Nos encontramos en la Arteako Gallery en pleno barrio del Gros donostiarra. La galería de arte contiene una exposición con trabajos anteriores de Isabel Herguera (San Sebastián, 1961) en el mundo de la dirección del cortometraje de animación. Fue candidata al Goya en 2005 con La gallina ciega. Ahora presenta en Sección Oficial del Festival de su ciudad su primer largometraje, El sueño de la sultana, un relato de vocación feminista inspirada en la lectura de la historia homónima de la hindú Beggum Rokeya Sakhawat Hossain. Junto a ella, está Gianmarco Serra, su co-guionista y sonidista, compañero de sus últimas obras.
Isabel y Gianmarco, de la exposición de Diálogos y taller en Tabakalera del año pasado con la preparación de vuestro film a la Sección Oficial en competición, una vez terminado aquí en el Festival de San Sebastián, en su 71ª edición, en vuestra casa. ¿Qué sensaciones tenéis?
Isabel: Una emoción muy grande y una especie de tsunami a todos los niveles. Tsunami del cariño que sentimos, de aceptación y también la satisfacción de ver que este proyecto también ha llegado a su fin. Y ver que parte en buena salud. En mejores condiciones es imposible.
Y con buena parte de vuestra obra anterior exhibida en esta galería…
En la galería Arteko de Donostia. De alguna manera, también ayuda a entender lo que ha sido también parte del desarrollo de El sueño de la sultana. Ha establecido las bases para lo que hemos desarrollado ahora.
El proceso se extiende a lo largo de muchos años. ¿Cuál fue el descubrimiento que os llevó al propio libro de El sueño de la sultana?
Isabel: Fue en 2012, estando en la India. Comenzó a llover y estaba cerca de una galería de arte y entré a protegerme. Estaban mostrando trabajos de una tribu del noreste de la India. Me interesa mucho el arte popular. Vi un libro rojo y en él, en la portada, había una imagen de una mujer pilotando una nave espacial. Me acerco un poco más y leo El sueño de la sultana, una utopía feminista escrita en 1905 por Beggum Rokeya Sakhawat Hossain, una mujer que creció en un entorno muy conservador y que no tenía acceso a la educación.
Había descrito en él Ladyland, el país de las mujeres, un lugar donde la mujer tiene el conocimiento y por tanto el poder. Las mujeres son las científicas y las que tienen el poder económico, mientras que los hombres son ignorados. Viven en reclusión, o sea, un mundo al revés. Aquel concepto me pareció tan radical, tan revolucionario viniendo de una mujer, que la paradoja es que tampoco había tenido acceso a ese conocimiento que demandaba.

Pensé: «Esta es una joya, esto es un tesoro». Y a partir de aquí creo que se puede contar una historia. Lo compartí con Gianmarco y comenzamos este viaje que ha durado unos años. En su comienzo hicimos un montón de talleres en la India con mujeres para ver cuál era la relevancia del cuento en la actualidad. Trabajamos con las artistas del mendhi, con niños, con niñas… Con todo ese material decidimos escribir el guion.
Por un lado, teníamos muy seguro que queríamos hacer una adaptación libre del cuento, que es muy cortito, que eso sería el país de las mujeres —Ladyland, que lo que aparece en la película—. Por otra parte, nos interesaba mucho la figura de Rokeya Hossain. Después teníamos que configurar un marco donde poder encajar estas partes. Ese era el viaje de la protagonista, de Inés, que está en busca del país, de las mujeres y de las trazas de Rokeya.
Las tres partes de la película —que no son partes separadas, como bien acabas de decir—, están separadas en estilos de animación. ¿Cómo llevasteis luego a la parte de guion para que se pudiera realizar todo ese ensamblaje?
Gianmarco: Todo fue un poquito en paralelo, porque hicimos tanto la edición, el sonido, la construcción de los fondos y de las escenas al mismo tiempo. Muchas de las escenas surgen de imágenes y de dibujos de Isa, de sus cuadernos, de sus intuiciones.
Otras, las íbamos escribiendo después. Por último, también surgían ideas incluso de grabaciones sonoras de ciertas músicas que fuimos recolectando a lo largo de los años. Por eso, la película tiene esta variedad también de situaciones y de intensidad. Por la proveniencia distinta de las sensaciones que al final han generado la historia final. Hemos compartido Isa y yo este proceso. Ha sido muy estimulante, el guion se fue desarrollando junto con la parte artística.
El tramo de la historia de Rokeya en sí mismo es el que me parece más cautivador.
Isabel: A mí también, ¿eh? A mí me encanta.
Sí, porque está además recitado. Creo que además está, no sé si en sánscrito,o en bengalí…
Isabel: Es de Bengala. La lírica se la encargamos a Moushumi Bhowmick, que es una gran poeta y cantante de Bengala…
Gianmarco: Vino aquí al festival.
Isabel: Que está aquí en el festival y le pedimos a Tajdar Junaid, que es otro gran músico de la India, que compusiera la música. Y ellos buscaron a la persona que tenía la voz adecuada, que tiene ese carácter popular para que le diera la credibilidad que necesitábamos de este trovador que cuenta la vida de Rokeya.
Gianmarco: De hecho, buscábamos en un primer momento quizás una viejita de un pueblo…
Isabel: Que no fuera una voz trabajada. Y al final hemos encontrado a una grandísima cantante y estamos más que satisfechos. Le da ese carácter y credibilidad que necesita.
Luego está la propia historia de esa occidental, Inés, el hilo conductor del resto del relato, ¿es un personaje que habéis recuperado de otros cortos anteriores?
Isabel: Es un poco diferente, pero bueno, nos dio la estructura y la base para no tener que empezar con un personaje de nuevo. Ya teníamos su pasado en el corto Amár (2012). Su Inés es la misma. Vive también en esta peli. Su espíritu es el mismo.
Hay un gran desafío: integrar tres diferentes tipos de animación. ¿Cómo lo abordasteis? ¿Trabajasteis con equipos por separado? ¿Cuál fue la manera de asignar precisamente el estilo de animación a cada corto?
Isabel: Decidimos que cada corto tenía que tener un estilo diferente. También para ayudar al espectador a separar los diferentes segmentos, por lo que el país de las mujeres decidimos darle la forma de un tatuaje temporal.
También nos parecía que simbólicamente funcionaba muy bien la vida de Rokeya para hacer como de teatro de sombras, que encaja perfectamente con el tiempo en el que ella creció. Esa era la manera y la forma de representar el entretenimiento popular.
Finalmente, el viaje de Inés tenía que tener el carácter de los cuadernos de viaje de mis propias acuarelas. Y vemos cómo ella también pinta a lo largo del viaje, y por eso le dimos este carácter de 2D, de animación. Y esta parte estuvo en los layouts de los de la animación. Estuvo hecha por un tamaño que también está en el festival. Los fondos los hicimos aquí en Tabakalera durante seis meses junto con Ángel Peris, que mira, es este el pintor, que es un especialista en texturas y en papel. La animación está hecha en los estudios Glow de Almendralejo, que fueron los que también hicieron Buñuel en el laberinto de las tortugas.
Tuvimos mucha suerte de dar, no sólo con unos productores que nos ayudaron a lo largo y nos dieron toda la libertad, sino que jamás se inmiscuyeron en cuestiones artísticas. También los estudios Glow, con su experiencia industrial: nosotros no la teníamos. Estaban también dispuestos a cambiar sus formas un poco, adaptarnos el uno al otro para conseguir lo mejor.
Gianmarco: En particular Chelo Loureiro, que nos protegió de todo tipo de tormenta o inseguridad. Alguien con experiencia. Tiene dos Goyas. No se asusta frente a las situaciones ni busca quizás soluciones un poquito más aceleradas.
Después, la presencia de nuestro sobrino en nuestra productora ha sido otro factor añadido. Tener en familia todo el control, no sólo el creativo, digamos también de la producción de los números, enterarnos. Ha sido un privilegio.
¿Y tenéis ya la distribución asegurada, también comercial?
Isabel: Con Filmin en España, también a través de Chelo. En 2021 fuimos a Cartoon Movies a hacer una presentación del work in progress de El sueño de la sultana con Chelo y ahí estaba Elodie (Mellado, editora de contenidos de Filmin). Ahí fue como entramos en contacto.
También habéis aprovechado algunos elementos que habíais animado y que no se han montado en El sueño de la sultana para poder incluso hacer alguna pieza independiente…
Isabel: Exactamente, sí. Al final editas ciertas cosas y nos dimos cuenta de eso ya durante la fase previa, la animática. En la película había una parte para cuando hacíamos talleres con las mujeres en India que era un segmento que decidimos no incluir. Entonces dijimos que nos daba tanta pena dejar el material que hicimos con ello un corto que está ahora en la selección Kimuak del Festival y se llama La mujer ilustrada, como el título de Ray Bradbury.

Gianmarco, dinos algo como responsable de sonido del film. No sólo hay voz o ruido de ambiente, ¿cómo habéis grabado y aportado las otras partes sonoras?
Gianmarco: Esos son sonidos que surgen de nuestros archivos y nuestras grabaciones a lo largo de muchos años en la India. Y todos los sonidos surgen de los lugares que se ven en el film. Son las plazas, los puentes y todo ha sido grabado. Tenemos unos archivos inmensos. La filosofía que hemos querido subrayar con eso fue la de tener el personaje inmerso siempre en una cantidad de sonidos que fueran superiores a lo funcional para la imagen.
Me explico: en general, siempre hay que seleccionar unos sonidos. Muchas veces son de mi gusto. Puede ocurrir que se seleccione demasiado para subrayar los sonidos que son funcionales a los movimientos o a las acciones, y con esto queríamos que se escuchara siempre más de lo que se viera. Entonces, si hiciste caso, se escuchan aviones, helicópteros, televisiones encendidas, perros que ladran y un montón de sonidos más de los que aparecen en la pantalla, porque queríamos que fuera el espectador el que seleccione los relevantes para él. Viniendo de la India, que es un país muy ruidoso, también queríamos transmitir esa sensación de ruido permanente. Incluso cuando Inés está de noche en una pieza de hotel mirando su móvil. De afuera llegan un montón de sonidos. Si uno pudiera analizarlos todos, hay como veinte capas de sonidos en mínimo en cada momento de la película.
¿Eso hizo muy compleja la mezcla de sonido posterior?
Gianmarco: La mezcla se hizo en Alemania con Simon Bastian, que es un joven talentoso. Más que complicado, fue muy divertido. Se mantuvo con esto la parte documental, pero al mismo tiempo, generó esa narración también sonora, que acompaña la película. Con toda esa riqueza de sonidos que van incluidos.
Aparte del sonido, los emplazamientos que evidentemente, a través de la animación de los storyboards, están cogidos del natural. Hablando de localización, ¿por qué elegir Vindravan como una de ellas?
Isabel: Estuve en Vindravan dos veces. Quería hacer un taller con las mujeres de allí. Dibujar con ellas, trabajar con ellas, encontrar un espacio con el cual poder dialogar con estas mujeres. Pero iba mucho más allá de mí. En los dos viajes me di cuenta que era una dimensión en la que yo no podía acceder. No me expulsaron del ashram donde estaban, pero sí sentí que aquel no era mi lugar. Que mis buenas intenciones occidentales no tenían nada que hacer ni nada que decir allí.
Tus opiniones no iban a ser recibidas ni escuchadas…
Isabel: Era otra dimensión de las cosas. Entonces, me fue un esfuerzo que requería demasiado por mi parte y por su parte.

La decepción también es una sensación humana y eso yo creo que también ayuda al significado del propio largo. Por concluir, quería saber qué próximos proyectos tenéis y si en algún momento pensáis recuperar precisamente alguna de las figuras que habéis creado en este largo.
Gianmarco: Hemos acabado hace tres semanas, ¿eh? Con los créditos, corrección de créditos y todo.
O sea, habéis acelerado todo lo posible para estar aquí en Sección Oficial…
Isabel: En estos momentos estamos simplemente exhaustos. Y no simplemente estas tres últimas semanas, sino este último año ha sido tan, tan duro, porque queríamos llegar. Queríamos llegar a lo que fuera. Desde que nos llamó (José Luis) Rebordinos (director del festival), para confirmar la selección, ha sido poner ya no la quinta, sino la sexta marcha. Ha sido físicamente muy duro. Lo único que queremos ahora es descansar un poquito para poder comenzar también el próximo proyecto nuevo. Igual también se recuperan figuras de este largo, quién sabe… Pero en un principio tenemos que hacer un reset absoluto para volver a comenzar.
Aún os queda algo de tiempo con la película, porque después de la presentación en el festival os queda evidentemente la parte correspondiente al estreno comercial, que ya lo tenéis previsto.
Isabel: Sí, en efecto. Será el 17 de noviembre en Madrid y en Barcelona.
Con Isabel y Gianmarco hablamos de muchos más temas que los que quedan en este texto por razones de espacio: cómo cruzar fronteras con la animación de este film y su distribución fuera de España, a través de una distribuidora germana o de la participación del filósofo Paul B. Preciado, amigo suyo, en el film con su propia aparición y doblándose a sí mismo, o de Monteverdi inspirando los sonidos ambientados en Venecia… Muchas cosas quedan fuera de este texto porque el mundo que han creado Isabel y Gianmarco es rico y amplísimo.
El sueño de la sultana estará disponible para todos en salas y Filmin dentro de un par de meses. Por ahora, los felicitamos y les deseamos la mejor de las suertes dentro del palmarés de esta 71ª edición del Festival de San Sebastián.
Agradecimientos especiales por las fotos a Cristina de la Fuente de Arteako Gallery (San Sebastián)
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