El lenguaje nos distingue del resto de los animales. Desde tiempos remotos la palabra ha servido para consolar, para expresar amor, para inspirar y para arengar al guerrero. En la antigua Grecia la oratoria se consideraba un conocimiento necesario en cualquier hombre culto. Lo afirmó ya Pericles, «El que sabe pensar, pero no sabe cómo expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar».
Se sostenía que la oratoria era esencial para el debate en que se debían sustentar las instituciones democráticas. Se consideraba que la elocuencia solo podía florecer en donde hubiese libertad. La oratoria aún mantuvo su prestigio en Roma. En Europa, durante la Edad Media y el Renacimiento, la oratoria conservó su papel como una materia básica en la enseñanza; a menudo ligada a su utilización dentro del discurso religioso, como parte de las homilías o sermones.
Sin embargo, en la actualidad, podemos haber terminado nuestros estudios y acabar con un título universitario sin haber dedicado ni siquiera una hora a aprender el arte de hablar en público. Y puede que te preguntes: ¿Es qué esta antigua disciplina ya no es necesaria y solo necesitas en tu vida profesional de conocimientos técnicos para desenvolverte?
Nada más falso. Pues no te hace falta ser un político hablando en el parlamento o dando un mitin ante miles de seguidores para tener que ser persuasivo; cualquiera de nosotros nos vemos en la necesidad de hablar en público no solo en situaciones profesionales sino también en otras más cotidianas: entrevistas de trabajo, reuniones con colegas o con un cliente, o incluso en tu entorno familiar o con amigos. Emplear eficazmente y con convicción la palabra, es una de las principales habilidades que te ayudarán en la vida.
Y ojo, pues la oratoria, como otras destrezas, se desarrolla con la práctica. No basta con tener facilidad de palabra, ser dicharachero y parlanchín. Si no te preparas adecuadamente, te arriesgas a no decir más que cosas sin fundamento. Por otra parte, si eres introvertido, probablemente se te dé mejor reflexionar y no decir lo primero que se te ocurra, pero ten en cuenta que si no compartes tus ideas, no te servirá de nada establecer de forma ordenada tu pensamiento.
Aparte de permitirte comunicar eficazmente, aprender y mejorar tu habilidad de hablar en público te ayudará a:
- Ser más sabio. Como Gregorio Álvarez Marañón dijo: «Para hablar bien en público, antes hay que pensar bien en privado». Tendrás que elegir con cuidado cual es el mensaje que quieres transmitir y expresarlo con claridad, comprobar que es coherente y si tu razonamiento no es sólo correcto, sino si está bien estructurado y argumentado. Esto te facilitará un conocimiento más profundo de la materia. Richard Feyman afirmó que solo puedes considerar que comprendes algo cuando eres capaz de explicarlo con palabras sencillas.
- Gestionar tus emociones. Es natural sentirse ansioso cuando has de intervenir ante una audiencia, si resulta algo importante para ti. Si desarrollas de forma consciente tu habilidad para hablar en público, aprenderás a convertir tu ansiedad y nerviosismo en una energía positiva que servirá para preparar tu presentación de forma más ágil y ser capaz de comunicar con pasión.
- Tener seguridad en ti y mejorar tu autoestima. La mejor manera de desarrollar estas cualidades, es consiguiendo pequeños logros que van cimentado una mejor imagen de nosotros mismos, al demostrarnos que somos capaces de hacer cosas. Hablar en público, comunicando nuestras ideas, es una forma excelente de conseguirlo.
- Darse a conocer y crearse una reputación. Desde hace algún tiempo se habla mucho del concepto de marca personal. Es importante la imagen que das mediante tus publicaciones y tu presencia en redes sociales, pero no hay nada que pueda sustituir a tu presencia física ante los demás.
- Conectar con los demás y desarrollar la empatía. No puedes pensar en establecer una comunicación sin haber identificado a tu interlocutor, para poder comprender cual es su marco mental y cuales son sus preocupaciones. Has de usar tu inteligencia emocional, saber como piensan y que lenguaje hablan y como adaptar tu lenguaje para que la comunicación sea efectiva.
- Desarrollar tu liderazgo. El liderazgo se demuestra con tu capacidad para influir en los demás, y esto se consigue principalmente mediante la palabra.
Warren Buffett defiende que hablar en público es la habilidad más valiosa que se puede cultivar para el éxito en la vida. En los próximos años es previsible que muchas de las tareas sean asumidas por robots, dejando a millones de personas sin sus trabajos actuales. Lo que es seguro es que la capacidad de persuadir mediante la palabra no será (al menos, inicialmente) una de ellas.