Seguimos inmersos en el “caos” navideño. Realmente ahora es cuando empieza, solo que llevamos tanto tiempo con anuncios, decoración o dulces típicos de estos días que parece que somos vecinos de Papá Noel en Laponia. Aunque por otro lado, vivir junto a tan ilustre personaje no nos vendría nada mal a más de uno para acertar con los regalos.
Me encanta regalar. “Currarme” un regalo me hace casi más ilusión que recibirlo, investigar los gustos y últimos deseos de mi objetivo, y ver la cara que pone al abrir el/los paquetitos que tanto me gusta envolver y muy a mi pesar tan mal hago.
Sin embargo, actualmente cualquier día uno se puede dar un capricho sin importar si es Noche Buena o el martes de la próxima semana, y ahí está lo complicado: sorprender. Por eso, me permito el lujo de dar unos pequeños consejos como persona, que yo mismo me declaro, “muy fan de los regalos”.
1. Pa´gustos… colores.
Eso de que “hay gustos para todos” es una realidad aplastante. Lo que a mí me encanta tú puedes odiar con una fuerza sobrenatural, pero para ser un buen “regalador” no te debes dejar llevar jamás por ese impulso irrefrenable de comprar lo que a ti te gusta aun sabiendo que no es lo que más atrae a la otra persona.
Sí es cierto que existe un camino entre medias. Una gama de gris antes de llegar al negro que consiste en no comprar lo que tú detestas, pero sí algo similar que se acerque más a tus gustos y por supuesto que al otro le pueda convencer de todas-todas.
2. Una vez más: el dinero no da la felicidad.
Otra de las grandes falsedades que hay en torno a este tema es que cuanto más te gastes más gusta. Error. Un regalo pensado con cariño y empatía es lo que más ilusión genera. No quiere decir que un coche con un lazo gigante en el capó no vaya a gustar, pero también un vídeo hecho por ti de algo que signifique mucho para ambos.
Cuanto más mayores nos vamos haciendo, más valoramos ese tipo de detalles que cuando eres pequeño y no entiendes muy bien el significado de “valor sentimental”. No recomiendo obsequiar con algo de incalculable valor para ti a otra persona no lo va a entender.
3. Menos es más.
Algo manido también es avasallar a regalos. Haciendo uso de nuevo del sabio refranero español “menos es más” y para este caso, también. Se tiende a comprar muchos detalles para agradar al otro, por si nos hemos quedado escasos, por si no le gusta algo, por si… por si… Esto lo único que consigue es desmerecer el regalo que has hecho.
Un estudio de principio del 2014 publicado en The Journal of Consumer Research aseguraba justo esto, que lo único que consigue regalar más de una cosa es “debilitar el valor del regalo principal”.
4. La practicidad se agradece.
Lo que sí está claro es que hay que ser prácticos. No pequemos de ingeniosos y seres excepcionales porque mejor recibir algo que, aunque sencillo, vayamos a utilizar al menos una vez.
De poco o nada sirve recibir una cámara de fotos profesional si apenas te aclaras con los filtros de tu Smartphone o unos tacones altísimos si unas New Balance te parecen que llevan plataforma.
5. Alternativas para los escépticos.
Hay gente que estos días los ve habidos de consumismo, y razón no les falta. Por eso cada vez más grupos de familias o amigos optan por hacer un juego de azar para que todos reciban un detalle, tipo el amigo invisible.
Pero también se puede optar por no regalar nada. Creerme, no pasa nada. Es más el qué dirán que otra cosa y siempre puedes ahorrar para hacer luego un viaje maravilloso a ese lugar que tantas ganas teníais todos y con menos aglomeraciones que en estas fechas.
El “ángel de la guarda” aunque menos conocido es divertido y pone a prueba tus ganas de agradar al otro durante un periodo de tiempo que vosotros mismos decidís. No se tiene por qué saber quién es tu “protector” pero recibir favores siempre es agradable y bonito.
Como diría Sabina, resumiendo. No regales por regalar, hazlo de corazón para alguien que sepas que le va a cambiar la cara cuando reciba “eso” que a ti te ha costado trabajo averiguar, porque si algo queda de la esencia de la Navidad, es hacer feliz al otro sintiéndote tú el ser más afortunado por tener a esa persona junto a ti.