Esto es para los profesionales con poca experiencia que se encuentran en un trabajo nuevo en el que aparentemente todo el mundo ya sabe lo que tiene que hacer, cómo hacerlo, cuándo hacerlo y con qué hacerlo… y sienten que «no encajan» porque no están a la altura. Esto también es para los seniors que viven pensando que todo lo que hoy saben es únicamente gracias a su heroico esfuerzo y su mérito exclusivo, y se han olvidado de que no nacieron sabiendo. Un día fueron juniors, fueron torpes, tardaron horas en hacer lo que hoy delegan en alguien y hubo personas que les dieron la mano por el camino.
Cuando éramos pequeños había profesores —y los hay— que explicaban las materias desde su cabeza, mirando su ombligo, de forma que nadie los entendía. Ninguno nos atrevíamos a decir «seño, no te entiendo». Porque la seño te miraba con desdén y decía «Pues eso es muy fácil». No era la seño, eras tú el tonto. Pese a crecer, costó darse cuenta de que no eras tú el tonto, sino era la seño que no sabía explicar, dado que no todo el mundo vale para profe. Dicen que de niños se forman nuestros esquemas de pensamiento; creo que los esquemas pueden rehacerse, pero este necesita una revisión.
He estado en ambientes en los que tácitamente decir «No lo sé» estaba prohibido. Era como una señal de incompetencia absoluta. Pero el modus operandi ante una pregunta era soltar cualquier rollo improvisado juntando palabras y términos clave para no admitir la verdad: que ellos tampoco lo sabían.
Decir «no sé» es un derecho humano.
Llegamos al trabajo y a nuestro alrededor hay una nube gris de aversión al no saber. «Ha estudiado, tiene que saberlo». «¿Tú no has estudiado, cómo que no sabes esto?» Como estamos en la era de internet y el exceso de información se asume que los cerebros de los juniors son como los discos duros de un ordenador. O como un iCloud. Como tiene los PDF, ya tiene que saberlo. Los expertos no existen sin experiencia, los seniors no llegan a seniors sin pasar por el estado de junior, al igual que la maestría no se desarrolla sin rodaje. No es suficiente tirarle a un profesional cientos de PDF y presentaciones al llegar a una empresa si no va a poder contar con nadie para aprender.
Si no dejas a una persona decir con confianza que no sabe, a día de hoy se irá a buscarlo en internet. Y tardará más en encontrar la respuesta que si se la das tú, o le dices dónde está. ¿No hablamos tanto de time management, y de eficiencia?
Recuerda algo:
Hubo un momento en el que tú tampoco sabías nada. Y tuviste que aprender.
«Las cosas llevan su tiempo» frase que decimos mucho —tú también seguro— pero a la hora de la verdad la pisoteamos. Si quieres que un profesional desempeñe, aunque tenga una formación, tendrá que aprender cómo se trabaja en tu empresa. Tendrá que aprender cómo se trabaja para ti. ¿Sabe qué esperas de él, cómo y cuándo? ¿Conoce tus metodologías? «Oh, eso no…» Entonces si una persona nueva no desempeña como quieres, en parte es culpa tuya como manager.
Si pides productividad de senior a un junior, primero hazle senior. Luego, págale como senior.
Está de moda exigir desempeño de senior a un junior. Está de moda esperar que la gente sepa hacer sin enseñarles. Está de moda ver una serie en Netflix y esperar que la gente se comporte como los personajes de la serie —como pasa con quien ve porno—. La realidad es que si no puedes ser un lugar seguro para que la gente de tu equipo pueda hacerte preguntas y mostrar franqueza, mal vas. Si preguntar es un hecho mal visto en tu empresa, eres parte del problema. Por mera cuestión de productividad, la gente necesita mostrarse tal y como es y saber desde dónde partes. Piensa qué malo es para la productividad que la gente diga que sabe (porque tiene miedo a que se les desacredite por no saber) y al final sea todo el equipo el que no sepa.
¿Hay tiempo para cultivar la paciencia y el arte de enseñar? ¿Hay espacio para la igualdad de oportunidades de cara al fomento del desarrollo profesional dentro de una empresa? Quiero creer que sí. Eso sí, el tiempo hay que crearlo, no vendrá solo. Será necesario también crear espacios seguros donde se pueda ser uno mismo, a nivel personal y profesional.
Imagen: Joseph Gruenthal