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La búsqueda del placer

Si bien es cierto que el ser humano ya no se conforma, a ello va ligado el hecho de que va buscando, en cualquier parte, la segregación de esa hormona tan reclamada: la dopamina.

Atrás quedó la idea del placer en momentos únicos, especiales, y por qué no, íntimos. Ahora queremos sentir el conocido y coloquial “gustirrinín” constantemente, a cada momento, e incluso (y sin que suene lascivo) pagando por ello.

Aún no salgo de mi (divertido) asombro ante un documental que vi hace poco acerca del ASMR, siglas que en castellano significan ‘Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma’.

He de reconocer que hasta ese momento jamás había escuchado hablar de tal término, y mucho menos de que existen “gurús” de dicha técnica que reúnen en Internet millones de followers en sus cuentas de redes sociales.

No es otra cosa que la sensación placentera que te producen ciertos estímulos visuales y auditivos que da lugar a un fenómeno llamado provisionalmente (se sigue estudiando sobre ello) ‘sinestesia visual-auditiva’.

Cuando menos es muy curioso, puesto que las reacciones son tan variadas que en cada persona, un mismo estímulo, le puede producir desde el mayor de los placeres hasta pinchazos o escalofríos en la cabeza y la espalda.

Al parecer, todo este acontecimiento social lleva entre nosotros 8 años más o menos. No deja de ser vídeos de Youtube en los que una persona van recreando sonidos que hace uno mismo con la boca, las manos o con alguno objeto.

En ASMR (hay que irse familiarizando con el tema) se habla sobre todo de dos conceptos. El reloplaying que recrea escenarios cotidianos como que te corten el pelo, te hagan un masaje, te cocinen o hasta doblen toallas, todo ello mediante susurros o, para los que buscan métodos más extremos, sonidos más bruscos.

Luego está el tapping, que es un continuo tamborileo de los dedos en cualquier superficie o un ruido repetitivo, que al parecer gusta un poco menos, pero es tan hipnótico que te lleva a un estado de éxtasis abrumador.

Mientras escribo, un ser superior a mí me incita a poner más y más vídeos de estos, y a leer comentarios de personas que están verdaderamente agradecidos a estos “maestros del ASMR” por haberles ayudado tanto en sus problemas personales y psicológicos.

Por favor, que nadie se ofenda si es un adepto y fiel seguidor de la técnica, pero no logro salir de mi estupefacción y según qué escenas he podido ver, el asombro ha dado lugar a alguna que otra risa.

Opinión aparte, se llega a decir que es una especie de “orgasmo cerebral” aunque los expertos aseguren que no es un concepto correcto del todo puesto que quien realmente lo siente no ve en ello nada sexual.

Puede parecer confuso ya que muchas de las “terapias” son susurrantes, tratan sobre el cosquilleo en la nuca o aparece una persona atractiva utilizando utensilios de maquillaje, como brochas, sobre la cara. Pero aquí, como en muchos aspectos, entra en juego el escepticismo de cada uno y quien no se preste a ello desde el principio, nada va a sentir.

Un reconocido neurólogo de la universidad de Yale, Steven Novella, habla de un posible patrón en común entre un conjunto de la población que a través de “cableado neuronal” son sensibles a estos estímulos.

Existe otra hipótesis ante esta respuesta. Una reminiscencia de la infancia que produce un efecto calmante, como cuando una madre acuna a su bebé o le hace carantoñas para agradar.

Estas terapias personalizadas han traspasado la pantalla en algunas de las grandes ciudades del mundo y expertos en ASMR convocan reuniones para personas con ciertos problemas. De este modo, llegan al lugar concretado y comienzan la sesión desde el primer minuto.

Son poco frecuentes pero quien entiende del tema asegura que prueban técnicas diferentes o que a través de los canales de la red no son tan efectivas como el sonido de la papiroflexia o la calidez de una sutil luz en medio de la oscuridad, las cuales en vivo ganan en eficiencia.

Lo que sí es seguro es que después de investigar algo sobre ello, te entra curiosidad y lo pruebas. Claro que sí. Y “regalas” visualizaciones a muchos canales en búsqueda de alguna imagen o sonido que te provoque placer.

Y aún así, sigo pensando, que nada como unas “cosquillitas”. Tendré que seguir buscando EL vídeo de ASMR.


Imagen: Tomas Sobek

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Extremeña de nacimiento y madrileña de adopción. Llego a Dévé para dar un enfoque práctico de los lugares con más carisma de la capital y hablar sobre diferentes asuntos que atañen al estilo de vida en su amplio significado (libros, música, arte...). Me encanta poder dedicarme a mi pasión y poder demostrar que el periodismo aún no está muerto.

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