Hace unos días escuchando una charla TED, que por cierto las amo, encontré a una chica llamada Kelly Mc Gonigal con una charla titulada: “Lo positivo del estrés”, llamó tanto mi atención que decidí escucharla y noté como su forma de pensar está muy alineada con la mía.
En muchos artículos de mi blog personal en el que escribo sobre equilibrio e inteligencia emocional, hablo sobre cómo lo que en realidad afecta al ser humano no es lo que sucede en sí, sino lo que se piensa sobre lo que sucede. Permíteme explicarte: cada uno de nosotros crece en un entorno particular, por lo tanto nos vemos influidos por personas, religiones, centros educativos, sociedad Y medios determinados. Esta influencia hace que en nuestra mente se creen unas bases que determinan cómo observamos y entendemos lo que sucede afuera, y a partir de esa interpretación, seguimos alimentando nuestros conceptos. Es como si nuestro disco duro mental fuera recibiendo y recibiendo información a partir de lo que percibe, y en base a esto, construye una identidad o como muchas veces digo, unos lentes para observar el exterior.
Ahora bien, lo interesante de esto es que esos lentes son modificables, y la responsabilidad de modificarlos la tienes tú y nadie más que tú, ¿no te parece genial? Si podemos modificar nuestros lentes, podemos seleccionar todos esos archivos (creencias) que nos llevan a interpretar la vida de forma negativa y que nos producen dolor, por archivos que nos lleven a tener equilibrio y a alcanzar todas nuestras metas.
Volvamos al video de Kelly, en él ella manifestaba que siempre había tenido la opinión de que el estrés era nuestro enemigo, pero tras una investigación se percató de que lo que era nuestro enemigo no era el estrés en sí, sino la idea que cada uno de nosotros teníamos sobre el estrés. El estudio comenzó en 1998 en Estados Unidos con 30.000 adultos a los que se les preguntó si pensaban que el estrés era malo para la salud. Ocho años después, los científicos encontraron que quienes lo consideraban dañino incrementaron su riesgo de morir en 43 %. Por el contrario, quienes lo consideraron positivo registraron la más baja tasa de muerte de todos los participantes. ¿No te parece súper interesante?
El estrés es útil para sobrevivir, agiliza la respuesta del cerebro, la creatividad y entrena la resiliencia. Está claro que si el estrés se mantiene por mucho tiempo, puede ser perjudicial porque nuestro organismo no está preparado para funcionar en alerta continua, ahora bien, si aprendemos a aceptar el estrés que sentimos frente a algo y en ese momento nos hacemos conscientes de que lo mejor que podemos hacer es utilizarlo para nuestro beneficio y para sortear lo que sea que esté sucediendo de forma eficiente, el estrés puede ser nuestro mejor amigo.
Analicemos un poco como funciona nuestro cerebro, su función principal es mantenernos vivos; la mayor parte del tiempo está analizando el exterior en busca de peligros que puedan amenazar nuestra supervivencia. Todo lo que sea detectado como algo que pueda atentar contra nosotros, hace que nuestro cerebro encienda las alertas y se segreguen todas las sustancias necesarias para poder huir o atacar.
Lo que sea nuevo, impredecible, incontrolable o que “amenace” nuestra integridad, disparará las alarmas.
Hace cientos de años, cuando veíamos un tigre dientes de sable, inmediatamente nuestro cerebro reptil activaba el sistema nervioso simpático, se enviaba un mensaje eléctrico a través de las neuronas a las glándulas adrenales para que inundaran nuestro cuerpo con adrenalina. De esta forma nos preparábamos para tener una respuesta de emergencia. Nuestras pupilas se dilataban, los músculos se tensaban y se aceleraba nuestra respiración con el fin de aportar más oxígeno, se aumentaba nuestro ritmo cardíaco para bombear más sangre a nuestros músculos y así poder luchar o huir rápidamente.
Al terminar la lucha o la huida, en el momento que nuestro cerebro se percataba de que habíamos sobrevivido y habiendo quemado la adrenalina previamente liberada, se activaba nuestro sistema de recompensa. El hipotálamo liberaba oxitócina y dopamina premiándonos por haber sobrevivido. Al no haber adrenalina en nuestro cuerpo podíamos relajarnos y ser felices.
En la actualidad no hay grandes fieras que puedan acabar con nuestra vida, pero si el estrés que tenemos cuando nos sentimos en peligro es lo que nos ayuda a sobrevivir ¿por qué no utilizamos como herramienta todo eso que sucede a nivel interno para solucionar efectivamente nuestros problemas de la actualidad? No sé tú, pero yo de ahora en adelante comenzaré a utilizar el estrés a mi favor.
Imagen: Gerd Altmann