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Un hábito esencial para ser mejor líder: el aprecio

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En un momento en el que los cumplidos nos ponen a la defensiva porque desgraciadamente caen en ser una moneda de cambio, una apuesta ganadora es mostrar aprecio genuino al buen desempeño.

Hablo de los cumplidos. Definamos esto, ante todo. Cumplido («muestra de cortesía y educación para agradar o halagar a una persona») en este contexto son valoraciones positivas dadas al desempeño o carácter de quienes trabajan contigo. No me refiero a cumplidos como «qué guapo vienes hoy», sino a «te has currado mucho esa presentación, enhorabuena». Tampoco me refiero a lanzar cumplidos a diestro y siniestro.

No seré yo quien niegue que vamos a la carrera. Sacar adelante proyectos implica lidiar con la presión externa y también interna. Empujas, te empujan. Hay que acabar el año. Hay que entregar. Hay que cerrar. En semejante escenario hay una tendencia a obviar los aspectos que merecen aprecio por lo positivos que son, y que el cerebro se limite a detectar los negativos.  No queda hueco para los cumplidos en el trabajo.

Pero ya no nos podemos dar el lujo de limitarnos a dar feedback cuando algo no gusta, o esperar al final de año para darlo.  Y mucho menos, esperar a dar cumplidos cuando queremos ablandar a una persona para conseguir de ella algo extra —a nadie le gusta la gente interesada—.

Es importante ya no solo apreciar, sino mostrar ese aprecio.

Y más dinero no es siempre la respuesta. Existe el salario físico, pero recordemos que también existe el salario emocional. Hay veces que quien trabaja contigo simplemente quiere sentirse apreciado (de esto habla más Jaime Urcelay en este artículo) y saber que puede hacer bien lo que se espera de ella. Recordemos que sentirse apreciado es una necesidad primordial. Jefes que obvian reconocer la competencia y el esfuerzo de quienes trabajan con ellos crean tensión y hacen que los suyos se desvinculen más del proyecto.

«Pero no tengo por qué decirles que están haciendo bien su trabajo. Si sigo contando con ellos, es porque sí, ¿no?». Esa es la regla de tres seguida por algunos que luego se preguntan por qué han perdido a su pareja. No es lo mismo vincularse porque hay una nómina a final de mes que hacerlo porque hay una nómina, lo que hago tiene sentido, sé para qué vale y se aprecia lo que hago.

Pocas cosas logran aumentar la motivación que el aprecio sincero. Gente motivada es gente implicada y más leal. Antes de que alguien interrumpa la lectura en este punto y decida halagar a diestro y siniestro, diré que no se trata de lisonjear. No se trata de llamar guapa a la gente. Más que de decir lo bueno, se trata de dos cosas: sinceridad y precisión.

Sinceridad y precisión: imposibles sin conocer al equipo. Cada uno es diferente, y los puntos fuertes no tienen por qué siempre ser los mismos. Sin embargo, el carácter —al fin y al cabo, el que impulsa las acciones— forma parte de ese valor único. Añadiría también que observar al otro es la labor previa a conocerle, para poder comprender lo que le motiva.

Aprecio. Confianza: el management efectivo es sobre guiar y apoyar, y también sobre saber cuándo dar un paso atrás. A veces dejar que haya espacio entre el puesto de liderazgo y los compañeros de equipo  es lo mejor que los líderes pueden hacer para promover el crecimiento y la creatividad .

Hechos a mencionar:

—Desempeño, y mejoras significativas en el desempeño: comparémoslo con cuando alguien está a dieta y empieza a notarse que ha adelgazado.

—Sentido del humor: personalmente encuentro a la gente con sentido del humor altamente inteligente, capaz de quitarle hierro a asuntos pesados y hacer que el día brille más. No habiendo muchos así, mejor apreciarlo.

—Lealtad: hay empresas y equipos que pasan por momentos duros, tanto que la lealtad del equipo es lo que permite que sobrevivan. La lealtad es algo voluntario, ¿por qué no mostrar que se aprecia?

—Flexibilidad:

—Ética de trabajo

—Capacidad de captar detalles

—Desempeño a la hora de hacer una presentación

Por último: praise management. Es mejor mostrar el aprecio cara a cara, mejor que por escrito, en el momento, y a la persona en cuestión en privado. Y ante todo, que los cumplidos recuerden el por qué, y el resultado de ese comportamiento apreciado: «gracias, Pedro. Tu tenacidad y tu buena comunicación nos ayudaron a terminar la oferta a tiempo y firmar antes que los demás. Puede que incluso ganemos el concurso».


Imagen: rawpixel

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Creo que nada es difícil si sabes hacerlo. Soy Esther, ingeniera de Caminos amante de los trenes y del progreso social que traen. Dirijo Dévé, donde edito y escribo sobre estrategia, liderazgo y dinámica social; pilares del desempeño pro y perso. La verdad —simple, directa y clara— te hace libre.

2 COMENTARIOS

  1. Estaría muy bien. Expresar y recibir el aprecio (reconocimiento) de unos a otros como personas que somos, no solo en el ámbito profesional sino también en el familiar.
    Somos inteligentes, fabricamos y nos rodeamos de máquinas para facilitarnos las tareas, pero a veces funcionamos como autómatas y descuidamos la comunicación .
    Expresar es dar, recibir, es una virtud que forma parte de nuestra esencia.
    Veamos que cuando se lanza una oferta de trabajo o simplemente una relación familiar, es frecuente observar en las exigencias del ofertante: experiencia, profesionalidad, buen hacer, saber estar etc… .. pero, una vez que se logra el objetivo, lo ideal sería mantenerse a la misma altura, dar continuidad, premiarnos a nosotros mismo como ofertantes y EXPRESAR CON ALEGRIA nuestra gratitud, transmitir confianza que en éste caso se traduce en seguridad en uno mismo.

    • Estoy de acuerdo contigo: una de las razones es que mostrar aprecio no merma a nadie como líder. ¡Gracias por tu comentario!

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