En el sexo todo va bien hasta que sale, (“sale”, como cuando salen las suplicantes setas en el bosque) un estudio que dice que oh, en realidad a las mujeres no les gusta ni lo que sus hombres les hacen, ni lo que sus hombres esperan como transcripción a la vida real de lo visto en el porno. También que las mujeres no disfrutan tanto «como deberían»
Pero se forzarán a hacerlo, como en el delicado arte de fingir orgasmos, cosa que casi todas hemos sido arrastradas a hacer.
Se podría dirigir el interés hacia conocer lo que piensa una mujer. Con franqueza. La franqueza es lo que resta cuando se logra eliminar el saboteador miedo a decir “no” al otro, porque decir “no” en este asunto sensible es como la difícil tarea de decir “no” al niño más adorable del mundo y que acto seguido, todo su aura de belleza y ricura desaparezca y el niño llore, grite y patalee. Pero todos sabemos que por mucho que el niño patalee, a veces no es bueno consentirle todo.
El sonoro problema es el miedo a que una vez se destape la franqueza, la experiencia sexual se reduzca irremediablemente a algo triste y anodino, casi cordial, condenado al aburrimiento. Por eso parece más fácil elegir el camino de forzarse. Como cuando dices «sí» queriendo decir «no»: he aquí un problema de bajo las sábanas y de fuera de ellas.
Si bien considero necesario pedir a la revolución sexual y al feminismo entrar en la mente de esa mujer que se fuerza para que:
- Bien consiga discernir qué le gusta en el sexo y qué no, y así acierte a separar lo que ella quiere, o está en capacidad de dar, de lo que un hombre proyecte sobre ella desde su ignorancia o egoísmo. Pero sin intención de aguar una fiesta, la pregunta “¿quién soy?” tiene una conexión mágica con poder dar la mejor respuesta.
- Bien consiga aprender a negociar el intercambio de poser, en el sexo y fuera de él.
¿Afirmarán que esta segunda opción, la de negociar, puede ser la más rentable? Sí y no. Porque todo buen negociador habrá de hacernos saber que siempre se negocia con un objetivo en mente y con un mínimo aceptable. Siempre que alguien negocia, lo hará buscando su interés, pero como en las negociaciones, hay estilos de negociar. Entre los cuales, estilos más agresivos, estilos más sutiles, estilos más manipuladores. Y aquí el miedo es que la persona a la que se dice no, se plantee explorar otras opciones sexuales, lo que pondría en riesgo de ruptura definitiva al contrato de pareja. El sexo y el afecto han sido históricamente objeto sensible y, si no el timón del barco, algo que puede marcar su naufragio en cuestión de minutos.
Como es lógico, en el sexo se busca la felicidad. Sin embargo, para una mujer que quiere pasar de forzase a una relación más plena, hoy me he permitido insistir en la componente de negociación del sexo. Me he permitido querer exponer el juego de poder, así como las veces que alguien buscará compensar en la cama su sensación de falta de poder fuera de ella.
Y dicho esto, prosigo con mis clases de danza y estiramientos; mi calidad de vida sexual ha mejorado desde que me estiro.
Lo que hacerme más flexible me enseñó sobre el sexo
Imagen: @flowsoftly