Últimamente escucho a muchas personas decir: «Estoy quemada, tengo burnout«. Es como si pensaran que algo que viene de afuera los está acabando; en otras palabras, es como si sintieran que no pueden hacer nada para combatir el síndrome de desgaste profesional. Hoy me gustaría contarles que cuando pensamos que algo viene de afuera, perdemos la capacidad de transformarlo y le otorgamos el control sobre nosotros. Ahora bien, ¿qué pasaría si les dijera que aunque pueda que las vacaciones estén lejos, el burnout no es una condena?
Disfruto mucho escribir utilizando metáforas, siento que es la mejor manera que tengo de acercarme al lector y de lograr transmitir el mensaje de forma más acertada; por esto me gustaría compartir esta contigo.
Por un momento imagina un barco que va a la deriva, cuando el mar está en calma el barco flota tranquilamente, incluso cuando no hay viento su desplazamiento es mínimo. En el momento en que el mar está picado el pobre barco se mueve de manera tan brusca que parece que fuera a partirse. Al no tener un tripulante, su rumbo es incierto. Por un momento pensemos en que el barco en vez de ir a la deriva tiene un capitán que sabe muy bien cómo enfrentarse ante lo que sea que el agua le ponga delante, sabe reaccionar a tiempo moviendo el timón hacia el lugar indicado y gestiona la imponente máquina dependiendo de las circunstancias que el océano le brinda.
En nuestra vida laboral nuestro trabajo es el mar, nosotros somos el barco y el capitán es la manera que decidimos enfrentarnos a lo que tenemos enfrente. A donde quiero llegar con esto es a que comprendamos que si hemos caído en el burnout, la única persona que puede sacarnos de ahí somos nosotros mismos. Por eso hoy les pido que de ahora en adelante agarremos bien fuerte ese timón y comencemos a aplicar los siguientes tips.
Tips para combatir el burnout
1. Aprende a interpretar los estímulos externos con objetividad
Es importante tener en cuenta que lo que nos produce estrés no es lo que sucede sino la manera en que interpretamos lo que nos sucede; sé que este punto da para mucho y espero tratarlo más adelante. Por ahora lo que podemos hacer es identificar cuáles son las circunstancias o situaciones que más nos sacan de nuestro centro e intentar prevenirlas. Está claro que mientras la prevenimos es importante que comencemos a entender que no tenemos control absoluto sobre lo que pueda pasar afuera, por lo tanto no podemos depender de que la marea sea como nosotros lo deseamos.
2. Desconecta del día a día
Siempre, incluso cuando no sufrimos burnout, es de suma importancia lograr dejar el trabajo en la oficina. Nuestra vida personal y familiar es la que nos llena de energía para poder dar lo mejor profesionalmente; cuando no logramos establecer unos límites sanos, es cuando el estrés se convierte en algo que se prolonga en el tiempo y termina por drenarnos. Si quieres profundizar en el tema visita el post anterior.
3. Busca actividades que te den energía
La energía vital es la que nos permite estar en equilibrio, tener claridad mental, ser objetivos y vivir en paz, si esta se desgasta perdemos todo lo anterior y entramos en una zona de penumbra que nos lleva a ver todo de color gris. Para mantener nuestra energía alta es importante, descansar bien, alimentarnos de forma equilibrada y a las horas indicadas, hacer deporte, compartir con la naturaleza o realizar actividades que nos gusten, como compartir con nuestros hijos, meditar, descansar los domingos… Incluso este momento es el perfecto para volver a todos los hobbies que has dejado de lado por enfocarte exclusivamente en tu vida laboral.
4. Deja que te cuiden
No sé si conoces la ley de los vasos comunicantes. Esta ley dice que si conectas un vaso lleno de agua y el otro a la mitad, llega el momento en que los dos queden al mismo nivel. Esto quiere decir que si tú estás agobiado, preocupado, triste… y compartes con personas con las que sabes que te sientes bien, tu estado de ánimo subirá. Cada vez que sientas la necesidad de compartir con alguien lo que sea que estés sintiendo, compártelo, desahógate, esto aunque suene extraño ayuda un montón, permite que tu familia y tus amigos por un momento cuiden de ti.
5. Aprende a relativizar
El único problema que no tiene solución es la muerte, si en algún momento te ves enfrentado a una situación retadora, intenta analizarla con objetividad y darle la importancia que en verdad tiene. Como dice el proverbio chino: “Si un problema no tiene solución, ¿para qué preocuparse? Y si la tiene ¿para qué preocuparse?
6. Conócete a ti mismo, no te fuerces
Es muy importante que sepamos qué necesitamos y cómo lo necesitamos, está claro que una persona introvertida no responderá igual que una extrovertida. Empieza a observarte y descubre tus límites, date cuenta de hasta qué punto puedes tolerar una situación de presión, por ejemplo si eres introvertido y las cenas o eventos laborales te están cargando, intenta ir a menos o busca alguna opción. Enfócate en aprender cuales son las actividades que te ayudan a volver al equilibrio, qué necesitas para recuperarte o qué opciones tienes parar mejorar la situación.
Aunque parezca difícil no lo es, recuerda que eres tú quien decide si suelta el timón y va a la deriva o si te empoderas y comienzas a dirigir el barco.
Imagen: Lujia Zhang