Inicio Cine San Sebastián 2019. SSIF 67. «Portrait de la jeune fille en feu»...

San Sebastián 2019. SSIF 67. «Portrait de la jeune fille en feu» y «Alice et le maire»: Dos obras cinematográficas en feménino plural y singular

Dos de las películas que serán más destacadas en el otoño francés, y que ya se han visto en la sección «Perlak» (Perlas) del Festival de Cine de San Sebastián, pues ya concursaron en el marco del Festival de Cannes 2019, abarcan dos retratos de la mujer diferentes, completos y modernos en sus aspiraciones y, curiosamente ambientados en distintas épocas. Fue en la Sección Oficial de la Croisette, donde brilló con luz y méritos propios el drama romántico pero nada convencional, mostrado en «Portrait de la jeune fille en feu» de Céline Sciamma, galardonado con el premio al mejor guión, y no se quedó atrás en la Quincena de Realizadores «Alice et le Maire» de Nicolas Pariser, una comedia, que es casi un cuento moral, y que recibió la mención como mejor película europea en el marco de esta sección parelela. Son dos obras que tratan de acercarnos al espíritu de lo feménino, la primera en un plural con mayúsculas, estético y fascinante en su narración, la segunda con singularidad y efectividad intelectual, con un acercamiento no tan sentimental, pero no por ello menos certero. Es éste nuestro avance de una crónica y cobertura más extensa del festival donostiarra, que ofereceré la semana que viene.

Para Céline Sciamma, después de Bande des filles y Tomboy, sus films hasta ahora más destacados, su cuarta película como directora ha debido de constituir un gran reto, porque pretendía huir desde su origen, de unas coordenadas de puesta en escena a las que ya nos tenía acostumbrados. Los y las adolescentes en crisis en nuestra propia contemporaneidad dan paso, a algo más complejo y ambientalmente intenso, un drama moderno con apariencia de película de época, apoyado en una escritura cinematográfica que ya era madura y firme, y que ahora se revela aún más exitosa en su calidad final.

Marianne (Noémie Merlant), una maestra de una academia de pintura exclusivamente feménina a principios del siglo XIX, comienza a retomar en su memoria tras su última lección magistral, la historia que le llevó a pintar su obra más misteriosa,  a finales del siglo anterior, hace casi veinte años,. Un cuadro que ella misma demomina de la «Mujer en Llamas», donde quedó retratada, en medio de la noche estrellada en una playa entre acantilados de una desconocida isla bretona, una pequeña y anónima, pero destacada figura en su centro: la de una mujer envuelta en la luz que porta el fuego que está quemando la cola de su vestido.

A su llegada con dos lienzos en blanco a aquella pequeña, aislada y agreste isla, tomada bajo las inclementes fuerzas de la naturaleza, una vez que se encuentra por primera vez con una condesa italiana, (dueña de la mansión que preside el islote, Valeria Golino),  ésta le pide que tome a su cargo, realizar un retrato a escondidas de su hija más joven, Héloïse (Adèle Haénel), recién salida de un convento y prometida por poderes a un noble milanés, después de fallecer su hermana mayor en el islote en extrañas circunstancias, pues ella era la que iba a ser en origen la esposa del noble. Marianne quedará escondida para esta labor, bajo la apariencia de dama de compañía de Héloïse, mientras ésta esté a la espera de viajar a Italia.

En este paisaje que recuerda a los relatos clásicos de las hermanas Brönte (pues Cumbres Borrascosas, es un evidente referente de esta película), se desarrolla, sin embargo, una historia mucho más actual de lo que se podría pensar, en la que la joven Héloïse, es en sí misma, la mayor incógnita, pues aparte de su repulsa a ser retratada, su propia personalidad está aún en definición y desarrollo, además de no no comprender ni aceptar porque debe ceder a este matrimonio acordado. Pero a la vez, ella será la clave, para resolver lo pasado en realidad con su hermana y también en el destino de Sophie (Luàna Bajrami), una sirviente que trabaja en la casa.

En este marco, Sciamma escenografía un moderno canto colectivo a la femineidad, (resulta curiosa la ausencia de cualquier presencia masculina de relieve en el film), a la necesaria sororidad, la creatividad y el amor al arte. Aún más, a reclamar el espacio necesario para hacer públicas y notorias las inquietudes de un sexo en absoluto débil, pero sí sensible, y además el explícito apoyo a poder desarrollar una sexualidad alternativa, fuera de la tradición y de la norma habitual. Libre de las inhibiciones que marca la regla general del tiempo.

La francesa arriesga y acierta en la forma en la que sus protagonistas buscan conquistar su destino, para mostrar también como esa obstinación, va por contra, al final también a llevarlas a que su predestinación se cumpla. Y en medio, la superación de las inhibiciones, la comunión de voluntades frente al poder fuego, a veces motor destructor y en otras ocasiones revelador, la purificación que representa el agua… para completar el relato de la composición de un retrato, que en realidad son dos,… y quizá hasta tres. Donde el amor romántico se convierte en algún momento en un eterno «déjà vu» en un vestido blanco, enmarcado por el mito de Orfeo y Eurídice, impreso en la escondida página 28 de un libro,  y con una marca emocional cuya impronta y esencia se encuentra sumida en la potencia del climax del movimiento Presto del Verano de las «Cuatro Estaciones» de Vivaldi.

Merlant y Haenel, esta última la actual pareja de Sciamma, y que la cineasta siempre tuvo en mente para el rol de Héloïse, componen un dúo de fuerza extraordinaria y creciente a lo largo del film. Incluso cuando ambas no están en la misma escena, es dificil pensar que no se están replicando la una a la otra aunque sea en pensamientos. En sus acciones, la una y la otra, siempre se hallan en un reencuentro continuo y jubiloso. Hasta que este a no se puede producir y sólo queda el recuerdo.

La tensión narrativa se mantiene gracias al tacto exquísito de Sciamma, que no abusa de ningún recurso narrativo, sino que toma justo el pulso debido y medido, a las imágenes, al sonido o al silencio… apoyada en la sinpar dirección de fotografía de Claire Mathon, en la dirección artística por Thomas Grézaud y en un vestuario sobrio pero detallista concebido por Dorothée Giraud. Una muestra de buen cine, clásica en su envoltura y apariencia de hace dos siglos , pero radical en su alcance y modernidad, que debería estar presente en la temporada de premios francesa de cara a los César del próximo año.

La mujer sigue siendo representando el motor del cambio de la sociedad en la muy racionalista, pero también entretenidísima Alice et le maire, segunda película tras Le Grand Jeu del parisino Nicolas Pariser. Sus referentes estéticos, no pueden ser sin embargo, más antitéticos respecto a la obra de Sciamma. Como si se tratase de una continuación espiritual veinticinco años después, de la poco conocida película del ilustre Eric Rohmer, El árbol, el alcalde y la mediateca, Pariser nos quiere enseñar las bambalinas de la actual política municipal francesa en una comedia, que casi resulta un cuento moral como los de su reconocido maestro Rohmer.

Alice Heimann (Anaïs Demoustier), una joven filosofa licenciada en Oxford, se incorpora justo tras unas oposiciones a trabajar para el ayuntamiento de Lyon, cuando recibe una inopinada tarea por parte de la jefa de gabinete del equipo regidor de la villa: la de proveer nuevas ideas a su veterano alcalde socialista Paul Théraneau (interpretado con sumo gusto y mesura por el gran Fabrice Luchini), pues aunque hasta ahora siempre ha manenido su condición de orador nato y carismático, por contra está aburrido de la rutina municipal, con sus burocráticos ordenes del día y mociones de lentos progresos o por sus más que tediosos plenos.

Este antiguo creyente en la política hacia y para la gente, se muestra en privado, agotado, incapaz de escuchar a nadie o sin tiempo de de leer ningún libro o texto racional, más allá de sus propios y formales discursos y parlamentos. Él, que fue un inquieto espíritu intelectual, y que en la actualidad, según su propia confesión, es incapaz de crear por sí mismo cualquier concepto nuevo, que ayude a ver a la población que le ha elegido en numerosas ocasiones, que aún tiene opciones para transformar de verdad su comunidad.

Alice, amante de los libros, en esta situación recurre a los clásicos de la filosofía griega, como Aristoteles y Platón, versados sobre la polis, o al idealista Voltaire, como reformador social. Y encuentra en ellos una fuente de inspiración y reflexión, sobre la modestia, la sobriedad y la humildad en la vida pública, que ofrece a Paul como apuntes condensados, que con el tiempo, más que hallar su expresión en acciones concretas para la ciudad, comienzan a convertir en otra distinta, la forma de ver las cosas del alcalde, así como al expresión de sus objetivos y hasta su propio discurso moral.

Comienza de forma soterrada, una lucha de la teoría política del buen gobierno y su gobernante, que aboga por avances sociales actuales y relevantes, contra la ambición del equipo del regidor (incluso la suya personal), los arribistas adosados, la burocracia de los organismos en los que tiene influencia, y su propia disciplina de partido. ¿Quién saldrá ganador de esta batalla con verdadera fuerza y convicción?

La película no ofrece a esta pregunta, respuestas ni rápidas, ni fáciles, ni evidentes, pero si al final plausibles y realistas. Trufada de diálogos ágiles e inteligentes, y de réplicas de doble lectura, resulta un divertimento de alto nivel y una reflexión de aguda racionalidad, en ocasiones mordaz, sin dejar de lado, la sentimentalidad y los hechos fugaces, en apariencia banales, y sin embargo, trascendentes de la vida que nos rodea, para aquellos que la quieran disfrutar de forma íntegra.

El propio realizador ha confesado que el ayuntamiento de Lyon no le puso facilidades para este rodaje (esta claro que ciertos estamentos ante la presentación de tales realidades prefirirán ellos mismos ser como el Bartleby melvilliano, es decir, no colaborar para nada en esta reflexión, ni que el público en egeneral tenga acceso a ella), teniendo que filmar escenas en las estancias del gobierno regional lionés, pero eso no se hace notar en esta ágil y nada desdeñosa reflexión moral sobre el ejercicio del poder.

Junto a la brillante pareja protagonista, merece la pena destacar el buen tono del trabajo  todos las actores, sobre todo de Nora Hamzawi (comediante francesa televisiva muy popular ahora mismo, vista ya en «Dobles Vidas» de Oliver Assayas, y que interpreta aquí a una compañera de trabajo y preperación de discursos del gabinete), Isabelle Leinsdorff (como la calculadora jefa de gabinete), Alexandre Steiger, Maud Wyler, Thomas Chabrol y Pascal Renéric, aparte de algunos actores supervivientes de la antigua troupe rohmeriana.

Además, la esmerada fotografía de Sébastian Buchmann y el vital montaje de Christel Dewynter, mejoran el fluír y el tempo de una película casi sustentada por entero en sus parlamentos, que como a sus protagonistas, al final anima paradojicamente a sus espectadores, a retomar un hábito que precisa de guía, tiempo y tranquilidad, como la lectura.

Dos formas al final pues, las de Sciamma y Parsiser, de ver y retratar a la mujer de hoy en día, como una fuerza fascinante, emergente y aún en justa y dura batalla para alcanzar sus merecidas conquistas.

Hasta la semana que viene, donde retomaré con mucha extensión el festival de cine de San Sebastián, cubriendo títulos tanto de la Sección Oficial, y también otras como Perlak, Nuevos Directores y Zabaltegi, así como el resultado final del palmarés.

Copyright imágenes: Pyramide Distribution / Bac Films

Artículo anteriorEmilio Froján: “A mí me gusta proponer, gestionar cambio, generar críticas constructivas, generar espacios donde se pueda debatir…”
Artículo siguienteAntonia Caballero: «Lo importante es que el cliente sienta que mejora, no tú»
Ingeniero civil. Ahora trabajo sobre caminos de hierro, pero el resto del tiempo busco tender puentes con otros ámbitos y profesiones, además de transitar por sendas culturales y de ocio. Mi lema es que siempre hay nuevas formas y tiempo para aprender, y también para enseñar.

¿Qué opinas? Hablemos.