Sea la época del año que sea, ir a la piscina siempre es buena idea —no sólo esos tres meses que la zona de veraneo de la urbanización está abierta—. Muchos gimnasios cuentan con instalaciones climatizadas para darte un chapuzón en cualquier momento. Da igual si estás en forma o si necesitas tiempo para lograr la condición física que te gustaría; nadar es una actividad estupenda para todos. Incluso para las personas negras, de las que tradicionalmente se dice que no nadan, o que no hay gorros de natación acordes para sus peinados (menos mal que eso está cambiando).
Si todavía estás dudando, aquí algunas razones (siempre es recomendable comenzar con entrenamientos ligeros para evitar lesiones):
Te mantiene en forma
Es un entrenamiento de cuerpo completo. Nadar involucra tus hombros, brazos, espalda, core y glúteos. Esto significa que obtienes gran beneficio metabólico en tu movimiento. En una hora puedes quemar prácticamente el doble de calorías que andando a un ritmo normal.
Mejora tu salud cardiaca
Múltiples estudios han concluido que este deporte influye positivamente en la condición cardiovascular. Es decir, el corazón se vuelve más fuerte y los pulmones administran mejor el oxígeno. Además, evita problemas de hipertensión y presión sanguínea en general, ambos marcadores de la salud cardiovascular.
Fortalece tus pulmones
Si padeces de algún tipo de condición respiratoria, como asma, la natación entrena los músculos que tienen que ver con respirar. Así que incrementa la capacidad de los pulmones y ayuda con las técnicas de respiración. Además, es el ambiente ideal porque es húmedo, con temperatura cálida y bajo en polen (casi siempre).
Mejora tu humor
Como norma general, mover el cuerpo te pone de buenas y nadar no es la excepción. En esencia, el cerebro libera endorfinas como la dopamina y la serotonina. Por lo mismo, la práctica regular en la piscina reduce el estrés, combate la depresión y disminuye la ansiedad. ¿Querías más?
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Te ayuda a dormir
Aunque no es ningún secreto, la actividad física resulta en una mejor calidad de sueño (más restaurativo y profundo). La natación en concreto se cataloga como ejercicio vigoroso y ayuda a restablecer el reloj interno. Es decir, regula los ritmos circadianos naturales. ¡Adiós insomnio!
Fortalece tus huesos
El entrenamiento cardiovascular eleva la densidad de los huesos. En un estudio que publicó BioMed Research International se mencionó que, nadando entre tres y seis horas a la semana, mejora la densidad mineral ósea (especialmente en las mujeres que ya pasaron la menopausia).
Podría potenciar el poder de tu cerebro
Algunos estudios, aunque aún en fases preliminares, han percibido que un entrenamiento breve en la piscina puede impactar positivamente las respuestas cognitivas. Por ejemplo, se procesa la información visual más rápido.
Alivia dolores crónicos
Muchas personas que sufren de padecimientos como artritis, osteoartritis o fibromialgia creen que no pueden hacer deporte. Aunque primero hay que consultar con un profesional de la salud, lanzarte a la piscina se presenta como una gran opción.
La ventaja de nadar es que la resistencia del agua presenta un reto, pero al mismo tiempo es una actividad de bajo impacto. Esto ayuda a suavizar articulaciones y mejora la estructura muscoesquelética en general. Si tu condición es más severa, puedes considerar la fisioterapia acuática.
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Ahora que conoces estos beneficios, te habrán dado ganas de echarte un chapuzón. ¡Todos las agua!