Si eres padre o madre, ya te has dado cuenta de la utopía que representa esta palabra: conciliación. ¿Cómo conciliar en un mundo que no está diseñado para respetar nuestros espacios? Hay espacios para trabajar, espacios para descansar y, cuando tienes hijos, ambos espacios se ven totalmente eclipsados por nuevas prioridades.
El comienzo
Empecemos por el principio. Una baja de maternidad/paternidad de 16 semanas, por más organizada que esté, da como mucho para que el recién llegado al mundo tenga ocho o nueve meses (si gastas todas las vacaciones del año y las horas de lactancia, tal vez llegues a diez) antes de que tenga que entrar en una guardería. Esto porque igualaron la baja de paternidad recientemente. Si no, tocaba despedirse del bebé y dejarlo en manos de completos extraños con cuatro meses, ¡cuatro!
Una vez superada la primera etapa
En fin, supongamos que ya transcurrieron esos primeros años. Termina la etapa de guardería y ahora sí, comienza el colegio. Ahí es cuando te enfrentas a un nuevo reto: intentar cuadrar horarios, cual juego de tetris. Es verdad que en el nuevo mundo se ha flexibilizado en muchas cosas. Algunos teletrabajan y tienen la oportunidad de dejar y recoger a sus hijos tranquilamente. ¿Y los que no?
Aquí merece la pena mencionar que muchos tienen la posibilidad de negociar horarios más flexibles, pero no lo saben. ¡No te quedes sin preguntar! Como resultado, tu intento de conciliar podría resultar mucho más sencillo. La tarea de negociar jornadas laborales menos rígidas es algo sumamente relevante en la actualidad.
Este artículo es para los que se sienten culpables por salir a su hora.
La familia actual
Hoy en día, la gran mayoría de las familias tienen una dinámica muy diferente. Ambos trabajan aproximadamente 40 horas a la semana, el resto de las tareas se las reparten 50/50 (¿o no? bueno, eso da para otro artículo). Cuando llega la temporada estival, parece que, en lugar de disfrutar, toca estresarse aún más. Los colegios cierran desde finales de junio hasta principios de septiembre. Sin embargo, resulta que las vacaciones laborales, nuevamente, no coinciden en absoluto. Un mes de vacaciones no suena mal, pero cuando sabes que tienes que sortear dos meses y medio de vacaciones de tus hijos… no se lleva tan bien.
¿Viva los campamentos de verano?
Entonces, ¿qué hacer para conseguir lo imposible? Cuando son pequeños, plantarlos frente a la televisión ocho horas al día raya en la negligencia parental. Así que la respuesta simple: seguir pagando. Muchos centros educativos ofrecen los típicos summer camps durante el mes de julio y muy pocos en agosto (así que más vale que tomes tus vacaciones en agosto sí o sí). La otra alternativa –que no todos tienen– es recurrir a quienes ya cumplieron con su cuota de crianza y cuidados hace muchos años. Sí, los abuelos.
La tarea pendiente
Cuando los planetas se alinean y te encuentras disfrutando esos días donde tus vacaciones coinciden con las de tus pequeños, ¡aprovecha! Es momento de gozar esas conversaciones de sobremesa. Una convivencia en familia sana, comienza con que los padres sean buenos conversadores. Olvida lo de conectar a tu hijo a un dispositivo móvil mientras los adultos comen. Como padres y madres, nos corresponde poner todo nuestro empeño para estar verdaderamente presentes en sus vidas.
Este artículo te cuenta cómo puedes ser un buen conversador.
Los niños son felices con las cosas más simples. Una de ellas, que sus padres no estén todo el rato mirando el móvil en lugar de interactuar con ellos. Otra gran opción es socializar con otras familias. Así, los retoños pueden jugar con otros de edad similar y los mayores, pues lo mismo.
Relaciones profundas
Los pequeños se dan cuenta de todo, también cuando sus progenitores llegan del trabajo con los ánimos muy bajos. Si eres de los que siente que termina sus días muy quemado y esto te impide relacionarte de forma consciente, amorosa y feliz con tus retoños; tal vez sea momento de que hagas algo al respecto con tu trabajo (no con tus hijos).
Este artículo sobre desconectar sin salir de viaje te puede servir para aliviar el cansancio laboral.
La tarea más grande y más importante es cultivar relaciones profundas y significativas en familia, lo que pasa en el exterior está muy al margen. Importa mucho más la calidad que la cantidad de tiempo que te puedas permitir dedicar a tu núcleo más cercano. Entre otras cosas porque, efectivamente, tus hijos no recordarán cuántos juguetes les compraste; pero sí todas esas veces que te sentaste en el suelo a jugar con ellos, y que, además, lo disfrutaste como nadie. Lo que jamás olvidarán son los ratos de risas y buenas conversaciones que les regalaste. Amor en estado puro.