El peor sentimiento es estar quemado en un trabajo que ni siquiera te llena.
No puedo con este ritmo”, me confesó el que en ese momento era un jefe mío. Me lo dijo bajito, en un idioma que no entendían los demás, sentado con el codo en la mesa, mano en la cabeza y la mirada siguiendo el aire que dejaba salir en el triste suspiro que acababa de soltar. “De verdad, Esther, no puedo. Cada vez te piden más, más, y como te esfuerzas por cumplir, y cumples…”
Era un jefe de proyecto, y me iba a enviar un mensaje de texto a las 3 de la mañana y algún correo de madrugada. Todo profesional, eh. Tenía mucho encima, y mientras escribo estas líneas le dedico un pensée. Iba como pollo sin cabeza, y si él no sabía cómo parar, yo tampoco sabía cómo ayudarle.
No se percibe a menudo el efecto que tiene una vida muy ocupada en la mente y cuerpo hasta que es muy tarde. Este artículo está expuesto desde experiencia, esperando que al menos dos o tres ideas te puedan servir. También te servirá la conversación en Mentoring Audaz, el podcast La solución al burnout que no es irse de viaje a la India–
Cansarte es una cosa, el burnout es otra. El burnout es lo que cala lentamente, imperceptible, mientras te ganas el sueldo mes a mes, luchando a veces por tu mérito porque no se lo lleven otros, buscando saber decir no, o buscando simplemente arrimar el hombro en el compañerismo. Pero un día te das cuenta de que algo falla. Y mal. Puedes sentir emocionalmente una desconexión, una vocecita preguntando qué sentido tiene todo esto. Por supuesto, tú te controlas, pero todo te irrita. Los hay que vociferan, hacen más ruido, a ellos les prestan atención, pero tú eres más racional, no vas a pasar por un loco.
Lo malo es que el burnout no se va tras una noche después del sueño o tomándote unos días de vacaciones —aunque sí ayudan a calmarte—. Y los que más riesgo tienen de padecer quemaduras son los profesionales de verdadera responsabilidad, de alto rendimiento. Son justo los que peor llevan admitirlo, los de “eso no me va a pasar a mí”, porque se tiende a creer que quienes se queman son los más simples mentalmente, los más emocionales. Al contrario que los trabajadores más estoicos: ellos son más inteligentes, más racionales y más resilientes.
¿Pero el burnout no es más atroz entre personas en sus 40, cuando la relación vida y trabajo pasa por su momento más crítico? Sí y no, hay personas que sin quererlo pertenecen a colectivos en los cuales la carga emocional es diferente, adicional y cronificada, y esa gente es la más incomprendida y la que sufre en silencio. Y si incluimos la pandemia en la ecuación, peor aún. La gente que acaba quemada suele ser el pilar soporte de madres, padres, hermanos, hijos, parejas, grupos, congregaciones. Por otro lado, las personas que sufren microagresiones en el trabajo están en riesgo de burnout por la fatiga mental de estar siempre en modo defensa. Y a quién recurrirán ellos; no ven otra que empujar hasta más no poder y que la incomprensión les caiga encima.
En momentos de burnout se aprende a decir no, aunque sea por rabia. No a personas, peticiones, proyectos, mirar LinkedIn y redes sociales. Y no a mirar correos del trabajo fuera del periodo de trabajo. También se aprende a que el trabajo ocupe el tiempo que tiene asignado y por el que pagan, y no más. Es curioso que haya gente que sepa ponerle límites a sus seres queridos pero no sepa ponérselos a su trabajo.
Tener a alguien a quien decírselo. Aunque sea decirle: “Necesito que me escuches”
Si el trabajo no puede parar, comunicar que necesitas reducir la carga y los motivos. Si no se te hace caso, reducirte tú la carga o irte es una opción.
En línea con el saber decir «no» está saber poner límites, una situación así enseña bastante a que te da igual lo que piense la gente y que te pongas en primer lugar. Límites significa «límites físicos y mentales», y saber jugar el juego de otra manera para que mantengas tu energía y salud mental.
Si puedes viajar y vas a hacerlo procura evitar la tendencia turista novato que va a un sitio de atracción en atracción turística. Lo suyo es despejarse, comer, dormir. Evidentemente cuando se está quemado lo más fácil es no mirar ni un solo e-mail del trabajo
Probablemente cuando te has quemado pierdes el sentido del humor. Pero podrás recuperarlo si lo dejas entrar en tu vida y puedes hacer sitio para alguna actividad o hobby.
Parece una tontería, pero mover las caderas ayuda a sacar el estrés del cuerpo. La actividad física, o volver a ella, estará en conexión con la recuperación del sentido de la vida. Las actividades de recuperación de la salud mental no son necesariamente para volver al trabajo, sino para tener una idea de qué hacer con la vida a partir de ese momento de crisis. Hay más de una respuesta a esa pregunta.
Si tienes al lado a una persona con burnout, por favor lee este artículo, el de Cosas más efectivas que decirle a alguien preocupado que «no te preocupes» , ¿Quieres caer mejor?, deja de interrumpir, y déjale hablar. Una persona que está quemada tiende a verlo todo de manera más agria, y no te conviene añadir a su carga con recriminaciones del tipo «tienes que hacer esto», o «no me atiendes», o «prefieres estar en tal lugar que conmigo». Es verdad que de todo se sale, lo que no dicen es que hay dos formas de salir de un mal momento: bien, más fuerte, etc y mal, divorciado, habiendo roto… A veces entre salir bien y mal hay una serie de acciones simples.