Los jefes no somos perfectos. Lo sabemos. Aunque a veces necesitamos saberlo.
Me pregunto qué caña sacude mas: si la que meten los jefes o la que meten los que meten caña a los jefes. El puesto de trabajo más criticado es el de arriba, y como el jefe es el que está —con razón— en el punto de mira, cuando hay turbulencias es de los primeros en caer en la categoría de mal jefe.
Antes de seguir, voy a contar con que hablamos de personas de buen carácter, inteligentes, con buena intención, sensibles, y que están haciendo su trabajo. Voy a contar con que tú, como empleado, no vas a leer este artículo y salir corriendo a caer sobre tu jefa en plan: «Ajá, ahora voy a descargarme sobre mi jefe como me da la gana —o más elaborado, le voy a decir las cosas «como son»— y si no reacciona dócilmente tendré vía libre para concluir que es un incoherente/autoritario»… No seas malicias. Pensemos en esto para separar lo personal de lo profesional en conflictos. Hay gente mala (describible con toda clase de adjetivos), pero esos son materia para otros artículos. Un líder, sobre todo en momentos de incertidumbre, está procurando hacer bien su trabajo; sabe la responsabilidad que tiene.
Pero hablemos de management.
Sucede que el ego es el sentido de importancia de una persona. Si a eso añadimos una posición de liderazgo, el ego puede ser más vulnerable todavía. No es lo mismo cuando la responsabilidad es solo por lo que haces tú que cuando la responsabilidad es por lo que haces tú y afecta directamente la vida de otras personas. En teoría un capitán de barco sabe dónde va.
El sentido de importancia de una persona a veces se fusiona con la autoestima como persona competente en la organización. Quiero decir, que la autoestima, quiera o no, tiende a ser directamente proporcional a los resultados del performance. Y es posible y habitual que en situaciones como cuando uno recibe feedback —palabra inglesa muy pronunciada últimamente y que se aplica absolutamente todo— que uno se sienta sacudido y con la autoestima tocada.
La buena noticia empieza ahora. Que te metan caña* no es tan malo. De hecho, es muy bueno. Déjame decirte por qué.
1. Si deciden decirte las cosas en vez de quedarse callados, es porque a la hora de la verdad no te consideran un jefe incompetente.Si te consideraran un jefe incompetente, estarías desahuciado, ya pasarían olímpicamente de ti y dejarían que te estrellaras solo (mientras buscan trabajo en otro sitio). De modo que si deciden implicarse y decirte lo que ven que estás haciendo mal o que podrías hacer mejor es porque en el fondo les importas. Y les importa el resultado de tus decisiones.
2. Un buen líder no es necesariamente el que tiene todas las respuestas, sino quien que consigue sacar las respuestas.
De su cabeza y de las cabezas de su equipo. Un líder tiene derecho a no saber. Sin embargo, las posiciones dentro de una organización —y dentro de una familia, esto se puede aplicar a la vida perso— dan diferentes perspectivas. Añado a esto que no todos los puestos de liderazgo dan la misma perspectiva. También, no todos los líderes tienen la misma capacidad de procesar información.
3. El feedback, en general, no llegará como gusta.
Pedirás feedback, pero también llegará gente a darte consejos que en ese momento creerás que sobran. Que están fuera de lugar, o llegan en el momento inadecuado. O llegan en público cuando deberían llegar en privado. O llegarán cuando tu cansancio es superior a tu capacidad de procesar más información. Incluso llegará gente a intentar manipularte con la idea de lo que tiene que ser un buen jefe —en plan abuelos que miran la obra y critican, pero peor—. Hay gente que sabe dar feedback al jefe, hay gente que no sabe, y luego están los que no saben pero creen que saben. Pero…
4. Dejarles hablar —y escucharles— o no: cuestión de carácter.
Aquí no voy a decir lo que tienes que hacer como manager, porque cada situación es diferente, y cada uno es dueño de su vida. Sin embargo, cuenta con una cosa: el carácter es la base de las acciones. Hablo de la fortaleza del carácter… no de la agresividad. Ideas tienen para darte, sentimientos que expresar y el impacto que causa tu desempeño en ellos. Esta información es muy, muy, extremadamente valiosa: los jefes incompetentes no la tienen.
Qué haces tú con la información que te dan: cuestión de tus intereses y de tu competencia.
No digo más, que lo estropeo.
*Meter caña: mi diccionario lo define como «1. Meter prisa a alguien o aumentar la velocidad o intensidad de algo. 2. Provocar o molestar» Cuando te meten caña te hablan en tono enérgico.
Imagen: Oh, no. (Nathalia Rodríguez)