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«Compartimento nº6»: Viajar, viajar

Segunda película del realizador finés Juho Kuosmanen y recién estrenada a mediados del mes abril en nuestro país, Compartimento nº6 (Hytti nro 6, 2021) es un film de rara belleza por la que recibió justamente el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2021. Un viaje en común de dos desconocidos hacia paisajes inhóspitos que nos descubre a la vez lugares que parecen inaccesibles y a los propios individuos que los atraviesan.

Con su primer largo. El día más feliz de la vida de Olli Mäki (Hymyilevä mies, 2016), Juho Kuosmanen nos acompañaba detrás de la cámara a un tiempo más sencillo. Ambientada en los años 60 en su Finlandia natal,  Olli Mäki retrataba en un austero pero dichoso blanco y negro la historia de un boxeador local aspirante a campeón del mundo en peso pluma, que enfrentaba su combate justamente caído en los brazos del amor.

Si con esta comedia pensábamos que Kuosmanen era un digno heredero de su más celebre compatriota y director de cine, Aki Kaurismäki, aquí nos amplía su paleta como realizador. Compartimento nº6 es un pieza fílmica tan eslava como universal, en la que el director alterna en su parte visual el formato digital, el celuloide y las texturas de las videocassettes de las cámaras Handycam de los 90 del siglo pasado. Donde el desenfoque, el sonido o su casi ausencia, son elementos tan importantes como lo que se ve captado por el objetivo de la cámara.

Inspirado por una novela de la también finlandesa Rosa Liksom, aunque cambiando detalles esenciales como la época dónde sucede o la edad de los personajes del relato escrito, Juho Kuosmanen nos introduce en su historia con unos créditos de variados colores vivos cuasi almodovarianos. Ambientados con el celebre Love is the Drug de Roxy Music, los usa para situarnos en un apartamento en mitad del Moscú cosmopolita de los 90, en un ambiente de intelectualidad y libertad que ahora nos parece lejano cuando miramos al país de los Urales.

La joven Laura (Seidi Haarla), estudiante finlandesa de paso por Rusia para aprender su idioma y apasionada de la arqueología, desea ver, alentada por su amante y profesora de literatura Irina, un conjunto de petroglifos que se hallan en la costa de la región de Murmansk, al filo del Círculo Polar Ártico, desde hace 10.000 años. Está convencida de que su contemplación le revele quizá una especie de ancla de su existencia, de la de todo ser humano.

Para ello, programan un viaje en tren de Moscú a Murmansk en pleno invierno para compartir un compartimento durante un trayecto de varias jornadas. No obstante, antes de partir, Irina la dejará sola teniendo que compartir el compartimento/litera número 6 de su coche con un perfecto desconocido. Un hombre ruso (Yuriy Borisov) que se muestra lleno de modales groseros y grotescos que intimidan a la joven.

Entre la desconfianza inicial y el rechazo posterior, Kuosmanen nos va a dejar en manos de ambos personajes. Solo hemos visto su exterior, su superficie y luego nos llenaremos de sus contradicciones y sentimientos. Quizás el aparentemente bronco individuo, no lo sea tanto. Posiblemente, el péndulo pueda oscilar cuando la experiencia y los hechos avancen.

Es este tren, un escenario poblado solo de coches cama y restaurante, es en el que el espectador puede ver evolucionar poco a poco los intercambios entre Laura y ese hombre, un minero de nombre Ljoha. Y es en ese microcosmos donde se produce el estallido del encuentro de dos seres heridos por la soledad.

Kuosmanen vehicula su nueva película en torno a un viaje que no acaba cuando los protagonistas se apean del tren. Cuyo desplazamiento en común les cambia para siempre en diversas peripecias. En un mundo de comunicación y medios aún analógicos sin dispositivos digitales ni telefonía móvil, van atravesando su ruta cada vez más blanca y helada. Frente a la hostilidad de los que les rodea, surge la solidaridad, el apoyo común y un entendimiento secreto más allá de la palabras: casi introducido debajo de la piel.

Mientras recorren su camino, pasando por las poblaciones de Tver, Vyshni Volochok (con su famoso dedo del Zar), San Petersburgo, Petrozavodsk, Kem y Apatity, (e incluyendo ciertas desviaciones inesperadas que no relataremos aquí), la insólita pareja, va en paralelo, dejando atrás sus recuerdos e incluso buena parte de sus objetos personales, para ir construyendo unos vínculos que es probable que acompañen a ambos a lo largo del resto de sus vidas, aunque no volvieran a verse.

Si Ryûsuke Hamaguchi construía en su última película Drive my car (Doraibu mai kâ, 2021) una «road movie» de transformación, cambio e intimidad, Juho Kuosmanen consigue el mismo tipo de milagro con una “rail movie”, en la que consigue introducir al espectador en un mundo en el que la apariencia deja de funcionar como guía y son las acciones las que determinan a sus personajes, con una sinceridad, corazón y fortaleza que pudieran ser la clave para llegar a ese fin del mundo conocido.

El viaje en tren era un medio que ya aparecía en el debut del finés de modo accidental, pues era la forma en la que su pareja protagonista desplazaba de su villa natal de Kokkola a Helsinki y viceversa. Aquí, sin embargo, el ferrocarril es la pieza central de una historia de descubrimiento personal para la cual el director contó con el apoyo de la operadora estatal rusa RZD, que le prestó material ferroviario original de la época, tracción y coches (camas, literas, primera, segunda, tercera y ¡hasta un restaurante!) para operarlos de inicio a destino y emular las condiciones de aquel tiempo de la forma más verista posible.

No voy a contar al lector el espectacular (en todos los sentidos) y emotivo final de esta película, pero para llegar él, el finés logró completar con éxito un desafío logístico y contra los elementos naturales, sobre todo en su último tercio. Para conseguirlo, no solo tuvo la implicación de dos actores protagonistas entregados, sino también una la modélica adaptación de la historia a cargo de los guionistas Andris Feldmanis y Livia Ulman, aparte del propio director.

Se debe destacar además el modélico papel que tiene aquí la dirección de fotografía del colaborador habitual del director, Jani-Petteri Passi, que ya ha alcanzado cierto renombre internacional al participar en la parte visual de la miniserie de televisión de HBO, Chernobyl (2019, íd). Su virtuosismo visual capta de forma minuciosa, el compartimento o el tren casi como un personaje más, pero se  transforma de manera colorida en los ambientes moscovitas y es capaz también de captar expansivamente la inmensidad blanca bajo la nieve y el hielo cuando la historia se desplaza de las vías férreas a otros escenarios.

El resultado es una coproducción estonia, finlandesa, alemana y rusa que ahora mismo sería imposible de filmar. Una delicia para los sentidos del ferroviario y del cinéfilo, que se ha visto en festivales de todo el mundo (Cannes, la Seminci de Valladolid, Jerusalén, El Gouna…) y que ha sido candidata a tres premios de la  Academia Europea de Cine (EFA) en la categoría de mejor película, actor y actriz protagonistas.

Recomiendo que aquellos que vayan a ver esta película distribuida aquí por La Aventura Audiovisual que presten especial atención a las escenas donde se alude a una famosa película sobre un barco hundido, y también a aquellas donde aparece usada una expresión finlandesa; “Haista Vittu”. Su significado vulgar, aquí es transcendido por un doble sentido que iluminará la mente del espectador horas después de que haya abandonado la sala oscura donde vea este pequeño prodigio.

También estará muy presente en su memoria, tras la escasa hora y tres cuartos de su duración. el estribillo de una célebre canción de los años ochenta de la francesa Desireless que suena en tres en momentos muy precisos y certeros a lo largo de este notable filme. Ese Voyage, Voyage que mantiene su poder evocador con frases que se ajustan como un guante a esta historia: «Viaja, viaja, más lejos que la noche y el día, por el espacio lleno de amor… para nunca más volver».

Imágenes: La Aventura Audiovisual / Eurimages /Elokuvayhtiö Oy Aamu / Achtung Panda! Media / Amrion / Kinokompaniya CTB

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Ingeniero civil. Ahora trabajo sobre caminos de hierro, pero el resto del tiempo busco tender puentes con otros ámbitos y profesiones, además de transitar por sendas culturales y de ocio. Mi lema es que siempre hay nuevas formas y tiempo para aprender, y también para enseñar.

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