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Autores imprescindibles del cine mundial (Francófonos)

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Empezamos hoy con una serie de artículos sobre los autores que han marcado el devenir del cine mundial. Esta selección de creadores ha sido hecha de forma totalmente subjetiva y por lenguas o por géneros, siendo sólo una pequeña muestra de lo que cada una de estas partes ha aportado al conjunto de la cinematografía del planeta. Comenzamos por el cine en francés mayoritariamente desarrollado en nuestro país vecino, pero el recorrido que haremos seguirá por el resto de Europa y cruzará también el Atlántico y el Pacífico. Nombres clásicos y recientes se mezclarán por méritos propios, y dejaremos también una lista de otros destacados para que tú lector, explores si lo deseas en profundidad sus filmografías. Dedico este artículo a José María Riba, muerto este fin de semana pasada en París, periodista y crítico español, y hombre clave de la difusión de la cultura y cines españoles en Francia, y que dirigió la Semana de la Crítica de Cannes, creador de la asociación Espagnolas en París y el festival Different !, colaborando con otros festivales como el de San Sebastián y Morelia.

1. Jean Renoir (1894-1979)

Títulos fundamentales: La regla de juego, La gran ilusión, El hombre del sur y El río

Influido por: Charles Chaplin y Erich Von Stroheim 

Influyó a: Jacques Rivette, François Truffaut y Orson Welles

Hijo del célebre pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir, la trayectoria de Jean Renoir como la de su hermano Pierre, actor, y su sobrino Claude. director de fotografía, está indisolublemente unida al cine, pero en su caso, con letras mayúsculas. Director y guionista, tras el fin de la I Guerra Mundial donde luchó y fue condecorado, Jean empieza a hacer del cine su profesión para ayudar a propulsar la carrera de su entonces esposa, la actriz Catherine Hessling.

Sus primeras películas están muy influenciadas por otro gran director clásico, el alemán Erich Von Stroheim, de quien toma temas como el cuestionamiento de la formalidad y usos de la sociedad de entreguerras, la reflexión intelectual de izquierdas acerca del núcleo real de la cultura burguesa o el tratamiento del desarrollo de la Gran Guerra. Sus primeras películas como Nana (id, 1926) son adaptaciones literarias de escritores casi contemporáneos suyos, como Zola, Flaubert o de la Fouchardière, realistas y hechas a la manera de «Tableaux vivants». Entra poco a poco en un estilo más libre y vivaz, en sus comedias con el comediante Michel Simon, como Boudou salvado de las aguas (Boudou sauvé des eaux, 1932).

Su asociación con el actor Jean Gabin a mediados de los años 30 del siglo pasado le lleva a realizar las obras más célebres de su larga carrera, entre las que se cuentan un par de obras maestras indiscutibles:  una reflexión sobre la hermandad entre los hombres en medio de la paz y la guerra en Europa como La gran ilusión (La grande illusion, 1936), con su idolatrado Von Stroheim como actor, y La regla de juego (La règle du jeu, 1937), gran comedia sobre la soterrada lucha de clases en la sociedad tradicional francesa de entonces.

Tras la ocupación alemana, en 1941 Renoir se exilia a Estados Unidos, y toma la nacionalidad americana. Al otro lado del Atlántico, también deja títulos memorables, bastante heterodoxos, siendo lo más recordados, el drama de aromas tradicionales, El Hombre del Sur (The Southerner, 1945) y el exotismo del romance de ambientación hindú, El Río  (The River, 1951). Regresa a Francia a mediados de los 50, donde hace su último clásico French Cancan (id, 1955), acabando su carrera a inicios de los 70.

2. Robert Bresson (1901-1999)

Títulos fundamentales: Diario de un cura de campaña, Un condenado a muerte se ha escapado, Pickpocket, Al azar de Baltasar y Mouchette

Influido por: Luis Buñuel y Jean Vigo

Influyó a: Andrei Tarkovsky, Michael Haneke, Jim Jarmusch, los hermanos Dardenne, Aki Kaurismäki, Jean-Luc Godard y Paul Schrader

Cincuenta años de carrera y sólo 13 largometrajes contemplan la carrera del más ascético y espiritual de los realizadores galos, alguien que tomó el minimalismo y la dirección de actores no profesionales como banderas de una forma de dirigir tan austera como única. Maestro de la sencillez y de la contemplación tranquila pero inmisericorde de la realidad, Bresson es admirado por directores de todo el mundo por su sencillo planteamiento de temas existenciales.

Tras la II Guerra Mundial, y tras haber sido prisionero de guerra, debutó en 1943 como guionista, pero enseguida pasa a realizar sus películas. No es hasta los años 50 cuando empieza a destacar a raíz del estreno de su Diario de un cura de campaña (Journal d’un curé de campagne, 1951), donde narra de forma realista la vida del protagonista, un sacerdote de un  pueblo,  usando en su mayor parte, escena de la vida cotidiana, como comidas, lecturas,… en una aproximación a la que volverá después en Pickpocket (id, 1959), en este caso con los dilemas éticos de un carterista en París.

Su película más recordada y lograda, es la magnífica Un condenado a muerte se ha escapado (Un condamné à mort s’est échappé ou Le vent souffle où il veut, 1956), premio al mejor director en Cannes, casi una pieza de cámara donde su estilo efectivo y simple llega a su cénit, contando el drama de un prisionero resistente francés sentenciado a morir, que trata de sobrevivir escapando de una prisión del ejercito Nazi.

Después siguiendo esta aproximación llegan en los años 60, más obras, entre las que se cuentan dos películas hermanas,  Al azar de Baltasar (Au hasard, Balthasar, 1966) y Mouchette (id, 1967), donde usando las historia reales y a la vez metafóricas respectivamente sobre un burro y una niña de campo maltratada, Bresson pone su cámara al servicio de los débiles y frágiles, mostrando el camino de la rectitud y la santidad entre los hombres. Terminará su obra filmando títulos más desiguales, como adaptaciones artúricas, o dramas episódicos a principios de los años 80.

3. François Truffaut (1932-1984)

Títulos fundamentales: Los 400 golpes, Jules y Jim, Besos robados y La noche americana

Influido por: André Bazin, Jean Cocteau, Abel Gance, Alfred Hitchcock, Jean Renoir Roberto Rossellini y Jean Vigo

Influyó a: William Friedkin, Jean-Luc Godard, Robert Mulligan, Arthur Penn y Steven Spielberg 

La revista de crítica de cine Cahiers du Cinema reunió en su redacción a varios de los autores que lograron remover lo que se hacía en el cine francés. Aquellos críticos de cine, reivindicaban el cine de género americano, tanto el western como el noir, o el suspense británico, elevando y glosando maravillas de directores como Howard Hawks, John Ford o Alfred Hiitchcock. Su amistad y su amor al cine fue creciendo en paralelo hasta empezar colaboraciones a mediados de los años 50, que crearían  la Nouvelle Vague francesa, una ola de revolución que llegaría a todo el mundo.

El núcleo principal de aquel portento estuvo integrado por aquellos críticos: Jacques Rivette, Éric Rohmer, Jean-Luc Godard, Jean Eustache, Agnès Varda, Claude Chabrol y François Truffaut. Y si bien Malle, Rivette y Chabrol, inician este movimiento, naturalista, que trata de captar la realidad del instante como un relámpago en una botella, su primer gran hito es el debut de Truffaut, ese crítico tímido, enamoradizo y de una infancia y juventud vivaz y revoltosa, que inspirará el resto de su carrera.

Con Los 400 golpes (Les 400 coups, 1959), el relato del niño rebelde y casi adolescente Antoine Doinel, su alter ego interpretado por Jean-Pierre Leaud, Truffaut revoluciona Cannes y se lleva la Palma de Oro. No olvidará jamás ese respaldo de su forma de hacer cine, no exenta de técnica, pero a la vez juvenil y activa, pero evolucionará poco a poco su estilo, con tiros de cámara cada vez más dotados de sentido y emoción. El personaje de Doinel le vuelve a inspirar y ser protagonista de un cortometraje y otros tres largos, entre ellos el fabuloso Besos Robados (Baisers volés, 1968)  donde el joven adulto Antoine, conoce por primera vez el amor auténtico, entre aventuras detectivescas.

El final de su carrera naturalista, sin embargo, data de algo antes, cuando firma Jules y Jim (Jules et Jim, 1962), basada en la novela Pierre-Henri-Roché, donde describe con luminosidad y emoción el amor apasionado entre un trío de amigos, a lo largo de décadas, territorios de Europa y las dos guerras. A partir de allí, Truffaut diversifica su carrera en la pantalla, y aparte de seguir filmando la trayectoria de Doinel, se interesa por la representación del amor y de diversas artes escénicas en sus realizaciones.

La más lograda es precisamente, la deliciosa y metacinematográfica La noche americana (La nuit américaine, 1973), que narra las divertidas peripecias de un rodaje, donde un realizador (Truffaut mismo) y su equipo luchan contra sus crisis personales y artísticas para lograr llevar a cabo su proyecto en un acto de amor al cine. Después se interesaría por el teatro y llevaría a cabo incluso más actuaciones, dentro y fuera de sus películas, siendo la más celebrada su papel del científico Claude Lacombe en Encuentros de la Tercera Fase de Steven Spielberg. A causa de un tumor cerebral, fallece tempranamente a los 52 años y con 30 ideas de nuevos proyectos por hacer, habiendo sido un elemento vital para el renacimiento del cine galo, su crítica, ensayos o para la historiografía del cine mundial, siendo colaborador fundamental de la Cinémathèque Française de Hénri Langlois.

4. Éric Rohmer (1920-2010)

Títulos fundamentales: Mi noche con Maud, La rodilla de Claire, Pauline en la playa, Las noches de la luna llena y El rayo verde

Influido por: Robert Bresson, Nicholas Ray, Jean Renoir,  Jean Vigo y Erich Von Stroheim

Influyó a: Krysztof Kieslowski

Compañero de Truffaut y del resto de su generación, Éric Rohmer se distinguiría en ella, por su racionalismo y elevación del debate y diálogos en el cine, como si fuese otra categoría de la reflexión filosófica o una dimensión alternativa del debate ético. Redactor en jefe de Cahiers du Cinema, empieza su carrera en la realización de forma exclusiva, al dejar su puesto en la revista en 1963. Allí empieza la que sería su primera serie de películas, con un sexteto denominado de los «Cuentos Morales».

El más notorio de ellos es el cuarto, Mi noche con Maud (Ma nuit chez Maud, 1969), donde opone el amor pasional al amor cortés, en la historia de un devoto ingeniero católico que oscila entre la tentación que supone el romance con una divorciada y la relación que puede construir con una joven estudiante más inocente. Además, esconde en el drama una fábula moral, con ecos de la lucha filosófica de oposición entre Descartes y Pascal sobre el papel en la vida de la duda y la certidumbre, con la que logra una repercusión mundial inaudita.

Rueda justo después, otro de sus títulos emblemáticos, el quinto cuento, La rodilla de Claire (Le genou de Claire, 1970), donde complica la geometría de la indefinición del amor, al retratar los amores veraniegos en la costa del lago Annecy, entre un guía cultural y las dos hijastras de su anfitriona. Al finalizar su primer ciclo, Rohmer reparte su tiempo entre la literatura y el teatro hasta finales de los 70. A principios de los 80, abre otro ciclo de seis películas, al que llama de «Comedias y Proverbios», inspirado libremente en obras y proverbios de otros autores.

La tercera y cuarta obras de este sexteto, respectivamente Pauline en la playa (Pauline à la plage, 1983), Las noches de la luna llena (Les nuits de la pleine lune, 1984) son obras extraordinarias centradas en el amor y sus consecuencias, entre diversas intrigas situadas en las playas de Bretaña, o entre el centro y la periferia de París. La quinta, El rayo verde (Le rayon vert, 1986), marca a una vuelta a los orígenes improvisados de la Nouvelle Vague, con una excepcional historia sobre la soledad del verano y la búsqueda del amor como última esperanza. El cine de Rohmer continuará con otro ciclo más de cuatro películas, los «Cuentos de las estaciones» y hasta sus últimas obras posteriores llenas de literatura e historia, seguirían trufadas de sus buenos diálogos e ingenio característicos.

5. Jean-Luc Godard (1930)

Títulos fundamentales: Al final de la escapada, Una mujer es una mujer, Vivir su vida, Banda aparte, El desprecio, Alphaville y Pierrot el Loco. 

Influido por: Robert Bresson, Charles Chaplin, Jean Cocteau, Kenji Mizoguchi y Orson Welles

Influyó a: Quentin Tarantino

Del conjunto de la Nouvelle Vague, el más inconformista, político y experimental del grupo fue sin duda Jean-Luc Godard. En su primera película, Al final de la escapada (À bout de souffle, 1960), co-escrita con Truffaut, Godard se empeña en contar un pequeño noir para romper con el género, innovar con el montaje, decalando escenas, o cortando en mitad de secuencias, rompiendo el eje y dejando a su cine una cualidad rápida pero elíptica, limitada pero extrañamente dinámica y magnética.

Año a año, comenzará a filmar, cada vez de un modo distinto, historias rompedoras para su tiempo, junto con su entonces musa y Anna Karina, destacando entre ellas Una mujer es una mujer (Une femme est une femme, 1961), Vivir su vida (Vivre sa vie, 1962), o Banda aparte (Band à part , 1964), lecturas de la comedia, el drama episódico o el cine criminal, donde la óptica elegida, el color o su ausencia del fotograma y la música conectada o desconectada de la imagen son tan importantes como el propio relato.

Su casi única aproximación convencional al cine en la época, toma forma en El desprecio (Le mépris, 1963), adaptación con Brigitte Bardot de la novela de Alberto Moravia, y aún así vuelve a romper la narrativa, con planos poco convencionales y la elección del lugar del rodaje, en la costa de Caprila y su casa Malaparte. Con Alphaville (id, 1965) escoge la ciencia-ficción distópica como marco,  y en Pierrot el Loco (Pierrot Le Fou, 1965), quizás el último de sus grandes films, la mezcla entre el thriller, el drama o el musical, rompiendo a veces la cuarta pared, crea un film sorpresa y explosivo.

Tras esta fértil primera etapa creativa, su cine toma un cariz más político y reivindicativo de su ideología de izquierda, entre los 60 y 70,  con desigual fortuna pero con algunos films aún notables, pasando los 80 y 90 a hacer películas de género heterodoxos pero con un nivel inferior a su carrera inicial. En los últimos años, el último representante vivo de la Nouvelle Vague, ha vuelto a retomar el camino de la inspiración, a través de cine cada vez menos narrativo y más radical, tan próximo al videoarte como al documental. Allí por donde aún Godard pisa, la polémica no le abandona.

Se quedaron fuera de esta lista, pero si os gusta el cine en francés debéis ver también películas de… Denys Arcand, Oilvier Assayas, Jacques Audiard, Luc Besson, Bertrand Blier, Philippe de Broca, Marcel Camus, Marcel Carné, Claude Chabrol, René Clément, Henri-Georges Clouzot, Jean Cocteau, Jacques Demy, Arnaud Depleschin, Michel Deville, Albert Dupontel, Jean Eustache, Abel Gance, Agnès Jaoui, Jean-Pierre Jeunet, Cédric Klapisch, Claude Lelouch, Louis Malle, Chris Marker, Georges Méliès. Jean-Pierre Melville,  Olivier Nakache y Eric Toledano, Maurice Pialat, Jean-Paul Rappeneau, Alain Resnais, Jacques Rivette, Claude Sautet, Céline Sciamma, Bertrand Tavernier, André Téchiné, Agnès Varda y Jean Vigo.

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Cinéfilo y crítico a tiempo parcial, además de ingeniero de caminos. Trabajador del ferrocarril y del celuloide, busco tender puentes con otros campos y profesiones, así como recorrer caminos culturales y de ocio. Mi lema es que siempre hay nuevas formas y tiempo para aprender, pero también para enseñar. El cine es una de ellas, proporcionando además una vida libre. Sigo creyendo que John Ford es el mejor director de cine de la historia.

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