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SSIFF 68: Festival de San Sebastián. Palmarés

Se cerró el pasado sábado 26 de septiembre, no sólo una edición más, sino una muy especial del único Festival de cine clase A que tenemos en España. Donostia ha luchado contra los elementos, sobre todo contra la COVID-19, que casi dejan esta sexagésimo octava edición de 2020 sin celebrar. El director del Festival, José Luis Rebordinos, ha conseguido un éxito tremendo al proporcionar un entorno seguro y limpio, tanto para el público como para la prensa. Así hemos sido capaces de disfrutar y cubrir todas las secciones, en un certamen que se recordará también por su altísimo nivel competitivo. Resumo hoy el palmarés de la Sección Oficial. En próximas ediciones de Dévé repasaré con más extensión todos los títulos vistos.

Donostia siempre ha recibido cine de todas partes del mundo, pero la imposibilidad de organizar este año el festival de Cannes en fechas coincidentes con la primera ola de la pandemia, ha hecho que San Sebastián haya heredado una buena parte de los títulos que iban a formar parte del mayor de los festivales del mundo. Junto a otras hábiles selecciones, esto ha hecho que a nivel cinematográfico, éste haya sido un buen año para el certamen vasco.

Con limitaciones de aforo del 50% se han exhibido films y cortos. El Kursaal, los Teatros Victoria Eugenia y Principal, junto a los cines Príncipe, Antiguo Berri y Trueba, han sido de nuevo el marco de encuentro de los cinéfilos, tras intensas y organizadas sesiones de desinfección. Las entradas ordenadas a sus espacios y sus asientos numerados, además del favorecimiento de la compra electrónica de billetes han permitido evitar innecesarias aglomeraciones y crear una adecuada distancia social.

Las ceremonias y galas celebradas han sido otro reflejo de ese orden, concisión y buena organización. Ayer en la clausura, medios y asistentes esperaban en medio de un show dedicado a la música del recientemente fallecido compositor italiano Ennio Morricone, el resultado del palmarés. Y no decepcionó. El jurado de la Sección Oficial, formado por el realizador mexicano Michel Franco, el actor británico Joe Alwyn, la diseñadora de vestuario sueco Lena Mossum, la productora Marisa Fernández Armenteros y capitaneado por el director italiano Luca Guadagnino, concedieron un carrusel de premios que dará que hablar para próximas ediciones.

Premio menor fue el de la mejor fotografía a la japonesa «Any crybabies around ?» del realizador Takuma Sato, para su director de fotografía Yûta Tsukinaga. Una película pequeña sobre la tradición familiar japonesa con ciertos toques de comedia, que no convenció a la mayoría de los especialistas.

La Concha de Plata al mejor actor, fue concedida ex-aequo a los cuatro actores protagonistas de «Druk» («Another Round») del director danés Thomas Vinterberg, conocido ya por «Celebración» o «La caza». Esta película, una comedia humana, y de los mejores títulos que han pasado por el certamen, relata la historia de unos profesores de instituto, que deciden probar la teoría de un filosofo y sociólogo noruego sobre el déficit del alcohol del 0,05% en sangre en los humanos, para desarrollar sus actividades embriagados.

Una fabulosa premisa, a la que Vinterberg y sus cuatro actores Magnus Millang, Lars Ranthe, Thomas Bo Larsen, y por encima de todos, un estupendo Mads Mikkelsen, desarrollan y otorgan vida. Quizás un premio escaso, para un film que elevó la calidad de la sección Oficial como pocos, con un cine que está medio camino entre un camino artístico y otro popular, y con un muy especial e inesperado final. Todo ello, creo que le hará perdurable entre el público y la crítica, en los próximos meses y años. Hablaré más sobre «Druk» en mis siguientes artículos.

Como Premio Especial del Jurado, éste eligió uno de los tres documentales que se vieron a concurso, en este caso, el del veterano realizador británico Julien Temple, «Crock of Gold: A few rounds with Shane MacGowan», dedicado a la figura del líder del grupo musical irlandés de folk-punk The Pogues y producido entre otros, por el actor Johnny Depp. Este cronista no ha visto el film, que tratará de recuperar en su estreno comercial, pues encajes de horarios para otras sesiones hicieron poco viable la posibilidad de disfrutarlo en buenas condiciones. En cualquier caso, fue recibido con buenas críticas en general.

Y con la siguiente película, se acabó el palmarés. Ináudito record en el certamen donostiarra, el de la georgiana «Beginning» («Dasatskisi») y de su joven realizadora de 34 años Dea Kulumbegashvili, pues se llevó los cuatro premios restantes del mismo. Una película nada fácil para el público, y polémica entre la crítica por su cripticismo y ritmo, con el que su autora muestra una ficción que empieza con el ataque terrorífico a una comunidad religiosa de Testigos de Jehová en el país (no lejos de la realidad que allí sufren, por cierto), y que levanta el vuelo en múltiples direcciones e interpretaciones.

La historia recoge, una crisis de fe por parte de la mujer del Pastor, y además pone de manifiesto no solo la violencia contra las creencias distintas, sino el machismo dentro de esa misma comunidad religiosa o como la sociedad en general concibe un ambiente de agresión hacia las propias mujeres. El galardón al mejor guión de la propia directora compartido con su co-guionista (y actor protagonista del film), Rati Oneli, es digno de alabanza por su complejidad. También el de la puesta en escena, premiada al mejor director, muy elíptica y misteriosa, que juega hábilmente con una serie de 50 planos fijos de gran belleza y con el fuera de campo como arma.

Menos justificado, me parece el reconocimiento a la actriz Ia Suskhitashvili, al recibir la Concha de Plata a la Mejor Actriz. Sin embargo, no es ese el mayor de los problemas del palmarés, sino el de la concesión de todo lo anterior junto con la Concha de Oro, premio grande del certamen, que en mi opinión era muy merecida.

Parece a todas luces, un exceso conceder 4 de 7 galardones a una sola película. Por mucho que el jurado encabezado por Luca Guadagnino quedase deslumbrado por esta obra, es raro reconocer solo a 4 films de 13 películas a concurso, y a uno sólo con más de la mitad de los premios. Otras obras, aparte de las de Temple, Vinterberg o Kulumbegashvili, como las presentadas por Naomi Kawase («True Mothers»), François Ozon («Été 85») o Antonio Méndez Esparza («Coutroom 3H»), trajeron buen cine, y dejaron muy buenas sensaciones, que justificaban alguna mención del Jurado o algún premio alternativo a los otorgados.

Otros festivales tienen reglas más estrictas para evitar este tipo de fallos, impidiendo tanta acumulación múltiple de premios, o que la concesión del premio mayor excluya de formar parte de todos los demás. Quizás ese ha sido el único punto flaco de un festival, que ha descubierto en la georgiana una nueva cineasta, estudiante de cine en Columbia, de gran valor, atrevida, heredera de sabores clásicos y sin embargo, vanguardista, que habrá que seguir con atención en su carrera futura.

Seguro que José Luis Rebordinos, redondeará su excelente labor de coordinación del Festival el año que viene, pues precisa concebir unas normas de la competición más ecuánimes, que hagan que todos los films, sobre todo de una edición tan extraordinaria, no sólo brillen en la pantalla sino en los reconocimientos históricos que dejan los fallos de los jurados.

Estamos deseando volver a Donostia el año que viene, si es posible, para ver las caras a nuestros compañeros de prensa y al público asistente. Desde luego, el Festival, su dirección y personal, ha sentado cátedra y nuevas buenas bases para saber como hacerlo en la próxima edición.

Volveremos a revisar con otros tres artículos más en las próximas semanas, todos los filmes que hemos visto aparte de los premiados en la Sección Oficial, también en New Directors, Zabaltegi-Tabakalera, Horizontes Latinos, y muy en especial, en Perlak, con las perlas de otros festivales.

Aquí os esperamos, no os lo perdáis.

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Ingeniero civil. Ahora trabajo sobre caminos de hierro, pero el resto del tiempo busco tender puentes con otros ámbitos y profesiones, además de transitar por sendas culturales y de ocio. Mi lema es que siempre hay nuevas formas y tiempo para aprender, y también para enseñar.

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