En muchas ocasiones nos cuesta ver las cosas con objetividad. No obstante, cuando tienes un puesto de management, es importante no tomarse las cosas como algo personal. No es fácil.
Uno trata de hacer su trabajo lo mejor posible, lo hace como puede, solo que cuando uno es jefe, no siempre sale bien. Son muchas cosas a tener en cuenta.
Así que, ¿qué mejor que una lista de mínimos a evitar para ser mejor visto por tus empleados? Si no tienes empleados, seguro que tienes superiores. También te vale. Por fin una lista donde identificar qué es lo que tanto te molesta de esa persona.
5 cosas que empleados no soportan de su jefe:
1, “No deja expresarme, siempre tiene que ser el primero y el último en hablar”
Muchas veces un jefe confunde jerarquía con privilegios o prioridades. Está bien que un jefe marque el ritmo, que sea valiente y que demuestre su liderazgo tomando la iniciativa; pero un buen líder también anima a los integrantes del equipo a tener la misma cantidad o más de oportunidades. Es importante dejar a los demás expresar sus opiniones para que la comunicación del grupo sea abierta y sin censura. Si un jefe no deja hablar, no se establecen las bases de la confianza.
2, “No me escucha. Mientras le digo algo importante no me mira a los ojos y está mirando la pantalla”
Que sí, que se puede hacer multitasking, yo te creo. Pero, ¿cómo se va a creer un empleado que su jefe se preocupa por su problema cuando no levantas la mirada de la pantalla? O mucho peor, mirando el móvil de reojo… Se trata de empatía. Por un lado está lo que hacemos y por otro, lo que parece que hacemos. El jefe debe dejar todo para prestar atención al 100%, y si no puede, con asertividad se pospone esa conversación para otro momento. De lo contrario, el mensaje es “no me importa”.
3, “Promete muchas cosas, pero luego no cumple nada”
Si se quiere tener un equipo comprometido y motivado, hay que cumplir lo que se promete; y si no, no hay que prometer nada. No hay que caer en la tentación de agradar a los oídos. Cuando alguien ejerce un rol de liderazgo y trata de animar a un grupo a conseguir un fin, suele caer en la trampa del discurso bonito, de la promesa al viento. La primera vez el grupo cumple, la segunda baja el rendimiento, a la tercera, buscan otro trabajo.
4, “Tiene un ego enorme, siempre tiene que tener la razón”
En toda mi carrera profesional y sumando la de amigos y conocidos, nunca he escuchado a alguien decir, “oh, era un jefe genial, siempre tenía que ganar todas las conversaciones. Me levantaba cada mañana yendo a la oficina para perder un argumento”.
No. Un jefe no tiene porqué convencer constantemente a todos. Está muy bien tratar de seducir y convencer a alguien para conseguir un objetivo común; pero hay que saber medir cuándo es necesario y cuándo no lo es. Hay que reflexionar hasta qué punto estamos hablando de ego, de demostrar que sabe mucho y también hasta qué punto se actúa así por inseguridad. Recordemos que el respeto de los empleados también se gana cuando un jefe reconoce sus límites.
5, “No confía en mí, me pide mil informes de lo que hago para controlarme”
Micromanagement. Si tuvieras que recordar solo uno de los puntos aquí expuestos. Este es el más importante. El micromanagement es algo que sucede con frecuencia; pero que cuesta mucho de identificar.
Los “microjefes” suelen delegar el trabajo en subordinados. Hasta ahí bien; pero luego tratan de controlar el desempeño. No se fían o tienen miedo de que se ponga en cuestión su autoridad. Suelen apropiarse de los éxitos tipo, “si no llego a aparecer yo, no sale el trabajo”; pero luego también culpan a los empleados cuando hay resultados negativos… Todo mal.
Pocos jefes son conscientes de que están siendo controladores. Les viene a la cabeza motivos como eficiencia, control, mejoras de comunicación, o “tarea puntual debido a momento de crisis”. Y lo ven hasta positivo, justificándose como que son organizados, estructurados o perfeccionistas. Pero no.
Los resultados para el equipo son devastadores, además de la frustración y la saturación de tareas se sumará la falta de confianza en el trabajo y la consiguiente falta de autoestima. Acaban de baja semi-depresivos o llenos de ira, en el mejor de los casos.