Black Panther fue la primera película de súperhéroes nominada al Óscar a la mejor película. Sus partidarios afirman aún que su argumento era tan disruptivo como original, por reflejar una mirada inédita hacia las tensiones internas o la defensa de un régimen geopolitico y otorgando un especial valor al papel de la mujer y al del matriarcado en ese marco.
Ahora Marvel cierra su fase 4 con Wakanda Forever, una película que intenta ahondar en esa misma línea de disrupción. Si bien, normalmente en otros de sus films como Dr Strange o Thor, la misma ha incidido en el terreno visual, Wakanda Forever vuelve a querer hacerlo de forma singular en el terreno argumental. Y esta nueva obra se inicia con un homenaje al fallecido Chadwick Boseman, tanto en su interpretación como T’Challa, como al propio actor protagonista del film original.
A falta de su carismástico protagonista, el director Ryan Coogler y su co-guionista Joe Robert Cole, el mismo equipo que en la primera película se esfuerza por aprovechar el casting original como Anglea Basset (la reina Ramonda), Letitia Wright (Shuri), Lupita Nyong’o (Nakia), Danai Gurira (Okoye) o el robaescenas Winston Duke (M’Baku) para expandir y continuar la historia del reino de Wakanda dentro del universo cinemático Marvel. Esta vez en un conflicto con el reino submarino de Talokan, encabezado por un Namor (Tenoch Huerta), que posee también enormes reservas de Vibranium, el mineral extraterrestre, que parecía solo existir en el país africano.
Si bien el producto final de 161 minutos no se puede considerar redondo, pues le sobran cosas (precisamente las que le hacen al fin una película Marvel, como introducir personajes para futuras historias, y sin las cuales en la opinión de este cronista estaría aún mejor), el resultado es al menos, bastante estimable por tres razones distintas. Tres temas que guían argumentalmente la historia, bien expuestos al principio, que se expanden solo un poco más a lo largo del segundo o tercer acto y que luego, afortunadamente se recuperan al final para convertirse en el hilo conductor de lo narrado.
El primero y más importante, el duelo y la forma de llevarlo, o sobrellevarlo. Ahí es donde Cole y Coogler, aciertan a trasladar muy bien la pena que afecta a los personajes y a empujar la emoción dentro y fuera de las pantallas por la pérdida de Chadwick Boseman/T’Challa. Su desaparición en pantalla es elíptica, respetuosa y el espíritu de su personaje y sus acciones, guian la motivación de buena parte de los resto de caracteres de la película.
El segundo es la colonización y la explotación de los recursos naturales de los países ricos en tierras de países más desfavorecidos, respresentados por Wakanda y Talokan. Como una vez que se descubre en ambos que el preciado metal está en ambas partes, se enfrentan de forma diversa a cómo proteger esa riqueza y evitar que su caída en otras manos perjudique a su regimen o incluso, al propio mundo. Con crítica además a la desaparición de la cultura precolombina por la aparición de los conquistadores españoles.
Y la tercera, es el concepto de legado, que se extiende más allá de quién adoptará la función de manto protector de Wakanda de una forma que no puedo contar en estas líneas, sin caer en revelar detalles que se produce al final del film (que incluso llegan a una escena entre los créditos que vale su peso emocional en oro).

Lo más cuestionable del film recae en otras tres cuestiones con peso. El aspecto visual, demasiado digital y algo repetitivo de films anteriores, que ni la fotografía de Autumn Dural Arkapaw en ciertas escenas subacuáticas o africanas ni el logrado vestuario de Ruth E. Carter logran salvar. La segunda, aún más importante, es un irregular tercer acto con casi nula narrativa, donde la consabida batalla de resolución de muchas películas de Marvel, vuelve a repetirse temáticamente a otros films. Tampoco la selección musical, más ecléctica que en la película anterior, aunque con la base repetida de la banda sonora elaborada una vez más de Ludwig Göransson, brilla a la altura deseada.
En definitiva, queda en Wakanda Forever un gran film de entretenimiento, distinto al anterior, con potentes puntos de asidero argumental que, sin embargo, están transmitidos de forma más irregular en pantalla. Si quieren ver cine con la misma temática y quizá algo más de madurez, es más recomendable esperar un par de semanas a la llegada de La mujer rey (The Woman King) a las pantallas españolas. Y si simplemente quieren ver gran cine de estreno, vayan a ya a los cines para asistir a la magnífica As Bestas de Rodrigo Sorogoyen. Otra película que habla de naturaleza, recursos, mujer y legado de una forma distinta a una escala menor de presupuesto, pero de mucho mayor calado y resonancia para los afortunados que lo vean.