Auto observarnos puede llegar a ser un trabajo difícil; esto pasa porque desde pequeños nos acostumbramos a mirar hacia afuera haciendo juicios de valor sobre todo lo que sucede. Esa interpretación de la realidad es distinta para cada uno, por esto ni tú ni yo estamos exentos de caer en comportamientos que nos hacen caer mal en la oficina. Recuerda que hemos crecido en entornos distintos (familia, centros educativos, religión, país…), por esta razón cada uno determina qué es correcto o incorrecto basándose en toda esa información que ha ido acumulando en el transcurso de su vida.
Actualmente hay mucha literatura enfocada en llamar tóxicos a quienes nos rodean, pero ¿y qué tal si tenemos en cuenta que las personas no son tóxicas, y lo que sí puede llegar a serlo son nuestras relaciones con determinadas personas debido a los comportamientos negativos que dicha relación alimenta día a día? Ahora bien, te has hecho alguna vez las siguientes preguntas:
- ¿Tengo un comportamiento adecuado en la oficina?
- ¿Cuáles de mis actitudes o hábitos pueden estar intoxicando mis relaciones laborales?
Seguramente no, y seguramente no porque lo que solemos hacer es poner toda la responsabilidad en los demás, sin darnos cuenta de que cuando hay un conflicto de cualquier tipo, todos los involucrados tienen su cuota de responsabilidad.
Lo cierto es que en sentido generalizado tenemos la tendencia de esconder nuestros fallos, socialmente errar está mal visto. Es curioso: si lo miramos desde otra perspectiva, realmente los errores que reconocemos y que hacemos conscientes nos proporcionan aprendizaje, y esto nos permite no repetirlos, y por consiguiente comenzar a generar resultados más positivos.
El aprendizaje no solo nos ayuda a ser mejores personas, sino que también nos convierte en mejores compañeros y profesionales.
A continuación describiré 5 comportamientos que puedes tener sin darte cuenta y que pueden convertirse en una bomba destructiva. Es importante hacer un análisis y que en el caso de identificar un ápice de alguno de estos, busques la forma de corregirlos con el fin de mejorar tu día a día en el trabajo.
(Tu éxito depende de ti, pero no está mal que alguien te eche una mano. Cuenta con el equipo de profesionales de Dévé, podemos ayudarte)
1. La negatividad
Hay días en los que una nube gris domina el cerebro; usualmente cuando estamos así, en vez de encontrar soluciones encontramos problemas o en vez de dar ideas nos enfocamos en los contras. La actitud puede llegar a ser contagiosa y terminar por drenarte y drenar a quienes nos rodean. Si logras ser conscientes de que estás en este estado, serás más prudente a la hora de opinar. Cuando nos sentimos densos o negativos, quizás la mejor manera de colaborar sea escuchando e intentando apoyar, en vez de enfocándonos en todo lo malo que puede pasar.
2. Pensar que siempre tenemos la razón
Creo que todos en algún momento desempeñamos este rol; el problema real está cuando se convierte en algo habitual. Es normal que desde nuestra perspectiva mental tengamos todos los argumentos que hacen a nuestra opinión o idea la mejor ¿Pero acaso el otro no tendrá también sus ideas y sus argumentos? Muchas veces una buena idea nace de la combinación de varias. Abrirse a escuchar las opiniones de los demás, no solo enriquece sino que ayuda a aprender cosas que posiblemente no sabías, a motivar al equipo o compañeros y a ser mejores.
3. Competir y compararnos todo el tiempo
A temprana edad aprendemos a compararnos y a competir, este es un resultado directo del sistema educativo y las calificaciones. Ahora bien, si ese comportamiento se convierte en algo desmedido podemos llegar a convertirnos en el horror de la oficina. Este hábito no solo nos lleva a producir molestia en los demás, sino que también amarga la vida porque uno nunca logra estar satisfecho. La idea no es dejar de luchar por alcanzar los objetivos; la idea es comenzar a compararte y a competir con tu yo del día anterior. Cada uno de nosotros tenemos distintas aptitudes. ¿Qué sentido tiene compararnos o intentar competir con alguien que tiene aptitudes distintas a las nuestras? Lo cierto es que si en vez de intentar ganarle al otro intentamos superar nuestra marca de ayer, obtendremos mejores resultados y trabajaremos con más motivación.
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4. Adueñarse de todos los méritos
Este rol es quizás uno de los que más desmotivación produce en el equipo o en los compañeros. La típica persona que cuando recibe un reconocimiento, no reconoce la labor que han hecho los demás para alcanzar el resultado positivo. Es muy importante que todas las personas con las que trabajamos sientan que sus ideas son reconocidas, esto las motiva y la impulsa a ser más creativas.
5. Pasar por encima de los demás
El último rol que he elegido es el más tóxico de todos. En ocasiones cuando estamos enfocados en una meta, sin darnos cuenta perdemos la objetividad e incluso las emociones, nos enfocamos a tal punto en nuestro objetivo, que todo lo que está alrededor deja de tener importancia, en este momento sin darnos cuenta podemos pasar por encima de los demás, o incluso mentir con el fin de esconder una falta que pueda alejarnos de nuestro fin.
Somos seres humanos, ninguno de nosotros está exento de caer en estos comportamientos tan negativos, lo importante es reconocerlo y trabajar para evitar convertirnos en villanos.
Es muy importante tener en cuenta que incluso si caemos en estos hábitos de forma inconsciente, terminamos por ser esos victimarios a los que muchas veces criticamos.