A estas alturas, pocas personas no han visto ya El último baile (The Last Dance), la serie documental sobre Michael Jordan en los Bulls de Chicago. Si es tu caso, te recomiendo mucho verla; pero como todo, con perspectiva. Se habla mucho de basket, así que take it easy. Más allá de eso, a mí me ha gustado mucho. Me ha ayudado a revisitar esa figura tan idealizada desde mi infancia y me hizo reflexionar sobre cómo debemos afrontar el liderazgo en nuestra vida.
Voy al grano:
1, Si tienes las habilidades, es tu obligación mostrarlas sin miedo. Desde un primer momento se vio que era un gran jugador, pero no se intimidó por pasar a la liga profesional, no dejó de hacerlo bien por el hecho de ser un principiante. Desde el primer momento mostró todo su potencial. ¿Por qué no deberías hacer tú lo mismo?
2, Encuentra objetivos que te motiven. Para explotar al máximo tus habilidades, necesitaba retos. Primero fue ganar un anillo, luego repetirlo; pero cuando ya fue a más, se motivaba con rivales directos, otros jugadores que le hacían sombra a nivel mediático, quitar de los focos a algún contrincante o callarle la boca a un periodista que le había hecho una crítica. Cualquier cosa le servía para motivarse. Haz lo mismo, enfócate en un objetivo claro y a por ello.
3, Tienes que confiar mucho en ti y en tus posibilidades, nadie lo hace si tú no lo haces primero. A Jordan realmente le daba igual lo que pensaran los demás. Él sabía que podía meter ese triple o ganar las finales que jugaba. Perder era una posibilidad, sí, pero confiaba siempre que le saliera la opción positiva: ganar. Confiar en ti y en lo que sabes que puedes hacer. Para ello es importante conocerte y si no, es tu obligación experimentar y enfrentarte a diferentes situaciones. A la mierda lo que piensen los demás. Tu objetivo es tuyo no el de los demás. Quédate tranquilo con lo que quieres conseguir porque es tu sueño.
4, No es tu habilidad técnica, es tu determinación mental. Jordan, más que sus habilidades como deportista, lo que hizo que destacara tanto fue su competitividad. Su principal virtud, y lo que realmente en el fondo entrenaba, era la competitividad. Jugar mucho, perder y ganar. Y no me refiero solo a basket. Jugaba a golf, hacía duelos one to one en privado con rivales directos, jugaba al póker, apostaba mucho dinero e incluso jugaba a estúpidos juegos de lanzar monedas. Todo, buscando expandir los límites de lo que significa competir, los límites de su competitividad personal. Prepárate para ganar a cualquier precio.
5, Puedes ser muy bueno; pero el trabajo en equipo te da más probabilidades de conseguir tus objetivos. Al principio ganaba casi por su superioridad; pero se dio cuenta que tendría más posibilidades si lo hacía contando con sus compañeros. De hecho, esto es algo que Manel Estiarte se dio cuenta también en Waterpolo. Hay que aceptar que cada uno es distinto, pero mientras compartáis el mismo objetivo os complementaréis y llegaréis más lejos. Y si no… Fuerza a que lo compartan como se muestra en el documental… Hacerlo hasta el límite como Jordan presionaba a sus compañeros, eso ya es cosa tuya.
6, Si eres el centro de atención, no lo evites, poténcialo. Estaba siendo el mejor jugador de todos, y en lugar de evadirse o dejar de hablar con la prensa o esconderse de los fans, hizo lo contrario. Daba un paso al frente. Lo controlaba, sí; pero jugó con ello a favor suyo. Contrato con una marca de zapatillas que lo usó como icono único e indiscutible en toda su estrategia de marca, campaña de marketing con una cadena de fast food que lo movió en su comunicación todo el mundo o incluso tener la gallardía de dar una entrevista con gafas de sol en su peor momento de popularidad. Si eres una estrella, juega el rol sin debilidades, lo asumes y hasta el final. Vas a mirar a los problemas a la cara, sin miedo.
Puedes ser un don nadie; pero liderar y conseguir tus objetivos no es exclusivo de la NBA. Ten la determinación, sé valiente y empieza el camino que te llevará a tu éxito. Nadie lo hará por ti. Él lo tuvo claro.