Inicio Carrera Cuando tienes 50 y te quedas sin empleo

Cuando tienes 50 y te quedas sin empleo

Estás rozando o has pasado  la cincuentena y después de una larga y exitosa vida profesional en el mundo de la empresa, llega la crisis (o lo que sea) y te quedas sin el trabajo al que le has dedicado muchos años de tu vida. En ese momento la crisis laboral te puede llevar a una crisis personal en la que solo eres capaz de focalizar la injusta realidad…. el desempleo.

Te entra la extraña conciencia de que eres uno más de esos trabajadores seniors, una generación arrinconada por las nuevas políticas de contratación, que va a engrosar el grupo de los que han llegado al fin de su vida laboral. ¿Es esto lo que quieres? Es verdad que en un primer momento tu estado de ánimo puede estar marcado por la desesperanza o la falta de entusiasmo. Pero debes reaccionar y enfrentarte a la situación.

Lo primero que tienes que hacer es tomar conciencia de tu realidad para poder aclarar que rumbo tomar.

Aunque no sea un consuelo, piensa que lo más seguro es que la empresa ante la crisis económica haya optado por recortar  las nóminas más sustanciosas, la de los más antiguos o mejor pagados. Pero también piensa que es simplemente un criterio numérico, ya que como dice Ernesto Poveda, miembro de BYS Asociación Española de Empresas de Búsqueda y Selección de Personal, “los números mandan, y deshacerse de los empleados de más edad, con mejores condiciones laborales y mayores sueldos, parece la máxima a seguir»Pero es una práctica poco inteligente, ya que una empresa tiene que reunir un variado abanico de talentos y competencias.

Los seniors aportan experiencia, habilidad a la hora de solucionar problemas, visión de largo recorrido y una amplia red de contactos, que se han labrado en su trayectoria profesional. “Un senior puede formarse en nuevas tecnologías o adquirir conocimientos de community manager en unas semanas; pero la experiencia de una vida profesional no puede enseñarse, por eso es algo más valioso.”

La vida continua y no necesariamente al ritmo de una jornada laboral. Me gustaría ayudarte a ser consciente de que en la adversidad se puede ver una oportunidad para emprender y afrontar nuevos retos, utilizando todo el bagaje que has adquirido a lo largo de su vida laboral.

Hay historias de vida que pueden hacerte ver que quedarse sin trabajo a partir de los 50 no tiene que suponer el final de una vida profesional sino, muy al contrario, el principio de una nueva trayectoria.

Es el caso de Antonia Caballero, durante muchos años Directora de Compras en empresa reconocida del Sector de la Banca, a la que le sorprende la crisis, empresa que necesita recortar gastos, ella directiva con sueldo alto… la invitan a irse de la empresa. De repente pierde su empleo. Es difícil ponerse en su lugar; en ese momento, si te asomas a la ventana, ves que  todo ha cambiado. La sensación de vértigo es tremenda.

Como dice Antonia “en ese momento podía hacer muchas cosas, se te pasan muchas opciones por la cabeza pero decidí parar, no tener prisa y aprovechar para pensar. Lo primero que hice fue hablar con conocidos y gente a la que siempre he respetado profesional y personalmente para que me ayudaran a descubrir si quería seguir haciendo lo mismo, mismo entorno, tirando de relaciones y contactos o bien replantearme otras opciones»

En momentos como este vale la pena hacer un análisis de lo que uno quiere realmente, y contrastar lo que ha hecho con lo que uno realmente quiere hacer. «Decidí tomarme un tiempo para ver, primero que necesitaba en mi vida y que es lo que realmente quería a partir de ahora» Antonia, en su declaración da unas claves a seguir durante la vida para que la toma de decisiones en un momento así sea más racional: «Lo primero que hice fue realizar un análisis de mi situación en ese momento, personal y financiera. Valoré mi situación personal, que tenía una casa, un activo, ninguna obligación económica pendiente. Valoré que mis hijos tienen su vida profesional encauzada. Hice un análisis de mis necesidades hasta que cumpliese 90 años. Vi que desde un punto de vista financiero me podía permitir el lujo de darme un tiempo.

En esa época empecé a quedar con amigos y compañeros. Me decían que en poco tiempo debía  que decidirme a hacer algo y regresar al mercado de trabajo. Me empezaron a llegar ofertas de trabajo. Fueron momentos de vértigo en los que me di cuenta de que la gente que me rodeaba y me aconsejaban estaban en el camino de la inercia de la vida, hacían lo que tenían que hacer, tenían un estatus, un trabajo, dinero, viajes, etc y eso es lo que veían como normal y es lo que me aconsejaban. «Vuelve». Pero nadie me hablaba de la posibilidad de reinventarme.

Sin saber cómo empecé a ser consciente de que no quería volver a un mundo de postureo. Fue un reencuentro personal, un viaje hacia dentro de mí misma. Una amiga me animó a profundizar en el conocimiento de las emociones a las que antes no había prestado atención. Descubrí que el ser capaz de arriesgarse es algo natural y que no pasaba nada por cambiar de rumbo, incluso equivocándome. Descubrí un mundo que no conocía, el coaching. Tomé la decisión de formarme y aprender.

Me sentía feliz porque me iba a regalar 9 meses de tiempo para mí. Si tengo que explicar cómo me sentí, note un cambio físico, me sentía grande, me esponjé y sentí un gran alivio. Busque distintas escuelas hasta que encontré una cuyos métodos y sesiones de meditación me impactaron. Me sentía plena, me apuntaba a todas las sesiones y prácticas. Incluso realicé más tiempo del establecido en prácticas como coach a título gratuito. Me asombré ante la satisfacción personal que me producía ser coach. Aplicaba mis nuevas destrezas  a situaciones que eran lo que sentía yo misma hacia pocos meses. No me reconocía. Me hice consciente de que la gente necesita pararse, pensar y sobre todo ser escuchada. Descubrí que somos más fuertes de lo que pensamos y que todos tenemos distintos recursos. Una anécdota; me recomendaron actualizar mi perfil de Linkedln, que yo no usaba y la persona que me oriento fue una conocida del colegio de mis hijos, Sarah Harmon, que resulta que era la Directora de Linkedln. Por supuesto seguí todos sus consejos. Empecé a escribir artículos, empecé a colaborar con un antiguo compañero, que era experto en mindfulness y así poco a poco fueron llegando los clientes. Lo que me producía mas satisfacción era cuando los veía tan agradecidos por cómo con mi actuación había influido en sus vidas. Hoy me dedico al Coaching y siempre trabajo en colaboración con otros grandes profesionales.

 Ahora me siento una privilegiada.

Como ves, lo que le pasó a Antonia, le puede pasar a cualquiera. Pero que situaciones como la suya te puedan servir para reinventarte es lo que ahora me importa.

Primero, se consciente de que se puede empezar a los 50 igual o mejor que a los 30. La edad es solo un estigma social. Perder un puesto de trabajo no tiene porque destruir todo lo que has construido. Lo que te va a definir y condicionar es tu personalidad y todo lo que has acumulado profesional, cultural y emocionalmente en tu trayectoria

De la historia personal de Antonia lo primero que quiero hacerte ver es que ella no se tomó el despido como que ya no valía o servía en su trabajo. Se dio un descanso, pensó. Pudo volver a trabajar en lo que conocía pero decidió reinventarse. Para ello se puso manos a la obra.

Es fundamental hacer una catarsis, liberar emocionalmente tu mente. Pero para esto es necesario que descanses y te des un tiempo a pensar que quieres hacer y que sabes hacer (y si te lo puedes permitir sigue formándote mientras tanto), hay que planificarse.

Reinventarse profesionalmente a los cincuenta, emprendiendo y buscando tu oportunidad en el mercado laboral actual, no es una tarea fácil. Piensa que a pesar de las incertidumbres que toda esa situación te provocaba, puedes estar ante una oportunidad de cambio, tanto a nivel profesional como personal.

Una de las principales barreras que vas a encontrar es la falta de autoestima y la pérdida de confianza en tus capacidades.

Cuando te pase esto recuerda a Antonia, que fue descubriendo un mundo nuevo que además le encantaba y en el que se sentía plenamente identificada y válida. Mientras se entregaba y aprendía, salieron a flote habilidades que no pensaba que tuviera y que le demostraron que  podía ofrecer mucho a otras personas gracias a su bagaje profesional y su experiencia. Hoy se dedica a algo con lo que disfruta, que aporta valor a los demás y que le hace sentirse feliz.

Se ha reinventado y ayuda a otros a reiventarse emocionalmente.

Para lograr esa reinvención emocional tienes que elaborar un plan de acción concreto que te lleve a lo que quieres. Es difícil puntualizar pautas, pero lo primero que debes hacer es salir de tu zona de confort, centrarte en tus valores buscando una motivación y marcarte un objetivo profesional concreto y definido. Debes analizar tus competencias, habilidades, contactos y los recursos que tienes y los que necesitas para desarrollar tu objetivo. Debes detectar lo que te puede limitar o impedir alcanzar tu objetivo. Debes ser realista y responsable a la hora de analizar la situación. Y hacerlo con compromiso y aunque es difícil debes aprender a ir progresando gestionando tus emociones buscando soluciones y evitando los problemas.

Es difícil y a veces necesitaras la ayuda de otros que te puedan acompañar. Pero piensa que no estás solo.


Imagen: Rawpixel

Artículo anteriorLa lucha dialéctica por el poder: dos ejes estratégicos
Artículo siguienteAlexis Benyi Johnson: “He decidido, tras cumplir los 50, tener el control de mi vida”
Jefe del Servicio Jurídico. Socio de Despacho CBueso Asesores. Abogado . Mediador. Árbitro. Padre de cuatro hijos convencido de que hay que buscar la felicidad en todos los ámbitos trabajando para vivir y no vivir para trabajar.

¿Qué opinas? Hablemos.