Inicio Carrera Cuando un ciclo se termina, te invito a emprender el viaje

Cuando un ciclo se termina, te invito a emprender el viaje

La transformación profesional es mucho más que el posteo de una historia exitosa en Linkedin y el sueño de una noche de verano. Es más que la consecuencia de una crisis de mediana edad. Este artículo trae calma y sensatez a la incertidumbre que viene al terminar un ciclo en tu carrera.

Fotograma de la película Forest Gump

Noche de miércoles en Buenos Aires. Afuera, el cielo se derrumba en lo que será una de las peores tormentas desde que arrancó la sequía, pero en el salón nadie parece preocuparse por el tiempo. Por lo menos, el meteorológico. 

Desde la gran mesa hexagonal, dieciséis mujeres deleitamos una exquisita soupe à l’oignon, mientras Jackie Kennedy nos sonríe desde una pantalla. Una mujer que, entre otras cosas, fue periodista, madre, primera dama de los Estados Unidos, viuda de un presidente emblemático, pareja de un millonario griego y editora. Falleció joven —a los sesenta y ocho años—; y Maurice Tempelsman, su último compañero, la despidió con la lectura de un poema de Constantine Kavafis: Itaca

Daniela Senés, anfitriona del evento, estudió relaciones internacionales. Su socia, Silvina Blanco, es quien se ocupa de la cocina y no es chef. Ambas fundaron el emprendimiento History After Office, que combina historia y gastronomía, después de haber dedicado casi toda su carrera al sector educativo. 

¿Por qué te cuento esto?

Hoy quiero hablarte del proceso de transformación profesional. Tal vez ya leíste mucho sobre el tema y no pretendo sumar consejos, sino que me gustaría que reflexionemos sobre aquellos casos, como el de Daniela y Silvina, en los que el reloj marca un fin de ciclo. 

Debo reconocer que el cambio de paradigma siempre me ha dado curiosidad. Tal vez porque el primer caso que conocí fue el de mi propio padre, quien estudió odontología, sacó muelas por más de veinte años y en 1960 montó una fábrica de muñecas. O tal vez porque yo misma, que vestí el traje de abogada durante tres décadas, decidí volcarme a la escritura. 

También te puede interesar esta guía para escépticos para reinventarse profesionalmente

Después de la pandemia se instaló como mandamiento de la Gran Renuncia, el perseguirás tu sueño. Existe una creencia, basada en el deseo, de que el cambio se produce de un día para el otro. ¿Acaso nunca soñaste con tirar el teléfono móvil al cesto de basura, tomar un avión a una isla y montar un bar en la playa? Dejar todo de un día para el otro, vivir sobre la arena blanca sin planillas Excel que llenar ni memos que contestar. ¿Cuánto tiempo habrá de transcurrir hasta que te abrumen los nuevos problemas del bar? Los proveedores que no entregan la mercadería, los días de tormenta sin facturar un solo trago, los clientes descontentos, los borrachos que molestan, las largas horas detrás del mostrador, los empleados que no vienen a trabajar. Como diría Shakespeare, los sueños, sueños son. 

No soy ajena a las estadísticas que indican que muchos cambios laborales se producen por agobio y estrés, cuestiones salariales o la elección de una carrera basada en modelos familiares o sociales. Sin embargo, la transformación profesional es mucho más que el posteo de una historia exitosa en Linkedin y el sueño de una noche de verano.

No se trata sólo de correr

En una escena de la película Forrest Gump, el protagonista —Tom Hanks— comienza a correr. Sin ningún plan o motivo, corre primero hasta el final del camino, luego hasta el final del pueblo, cruza el estado de Alabama y continúa en su carrera a ninguna parte, le crece la barba y un montón de gente lo sigue porque es fuente de inspiración. Un día cualquiera se detiene y decide que ya no quiere continuar. 

Seguramente me reprocharás que Forrest dejó la carrera de un día para el otro. Y no fue así. Porque si bien Forrest corre para huir del dolor, durante todo el tiempo que lo hace —tres años, dos meses, catorce días y dieciséis horas— se dedica también a pensar. Me refiero aquí al tiempo interno. 

Todo cambio duradero supone una transformación desde adentro hacia afuera, más allá de que ciertas crisis operen como disparadores externos (temas de salud, familia, cuestiones económicas o pandemias). Y esa transformación es un proceso que suele atravesar un tiempo interior marcado por diferentes etapas difíciles de reconocer salvo en retrospectiva, es decir, cuando hayamos llegado al final. 

El cambio que propone un fin de ciclo suele afectar a los profesionales que llevan varios años en lo mismo y si bien es interpretado como consecuencia de una crisis de la mediana edad, es en realidad la culminación de algo que se fue gestando de a poco.

Para muchos es una decisión muy difícil de asumir, más que nada cuando el viraje es radical e implica dedicarse a una actividad totalmente alejada de la experiencia acumulada, formarse en una disciplina distinta e invertir ahorros en eso. 

No es el final

Desde el plano filosófico, y sin que suene contradictorio, dar el paso es mucho más simple. De la misma manera que Jackie Kennedy supo representar varios papeles a lo largo de su existencia, no es ilógico pensar que, teniendo una expectativa de vida cercana a los 80 años, nuestros intereses laborales puedan cambiar.  Si bien se suele decir que cuando modificamos nuestro perfil profesional nos reinventamos, yo prefiero ponerlo en términos más llanos: se trata de tomar un sendero diferente o novedoso. 

El poema de Kavafis que mencioné al comienzo nos habla de un viaje, de un camino que deberíamos desear que sea largo: 

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/pide que el camino sea largo…Ten siempre a Ítaca en tu mente/Llegar allí es tu destino/Mas no apresures nunca el viaje/ Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla/, enriquecido de cuanto ganaste en el camino/…Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado/ Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia/ entenderás ya qué significan las Ítacas. 

Toda transformación implica un proceso y un tiempo. Un viaje en el cual lo importante no es llegar a destino, ni es bueno apurar el paso o pretender hacerlo de un día para el otro. 

Y, por cierto, olvidé decirte que Ítaca también es una isla. 

¿Te han despedido? No es el fin, lee este artículo para saber qué hacer.

Google search engine
Artículo anteriorMe han despedido. ¿Y ahora qué?
Artículo siguienteEfectos de El Niño en la economía de América y África
Estudié abogacía, profesión a la que me dediqué por más de treinta años, como especialista en derecho empresario y tributario. Sin embargo, la vocación por la escritura ha estado presente desde que tengo memoria. Soy escritora de ficción, redactora de artículos de no ficción y autora del libro “Salir de Noche” de editorial Libella. Me inspiran las personas y la vida misma. Estoy aquí para contarte, un poco desde la experiencia y otro poco desde la investigación, sobre aquello que pasa y nos pasa cuando hablamos de carrera y liderazgo.

¿Qué opinas? Hablemos.