
Vemos pasar rápido por los pasillos del Hotel María Cristina al reparto estelar de una película francesa: Vicent Lacoste (a quien entrevistamos por el estreno de Las ilusiones perdidas) y François Cluzet (Intocables), entre otros. Se trata de Un métier sérieux; en español lo han traducido como Los buenos profesores. En lugar de entrevistar a su casting, conversamos desde Dévé sobre cine y educación con su director y guionista, Thomas Lilti (Francia, 1976), nominado anteriormente al César francés (equivalente a nuestro Goya) como mejor realizador y guionista.
Thomas, estamos encantados de verte aquí en San Sebastián presentando tu último film. Ya tuviste una película anterior ambientada en la universidad, Mentes brillantes (Première année, 2018). Queríamos empezar sabiendo qué te impulsó para volver a hablar del mundo de la educación. En este caso, en los liceos franceses.
Sobre el punto de partida para hacer la película, sí, conozco muy bien el medio de los profesores, porque mi madre era maestra y mis tíos, padres, abuelos, hermano, también eran profesores. Es un mundo que conozco muy bien, me ha fascinado. Me gusta mucho este universo, este oficio. Y creo que lo que motivó realmente la escritura del guion es constatar el sufrimiento y este sentimiento de desconsideración de estos profesionales.
Hay muchos hombres y mujeres que creen en su profesión, que tienen la fe y que luchan para ejercerla con mucha sinceridad, creo que esto era la intención inicial, lo que realmente quería contar. A los profesores siempre se les dice cómo tendrían que hacer su trabajo, pero no se los conoce. Gracias a una ficción, igual podía contar un poco lo cotidiano de un maestro. Esa es la motivación para hacer la película. También habla de cómo pueden sufrir la violencia, como el caso real de algunos centros, donde han habido ejemplos extremos como el asesinato de Samuel Paty.
Es una aproximación que habíamos visto también en otros films franceses. A nivel de educación infantil, estoy recordando Hoy empieza todo (Ça commence aujourd’hui), de Bertrand Tavernier o de adolescentes, La clase (Entre les murs) de Laurent Cantet. ¿Esta película dialoga también con otras del cine francés con objetivo de conocer el espacio humano que rodea esos profesores?
Mis fuentes de inspiración son más mi documentación cotidiana, el trabajo que pude hacer de encuentro con los profesores que me han contado lo que vivían, de lecturas que podía hacer, de libros, de sociología, de investigación periodística. En esas películas se narra el punto de vista y oficio de los maestros y nos atraen más ellos que los alumnos o su relación. Impacta en la vida cotidiana de estos hombres y mujeres. No es un tema trillado.
Me atrajo contar, más allá del conflicto profesor-alumno, las bambalinas de un colegio, los lugares donde no vas cuando eres alumno: la sala de los profesores, sus coches… Cómo es un profesor cuando está en casa, cuando no está delante de clase. Tengo la sensación de no haberlo visto tanto, casi nunca realmente en una película.
También pasa con el mundo de la medicina, como profesión y en el retrato de los doctores que mostrabas en Hipócrates (Hyppocrate, 2014) o en Un doctor en la campiña (Médecin de campagne, 2016). ¿Piensa seguir explorando esos dos mundos todavía con más profundidad? La verdad es que le está sacando muchísimo partido…
Con la medicina podría continuar porque es mi profesión y hacer ficción con ella es una forma de seguir. Mientras sigo hablando de medicina, es como si me sintiera médico. Es paradójico, pero es así. Concretamente, ¿conoces la serie de Hipócrates, que está en Filmin? Estamos rodando la tercera temporada. En cuanto al cine quiero cambiar un poco y no hablar tanto de medicina, quizás vamos a seguir ahora con la enseñanza, la escuela.
¿Ya leíste la crítica de Estrella Azul? Sigue este enlace para leerla.

Volviendo a este film: ¿Cómo elegiste al reparto? ¿Lo tuviste claro desde el principio? Sobre todo, con respecto a los papeles de Vincent, François y Adèle Exarchopoulos…
Puedo hablar de Vincent y François, pero también de Louise (Bourgoin) y William (Lebghil). Sobre Vincent y François, he hecho más películas con ellos. Con Vincent es la tercera, con François es la segunda. Son largometrajes que han tenido éxito. Volver a ver actuar a estas dos generaciones de actores juntos es muy importante para mí.
El origen de este proyecto fue pensar: «Voy a escribir algo para ellos». Luego se juntó William, Louise y, por último, Adèle, que es la nueva. Creo que necesito rodar con gente a la que quiero, que conozco. Adèle es la excepción, pero ha entrado en la familia como una hija adoptada. Teniendo esta familia alrededor mío, ¿qué más podría añadir?
Hablamos de los papeles principales, los de carácter son gente que encontramos en films anteriores. Me dan mucha confianza en mí mismo. Me permiten sentirme muy libre sobre el plató al rodar. Es mutuo, ellos disfrutan al trabajar, y tenerlos a mi lado me permite mejorar mi método de trabajo durante el rodaje.

Respecto a los propios adolescentes que forman parte del casting, van al instituto en su vida real y lidian con profesores. ¿Has tenido alguna impresión de ellos sobre su experiencia rodando la película? ¿Cómo se han sentido rodando una película que habla de ellos mismos también y de su relación con los profesores? ¿Te han dicho algo?
El corazón del proyecto es estar del punto de vista de los maestros y entender cómo su relación conflictiva o no con los alumnos influye sobre su trabajo y su vida cotidiana. Sí, hemos tenido en cuenta sus opiniones, mucho. Tuvimos el punto de vista de muchos otros jóvenes para intentar entender la problemática. También he oído comentarios de los profesores con los que he hablado. Además tengo tres adolescentes en casa, que tienen entre 12 y 19 años.
Me interesó mucho el trabajo con los adolescentes en el plató, cómo recreas su comportamiento. No son actores profesionales, nunca antes habían actuado. No intenté hacer un casting propiamente dicho. Juntaba a jóvenes y los ponía juntos como si fuesen verdaderas clases de 25 o 30 personas. Los hacía trabajar… cuando haces colaborar a tanta gente junta, te das cuenta de sus personalidades y recreas una clase. Lo hacía más interesante. Es un ambiente donde había alumnos que sobresalían con personalidades más singulares, distintas, interesantes. Así han aparecido esos actores adolescentes.
Por último, con Benjamín, el personaje de Vincent, ¿tenía la intención de empatizar también con los millennials de hoy en día? ¿Sabemos si Benjamín después de cambiar de tantos trabajos se va a quedar en la enseñanza? ¿Qué percepción nos puedes dar sobre este personaje?
No lo he buscado de forma premeditada. En cualquier caso, Vincent Lacoste encarna esto muy bien. Esta generación de millennials. Sí, mi película habla de esto, sobre el momento que vive Benjamín. Es gente que se busca un poco a sí misma, cuestionan los códigos del trabajo, la relación de su profesión con su vida cotidiana…
Los buenos profesores (Un métier serieux) tiene su estreno previsto en cines en España el 15 de diciembre de este año.
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