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Quizá necesitemos salud mental a gran escala

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Me voy a permitir no decir nada, porque últimamente hay mucho ruido.

Cuando empezó el confinamiento a todos nos tocó el pánico. Quisimos asegurarnos de mantener el contacto con nuestros seres queridos (y lo hicimos bien). Gente que no había salido a correr en su vida empezaba a correr porque esa era la única forma de salir de casa legalmente. Incluso allí el riesgo y el enfrentarse a la policía era excitante. Pero pese a lo incomprensible del acontecimiento, esa gente descubría una nueva manera de vivir, más agradable que la vista hasta entonces.

Alguien que haya vivido una guerra y una posguerra podrá confirmar o desmentir lo que digo. Una cosa es la guerra, que es a la que más atención se le presta. Pero lo que causa un daño más perpetuo es más bien la posguerra.

Incluso una vez levantados los confinamientos me gustaría que la memoria no se perdiera. Porque quedan secuelas y quedarán secuelas, incluso en las personas que durante estos meses se han volcado y han puesto de sus recursos por encima de lo sostenible para ayudar a otros. Me refiero a médicos y personal en primera línea, y por supuesto también a toda la gente que ha aportado su valor a través de los medios a su alcance —siendo profesionales de la salud mental o no—: que ellos también son personas y también tienen sus momentos de bajón.

La semana pasada hablábamos sobre cómo lidiar con la incertidumbre. Si en algún momento nos hemos tenido que enfrentar a nosotros y a nuestras creencias limitantes, es ahora. Las personas que necesitan tenerlo todo bajo control para sentirse exitosos como personas probablemente hayan visto la necesidad de replantearse su paradigma. A otros tantos les han despedido del trabajo, y desde Dévé hemos llamado a separar la valía profesional del convulso panorama laboral. Hay personas que han perdido a alguien, y hay personas que ahora están en proceso de encontrarse a sí mismas. A todos deseo que encuentren, sea aquí o donde sea, las respuestas que buscan.

Creo que necesitamos una ayuda a la salud mental y emocional a gran escala. Sea al nivel que sea, dependerá de cada uno. Por ejemplo en un caso un artículo de Dévé puede ser bastante, suficiente, o un comienzo. En otro caso quizá haya que contactar con un profesional (puedes comenzar por aquí). Y si me apuras, una recomendación de un artículo en cualquiera de las redes sociales puede salvar el estado emocional de alguien. Por eso te pido que no subestimes el poder de un simple y desprendido gesto.

Imagen: rawpixel

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Soy Esther Bolekia, ingeniera de Caminos amante de los trenes y del progreso social que traen. Durante los últimos diez años he sido escritora a tiempo parcial de artículos apasionados por las dinámicas humanas que analizan las leyes no escritas del mundo personal y corporativo. Hoy dirijo Dévé, donde también escribo sobre vida y trabajo, liderazgo, sociología y estilo de vida. Mi forma de escribir se ha descrito como empática, fresca, asertiva y mordaz. Seguramente porque creo que la literatura nunca debería confundirse con mero entretenimiento inocente. Fundé la revista Dévé porque quiero —junto a quien se une a la causa— descubrir las soluciones reales al sufrimiento en el trabajo y lo que hace que disfrutemos de la vida de veras. Escribo para quien desea saber lo que ni los padres, ni la escuela, ni internet enseña sobre el arte de manejarse con maestría en vida y carrera. Por eso arriesgo y voy a las causas y las relaciones entre ellas en los análisis profundos que hago. A menudo me mancho las manos de barro, para llegar adonde nadie más se atreve. La verdad nos hará libres.

¿Qué opinas? Hablemos.