraba más en proveer un espacio de conexión que en ofrecer productos de verdadera calidad. La tercera ola llegó hace más o menos una década y se resume en que el enfoque es la calidad de café y no la experiencia que proveen estas grandes cadenas.
La cultura del café, hoy
Por un lado, los amantes del café buscan la experiencia completa: gusto, estética y comodidad. Los lugares capaces de ofrecer los tres dentro de la cultura de café serán los primeros en aparecer en los resultados de búsqueda y serán objeto de deseo para personas de negocios, gente cosmopolita y turistas.
Por otro lado, lo de hoy está dirigido a educar e informar tanto a los empleados como a los clientes sobre el comercio justo, el origen del producto, los granos orgánicos y formas de agricultura sostenibles.
En esencia, puedes degustar un delicioso café de tu finca guatemalteca favorita con la conciencia tranquila. Al parecer, el hecho de consumir esta bebida estimulante ya no se trata de la comercialización en masa de una simple mercancía, ni tampoco de un tema cultural; ahora es un artículo de lujo y algunos llegan a llamarle una forma de arte.
Hoy en día, muchos expertos en la industria del café especulan sobre cuál será la cuarta ola.
Aunque aún es incierto, podría basarse en la ciencia del café (por ejemplo, el café con adaptógenos). Mientras tanto, la próxima vez que visites tu coffee shop preferida y elijas un pain au chocolat para acompañar tu latte macchiatto con leche de avena y granos de café etíope, recuerda todo lo que tuvo suceder para llegar a ese mágico momento, ¡y a disfrutar!
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Con información de Coffeebi